Una hija de Eva
Una ingenua fui por dormirme al mediodía,
Y despertar cuando la noche es helada
Debajo de la confortable y gélida luna;
Ingenua por desgarrar mi rosa con delirio,
Ingenua por vislumbrar apenas mis lirios.
Mi pobre jardín no he conservado,
Se desvaneció al ser abandonado,
Entonces lloré como nunca he llorado:
Era invierno cuando en sueños me envolví,
Y es verano cuando ahora despierto.
Habla cuanto quieras de la futura primavera,
Sobre algún cálido y dulce mañana:
Desnuda de esperanzas y absolutos,
Sin nada para reír, nada para cantar,
Me siento a solas con el Dolor.
Christina Rossetti
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5 de diembre de 1830- Londres |
LA SANTA QUEER
Christina Rossetti fue una de las
más grandes poetas inglesas del siglo XIX. Y, por esas cosas de la vida de
ultratumba, esa persistencia en la memoria que la posteridad le brinda a
algunos de sus ancestros, ahora es también otras cosas que probablemente no se
le hubieran ocurrido: santa para la Iglesia Episcopal y para la Iglesia
Anglicana –tienen un día para festejarla, el 27 de abril– “santa queer” para
quienes se dedican a revisar lo escrito a medias en la historia del
cristianismo –la definen como “virgen queer” y “mística gay”– y feminista y
cultora del homoerotismo para los movimientos de mujeres.
Christina era sobrina de
Polidori, el amigo y médico de Lord Byron que escribió El vampiro y estuvo ahí
el día que Mary Shelley empezó a escribir Frankenstein.
Durante diez años de su vida, la
poeta trabajó en un hogar de prostitutas.
Esa tensión entre lo sensual y la oscura rigidez del
cristianismo victoriano atraviesa toda la obra de Rossetti. Hija del poeta
napolitano Gabrielle, hermana del pintor prerafaelita Dante Gabrielle –fue su
modelo para algunos de sus más famosos cuadros, como Ecce Ancilla Domini–
Christina vivió una vida austera y casi destinada al arte desde la cuna.
A los 14, plena
pubertad, empezó a enfermarse: no era infrecuente entonces y tal vez la salud fuera
el precio que pagaban los cuerpos por la feroz represión que sufrían las
mujeres en la era victoriana.
Extractado de: www.Página12.com.ar