miércoles, 6 de diciembre de 2017

"Como los lirios del campo somos nosotros"- Christina Rossetti

Una hija de Eva


Una ingenua fui por dormirme al mediodía,
Y despertar cuando la noche es helada
Debajo de la confortable y gélida luna;
Ingenua por desgarrar mi rosa con delirio,
Ingenua por vislumbrar apenas mis lirios.

Mi pobre jardín no he conservado,
Se desvaneció al ser abandonado,
Entonces lloré como nunca he llorado:
Era invierno cuando en sueños me envolví,
Y es verano cuando ahora despierto.

Habla cuanto quieras de la futura primavera,
Sobre algún cálido y dulce mañana:
Desnuda de esperanzas y absolutos,
Sin nada para reír, nada para cantar,
Me siento a solas con el Dolor.



Christina Rossetti

5 de diembre de 1830- Londres

LA SANTA QUEER

Christina Rossetti fue una de las más grandes poetas inglesas del siglo XIX. Y, por esas cosas de la vida de ultratumba, esa persistencia en la memoria que la posteridad le brinda a algunos de sus ancestros, ahora es también otras cosas que probablemente no se le hubieran ocurrido: santa para la Iglesia Episcopal y para la Iglesia Anglicana –tienen un día para festejarla, el 27 de abril– “santa queer” para quienes se dedican a revisar lo escrito a medias en la historia del cristianismo –la definen como “virgen queer” y “mística gay”– y feminista y cultora del homoerotismo para los movimientos de mujeres.

Christina era sobrina de Polidori, el amigo y médico de Lord Byron que escribió El vampiro y estuvo ahí el día que Mary Shelley empezó a escribir Frankenstein.
Durante diez años de su vida, la poeta trabajó en un hogar de prostitutas.

Esa tensión entre lo sensual y la oscura rigidez del cristianismo victoriano atraviesa toda la obra de Rossetti. Hija del poeta napolitano Gabrielle, hermana del pintor prerafaelita Dante Gabrielle –fue su modelo para algunos de sus más famosos cuadros, como Ecce Ancilla Domini– Christina vivió una vida austera y casi destinada al arte desde la cuna.

 A los 14, plena pubertad, empezó a enfermarse: no era infrecuente entonces y tal vez la salud fuera el precio que pagaban los cuerpos por la feroz represión que sufrían las mujeres en la era victoriana.

Extractado de: www.Página12.com.ar

“Detén mi corazón, y latirá el cerebro; y si arrojas el fuego en mi cerebro te llevaré sobre mi sangre.”- Rainer María Rilke

4 de diciembre de 1875- Praga

“De alguna forma también yo he de llegar a hacer cosas, no cosas corpóreas, sino escritas: realidades surgidas de la práctica del oficio. De alguna forma, también yo he de hallar el ínfimo elemento básico, la célula de mi arte, la inmaterial herramienta para expresarlo todo...” – Rainer María Rilke (De una carta a Lou Andrea Salomé del 10 de agosto de 1903)

En: Cyber Humanitatis Nº 32