lunes, 13 de enero de 2014

Cajas chinas o muñecas rusas













Es la denominación de una técnica literaria que consiste, en general, en la inserción de una historia dentro de otra y así, sucesivamente, hasta que se retorna a la original.

Hecho curioso éste que vamos a presentar porque es un caso particular y cuasi fortuito sobre el empleo de esa técnica. 

Su punto de partida es un texto en el que el autor rememora a un personaje real de su vida: un tío. A través del mismo texto, nosotros recordamos ahora a su autor, Néstor Gorriarán, a quien perdimos de vista hace pocos días pero permanece aquí con idéntica vivacidad que por aquellos tiempos, cuando con el gesto ceremonioso que aplicaba a la lectura, nos decía:


"El recuerdo, a veces se puede tocar" - Carlos Fuentes


Clarividencias


“El recuerdo, a veces, se puede tocar”.
CARLOS FUENTES


            -¡Mami! ¡No me digas que papá...!-rasgó el aire con pausada voz la niña, mientras incorporaba su cuerpito entre las tibias mantas con que su abuela había intentado protegerla del mundo.

    La certeza se clavó como un punzón en el cerebro alelado de la madre y un torbellino de sonidos batalló por palabras. Pero tendió sus redes ese silencio seco que cae de la vida cuando la arrancan de pronto y de cuajo -un silencio boquiabierto, de ojos desorbitados y manos acalambradas-, y las mujeres no pudieron escapar de él. Como fieras lastimadas se arrebujaron en la cama grande, esa guarida donde la familia nace, crece, gasta su carne y libera su luz. El abrazo fue interminable, casi como si alguien lo hubiese preparado para que durara por siempre.

    Y hoy, todavía es siempre.

Carbonilla
Taller de Pasiones Literarias

    

Toda persona «vive» en algún momento de su vida tres acontecimientos fundamentales: el nacimiento, el amor y la muerte.

El acontecimiento abre una brecha en el tiempo, una fisura, una grieta. Por eso, frente a los acontecimientos, sólo cabe el consuelo. Esta es la función de la narración.

Esta es, pues, una de las funciones fundamentales del relato: hacer de lo inhóspito e inquietante algo que nos sea familiar y accesible. Las narraciones hacen posible que podamos soportar la temible amenaza de los acontecimientos.

Los acontecimientos no tienen que ver con la acción sino con la pasión. No «hacemos» acontecimientos, son los acontecimientos los que «nos hacen», nos pasan, e inevitablemente nos forman, nos deforman y sobre todo nos transforman. Yo no puedo decidir vivir al margen de los acontecimientos, puesto que esta decisión no está en mi poder.


De: ÉTICA Y NARRACIÓN
JOAN-CARLES MÈLICH
Universitat Autónoma de Barcelona

De: http://www.raco.cat