lunes, 17 de febrero de 2014

... “que el mundo incierto que en mi voz vivía / el tiempo borre y el silencio lave”... Conrado Nalé Roxlo


15 de febrero de 1898
Escritor, periodista, guionista y humorista.



















 EL LLAMADO


El niño jugaba ensimismado en la alta terraza iluminada por la suave luz del sur, más azul que dorada. De pronto interrumpió sus juegos y escuchó. De lo más profundo de la casa, de más allá de las frescas cuevas en que los vinos sepultados desde hacía muchos años esperaban revivir en un brindis fugaz y una canción ligera; de más allá de los antiguos calabozos que aún guardaban olvidados instrumentos de tortura, de un último subterráneo que la casa ignoraba por dignidad y miedo, le llegó un lento grito, que nadie más que él oyó porque sólo a él estaba dirigido. Debió subir disimulándose entre los ruidos habituales; atravesando de un salto las espaciosas salas vacías: simulando ser el aullido de un perro lejano al cruzarse con alguien. No importa saberlo. Cosas más graves quisiéramos dilucidar y tampoco podremos.
El niño levantó la cabeza, y más que sorprendido parecía triste. Antes de iniciar el descenso, eso sí, paseó la mirada a su alrededor buscando un signo propicio. Pero de los árboles del parque, que ya comenzaban a cerrarse sobre sus pájaros para el gran recogimiento nocturno, no salieron más que los píos habituales y ningún trino más alto; ninguna manzana cayó inesperadamente sobre la hierba oscurecida ya; la nube gris, en que fijó la mirada largamente, no cambió de forma, y la brisa que movía las flores amarillas de la terraza ni se detuvo ni aceleró el vuelo. El niño entonces echó a andar hacia la escalera, y el perro no lo siguió.
Lo único que pudo hacer el Ángel de su Guarda fue taparse los ojos con el ala.
Al pasar frente a la puerta entreabierta de la biblioteca vio a su padre, noblemente envejecido, inclinado sobre un libro por cuyas páginas transcurrían los pensamientos de Marco Aurelio, graves, serenos, resignados como ríos sin pasión.
El niño pudo entrar como otras veces y, sentándose a sus pies, jugar con las pesadas borlas de oro de su bata, pero siguió bajando la antigua escalera, que aquella tarde no crujía, como si en lugar del niño bajara su pequeño fantasma.
Al pasar por otro piso, frente a otra puerta, oyó las voces de sus hermanas. De entrar, lo habrían envuelto en una alocada de puntillas y de risas, y los polvos de arroz que se ponían exageradamente lo habrían hecho estornudar y reírse a él también. Pero no tendió la mano al pomo azul de la puerta.
Las bajas cocinas lo envolvieron en una vaharada de aire cálido y sabroso, y oyó el chisporrotear de aceite dorado de una estrepitosa fritura.
Descendió más. Ya estaba en la cuadra. Tropezó con un cubo olvidado, pero ninguno de los caballos, todos mayores que él, volvió la cabeza. Pasó antes las cuevas del vino; ante los calabozos, cuyas puertas nunca moviera el viento. Ahora los peldaños de la escalera eran de piedra resbaladiza. Estaba en la parte eternamente tenebrosa y aborrecida de la casa, adonde no bajan las ratas. Una puerta estrecha cedió a la leve presión de la mano y, con los ojos arrasados en lágrimas de amor, fue al encuentro del grito trémulo, bajo, lleno de horrorosa ternura.
Nunca volvió a subir la escalera, aunque los habitantes de la casa y las visitas lo siguieron viendo durante todos los años de su vida, un poco distante, pero por lo demás, de apariencia normal y hasta saludable.


De: http://literaturarioplatense.blogspot.com




 El Grillo


Música porque sí, música vana,
como la vana música del grillo,
mi corazón eglógico y sencillo
se ha despertado grillo esta mañana.

¿Es este cielo azul de porcelana?
¿Es una copa de oro el espinillo?
¿O es que en mi nueva condición de grillo
veo todo a lo grillo esta mañana?

¡Qué bien suena la flauta de la rana!
Pero no es son de flauta: es un platillo
de vibrante cristal que a dos desgrana
gotas de agua sonora.

¡Qué sencillo
es a quien tiene corazón de grillo
interpretar la vida esta mañana!



HAY QUE ANDAR POR EL MUNDO...



Hay que andar por el mundo como si no importara.
Sin preguntar el nombre del pájaro y la planta,
Ni al capitán del buque, a dónde lleva agua.

Mirar al otro lado del que todos señalan,
Que es allí, dónde crece la rosa inesperada.
Hablar con el herrero, del caballo y la fragua,
Pero mirando al fuego, con atenta mirada;
Puede que en un silencio, veas la salamandra.

Crear el nombre hermoso de alguna imaginaria mujer,
Y luego a todos preguntarles con ansia:
Si no la han visto, acaso te lleven a su casa...

En la copa vacía beber con esperanza,
Tal vez una divina locura, de cristal guarda.
Sacar siempre a los ojos, el aire azul del alma,
Ver lo que nunca alcanza la mirada...



domingo, 16 de febrero de 2014

La lluvia negra del maligno dios Harry Truman




Masuji Ibuse
15 de febrero de 1898 - Hiroshima



















Autor de Lluvia Negra, novela histórica escrita en 1969 en base a material documental sobre el bombardeo atómico al que los Estados Unidos sometieron a Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial. 


Nadie desconocerá las terribles secuelas que sufrieron los sobrevivientes. ¿Por qué entonces registrarlas literariamente? 



En principio, porque el lenguaje es un organizador del mundo psíquico. Sólo cuando somos capaces de verbalizar una experiencia límite, estamos en condiciones de empezar a superarla.



En segundo lugar, porque una de las funciones primordiales de la Literatura es aportar conocimiento: el objetivo y el subjetivo, o sea, transmitir a las generaciones contemporáneas y posteriores que la debilidad estratégica de los poderosos es un acto de soberbia escandalosa: 

sólo destroza a los más vulnerables.








" Cortar este dolor, ¿con qué tijeras?" 
Miguel Hernández



sábado, 15 de febrero de 2014

El padre del Inspector Maigret: Georges Simenon






“Maigret tiene entre 45 y 50 años. Nació en un  castillo, en el centro de Francia, en el que su padre ocupaba el cargo de administrador. Es, pues, de origen campesino, robusto y fornido, pero posee cierta educación (…). Su vida privada es muy tranquila. Tiene una esposa dulce, rolliza, tierna y sencilla, que lo llama respetuosamente Maigret ( de tal manera que todo el mundo terminó por olvidar su ridículo nombre, Jules). Ella mantiene su hogar minuciosamente limpio, le prepara suculentos guisos, le cuida las heridas, jamás se impacienta cuando él permanece muchos días fuera de casa, soporta con indulgencia sus altibajos. Le horrorizan los cambios y vive desde hace veinte años en el mismo piso, en un barrio ni rico ni pobre, de modestos trabajadores.

Maigret es bastante grueso, plácido, fuma en pipa con cortas y golosas bocanadas, le gusta comer bien, y también beber: a veces cerveza, a veces tragos cortos de buenos aguardientes. Le gusta deambular por las calles y sentarse en la terraza de algún café.

Un caso criminal nunca es para él un caso más o menos científico, un problema abstracto. Es tan sólo un caso humano. Le gusta husmear el rastro dejado por un hombre como un perro de caza olfatea una pista. Quiere comprender. Se mete en la piel de sus personajes, de quienes, poco antes de verlos por primera vez, lo desconoce todo, y cuando hay un crimen, necesita averiguar hasta los más pequeños detalles. Otorga mucha importancia al ambiente en el que viven. Cree firmemente que determinado gesto no habría sido el mismo en un ambiente distinto, que un carácter evolucionaría de otra manera en cualquier otro barrio.

Es lento, pesado, paciente. Espera el déclic. El déclic, al que se refieren con afectuosa y respetuosa ironía sus colegas, es el momento en que Maigret, empapado de un ambiente y de los personajes a los que acaba de seguir paso a paso durante horas, días y semanas, consigue por fin pensar y sentir como ellos. (…)

Se sirve de los inspectores de su brigada, pero siempre prefiere acudir él, en persona, al lugar indicado, seguir él mismo los rastros, hacer vigilancias y diligencias que muchos considerarían incompatibles con su cargo. Quiere husmear a las personas y los lugares por sí mismo, hurgar por todas partes; aunque en ocasiones se siente descorazonado, nunca pierde la paciencia, y muchas veces se le podría creer borracho o dormido precisamente en el momento en que está más despierto.

Odia la maldad deliberada, odia a los hombres que impregnan el mal de sangre fría, y se muestra feroz con la hipocresía. Por el contrario, es indulgente para con las faltas que son fruto de las debilidades de la naturaleza humana. Un joven o una joven que van por mal camino le inspiran no sólo piedad, sino irritación contra su suerte o contra la organización social que está en el origen de esa mala orientación.

A veces incluso olvida que es un instrumento de la ley y ayuda a determinados culpables a escapar a un castigo que considera exagerado. Cuando puede, intenta, como en sus sueños juveniles, remendar los destinos. Lo cual le crea frecuentemente conflictos con sus superiores y sobre todo con los magistrados, que juzgan a los hombres tan sólo a la luz de los textos de las leyes (…)”.

Así describió Simenon a Maigret y así queda recogido en el apéndice del volumen conjunto  ”El mismo cuento distinto” y “El hombre de la calle” (Gabriel García Márquez y Georges Simenon) (Tusquets).



De: MI SIGLO.com

13 de febrero de 1903 - Bélgica


El París del comisario Maigret

La ciudad que nos muestra Simenon es la de los años 30 y 60 del pasado siglo, pero todavía quedan suficientes pistas y localizaciones para redescubrir París de la mano del comisario de policía literario más famoso de Francia, al que siempre imaginamos con un sombrero y una pipa.

Javier Mazorra

Georges Simenon escribió nada menos que 75 novelas y 28 relatos cortos con Maigret como protagonista entre 1931 y 1972, además de introducirlo con anterioridad como personaje secundario en otras de sus obras. Aunque cada vez que tiene ocasión sale de París para mostrarnos casi la totalidad de las regiones francesas, su centro de operaciones siempre es la capital y, en concreto, el número 36 del Quai des Orfévres, que sigue siendo la sede de la Policía Judicial y donde trabajan otros policías literarios como el comisario Adamsberg, creado por Fred Vargas.

A diferencia de este último, cuyo territorio está lleno de lugares inventados por su autora siendo muy difícil seguir su rastro, a Maigret, 40 años después de haberse publicado la última novela de la serie, aún es posible seguirlo por París. Lo han demostrado Michel Lemoine o Michel Carly, autores de dos trabajos indispensables para conocer la ciudad de Maigret. Este último ha encontrado hasta 120 localizaciones, señalizando siete rutas sin salir del centro.

Sólo en una ocasión (Maigret et son mort) Simenon nos menciona donde reside su personaje. Se sabe incluso que lo escogió al azar cuando vivía en la Place des Vosges. Da igual, el 132 del Boulevard Richard Lenoir es uno de los puntos esenciales en cualquier recorrido que se haga sobre el París de Maigret del que, por cierto, no se sabe bien qué nombre de pila tiene. Su apartamento ocupaba el tercer piso, aunque no todo el mundo está de acuerdo. Murielle Wenger, que ha contrastado la información que aparece en las novelas con un concienzudo trabajo de campo, dice que habría que mirar la casa del número 62 que corresponde más de cerca con las descripciones que da el autor.

La rue Voltaire

De lo que no hay duda es de que el propio Simenon ocupó durante años un piso del número 21 de las Place des Vosges donde tuvo como vecino a un tal Maigret. Ya en el barrio del Marais es casi obligatorio acercarse al Royal Turenne o como él lo llama en su novela L'amie de madame Maigret (el amigo de madame Maigret), le Grand Turenne. Es aquí donde los inspectores montan su cuartel general. Según los especialistas, después hay que visitar en este mismo entorno la rue Voltaire que, aunque no la menciona directamente, mantiene el mismo aspecto que durante su época y sirvió de inspiración para muchas localizaciones de las novelas.

Fragmento de interesante artículo que invitamos a leer en OchoLeguas.com



jueves, 13 de febrero de 2014

El patriarcado, responsable de las más cruentas rebeldías.

Antonia Pozzi
13 de febrero de 1912 - Italia
Poeta.

LÍMITES


Cuánto me acuerdo
de mi cartera escolar,
manoseada, gris,
que toda yo estrechaba con mis libros
en un único abrazo
seguro.
No conocía entonces
este acezante trascender,
este desbordamiento estéril,
este perderse
que todavía no es morir.

Cuántas veces me apeno, pensando
en mi cartera escolar.



De: fragmentosdevida.wordpress.com




Grito


No tener un Dios
no tener una tumba
no tener nada firme
sólo cosas vivas que huyen—
ser sin pasado
ser sin futuro
y cegarse en la nada—
—ayuda—
por la miseria
que no tiene fin—

10 de febrero de 1932

Versión: Hernán Isnardi
De: lamaquinadeltiempo.com




HUBIERA SIDO


Anuncio hubiera sido de lo que no fuimos.
De lo que no fuimos y ya no somos más.
La poesía amada por nosotros y nunca del corazón separada
Tú la habrías cantado con tus gritos de niño.
La única espiga eras tú
el tallo de nuestra inocencia bajo el sol..
Mas te quedaste allá con los muertos
con aquellos que no nacieron
con las aguas sepultadas
apagado amanecer a la lumbre de las últimas estrellas.
No ocupa ahora tierra sino sólo corazón
tu invisible ataúd
alma
y tú has entrado en el camino del morir.



DESCONFIANZA


Tristeza de estas manos
pesadas
que abren las llagas
más leves
por dejar una impronta—


tristeza de esta boca
que dice
tus palabras
—entendiendo otras cosas—:
esta es la forma
de la más desesperada
distancia.


16 de octubre de 1933

De: emmagunst.blogspot.com



Antonia no pudo refugiarse del control familiar ni siquiera en sus poemas, publicados póstumamente. Hasta allí, hasta ese ámbito privadísimo, la perseguía su padre, y sin el menor pudor se atrevía a censurar sus textos. 
Tampoco pudo desprenderse de esa cautividad traumatizante a través del amor: su padre censuró la relación que mantenía con un profesor de latín y griego, dispuesto a "formalizarla" con el matrimonio.
Cuando fugó hacia la muerte, a los veintiséis, su padre ya no pudo robarle nada más.

La casa de la apropiación.
Pero, ¿cuántas hubo, hay y habrá,
legitimadas por los mitos
que las acomodaticias sociedades
han amparado? 



























Fue mujer filósofa; sobraron razones, entonces, para esconderla en el olvido intencional.

ORACIÓN A LA VIDA


Igual que cada amigo ama a su amigo,
así te amo yo a ti, vida enigmática.
Tanto si me haces gritar de gozo que llorar,
tanto si me das penas  o placeres.
Yo te amo en la aflicción y en la alegría.
Y si alguna vez quieres  acabar conmigo,
me arrancaré de tus brazos con dolor
como se arranca el amigo del pecho de su amigo

Con todas mis fuerzas yo te abrazo.
Deja que en tu llama arda mi espíritu.
Y que en el fragor de la lucha
 encuentre yo la clave al enigma de tu ser.
Quién tuviera siglos para existir, para pensarte.
Abrázame con fuerza entre tus brazos.
 Si no te queda ya felicidad que darme,
de acuerdo, dame ese sufrimiento que aún te queda.


Lou Andreas-Salomé

La traducción es de Antonio Pau y la he sacado de su conferencia en la Fundación Juan March sobre Lour Andreas-Salomé, mujer de enorme influjo en hombres de tanta talla intelectual y sensible como Nietzsche (quien en una faceta menos conocida de su vida puso música a este poema) o Rainer María Rilke.
Una interesante semblanza sobre esta mujer puede escucharse en la referida conferencia de Antonio Pau.

De: servando-mibarricada.blogspot.com




Volga


Aunque estés lejos, te contemplo.
Aunque estés lejos, te entregas a mí
En un presente que nada puede destruir.
Rodeas mi vida, eres mi paisaje.
Me envuelves una y otra vez con tu risueña grandeza.
El sol despunta sobre tus altas iglesias,
Asciende sobre tus orillas amplias, infinitas,
Ilumina tus bosques cada mañana.
Cuando vuelva a oscurecer,
El cielo de junio iluminará la noche;
Cuando llegue la madrugada, el agudo graznido
De las gaviotas atravesará la niebla que cubre tus olas…
¡Aunque no hubiera reposado en tus orillas,
No habría dejado de conocer tu grandeza,
Porque la marea de mis sueños
Me lleva hasta tus enormes soledades!


“ Me parece oportuno, entonces, revisar la propuesta de Salomé que insiste en la necesidad-ética y estética- de pensar lo femenino y lo masculino como dos formas de saber, como dos cosmovisiones distintas. En un capítulo de su trabajo sobre el erotismo -titulado, curiosamente, "El ser humano como mujer"-, ella explica cómo estas dos categorías se definen desde lo biológico por sus irreductibles diferencias y cómo se articulan en forma complementaria, y no en términos de opuestos.

"La pequeña célula masculina aparece, sin perjuicio de su pequeñez y justamente por esa misma pequeñez que la hace desvalida, ya desde el inicio como la diminuta célula nacida para desarrollarse, como algo insatisfecho en busca de ulteriores fines en un laborioso proceso de desarrollo impelido por el empuje y la necesidad. Se bosqueja como una línea que progresa siempre hacia adelante y de la que nunca se podrá decir si le queda todavía algo por alcanzar, mientras que el óvulo femenino se muestra como algo cerrado, como un círculo que no se abre hacia afuera. ¿Y para qué? Es como si en su mismo interior poseyera su propia patria natural, en un todo que es radicación de sí mismo; como si nunca hubiera dado los últimos pasos hacia el exterior, hacia lo extraño, hacia el vacío, hacia las mil posibilidades de existencia y de vida en el exterior; como si estuviera aún inmediatamente ligado a las totales e infinitas facetas del todo, cerrado todavía ahí como en un suelo primitivo y básico. Y justamente por eso la armonía intacta radica tan elemental y primitivamente en lo femenino: esa seguridad y colmación del círculo, esa plenitud y compactitud serena en su gran redondez condicional, provisoria."

Vanesa Judith Kandel

De: http://www.filo.uba.ar



El caso Lou Andreas Salomé o semblanza de una mujer libre
Dr. Pablo Pintado-Casas
Assistant Professor
Kean University


¿Quién se acuerda hoy en día de la escritora Lou Andreas Salomé? Para muchos el nombre Lou Andreas Salomé simplemente está asociado inmediatamente con el filósofo alemán Nietzsche. Otros, quizás, también puedan recordar su relación con el poeta Rainer Maria Rilke e imaginar el idílico viaje que ambos hicieron juntos a Rusia. Incluso puede que otros -los más aficionados a encontrar nexos entre escritores, pensadores y artistas-, acaben encontrando lazos comunes de amor y amistad, o inesperados hilos conductores como si la historia del pensamiento y el arte se encargara por si misma de poner en orden y en contacto a diversos personajes para hacerles participar en un entramado de acciones que conducen inevitablemente a la realización de una obra que más tarde será entendida por los ojos de espectadores de generaciones futuras. Sería este un caso ilustrativo para conectar en el transcurso del tiempo a Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud, dado que Lou Andreas Salomé tuvo amistad tanto con uno como con el otro. (...)

Por último quiero mencionar finalmente que una buena manera de acercarse hoy en día a la compleja vida de Lou Andreas Salomé es recurriendo a la lectura de varios de los nuevos libros que han salido publicados recientemente sobre su obra, a saber: Lou. Histoire d’une femme libre (Fayard, 2002) y Lou Andreas Salomé. A l’école de Freud. Journal d’une anne 1912-1913 (Le Petit Mercure de France, 2000). El primero es una breve biografía escrita por Francoise Giroud que apareció en francés hace tres años. En este libro se describe a Lou Andreas Salomé como una bellísima mujer de “una inteligencia superior” nacida en 1861: en resumen, una de las grandes seductoras de fin de siglo. Todos -y aquí “todos” son tres de los grandes personajes del pensamiento y la cultura europea: Nietzsche, Rilke y Freud-, sucumbieron a su encanto, lucidez, compañía y amistad. Con toda seguridad son miles de páginas las que se han escrito sobre su fascinante carácter y la exigencia que demandaba en sus relaciones personales. Giroud avanza más en esta misteriosa mujer proponiendo la idea de Lou Andreas Salomé como el perfecto estereotipo de “femme libre”, con plena libertad creadora en su vida e independencia de pensamiento, en la Europa de principios del siglo XX. Además este libro recoge algunas cartas de Rilke a Lou desde Munich de junio de 1897, y otras cartas intercambiadas entre Freud y Andreas Salomé durante los años 1915, 1917, 1923, 1935. Esta correspondencia también puede leerse en el segundo libro mencionado anteriormente: Correspondance avec Sigmund Freud, suivi du Journal d’une anne (1912-1913), que apareció entonces en la editorial Gallimard en 1992, en traducción de Lily Jumel. En conclusión -para terminar- este diario aporta interesantes entradas que hacen referencia a las conferencias de Freud sobre numerosos temas: la magia -sabemos que a estas conferencias también asistía a veces Ferenczi-, o sobre “el hombre sano” y el nerviosismo, sobre el concepto de censura, el erotismo, el narcisismo, el deseo, la bisexualidad, etc. Finalmente podríamos mencionar otro manuscrito de Lou Andreas Salomé encontrado milagrosamente por Ernst Pfeiffer -amigo personal de Lou- que siguiendo el género autobiográfico narra con detalle sus encuentros con Nietzsche, Rilke y Freud, entre otros muchos, durante una de las épocas de mayor esplendor de la cultura europea. (...)
El caso Lou Andreas Salomé (1861-1937)

Lou Andreas Salome nació el día 12 de febrero de 1861 en St. Petersburgo, Rusia. Nacida en una familia aristocrática alemana; su padre, el general Gustav von Salome, estuvo al servicio de los Romanov. Lou, de muy joven, se interesó enormemente por la literatura y la filosofía. En el invierno del año 1881-82 viajó a Italia para visitar a la amiga de su madre: Malwida von Meysenburg que se encontraba aquel tiempo en Roma. Lou tenía entonces 21 años de edad. Malwida era muy amiga de Nietzsche y también se consideraba su protectora en el círculo de los Wagner. De este modo, en una de estas reuniones Lou conoció al filosofo alemán y a Paul Ree, ambos seguidores del pensamiento de Schopenhauer y el ateismo. Ambos filósofos -Nietzsche y Ree- se enamoraron plenamente de la belleza de Lou. Además -incluso- por aquel tiempo se plantearon abiertamente el rechazo del matrimonio para vivir en una especie de comunidad intelectual que posteriormente sería totalmente imposible. El caso es que en 1887 Lou se casó con el orientalista alemán Friedrich-Carl Andreas con quien vivió muchos años. Posteriormente en la ciudad de Munich se encontrará con el poeta Rainer Maria Rilke con quien compartirá viajes por Europa y una importante correspondencia. En 1911 conocerá a Sigmund Freud. Este último siempre admiró tanto la belleza como la inteligencia de Lou Andreas Salomé. Freud le invitaría a muchas de sus reuniones psicoanalíticas y escucharía muy atentamente sus planteamientos. A partir del año 1933 Lou Andreas Salomé asiste con horror a la llegada del nazismo. Lou moriría algo más tarde en el año 1937 en una Europa casi en guerra.

De: http://www.ucm.es/info/especulo







12 de febrero de 1861- Rusia



lunes, 10 de febrero de 2014

¿Quién podrá contener al que conoce su condición? Bertolt Brecht

10 de febrero de 1898 - Alemania
Dramaturgo, poeta, director y actor teatral,
filósofo social.

Los movimientos de los cuerpos celestes son ahora más fáciles de calcular, pero los pueblos todavía no pueden calcular los movimientos de sus señores. La lucha por medir el cielo ha sido ganada, pero las madres del mundo siguen siendo derrotadas día a día en la lucha por conseguir el pan de sus hijos. Y la ciencia debe ocuparse de esas dos luchas por igual. Una Humanidad que se debate en las tinieblas de la superstición y la mentira, y es demasiado ignorante para desarrollar sus propias fuerzas, no será capaz tampoco de dominar las fuerzas de la naturaleza que ustedes los científicos descubren y revelan. ¿Con qué objetivo trabajan ustedes? Será que el único fin de la ciencia consiste en aliviar la miseria de la existencia humana. Si los científicos se dejan atemorizar por los tiranos y se limitan a acumular el conocimiento por el conocimiento mismo, la ciencia se convertirá en un inválido y las nuevas máquinas sólo servirán para producir nuevas calamidades. Tal vez, con el tiempo, ustedes lleguen a descubrir todo lo que hay para descubrir, pero ese progreso sólo los alejará más y más de la Humanidad. Y el abismo entre ella y ustedes, los científicos, puede llegar a ser tan profundo que cuando griten de felicidad ante algún nuevo descubrimiento, el eco les devolverá un alarido de espanto universal (...)"


De: Galileo Galilei



EL ANALFABETO POLÍTICO


El peor analfabeto es el analfabeto político

No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos.

No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.

El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.

No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.


De: http://rosanei.lacoctelera.net




EL VALOR DE LA VERDAD (Fragmento)

El que quiera luchar hoy contra la mentira y la ignorancia y escribir la verdad tendrá que vencer por lo menos cinco dificultades. Tendrá que tener el valor de escribir la verdad aunque se la desfigure por doquier; la inteligencia necesaria para descubrirla; el arte de hacerla manejable como un arma; el discernimiento indispensable para difundirla.

Tales dificultades son enormes para los que escriben bajo el fascismo, pero también para los exiliados y los expulsados, y para los que viven en las democracias burguesas.

I. El valor de escribir la verdad

Para mucha gente es evidente que el escritor debe escribir la verdad; es decir, no debe rechazarla ni ocultarla, ni deformarla. No debe doblegarse ante los poderosos; no debe engañar a los débiles. Pero es difícil resistir a los poderosos y muy provechoso engañar a los débiles. Incurrir en la desgracia ante los poderosos equivale a la renuncia, y renunciar al trabajo es renunciar al salario. Renunciar a la gloria de los poderosos significa frecuentemente renunciar a la gloria en general. Para todo ello se necesita mucho valor.

Cuando impera la represión más feroz gusta hablar de cosas grandes y nobles. Es entonces cuando se necesita valor para hablar de las cosas pequeñas y vulgares, como la alimentación y la vivienda de los obreros. Por doquier aparece la consigna: «No hay pasión más noble que el amor al sacrificio».

En lugar de entonar ditirambos sobre el campesino hay que hablar de máquinas y de abonos que facilitarían el trabajo que se ensalza. Cuando se clama por todas las antenas que el hombre inculto e ignorante es mejor que el hombre cultivado e instruido, hay que tener valor para plantearse el interrogante: ¿Mejor para quién? Cuando se habla de razas perfectas y razas imperfectas, el valor está en decir: ¿Es que el hambre, la ignorancia y la guerra no crean taras?

También se necesita valor para decir la verdad sobre sí mismo cuando se es un vencido. Muchos perseguidos pierden la facultad de reconocer sus errores, la persecución les parece la injusticia suprema; los verdugos persiguen, luego son malos; las víctimas se consideran perseguidas por su bondad. En realidad esa bondad ha sido vencida. Por consiguiente, era una bondad débil e impropia, una bondad incierta, pues no es justo pensar que la bondad implica la debilidad, como la lluvia la humedad. Decir que los buenos fueron vencidos no porque eran buenos sino porque eran débiles requiere cierto valor.

Escribir la verdad es luchar contra la mentira, pero la verdad no debe ser algo general, elevado y ambiguo, pues son estas las brechas por donde se desliza la mentira. El mentiroso se reconoce por su afición a las generalidades, como el hombre verídico por su vocación a las cosas prácticas, reales, tangibles. No se necesita un gran valor para deplorar en general la maldad del mundo y el triunfo de la brutalidad, ni para anunciar con estruendo el triunfo del espíritu en países donde éste es todavía concebible. Muchos se creen apuntados por cañones cuando solamente gemelos de teatro se orientan hacia ellos. Formulan reclamaciones generales en un mundo de amigos inofensivos y reclaman una justicia general por la que no han combatido nunca. También reclaman una libertad general: la de seguir percibiendo su parte habitual del botín. En síntesis sólo admiten una verdad: la que les suena bien.

Pero si la verdad se presenta bajo una forma seca, en cifras y en hechos, y exige ser confirmada, ya no sabrán qué hacer. Tal verdad no les exalta. Del hombre veraz sólo tienen la apariencia. Su gran desgracia es que no conocen la verdad.

 De: www.lainsignia.com



LA MUJER


1. De noche junto al río en el oscuro corazón de los arbustos
a veces vuelvo a ver su rostro, el de la mujer que amé: mi
mujer, que murió.

2. Hace ya muchos años, y a ratos ya no sé nada de ella, la
que antes lo fue todo, pero todo se marchita.

3. Y ella era en mí como un pequeño enebro en las estepas de
Mongolia, cóncavas, con el cielo amarillo pálido y de gran tristeza.

4. Vivíamos en una cabaña negra junto al río, Los mosquitos
solían perforar su blanco cuerpo, y yo leía el periódico
siete veces o decía: tu pelo tiene un color sucio. O: no tienes corazón.

5. Pero un día, cuando estaba yo lavando mi camisa en la
cabaña, ella se acercó a la puerta y me miró y quería salir.

6. Y quien le había pegado hasta cansarse, dijo: ángel mío.

7. Y quien le había dicho te quiero la condujo fuera y
riendo miró al aire y alabó el buen tiempo y le dio la mano.

8. Como ya estaban afuera, al aire libre, y la cabaña estaba
desierta, cerró la puerta y se sentó tras el periódico.

9. Desde entonces no la he vuelto a ver, y de ella sólo quedó
el gritito que dio cuando por la mañana volvió a la puerta que
ya estaba cerrada.

10. Ahora la cabaña se ha podrido y mi pecho está relleno de
papel de periódico y por las noches tumbado junto al río en
el oscuro corazón de los arbustos me acuerdo de ella.

11. El viento lleva olor a hierba en el pelo y el agua grita sin
fin pidiendo calma a Dios, y en mi lengua tengo un sabor amargo.


 LA RUEDA HIDRÁULICA


1
Los poemas épicos nos dan noticia
de los grandes de este mundo:
suben como astros,
como astros caen.
Resulta consolador y conviene saberlo.
Pero para nosotros, los que tenemos que alimentarlos,
siempre ha sido, ay, más o menos igual.
Suben y bajan, pero ¿a costa de quién?

Sigue la rueda girando.
Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba.

Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa
que hay que seguir empujando la rueda.


2

Tuvimos muchos señores,
tuvimos hienas y tigres,
tuvimos águilas y cerdos.
Y a todos los alimentamos.

Mejores o peores, era lo mismo:
la bota que nos pisa es siempre una bota.
Ya comprendéis lo que quiero decir:
no cambiar de señores, sino no tener ninguno.

Sigue la rueda girando.
Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba.
Mas para el agua de abajo, ay, esto sólo significa
que hay que seguir empujando la rueda.


3

Se embisten brutalmente,
pelean por el botín.
Los demás, para ellos, son tipos avariciosos
y a sí mismos se consideran buena gente.
Sin cesar los vemos enfurecerse
y combatirse entre sí. Tan sólo
cuando ya no queremos seguir alimentándolos
se ponen de pronto de acuerdo.

Ya no sigue la rueda girando,
y se acaba la farsa divertida
cuando el agua, por fin, libre su fuerza,
se entrega a trabajar para ella sola.



  Muchos jueces son incorruptibles, nadie puede inducirlos a hacer justicia.