La Editora Responsable de Rumbo, Maestra
Carmen Galusso abrió el Acto de Presentación de “Filos que Teje el Silencio”
ponderando el poder de convocatoria del Centro de Formación Humanística PERRAS
NEGRAS, pues la Sala Julio Castro estaba colmada de público, ávido de escuchar
lo que se expondría.
Se refirió luego al fenómeno de proliferación
de Talleres Literarios en el Uruguay a partir de la implantación de la
Dictadura, como un fenómeno de resistencia a las libertades cercenadas, tanto
de parte de docentes como de ciudadanos en general; fenómeno que se ha
sostenido en el tiempo a raíz de la aparición de otras amenazas, como el
consumismo, por ejemplo.
Se centró después en el sentido que para un
Taller cobra la materialización de su trabajo en un libro colectivo, tanto que
la Biblioteca Nacional se ha preocupado de instaurar un nuevo espacio para la
adquisición de estas singulares obras, generalmente irradiadas del circuito
comercial. ¡Bienvenida esta valoración de la cultura colectiva por parte de la
Institución Oficial! Es una noticia tan estimulante que nos permite eludir la
reseña de los elogios que agradecemos profundamente a la Maestra Galusso.
Por su parte, la Profa. María Rosa Rodríguez
Cammarano concitó la atención de los asistentes con su tono natural y su claridad
conceptual, anticipándoles el contenido de los conceptos vertidos en su prólogo
a la obra. Por eso es un gusto compartirlo con ustedes.
Un acto de Libertad Responsable
Cuando Ana me propuso que escribiera unas palabritas,
"a modo de prólogo" para el presente trabajo, dije muy suelta de
cuerpo que sí, luego, comenzó, lentamente, a dar vueltas en mi cabeza la manera
de cómo comenzar el mismo, y si se da cuenta el lector, todo esto es un rodeo
para ir al punto, al que tal vez no llegue nunca. No porque no tenga un lugar
donde arribar, sino porque es inabarcable todo lo que uno tiene ganas de decir.
Lo primero que se me ocurre es decir que Ana es una persona exquisita,
excelente docente, una grandísima persona que conozco desde hace muchísimo
tiempo, que la vida nos re-encontró, para que continuemos compartiendo, entre
muchas cosas, una misma pasión: la literatura. Lo segundo es que, he leído los
trabajos que acá se presentan, y obviamente no voy a decir lo que puede parecer
que se debe decir acá, hablar de la sensibilidad de los escritores, de lo
profundo de la mirada en la sociedad, del compromiso con su trabajo, es decir,
no quiero ni estoy en condiciones de ponerme en el rol de crítico, muy lejos de
esa situación me encuentro; sólo deseo decir, y me voy aproximando a un
aterrizaje, que tal vez este prólogo ha servido de excusa para plantear algunas
consideraciones que deberíamos tener ante la Literatura y el Taller de
Literatura. En primer lugar ubicar la literatura dentro de un marco de taller,
al que asisten voluntariamente un grupo de personas, ya nos coloca en una
situación de privilegio, pues no se está imponiendo nada a nadie. El solo acto
volitivo implica un acuerdo de partes, y una entrega, entrega que supone que el
que llega lo hace abierto y predispuesto a recibir lo que otros quieren
entregar, y lo que el tallerista nos quiere mostrar a través de unos
"otros", creándose de esta manera un entramado, que nos hace ser
Cortázar, Onetti, Cervantes, Proust, Faulkner, en fin, somos todo lo que leímos
más uno mismo.
Vamos a aclarar que esto no significa que yo transcriba a
estos escritores, sino que definitivamente, inexorablemente, uno es uno y su
circunstancia, su entorno y su experiencia vital, y allí aparecen, entre otras
cosas nuestros insumos, que fueron voluntarios, a veces; guiados, otras;
impuestos, algunos; y todo ello confluye en mí, me llega, o no, me transforma y
después de ese acto eso ya se hace irreversible. Lo que cada uno de nosotros
toma o deja de tomar de lo que nos rodea-nutre, forma parte de la libertad que
debe tener cada ser humano al realizar una elección, libertad sin la cual la
literatura dejaría de ser tal. Por lo tanto el taller es generador de libertad,
yo puedo elegir qué quiero insumir y qué quiero hacer, elemento fundamental que
a veces resulta casi imposible realizar desde el formato aula. Pero además es
la esencia del escritor, o debería serla al menos, un acto de libertad,
escribir es una libertad responsable que invita a un lector a que libremente me
elija o no, me crea o no, le guste o no, es un acuerdo tácito, mutuo,
respetuoso, en el que desde mi libertad creadora propongo/expreso cierto modo
de vida, cierto sentimiento, o concepción de vida, y justamente, quien me lee
acepta o no mi propuesta pero respeta mi libertad creadora.
El otro elemento importante del taller, es que me exige
un acto de entrega absoluta, en un punto me lleva a la autoexaminación, me
permite conocer-me, encontrar lo
asombroso en lo cotidiano, hacer de lo cotidiano algo heroico, me exige
situarme en un lugar, me invita a reflexionar o pensar desde otro lugar, me
pone del lado de "enfrente", y todo ello lo hace con el único y
principal fin: de liberarnos. Toda obra literaria es un acto de liberación. Aún aquella que es una literatura
que no ha salido a la luz, porque la liberación se hace en uno mismo, y eso nos
transforma, nos hace otro, nos hace más felices.
Por último, y esto a modo simplemente de re-lectura para
los participantes de este Centro de Formación Humanística: evocar a Sartre en
su libro "Qué es la literatura?", donde sostiene que para el escritor
"el futuro es una página en blanco, mientras que el futuro del lector son doscientas
páginas llenas de palabras que lo separan del fin"; por lo que debemos
recordar de manera permanente que no se escribe para uno mismo, sino que
debemos tener presente que hacemos arte por y para los demás.
María Rosa
Rodríguez Cammarano
Profª de
Literatura (I.P.A.)