sábado, 30 de marzo de 2013

..."Diré mejor: me gusta palabrear. Las palabras son para mí cuerpos tocables, sirenas visibles,...Me estremezco si dicen bien". -Fernando Pessoa


El título de esta entrada es un pequeñísimo fragmento extraído del discurso del Profesor Héctor Balsas en ocasión de su ingreso a la Academia Nacional de Letras, en 1996.

Lo hemos seleccionado porque lo sentimos como emblemático de la impronta pedagógica que acuñó en nosotr@s, hace muchos años, nuestro Profesor de Didáctica de la Lengua, Héctor Balsas: ese mismo académico, integrante también de la Academia Porteña del Lunfardo, y el maestro, el autor de obras didácticas, el cuentista (del que invitamos a leer “Multitud” al pie de página) y el articulista en medios prestigiosos como “Relaciones”, “Cuadernos del CLAEH”, “Revista de la Educación del Pueblo”, “El Bien Público”, “Opinar”, “El País Cultural”, por mencionar algunos.

Con perspectiva histórica, hoy podemos afirmar que nos inculcó, justamente, que una de nuestras preocupaciones esenciales ante un grupo de clase era la de provocar ese estremecimiento al que se refirió Pessoa. Una vibración que no depende sólo de la dicción (que en él era per-fec-ta) ni de todo un meticuloso proceso en el que nos introdujo con una solvencia generadora de la conciencia de que el acto educativo exige el respeto básico de la rigurosidad por parte del docente en su planificación; recién entonces se está en condiciones de entrar a ese dinámico escenario en el que, paradójica y difícilmente, la representación se asemeje a los ensayos. Así que, desde cierto y disciplinado grado de seguridad, nos preparó para el sentimiento arrollador de estos tiempos: la incertidumbre.

No nos será suficiente este humilde reconocimiento ni el resto de nuestro ejercicio docente para agradecerle.
Aún hoy, en cada hora de clase, está presente, porque con él avizoramos, para siempre, la posibilidad de que, si las palabras no dicen bien, estaremos causando el mismo efecto de la mariposa que aletea en Londres...