martes, 24 de diciembre de 2013

Para quienes hasta en Nochebuena leemos










Los pasos diminutos de Augusto Monterroso
Por M. Ángeles Vázquez
Ensayista y crítica literaria. Directora de la revista Babab

(Algunos fragmentos)

El relato breve, cuyo maestro indiscutible es Augusto Monterroso, aunque inquiere en la tradición oral y en textos como la Biblia, se consolida en la Edad Media a través de la literatura didáctica que se sirve de leyendas y parábolas. Surge asimismo del mito y la religión, fábulas, proverbios, enxemplos, colecciones clásicas ―sobre todo orientales― y de grandes escritores como Poe, Tagore, Maupassant, Bernhard, hasta llegar a Borges, Cortázar, Denevi, Monterroso o Arreola: para Edmundo Valadés es una invención latinoamericana.
Es mucha y muy imprecisa la crítica literaria que este género ha vertido. Su indeterminación mueve al relato breve a inscribirlo en diferentes modalidades narrativas, aunque estudiosos como Serra, Castagnino, Baquero Goyanes, Bosch, Moravia, han aportado diferentes enfoques metodológicos que se plantean a partir del dinamismo adquirido sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, donde ya no es un puro ejercicio de estilo y se presenta como una auténtica propuesta literaria, como un género idóneo que desarrolla la estética posmodernista. La publicación de Italo Calvino Seis propuestas para el próximo milenio contribuye a ello.

En el cuento breve su narratividad es una forma concentrada que desarrolla un ejercicio de reescritura o experimentación del lenguaje donde se encierra la visión del mundo en unas escasas líneas. Su condensación semántica responde a la síntesis discursiva exploratoria de un determinado juego de posibilidades en el que se alude a la memoria implícita del escritor-lector. Su carácter polisémico permite la inversión de papeles de los personales y la trasgresión del tiempo. Ejemplos aclaratorios son «Fecundidad» (Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando una línea1) o «La fe y las Montañas» de Monterroso.

De ambigua etiqueta ―microcuento, cuento brevísimo, minicuento, cuento breve, minificción, microrrelato, cuento minúsculo, relato breve, relato hiperbreve― los movimientos de vanguardia, reacios a las soluciones totalizadoras, despojan de retórica y ornato la narrativa en favor de la brevedad y la experimentación formal y verbal. Su carácter híbrido se asienta sobre la economía de palabras, la capacidad de insinuación y la elipsis, exigiendo entonces la necesidad de lectores activos que completen y recreen el texto.

El entusiasmo verbal de Monterroso, la entropía de la palabra escrita, no se ejecuta desde la erudición, como ya hemos advertido, sino desde un universo ficcional y fragmentario que rociado de una cotidianidad de carácter lúdico y revoltoso, permite que inhalemos una atmósfera pulcra de lo cáustico en una paródica muestra de estereotipos cercanos. Así es Monterroso « [...] releíble, ‘reciclable’ y con un afán disimulado de convertir poco a poco a sus lectores ingenuos en lectores críticos a través de las dudas ocasionadas por la multirreferencialidad de su intertextos [...]

 


De: Centro Virtual Cervantes


Augusto Monterroso21 de diciembre de 1921- Tegucigalpa


Monólogo del Mal

            Un día el Mal se encontró frente a frente con el Bien y estuvo a punto de tragárselo para acabar de una buena vez con aquella disputa ridícula; pero al verlo tan chico el Mal pensó:
            "Esto no puede ser más que una emboscada; pues si yo ahora me trago al Bien, que se ve tan débil, la gente va a pensar que hice mal, y yo me encogeré tanto de vergüenza que el Bien no despreciará la oportunidad y me tragará a mí, con la diferencia de que entonces la gente pensará que él si hizo bien, pues es difícil sacarla de sus moldes mentales consistentes en que lo que hace el Bien está bien y lo que hace el Mal está mal."
            Y así el Bien se salvó una vez más.


De: LaMáquinadelTiempo.com



El perro que deseaba ser un ser humano


En la casa de un rico mercader de la Ciudad de México, rodeado de comodidades y de toda clase de máquinas, vivía no hace mucho tiempo un Perro al que se le había metido en la cabeza convertirse en un ser humano, y trabajaba con ahínco en esto.

Al cabo de varios años, y después de persistentes esfuerzos sobre sí mismo, caminaba con facilidad en dos patas y a veces sentía que estaba ya a punto de ser un hombre, excepto por el hecho de que no mordía, movía la cola cuando encontraba a algún conocido, daba tres vueltas antes de acostarse, salivaba cuando oía las campanas de la iglesia, y por las noches se subía a una barda a gemir viendo largamente a la luna.


De: CiudadSeVa.com