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14 de setiembre de 1920 Paso de los Toros- Uruguay |
Mass media
De los medios de comunicación
en este mundo tan codificado
con internet y otras navegaciones
yo sigo prefiriendo
el viejo beso artesanal
que desde siempre comunica tanto
Desde el alma (Vals)
Hermano cuerpo estás cansado
desde el cerebro a la misericordia
del paladar al valle del deseo
cuando me dices/ alma ayúdame
siento que me conmuevo hasta el agobio
que el mismísimo aire es vulnerable
hermano cuerpo has trabajado
a músculo y a estómago y a nervios
a riñones y a bronquios y a diafragma
cuando me dices/ alma ayúdame
sé que estás condenado/ eres materia
y la materia tiende a desfibrarse
hermano cuerpo te conozco
fui huésped y anfitrión de tus dolores
modesta
rampa de tu sexo ávido
cuando me pides/ alma ayúdame
siento que el frío me envilece
que se me van la magia y la dulzura
hermano cuerpo eres fugaz
coyuntural efímero instantáneo
tras un jadeo acabarás inmóvil
y yo que normalmente soy la vida
me quedaré abrazada a tus huesitos
incapaz de ser alma sin tus vísceras
El amor es un centro
Una esperanza un huerto un páramo
una migaja entre dos hambres
el amor es campo minado
un jubileo de la sangre
cáliz y musgo/ cruz y sésamo
pobre bisagra entre voraces
el amor es un sueño abierto
un centro con pocas filiales
un todo al borde de la nada
fogata que será ceniza
el amor es una palabra
un pedacito de utopía
es todo eso y mucho menos
y mucho más/ es una isla
una borrasca/ un lago quieto
sintetizando yo diría
que el amor es una alcachofa
que va perdiendo sus enigmas
hasta que queda una zozobra
una esperanza un fantasmita.
Enamorarse y no
Cuando uno se enamora las cuadrillas
del tiempo hacen escala en el olvido
la desdicha se llena de milagros
el miedo se convierte en osadía
y la muerte no sale de su cueva
enamorarse es un presagio gratis
una ventana abierta al árbol nuevo
una proeza de los sentimientos
una bonanza casi insoportable
y un ejercicio contra el infortunio
por el contrario desenamorarse
es ver el cuerpo como es y no
como la otra mirada lo inventaba
es regresar más pobre al viejo enigma
y dar con la tristeza en el espejo
No te rindas
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te
rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.
No te salves
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
A imagen y semejanza
Era la última hormiga de la
caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había
resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le
interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel
color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón. Retrocedió,
después se detuvo. Tomando sus patas traseras como casi punto fijo de apoyo,
dio una vuelta alrededor de sí misma en el sentido de las agujas de un reloj.
Sólo entonces se acercó de nuevo. Las patas delanteras se estiraron, en un
primer intento de alzar el azúcar, pero fracasaron. Sin embargo, el rápido
movimiento hizo que el terrón quedara mejor situado para la operación de carga.
Esta vez la hormiga acometió lateralmente su objetivo, alzó el terrón y lo
sostuvo sobre su cabeza. Por un instante pareció vacilar, luego reinició el
viaje, con un andar bastante más lento que el que traía. Sus compañeras ya estaban
lejos, fuera del papel, cerca del zócalo. La hormiga se detuvo, exactamente en
el punto en que la superficie por la que marchaba, cambiaba de color. Las seis
patas hollaron una N mayúscula y oscura. Después de una momentánea detención,
terminó por atravesarla. Ahora la superficie era otra vez clara. De pronto el
terrón resbaló sobre el papel, partiéndose en dos. La hormiga hizo entonces un
recorrido que incluyó una detenida inspección de ambas porciones, y eligió la
mayor. Cargó con ella, y avanzó. En la ruta, hasta ese instante libre, apareció
una colilla aplastada. La bordeó lentamente, y cuando reapareció al otro lado
del pucho, la superficie se había vuelto nuevamente oscura porque en ese
instante el tránsito de la hormiga tenía lugar sobre una A. Hubo una leve
corriente de aire, como si alguien hubiera soplado. Hormiga y carga rodaron.
Ahora el terrón se desarmó por completo. La hormiga cayó sobre sus patas y
emprendió una enloquecida carrerita en círculo. Luego pareció tranquilizarse.
Fue hacia uno de los granos de azúcar que antes había formado parte del medio
terrón, pero no lo cargó. Cuando reinició su marcha no había perdido la ruta.
Pasó rápidamente sobre una D oscura, y al reingresar en la zona clara, otro
obstáculo la detuvo. Era un trocito de algo, un palito acaso tres veces más
grande que ella misma. Retrocedió, avanzó, tanteó el palito, se quedó inmóvil
durante unos segundos. Luego empezó la tarea de carga. Dos veces se resbaló el
palito, pero al final quedó bien afirmado, como una suerte de mástil inclinado.
Al pasar sobre el área de la segunda A oscura, el andar de la hormiga era casi
triunfal. Sin embargo, no había avanzado dos centímetros por la superficie
clara del papel, cuando algo o alguien movió aquella hoja y la hormiga rodó, más
o menos replegada sobre sí misma. Sólo pudo reincorporarse cuando llegó a la
madera del piso. A cinco centímetros estaba el palito. La hormiga avanzó hasta
él, esta vez con parsimonia, como midiendo cada séxtuple paso. Así y todo,
llegó hasta su objetivo, pero cuando estiraba las patas delanteras, de nuevo
corrió el aire y el palito rodó hasta detenerse diez centímetros más allá,
semicaído en una de las rendijas que separaban los tablones del piso. Uno de
los extremos, sin embargo, emergía hacia arriba. Para la hormiga, semejante
posición representó en cierto modo una facilidad, ya que pudo hacer un rodeo a
fin de intentar la operación desde un ángulo más favorable. Al cabo de medio
minuto, la faena estaba cumplida. La carga, otra vez alzada, estaba ahora en
una posición más cercana a la estricta horizontalidad. La hormiga reinició la
marcha, sin desviarse jamás de su ruta hacia el zócalo. Las otras hormigas, con
sus respectivos víveres, habían desaparecido por algún invisible agujero. Sobre
la madera, la hormiga avanzaba más lentamente que sobre el papel. Un nudo,
bastante rugoso de la tabla, significó una demora de más de un minuto. El
palito estuvo a punto de caer, pero un particular vaivén del cuerpo de la
hormiga aseguró su estabilidad. Dos centímetros más y un golpe resonó. Un golpe
aparentemente dado sobre el piso. Al igual que las otras, esa tabla vibró y la
hormiga dio un saltito involuntario, en el curso del cual, perdió su carga. El
palito quedó atravesado en el tablón contiguo. El trabajo siguiente fue cruzar
la hendidura, que en ese punto era bastante profunda. La hormiga se acercó al
borde, hizo un leve avance erizado de alertas, pero aún así se precipitó en
aquel abismo de centímetro y medio. Le llevó varios segundos rehacerse, escalar
el lado opuesto de la hendidura y reaparecer en la superficie del siguiente
tablón. Ahí estaba el palito. La hormiga estuvo un rato junto a él, sin otro
movimiento que un intermitente temblor en las patas delanteras. Después llevó a
cabo su quinta operación de carga. El palito quedó horizontal, aunque algo
oblicuo con respecto al cuerpo de la hormiga. Esta hizo un movimiento brusco y
entonces la carga quedó mejor acomodada. A medio metro estaba el zócalo. La
hormiga avanzó en la antigua dirección, que en ese espacio casualmente se
correspondía con la veta. Ahora el paso era rápido, y el palito no parecía
correr el menor riesgo de derrumbe. A dos centímetros de su meta, la hormiga se
detuvo, de nuevo alertada. Entonces, de lo alto apareció un pulgar, un ancho
dedo humano y concienzudamente aplastó carga y hormiga.
Beatriz, la polución
Dijo el tío Rolando que esta
ciudad se está poniendo imbancable de tanta polución que tiene. Yo no dije nada
para no quedar como burra pero de toda la frase sólo entendí la palabra ciudad.
Después fui al diccionario y busqué la palabra imbancable y no está. El
domingo, cuando fui a visitar al abuelo le pregunté qué quería decir imbancable
y él se ríó y me explicó con buenos modos que quería decir insoportable. Ahí sí
comprendí el significado porque Graciela, o sea mi mami, me dice algunas veces,
o más bien casi todos los días, por favor Beatriz por favor a veces te pones
verdaderamente insoportable. Precisamente ese mismo domingo a la tarde me lo
dijo, aunque esta vez repitió tres veces por favor por favor por favor Beatriz
a veces te pones verdaderamente insoportable, y yo muy serena, habrás querido
decir que estoy imbancable, y a ella le hizo gracia, aunque no demasiada pero
me quitó la penitencia y eso fue muy importante. La otra palabra, polución, es
bastante más difícil. Esa sí está en el diccionario. Dice, polución: efusión de
semen. Qué será efusión y qué será semen. Busqué efusión y dice: derramamiento
de un líquido. También me fijé en semen y dice: semilla, simiente, líquido que sirve
para la reproducción. O sea que lo que dijo el tío Rolando quiere decir esto:
esta ciudad se está poniendo insoportable de tanto derramamiento de semen.
Tampoco entendí, así que la primera vez que me encontré con Rosita mi amiga, le
dije mi grave problema y todo lo que decía el diccionario. Y ella: tengo la
impresión de que semen es una palabra sensual, pero no sé qué quiere decir.
Entonces me prometió que lo consultaría con su prima Sandra, porque es mayor y
en su escuela dan clase de educación sensual. El jueves vino a verme muy
misteriosa, yo la conozco bien cuando tiene un misterio se le arruga la nariz,
y como en la casa estaba Graciela, esperó con muchísima paciencia que se fuera
a la cocina a preparar las milanesas, para decirme, ya averigüé, semen es una
cosa que tienen los hombres grandes, no los niños, y yo, entonces nosotras
todavía no tenemos semen, y ella, no seas bruta, ni ahora ni nunca, semen sólo
tienen los hombres cuando son viejos como mi padre o tu papi el que está preso,
las niñas no tenemos semen ni siquiera cuando seamos abuelas, y yo, qué raro
eh, y ella, Sandra dice que todos los niños y las niñas venimos del semen
porque este liquido tiene bichitos que se llaman espermatozoides y Sandra
estaba contenta porque en la clase había aprendido que espermatozoide se
escribe con zeta. Cuando se fue Rosita yo me quedé pensando y me pareció que el
tío Rolando quizá había querido decir que la ciudad estaba insoportable de
tantos espermatozoides (con zeta) que tenía. Así que fui otra vez a lo del
abuelo, porque él siempre me entiende y me ayuda aunque no exageradamente, y
cuando le conté lo que había dicho tío Rolando y le pregunté si era cierto que
la ciudad estaba poniéndose imbancable porque tenía muchos espermatozoides, al
abuelo le vino una risa tan grande que casi se ahoga y tuve que traerle un vaso
de agua y se puso bien colorado y a mí me dio miedo de que le diera un patatús
y conmigo solita en una situación tan espantosa. Por suerte de a poco se fue
calmando y cuando pudo hablar me dijo, entre tos y tos, que lo que tío Rolando
había dicho se refería a la contaminación atmosférica. Yo me sentí más bruta
todavía, pero enseguida él me explicó que la atmósfera era el aire, y como en
esta ciudad hay muchas fábricas y automóviles todo ese humo ensucia el aire o
sea la atmósfera y eso es la maldita polución y no el semen que dice el
diccionario, y no tendríamos que respirarla pero como si no respiramos igualito
nos morimos, no tenemos más remedio que respirar toda esa porquería. Yo le dije
al abuelo que ahora sacaba la cuenta que mi papá tenía entonces una ventajita
allá donde está preso porque en ese lugar no hay muchas fábricas y tampoco hay
muchos automóviles porque los familiares de los presos políticos son pobres y
no tienen automóviles. Y el abuelo dijo que sí, que yo tenía mucha razón, y que
siempre había que encontrarle el lado bueno a las cosas. Entonces yo le di un
beso muy grande y la barba me pinchó más que otras veces y me fui corriendo a
buscar a Rosita y como en su casa estaba la mami de ella que se llama Asunción,
igualito que la capital de Paraguay, esperamos las dos con mucha paciencia
hasta que por fin se fue a regar las plantas y entonces yo muy misteriosa, vas
a decirle de mi parte a tu prima Sandra que ella es mucho más burra que vos y
que yo, porque ahora sí lo averigüé todo y nosotras no venimos del semen sino
de la atmósfera.