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24 de julio de 1864 |
EL DESPERTAR DE LA PRIMAVERA
PRIMER ACTO
(Primera escena)
Habitación
WENDLA – Mamá, ¿por qué me hiciste tan largo el vestido?
SEÑORA BERGMANN – ¡Hoy cumples catorce años!
WENDLA – Su hubiera
sabido que ibas a hacerme un vestido tan largo, habría preferido no cumplirlos.
SEÑORA BERGMANN – El vestido no es tan largo Wendla. ¡Qué
quieres! ¡No es mi culpa que cada primavera mi hija crezca cinco centímetros
más! Una mujercita como tú no debe andar con un trajecito de princesa.
WENDLA – De todos modos el trajecito de princesa me queda
mejor que este camisón. ¡Ay, mamá… déjamelo usar una vez más… por este verano!
A los catorce, o a los quince, voy a tener tiempo de ponerme esta túnica…
Guardémosla hasta el próximo cumpleaños… Ahora me pisaría el ruedo.
SEÑORA BERGMANN – No sé qué decirte… Me gustaría tenerte
siempre como ahora… hija… A tu edad
otras chicas son tan torpes y pesadas… pero tú eres todo lo contrario. ¡Quién
sabe cómo serás cuando las otras se conviertan en mujeres!
WENDLA – ¡Quién sabe…!
Tal vez ya no viva para entonces…
SEÑORA BERGMANN – Ay, nena, nena, ¡Cómo se te ocurren esos
pensamientos!
WENDLA – ¡No… mamita…! ¡No te pongas triste…!
SEÑORA BERGMANN – (Abrazándola). ¡Mi único tesoro!
WENDLA – Esos
pensamientos me asaltan de noche, cuando no puedo dormirme. Pero no me
entristecen y sé que después duermo mucho mejor. ¿Es un pecado pensar en esas
cosas?
SEÑORA BERGMANN – ¡Anda, toma la túnica y cuélgala en el
armario…! Y en nombre del cielo, sigue usando tu trajecito de princesa. Voy a
agregarle un volado de unos cinco dedos…
WENDLA – (Colgando el traje). ¡Quisiera haber cumplido ya
los veinte…!
SEÑORA BERGMANN – Pero…
¿no vas a tener frío? Alguna vez fue un traje bastante largo, pero
ahora…
WENDLA– ¡Ahora viene el verano… mamá! ¡La gripe no ataca a
los chicos por las pantorrillas!
¿Por qué tanto
miedo…? ¡A mi edad no se tiene frío, y menos en las piernas! ¿O te parece preferible tener mucho calor,
mamá? Dale gracias a Dios de que tu tesorito aún no se haya arrancado las
mangas y se te aparezca al atardecer, descalza y sin medias… ¡Y cuando no tenga
más remedio que ponerme la túnica, por debajo me vestiré como una sílfide…! ¡No
me retes, mamita…! Nadie verá nada.
De: Blog: El
Psicoanalista Lector
ANTICIPO EXCLUSIVO. Frank Wedekind. "El despertar de la primavera.
Tragedia infantil". (Letra Viva, 2012). Versión española de Pablo Peusner
31 de enero
de 2013•
PABLO PEUSNER HABLA DE FRANK WEDEKIND
E. Chacón) El psicoanalista y traductor Pablo Peusner
es el responsable de la nueva edición y traducción de la pieza teatral de Frank
Wedekind, "El despertar de la primavera", a la que rescató del olvido
y enriqueció con textos de Freud y Lacan.
Peusner es autor, entre otros libros, de "El niño y el
otro", "Reinventar la debilidad mental", "El sufrimiento de
los niños", y titular del blog especializado El psicoanalista lector.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam: T: - ¿Por qué
Wedekind? P: - Voy a responder contando una historia. Durante 2010 me dediqué a
estudiar un poco algunas referencias de la enseñanza de Lacan. Me había
encontrado con ciertas dificultades, y creía que tal vez podría aclararlas a
través de esos textos que él iba nombrando a lo largo de sus escritos y
seminarios. En este caso, la dificultad en cuestión era un significante
extraño, que aparecía artículo que Lacan escribió para el programa del festival
de teatro de otoño del 74, donde se presentaría, de Frank Wedekind El despertar
de la primavera. Tragedia infantil. Me refiero a lo que Lacan llama el Nombre
del Nombre del Nombre. Retrocedo un poco: este tipo de práctica de ir saltando
de texto en texto, es un síntoma para mí. Y pude obtener algunos beneficios.
Leer mucho, conocer autores y libros nuevos. Pero en el caso concreto que nos
ocupa, algo falló.
T: - Tradujiste mucho, sin embargo.
P : - Es cierto, pero no soy traductor sino lector. Sucede que
cuando leés en otro idioma, se produce un resto: la traducción.
En el Wedekind evité aparecer como traductor. El texto dice
versión castellana de..., porque es una versión generada entre-lenguas. Espero
que alguien se anime a ponerla en escena. Y aparecí como traductor en varios
libros de Colette Soler, en un libro de Marc Darmon, en El psicoanálisis es un
humanismo de Hélène LHeuillet, supervisé traducciones de Charles Melman y
Gérard Pommier.
T: - ¿Y qué pensás sobre la obra de Wedekind? ¿Es tan
controversial? P: - ¡Claro que sí! Nuestra edición incluye a modo de apéndice
el texto del Acta número 13 de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, del 13 de
febrero de 1907, en la que Rudolf Reitler presentó un comentario de la obra de
Wedekind. Las Actas tuvieron una edición argentina en 1979, en Nueva Visión.
los tomos se agotaron y no se reeditaron. Y como los derechos de Freud están
hoy liberados, realicé una nueva traducción de esa reunión en la que
participaron, entre otros, Otto Rank, Paul Federn y Alfred Adler.
¿Por qué las últimas generaciones de analistas de habla hispana
no pudieron acceder a este material? ¿O es que la historia del psicoanálisis es
para las grandes bibliotecas de las instituciones o las universidades? A poco
de ir leyendo la obra, comencé a comparar la versión española con el original
alemán y, en los casos en que este recurso no aclaraba mucho, con la inglesa y
francesa.
Me encontré corrigiendo la versión que tenía, reescribiendo
frases.
Terminé generando una obra nueva, en un idioma más cercano.
Incluso pude ver en Youtube diversas escenas de El despertar. Me parecía increíble
que no existiera una edición más contemporánea de la obra, un libro al alcance
de los psicoanalistas que desean leerla.
T: - Todos los libros tienen una historia atrás...
P: - La historia, en ocasiones, es más interesante que el
libro. Una persona cualquiera encuentra El despertar... pero ignora la historia
del libro y sus relaciones con la Europa de Freud, con la Sociedad
Psicoanalítica de Viena, con Lacan. El textito de Lacan, que se titula El
despertar de la primavera -así, igual que la obra- fue escrito para el programa
de la obra que fue puesta en escena en los 70. ¿Te imaginás el impacto que pudo
haber experimentado cualquier espectador al intentar leer ese breve artículo
que, supuestamente, presentaba la obra? Cuando trabajo como editor me interesa
eso: el marco generativo del texto, el autor. Tal vez soy muy exigente con esas
cosas. Eso hizo que varios de autores que publicaron su primera obra conmigo,
decidieran luego abandonarme. Están apurados. No se preocupan por defender lo
que publicaron de público.
T: - ¿A qué te referís con esa frase: existen libros que no
existen?
P: - Es que Wedekind fue todo un personaje.
Heredó una fortuna que despilfarró, recorría cabarets cantando con la guitarra
sus propias canciones. Escribió mucho, pero conocemos pocas de esas obras. Si
Freud y Lacan no se hubieran ocupado, quizá no sabríamos nada. Fue un crítico
del sistema escolar de su tiempo, también de las constelaciones familiares y de
los códigos restrictivos con la sexualidad. La obra pone en escena a jóvenes
enfrentando su despertar sexual, su búsqueda de un saber que le de racionalidad
a lo que sienten en el cuerpo. Armó en El despertar... una especie de
clasificación en los cuales buscar alguna respuesta. Como la obra está
subtitulada Tragedia infantil, no es difícil sospechar dónde conducen los
caminos. Es de un realismo pleno hasta la última escena, donde aparece una
figura: el Hombre Enmascarado. Esta figura ha dado pie a diversas
interpretaciones. Creo que fue Lacan quien la esclareció por completo. Vale la
pena leerla. No conozco otras obras de teatro que aborden esto con tanta
crudeza. Sí hay excelentes novelas que retoman la cosa: desde El guardián entre
el centeno, de Salinger, a De los niños nada se sabe, de Simona Vinci y Emaús,
de Alessandro Baricco.
De: Terra Argentina
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Animamos al lector/a a recorrer la web en busca de la biografía de este autor porque en realidad es sumamente interesante. Un buen puerto es Biografías y Vidas. |