lunes, 28 de julio de 2014

“Ahora tenemos mucho peso sobre los hombros"- Bernardo Atxaga

27 de julio de 1951- Guipúzcua
Escritor,
licenciado en Ciencias Económicas y en Filosofía y Letras,
guionista, vendedor de libros, instructor de euskera.


La Vida Según Adán 



Enfermó Adán el primer invierno después de su salida del paraíso y asustado con los síntomas, la tos, la fiebre, el dolor de cabeza, se echó a llorar igual que años más tarde lo haría María Magdalena, y dirigiéndose a Eva, “no sé qué me ocurre” gritó, “tengo miedo” “amor mío, ven aquí, creo que ha llegado la hora de mi muerte”.

Eva se sorprendió mucho al oír aquellas palabras, amor, miedo, muerte y le pareció que pertenecían a una lengua extraña, ajena al paradisiaqués, y anduvo con ellas en la boca, masticándolas como pepitas, como raíces, hasta que creyó, amor, miedo, muerte, comprender enteramente su sentido. Para entonces Adán ya se había repuesto, y volvía a sentirse feliz, o casi.

Fue sólo, aquel hecho extraparadisíaco, el primero de una larga serie, de modo que Adán y Eva siguieron, por así decir, recibiendo clases intensivas de la lengua que decía amor, miedo, muerte, aprendiendo palabras como cansancio, sudor, carcajada, carcaj, carcamal, canción, caricia o cárcel; a medida que crecía su vocabulario, las arrugas de su piel aumentaban.

La hora de la muerte, la verdadera, le llegó a Adán siendo ya muy viejo, y quiso entonces transmitir a Eva lo que había aprendido, su última verdad. “¿Sabes, Eva?”, le dijo, “la pérdida del paraíso no fue en realidad una desgracia. A pesar de los trabajos, a pesar de lo del pobre Abel y todos los demás conflictos, hemos conocido lo único que, noblemente hablando, puede llamarse vida”.

Sobre la tumba de Adán se derramaron lágrimas corrientes, de agua y sal, que cayeron a tierra y no criaron jacintos, ni rosas, ni flores de ninguna clase, y de todos ellos fue Caín el que, paradójicamente, con más desgarro lloró; luego Eva recordó con cariño el susto de Adán cuando su primera gripe, y todos se calmaron, y se fueron, y tomaron algo, y comieron un bollo.




Las Gaviotas



Todas las tardes
se reúnen las gaviotas
frente a la estación del tren:
Allí repasan sus amores.

En su libro de memorias
dos flores de sándalo:
una señala la página de los puentes,
otra la de los suicidas.

Y también guardan una fotografía
del mendigo que, hace tiempo, transportaba
los despojos del mercado.

Pero su pequeño corazón
-que es el de los equilibristas-
por nada suspira tanto
como por esa lluvia tonta
que casi siempre trae el viento,
que casi siempre trae el sol.

Por nada suspira tanto
como por el inacabable
(cabalé, cabalá),
continuo mudar
del cielo y de los días.



De: http://www.poemasde.net

















En Uruguay hay demasiados “nidos de caranchos” protegidos por el silencio cómplice y por la naturalización de la costumbre.


Como se sabe, el carancho es un ave rapaz y muy selectiva en su procedimiento de caza, pues prefiere presas jóvenes o ya heridas a las que somete a un hábil método de agresión: ojos, labios y zona anal son sus áreas primarias de ataque, de tal manera que provoca su indefensión, su agonía y su muerte.

Por analogía, y diseminad@s por todo el territorio, actúan cada vez más mujeres y hombres dedicad@s -como cualquier honesto trabajador- al abuso sexual infantil, una transgresión no ya contra la ley sino contra la naturaleza humana, un acto para cuya calificación todo vocablo resulta paupérrimo.

Ciertas medidas han sido adoptadas por las Autoridades pero realmente son de una insuficiencia alarmante porque, como ocurre con otros delitos, es vox-populi quiénes son es@s caranch@s, especialmente fuera de la capital.
Algún partido político ha propuesto la elaboración de una especie de catálogo de abusadores con el propósito de una circulación restringida. ¿Será todo lo que se pueda implementar?

Para estos delitos de lesa-humanidad, los ciudadanos merecemos otra atención, l@s niñ@s merecen un accionar medular, y no estas tímidas, esporádicas e inconclusas providencias. De cuajo hay que cortar ya esta práctica infame, repugnante, vergonzosa; la cicatriz que provoca es indeleble y es la eficaz orientadora hacia la cárcel o hacia la muerte.

¿Por qué proteger el nombre y la fisonomía de estos sujetos? Habría que “escracharlos” a nivel de todo el país, exponiendo sus datos y fotos en cada semáforo, en cada ómnibus, en cada comercio, en cada poste, en cada cerca de cada casa... en cada conciencia...