lunes, 24 de junio de 2013

"El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria" - Ernesto Sábato






LA RESISTENCIA

Quinta carta:
La resistencia

Son los expulsados, los proscriptos, los ultrajados, los despojados de su patria y de su terruño, los empujados con brutalidad a las simas más hondas. Ahí es donde están los catecúmenos de hoy. E. Jünger

Lo peor es el vértigo.

En el vértigo no se dan frutos ni se florece. Lo propio del vértigo es el miedo, el hombre adquiere un comportamiento de autómata, ya no es responsable, ya no es libre, ni reconoce a los demás.
Se me encoge el alma al ver a la humanidad en este vertiginoso tren en que nos desplazamos, ignorantes atemorizados sin conocer la bandera de esta lucha, sin haberla elegido.
El clima de Buenos Aires ha cambiado. En las calles, hombres y mujeres apresurados avanzan sin mirarse, pendientes de cumplir con horarios que hacen peligrar su humanidad. Ya sin lugar para aquellas charlas de café que fueron un rasgo distintivo de esta ciudad, cuando la ferocidad y la violencia no la habían convertido en una megalópolis enloquecida. Cuando todavía las madres podían llevar a sus hijos a las plazas, o visitar a sus mayores. ¿Se puede florecer a esta velocidad? Una de las metas de esta carrera parece ser la productividad, pero ¿acaso son estos productos verdaderos frutos?


El hombre no se puede mantener humano a esta velocidad, si vive como autómata será aniquilado. La serenidad, una cierta lentitud, es tan inseparable de la vida del hombre como el suceder de las estaciones lo es de las plantas, o del nacimiento de los niños.
Estamos en camino pero no caminando, estamos encima de un vehículo sobre el que nos movemos sin parar, como una gran planchada, o como esas ciudades satélites que dicen que habrá. Ya nada anda a paso de hombre, ¿acaso quién de nosotros camina lentamente? Pero el vértigo no está sólo afuera, lo hemos asimilado a la mente que no para de emitir imágenes, como si ella también hiciese zapping; y, quizás, la aceleración haya llegado al corazón que ya late en clave de urgencia para que todo pase rápido y no permanezca. Este común destino es la gran oportunidad, pero ¿quién se atreve a saltar afuera? Tampoco sabemos ya rezar porque hemos perdido el silencio y también el grito.


En el vértigo todo es temible y desaparece el diálogo entre las personas. Lo que nos decimos son más cifras que palabras, contiene más información que novedad. La pérdida del diálogo ahoga el compromiso que nace entre las personas y que puede hacer del propio miedo un dinamismo que lo venza y les otorgue una mayor libertad. Pero el grave problema es que en esta civilización enferma no sólo hay explotación y miseria, sino que hay una correlativa miseria espiritual. La gran mayoría no quiere la libertad, la teme. El miedo es un síntoma de nuestro tiempo. Al extremo que, si rascamos un poco la superficie, podremos comprobar el pánico que subyace en la gente que vive tras la exigencia del trabajo en las grandes ciudades. Es tal la exigencia que se vive automáticamente, sin que un sí o un no haya precedido a los actos.
La mayoría de la humanidad es empleada de un poder abstracto. Hay empleados que ganan más y otros que ganan menos. Pero ¿quién es el hombre libre que toma las decisiones? Ésta es una pregunta radical que todos hemos de hacernos hasta escuchar, en el alma, la responsabilidad a la que somos llamados.


Creo que hay que resistir: éste ha sido mi lema. Pero hoy, cuántas veces me he preguntado cómo encarnar esta palabra. Antes, cuando la vida era menos dura, yo hubiera entendido por resistir un acto heroico, como negarse a seguir embarcado en este tren que nos impulsa a la locura y al infortunio. ¿Se le puede pedir a la gente del vértigo que se rebele? ¿Puede pedirse a los hombres y a las mujeres de mi país que se nieguen a pertenecer a este capitalismo salvaje si ellos mantienen a sus hijos, a sus padres? Si ellos cargan con esa responsabilidad, ¿cómo habrían de abandonar esa vida?
La situación ha cambiado tanto que debemos revalorar, detenidamente, qué entendemos por resistir. No puedo darles una respuesta. Si la tuviera saldría como el Ejercito de Salvación, o esos creyentes delirantes —quizá los únicos que verdaderamente creen en el testimonio— a proclamarlo en las esquinas, con la urgencia que nos ha de dar los pocos metros que nos separan de la catástrofe. Pero no, intuyo que es algo menos formidable, más pequeño, como la fe en un milagro lo que quiero transmitirles en esta carta. Algo que corresponde a la noche en que vivimos, apenas una vela, algo con qué esperar.
Las dificultades de la vida moderna, el desempleo y la superpoblación han llevado al hombre a una dramática preocupación por lo económico. Así como en la guerra la vida se debate entre ser soldado o estar herido en algún hospital, en nuestros países, para infinidad de personas, la vida está limitada a ser trabajador de horario completo o quedar excluido. Es grande la orfandad que cunde en las ciudades; la gran soledad de la persona original es una de las tragedias del vértigo y de la eficiencia.
La primera tragedia que debe ser urgentemente reparada es la desvalorización de sí mismo que siente el hombre, y que conforma el paso previo al sometimiento y a la masificación. Hoy el hombre no se siente un pecador, se cree un engranaje, lo que es trágicamente peor. Y esta profanación puede ser únicamente sanada con la mirada que cada uno dirige a los demás, no para evaluar los méritos de su realización personal ni analizar cualquiera de sus actos. Es un abrazo el que nos puede dar el gozo de pertenecer a una obra grande que a todos nos incluya.


Si a pesar del miedo que nos paraliza volviéramos a tener fe en el hombre, tengo la convicción de que podríamos vencer el miedo que nos paraliza como a cobardes. Yo he pasado riesgos de muerte durante años. ¿Sin miedo? No, he tenido miedo hasta la temeridad pero no he podido retroceder. Si no hubiese sido por mis compañeros, por la pobre gente con la que ya me había comprometido, seguramente hubiera abandonado. Uno no se atreve cuando está solo y aislado, pero sí puede hacerlo sí se ha hundido tanto en la realidad de los otros que no puede volverse atrás. Cuando trabajé en la conadep, de noche soñaba aterrado que aquellas torturas, frente a las cuales yo hubiera preferido la muerte, eran sufridas por las personas que yo más quería. Impávido en el sueño, luego me despertaba angustiado y sin saber cómo seguir, pero horas después no podía negarme a escuchar a quienes pedían
que yo los recibiera. No podía, era inadmisible que hubiese dicho que no a esos padres cuyos hijos, en verdad, habían sido masacrados.
Quiero decirles que no lo podía hacer porque ya estaba adentro, involucrado. Así es, uno se anima a llegar al dolor del otro, y la vida se convierte en un absoluto. Las más de las veces, los hombres no nos acercamos, siquiera, al umbral de lo que está pasando en el mundo, de lo que nos está pasando a todos, y entonces perdemos la oportunidad de habernos jugado, de llegar a morir en paz, domesticados en la obediencia a una sociedad que no respeta la dignidad del hombre. Muchos afirmarán que lo mejor es no involucrarse, porque los ideales finalmente son envilecidos como esos amores platónicos que parecen ensuciarse con la encarnación. Probablemente algo de eso sea cierto, pero las heridas de los hombres nos reclaman.
Pero esto exige creación, novedad respecto de lo que estamos viviendo y la creación sólo surge en la libertad y está estrechamente ligada al sentido de la responsabilidad, es el poder que vence al miedo. El hombre de la posmodernidad está encadenado a las comodidades que le procura la técnica, y con frecuencia no se atreve a hundirse en experiencias hondas como el amor o la solidaridad. Pero el ser humano, paradójicamente sólo se salvará si pone su vida en riesgo por el otro hombre, por su prójimo, o su vecino, o por los chicos abandonados en el frío de la calles, sin el cuidado que esos años requieren, que viven en esa intemperie que arrastrarán como una herida abierta por el resto de sus días. Son doscientos cincuenta millones de niños los que están tirados por las calles del mundo.
Estos chicos nos pertenecen como hijos y han de ser el primer motivo de nuestras luchas, la más genuina de nuestras vocaciones.
De nuestro compromiso ante la orfandad puede surgir otra manera de vivir, donde el replegarse sobre sí mismo sea escándalo, donde el hombre pueda descubrir y crear una existencia diferente. La historia es el más grande conjunto de aberraciones, guerras, persecuciones, torturas e injusticias, pero, a la vez, o por eso mismo, millones de hombres y mujeres se sacrifican para cuidar a los más desventurados. Ellos encarnan la resistencia.
Se trata ahora de saber, como dijo Camus, si su sacrificio es estéril o fecundo, y éste es un interrogante que debe plantearse en cada corazón, con la gravedad de los momentos decisivos. En esta decisión reconoceremos el lugar donde cada uno de nosotros es llamado a oponer resistencia; se crearán entonces espacios de libertad que pueden abrir horizontes hasta el momento inesperados.
Es un puente el que habremos de atravesar, un pasaje. No podemos quedar fijados en el pasado ni tampoco deleitarnos en la mirada del abismo. En este camino sin salida que enfrentamos hoy, la recreación del hombre y su mundo se nos aparece no como una elección entre otras sino como un gesto tan impostergable como el nacimiento de la criatura cuando es llegada su hora. Los hombres encuentran en las mismas crisis la fuerza para su superación. Así lo han mostrado tantos hombres y mujeres que, con el único recurso de la tenacidad y el valor, lucharon y vencieron a las sangrientas tiranías de nuestro continente. El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer. En esta tarea lo primordial es negarse a asfixiar cuanto de vida podamos alumbrar. Defender, como lo han hecho heroicamente los pueblos ocupados, la tradición que nos dice cuánto de sagrado tiene el hombre. No permitir que se nos desperdicie la gracia de los pequeños momentos de libertad que podemos gozar: una mesa compartida con gente que queremos, unas criaturas a las que demos amparo, una caminata entre los árboles, la gratitud de un abrazo. Un acto de arrojo como saltar de una casa en llamas. Éstos no son hechos racionales, pero no es importante que lo sean, nos salvaremos por los afectos.

El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria.



"Fóbal del grande"

La extraña instantánea duró acaso un segundo o dos.

Tito echó soda al vermouth, tomó unos sorbos y se sumió en un silencio sombrío, mirando, tal como era habitual en momentos parecidos, a la calle Pinzón: mirada abstracta y en cierto modo completamente simbólica, que en ningún caso condescendería a la real visión de hechos externos. Después volvió a su tema preferido: ahora ya no había fóbal.

¿Qué se podía esperar de jugadore que se compraban y vendían? Su mirada se hizo soñadora y empezó a rememorar, una vez más, la Gran Época, cuando él era un pebete así. Y mientras Martín, por pura timidez, tomaba el vermouth que después de dos días de ayuno sabía que le haría muy mal, Humberto J. D’Arcángelo le decía: Hay que amarrocar, pibe. Haceme caso. Es la única ley de la vida: juntar mucha menega, rifar el corazón, mientras se ajustaba la raída corbata y estiraba las mangas de su saco rotoso, corbata y traje que confirmaban que él, Humberto J. D’Arcángelo, era el riguroso negativo de la filosofía que predicaba. Y mientras de puro bondadoso lo instaba al muchacho a que terminara el vermouth, le hablaba de aquellos tiempos, y pronto a Martín le pareció que aquella conversación se desarrollaba en alta mar. Te estoy hablando del año quince, pibe, cuando yo iba a la cancha con el tío Vicente. Estábamo en plena conflagración, en tanto que Martín, mareado y triste pensaba en Alejandra y en su desaparición en el fiel de Seguel y Ministro Brin hasta el 23 en que nos trasladamo a Bransen y del Crucero ¡eh, Chichín!, a ver cómo formó el plantel inicial, a lo que Chichín, mirando al techo, suspendiendo el repasado de su vaso, con los ojos cerrados, después de mover en silencio los labios (como quien revisa la lección) respondió De los Santos, Vergara, Cerezo, Priano, Peney, Grande, Farenga, Moltedo, José Farenga y Bacigaluppi, volviendo en seguida a su tarea con el vaso mientras Tito decía esato. Y aunque Racin otuvo el capionato, lo seneise, que ya perfilábamo el temple salimo cuarto.

En el 18 ocupamo el tercer puesto y en el 19 trinfamo. ¡Eh Chichín! Decí cómo formó el equipo que ganó la copa, a lo que el otro respondió, después de permanecer un momento en suspenso, con los ojos cerrados y la cabeza levantada hacia el techo. Ortega, Busso, Tesorieri, López, Canaveri, Cortella, Elli, Bozzo, Calomino, Miranda y Martín, volviendo en seguida a su tarea, mientras Tito comentaba esato. ¡Qué equipo, pibe! El gran Tesorieri. Nunca hubo ni volverá a haber eh, un arquero como Américo Tesorieri. Te lo dice Humberto J. D’Arcángelo, que ha visto fóbal del grande, arreglándose la corbata y mirando hacia la calle Pinzón con indignación, mientras Martín, mareado, veía como en una fantasmagoría al viejo don Pancho Olmos hablando sobre la Legión y a Alejandra acodada sobre la balaustrada de la terraza y la cabeza del comandante Acevedo. Y lo mismo te digo de Pedro Leo Journal, el famoso Calomino, el güin má veló que ha pisado la cancha nacionale, el inventor de la célebre bicicleta, que luego tanto y tanto han querido imitar. ¡Qué tiempo, pibe, qué tiempo!, agregó, cambiando el sitio del escarbadientes del ángulo izquierdo al ángulo derecho de la boca y dirigiendo su mirada a la calle Pinzón, mientras Martín miraba a Alejandra dormir, observándola como al borde de un abismo. Pero, decía D’Arcángelo, lo justo, e lo justo, pibe, y hay oro en todo lo equipo y un fanático y era ciego para todo lo que no fuera Boca lo justo, e lo justo, pibe, y hay oro en todo lo equipo y hay bagayo también en Boca, pa qué no vamo a engañar. Y ahí tené, sin ir más lejo, al negro Seoane, la célebre Chancha Seoane, que fue el puntal de lo Diablo Rojo por varia temporada. Te voy a ser sincero, pibe: el negro Seoane personificaba la clásica picardía criolla puesta al servicio del noble deporte. Era un cra inteligente y aguerrido, la pesadilla de lo arquero de su tiempo. ¿Sabe cómo lo caracterizó Américo Tesorieri? El rey del área enemiga. Y con eso se ha dicho todo. ¿Y Domingo Tarasconi? El gran Tarasca fue uno de lo grande escore del fóbal amateur. Dueño de un potente sho, ya lo probó desde la punta derecha, y cuando fue corrido al eje, marcó un periodo glorioso en el historial del deporte argentino. Pero… y siempre hay un pero en el fóbal, como decía el finado Zanetta, por el mismo tiempo de Tarasca brillaba en la acción el gran Seoane, como te decía. Y ahora fijate bien en lo que te voy a explicar: la línea tenía do ala de modalidade opuesta. La derecha era académica y jugadora, la izquierda se caracterizaba por su juego eficá y por un trámite si se quiere poco brillante pero efetista, que se traducía en resultado positivo.

Y a la final, pibe, se diga lo que se diga, lo que se persigue en el fóbal es el escore. Y te advierto que yo soy de lo que piensan que un juego espetacular e algo que enllena el corazón y que la hinchada agradece, qué joder. Pero el mundo e así y a la final todo e cuestión de gole. Y para demostrarte lo que eran esa do modalidade de juego te voy a contar una anécdota ilustrativa.

Una tarde, al intervalo, la Chancha le decía a Lalín: cruzámela, viejo, que entro y hago gol. Empieza el segundo jastáin, Lalín se la cruza, en efeto, y el negro la agarra, entra y hace gol, tal como se lo había dicho. Volvió Seoane con lo brazo abierto, corriendo hacia Lalín, gritándole: viste, Lalín, viste, y Lalín contestó ¡sí pero yo no me divierto!

Ahí tenés, si se quiere, todo el problema del fóbal criollo.










San Juan de la Cruz- Patrono de los poetas de lengua española



Juan de Yepes Álvarez (24 de junio de 1542- 14 de diciembrede 1541) -San Juan de la Cruz-, el mayor poeta místico del Renacimiento.
Desde 1952 está declarado Patrono de los poetas de lengua española.

Era hijo de Gonzalo de Yepes y de Catalina Álvarez, tejedores de buratos. El padre y el hermano pequeño, Luis, mueren cuando Juan tiene sólo tres años, por lo que la madre y los dos hijos restantes (Francisco y el propio Juan) se ven obligados por la acuciante pobreza (las penalidades pasadas hicieron de Juan un hombre de escasa corpulencia, bastante bajo de estatura (Santa Teresa lo llamaba "mi medio fraile")) a trasladarse primero a Arévalo (donde viven durante cuatro años) y en 1551 a Medina del Campo. Allí, aliviados algo por el incremento de fortuna que les ha reportado el matrimonio del hermano mayor, se instalan definitivamente. Juan, gracias a su condición de pobre de solemnidad, puede asistir al Colegio de los Niños de la Doctrina, privilegio que le obliga a realizar ciertas contraprestaciones, como asistir en el convento, la ayuda a Misa y a los Oficios, el acompañamiento de entierros y la práctica de pedir limosna.

La mínima formación recibida en el colegio le capacitó para continuar su formación en el recién creado (1551) colegio de los jesuitas, que le dieron una sólida base en Humanidades. Como alumno externo y a tiempo parcial, debía compaginar sus estudios con un trabajo asistencial en el Hospital de Nuestra Señora de la Concepción de Medina, especializado en la curación de enfermedades venéreas contagiosas. Así, pues, entre 1559 y 1563, estudia con los jesuitas; durante los primeros tres años, recibe la formación según la novedosa ratio studiorum, en la que el latín era la base de todos los estudios; en el cuarto año, aparte de recibir formación en retórica, aprende a escribir en latín, a construir versos latinos y a traducir a Cicerón, César, Virgilio, Ovidio, Marcial y Horacio. Simultáneamente, vive las nuevas corrientes del humanismo cristiano, con estilo y comportamientos renovados en la pedagogía. A los veintiún años, en 1563, ingresa en los Padres Carmelitas de Medina (orden de los Carmelitas), adoptando el nombre de fray Juan de Santo Matía. Tras realizar el noviciado entre 1563 y 1564 en el convento de Santa Ana, se traslada a Salamanca donde estudiará en el Colegio de San Andrés de los Cármenes entre 1564 y 1567 los tres cursos preceptivos para bachillerarse en Artes. Durante el tercer curso, fue nombrado, por sus destrezas dialécticas, prefecto de estudiantes en el colegio de San Andrés.

En 1567 regresa a Medina del Campo por unos pocos días para ser ordenado presbítero y celebrar su primera misa en presencia de su hermano, del resto de su familia y de sus amigos del convento. Allí conocerá a Teresa de Cepeda y Ahumada, futura Santa Teresa de Jesús, que había llegado a la ciudad para fundar una nueva sede de su Reforma Carmelita, los llamados carmelitas descalzos. Teresa convence a Juan y lo une a su causa de reforma de los Carmelitas. Esta orden reformada tropezó con una gran hostilidad por parte de los carmelitas calzados. Juan regresa a Salamanca e inicia estudios de Teología durante el curso 1567-1568, pero solo realiza un curso, cuando los preceptivos hubieran sido cuatro, por lo que no obtuvo ni siquiera el grado de bachiller. En agosto de 1568 abandona Salamanca para acompañar a Teresa en su fundación femenina de Valladolid.

El 28 de noviembre de 1568 funda en Duruelo el primer convento de Descalzos de la rama masculina del Carmelo Descalzo siguiendo la Regla Primitiva, esto es, un establecimiento que propugna el retorno a la práctica original de la Orden; en la ceremonia, cambia su nombre por el de fray Juan de la Cruz. En 1570 la fundación se trasladó a Mancera, donde Juan desempeño el cargo de Subprior y Maestro de novicios; tras una estancia en Pastrana para poner en marcha su noviciado, se establece en 1571 en Alcalá de Henares, como Rector del colegio recién fundado. Juan se convierte en uno de los principales formadores para los nuevos adeptos a esta reforma carmelitana. En 1572, Juan de la Cruz viaja, a invitación de Teresa de Jesús, al Convento de la Encarnación, en donde asumirá las tareas de Vicario y Confesor de las monjas. Permanecerá aquí hasta finales de 1577, por lo que acompañará a la madre Teresa a la fundación de diversos conventos de Descalzas, como el de Segovia. Durante este periodo, en el seno de la Orden del Carmen se habían agravado los conflictos jurisdiccionales entre los carmelitas calzados y descalzos, debidos a distintos enfoques espirituales de la reforma; por lo demás, el pleito se enmarcaba también en la confrontación entre el poder real y el pontificio por dominar el sector de las órdenes religiosas.
Así, en 1575, el Capítulo General de los Carmelitas decidió enviar un visitador de la Orden para suprimir los conventos fundados sin licencia del General y de recluir a la madre Teresa en un convento. Finalmente, en 1580 el Carmelo Descalzo se erige en Provincia exenta y en 1588 es reconocida como Orden. En este contexto es en el que se produce el encarcelamiento de Juan de la Cruz, quien ya en 1575 había sido detenido y encarcelado en Medina del Campo durante unos días por los frailes calzados. La noche del 3 de diciembre de 1577 Juan de la Cruz es nuevamente apresado y trasladado al convento de frailes carmelitas de Toledo, donde es obligado a comparecer ante un tribunal de frailes calzados para retractarse de la Reforma teresiana. Ante su negativa, es recluido en una prisión conventual durante ocho meses. Es durante este periodo de reclusión cuando escribe las treinta y una primeras estrofas del Cántico espiritual (en la versión conocida como protocántico), varios romances y el poema de la fonte. Tras concienciarse de que su liberación iba a ser difícil, planea detenidamente su fuga y entre el 16 y el 18 de mayo de 1578, con la ayuda de un carcelero, se escapa en medio de la noche y se acoge en el convento de las Madres Carmelitas Descalzas, también en Toledo. Para mayor seguridad, las monjas lo envían al Hospital de Santa Cruz, en el que estuvo mes y medio. En 1578 se dirige a Andalucía para recuperarse completamente. Pasa por Almodóvar del Campo y luego llega como Vicario al convento de El Calvario en la serranía jienense. Entabla amistad con Ana de Jesús, tras algunas visitas a la fundación de Beas de Segura. En junio de 1579 se establece en la fundación de Baeza donde permanece como Rector del Colegio Mayor hasta 1582, en que marcha para Granada tras ser nombrado Tercer Definidor y Prior de los Mártires de esa ciudad. Realiza numerosos viajes por Andalucía y Portugal, por razones del cargo. En 1588 es elegido Primer Definidor y Tercer Consiliario de la Consulta, la cual le traslada a Segovia.

Tras un nuevo enfrentamiento doctrinal en 1590, es destituido en 1591 de todos sus cargos, quedando como simple súbdito de la comunidad. Durante su viaje de vuelta a Segovia, cae enfermo en el convento de La Peñuela y es trasladado a Úbeda, donde muere la noche del 13 al 14 de diciembre. Beatificación y canonización Inmediatamente tras su muerte, su cuerpo es despojado y se inician los pleitos entre Úbeda y Segovia por la posesión de sus restos.


En 1593 sus restos, mutilados, son trasladados clandestinamente a Segovia donde reposan actualmente. El proceso de beatificación y canonización se inició en 1627 y finalizó en 1630. Fue beatificado en 1657 por Clemente X y canonizado por Benedicto XIII en 1726. Posteriormente, en 1926 Pío XI lo proclama Doctor de la Iglesia Universal y en 1952 es declarado patrono de los poetas españoles. Poco después, su cuerpo fue robado y llevado a Segovia.

De: www.poemaspoetas.com




OTRA DE EL MISMO A LO DIVINO


Tras de un amoroso lance
y no de esperança falto
volé tan alto tan alto
que le di a la caça alcance.

I

Para que yo alcance diesse
a aqueste lance divino
tanto bolar me convino
que de vista me perdiesse
y con todo en este trance
en el buelo quedé falto
mas el amor fue tan alto
que le di a la caça alcance.

II

Quanto más alto suvía
deslumbróseme la vista
y la más fuerte conquista
en escuro se hazía
mas, por ser de amor el lance
di un ciego y oscuro salto
y fuy tan alto tan alto
que le di a la caça alcance.

III

Cuanto más alto llegava
de este lance tan subido
tanto más baxo y rendido
y abatido me hallava
dixe: No abrá quien alcance.
Abatíme tanto tanto
que fuy tan alto tan alto
que le di a la caça alcance.

IV

Por una estraña manera
mil buelos pasé de un buelo
porque esperança de cielo
tanto alcança quanto espera
esperé solo este lance
y en esperar no fuy falto
pues fuy tan alto tan alto,
que le di a la caça alcance.



La noche oscura


En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.                   

  A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.                    

  En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía                              
sino la que en el corazón ardía.                

  Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.                   

  ¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!                 

  En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.              

  El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.                 

  Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.                    















SAN JUAN DE LA CRUZ, PATRONO DE LOS RAPEROS Dawidhs-
Primer grupo de Raperos Católicos en España

¿Por qué San Juan de la Cruz como patrón de los raperos?
Cuando nos hacen esta pregunta lo primero que contestamos con tono de guasa es que hay dos razones principales por las que S. Juan de la Cruz es nuestro patrón:
Porque en cierta manera él también escribía y hacía rap. Le consideramos el primer rapero católico (tal vez después del rey David con sus salmos…).
La segunda razón, y la que tiene más motivo de peso; es simple y llanamente… ¡Porque llevaba capucha!
Contestando en serio… la primera razón no está lejos del porqué S. Juan de la Cruz es nuestro patrón.

Fray Juan ya es el patrón de los poetas de habla española y en cierta manera nosotros podríamos decir que somos poetas, aunque… esto es algo discutible por los eruditos de literatura. En cualquier caso esto no es importante.

Por ejemplo, S. Juan rapeaba para las carmelitas descalzas de Granada, incluso llegó a comentar el cántico a petición de la priora del convento de S. José.
Hay un fragmento de este comentario del Cántico Espiritual, con el que nosotros nos podemos identificar y que refleja en gran parte el porqué de nuestras canciones y necesidad de escribir rap:

“porque el Espíritu del Señor que ayuda nuestra flaqueza, como dice S.Pablo (Rm 8, 26), morando en nosotros, pide por nosotros con gemidos inefables lo que nosotros no podemos bien entender comprehender para lo manifestar. Porque ¿Quién podrá escribir lo que a las almas amorosas, donde él mora, hace entender? Y ¿Quién, finalmente, lo que las hace desear? Cierto, nadie lo puede, cierto, ni ellas mismas por quién pasa lo pueden. Porque ésta es la causa porque con figuras, comparaciones y semejanzas, antes rebosan algo de lo que sienten y de la abundancia del espíritu vierten secretos misterios, que con razones lo declaran”.



24 de junio de 1935- Nace “la Voz que cada día canta mejor”

Los/as orientales conocemos todos/as el episodio: aeropuerto Las Playas de Medellín, choque entre dos aviones, una bola de fuego, un cuerpo boca abajo y pisado por una válvula de uno de los aparatos, una chapita identificatoria con la inscripción “Carlos Gardel -Juan Juárez 735- Buenos Aires”, un pasaporte y algunas otras pertenencias.

Y ahí, entre los escombros, nació la magia que vibra entre nosotros/as: a algunos/as nos estremeció en la infancia; a otros/as les está aguardando con firme paciencia.

¿Fue un misterio abrupto? ¿O es inevitable que el enigma instalado en su existencia aun antes de ser gestada, siga espiralándose hasta quién sabe cuándo?

 Tal vez la respuesta más adecuada haya sido planteada, así como al azar, en el título “Las fuerzas ocultas” (es un texto de El Fútbol a Sol y Sombra en el que otro de nuestros íconos -Eduardo Galeano- centra la nacionalidad de El Mago con la sutil armonía característica de su escritura). Sí, la vida humana -antes, durante y después de su materialidad-discurre quizás empujada por fuerzas ocultas; en algunos casos, como el de Carlitos, con una intensidad demasiado porfiada, aunque él neutralizara cualquier aviesa intención con aquella sonrisa propia de los absolutamente resistentes (porque... como también sostiene Galeano, “requiere más coraje la alegría que la pena”).



Pero hay alguien más que habla de fuerzas ocultas, no místicas sino dirigidas a tejer un fraude voluminoso, arrasador.

Su nombre es Martina Iñíguez, correntina, escritora de poesía lunfarda, compositora e investigadora, para presentarla brevemente ya que existe información abundante acerca de su profusa actividad.

Entre la copiosa documentación gardeliana que últimamente ha presentado, destacamos la siguiente, extraída de sites.google.com/.../eluruguayocarlosgardel


AUTÉNTICA ESCOLARIDAD DE CARLOS GARDEL - Por Martina Iñiguez
28/12/2011

*Invariablemente, al mencionar a Carlos o Carlitos, me refiero a Carlos Gardel -uruguayo, nacido en Tacuarembó-, y digo Charles Romuald cuando se trata del hijo francés de Berta Gardes. Esta página seguirá siendo aumentada y corregida, siempre que los nuevos hallazgos documentales lo ameriten.

La verdadera escolaridad de Carlos Gardel comenzó en la Escuela de Varones de 2º Grado Nº 27 de Montevideo.
Estaba ubicada en la calle Durazno Nº 337, numeración antigua.

Carlos Gardel cursó 1º C en la Escuela de Varones Nº 27 de Montevideo. Sólo aparecen varones en la fotografía.


 El hallazgo de fotografías del exterior e interior de la imponente escuela de Talcahuano y Viamonte, permitió comprobar que no era la misma escuela, pequeña y modesta en la que aparecía Carlos Gardel.
Descartada la posibilidad de que la fotografía haya sido tomada en la escuela de niñas de Talcahuano 678, y existiendo declaraciones del propio Carlos Gardel a sus amigos íntimos y al Sr. Salterain Herrera en el sentido de que había concurrido a la escuela Nº 27 del barrio Sur de Montevideo, situada en la calle Durazno casi Médanos, la búsqueda se centró allí. Cabe agregar que el tipo de construcción (casa media-romana con patios claraboyados) era característico del barrio Sur montevideano. Existen muchas aún muy similares.
Al comparar las características edilicias del establecimiento que aparece en la foto con dos planos existentes de la misma, hallados gracias a la colaboración de María Hortiguera, directora del Museo Pedagógico de Montevideo, se comprobó que efectivamente esa fotografía fue tomada en la Escuela de Varones de 2º Grado Nº 27 de la calle Durazno 337 (numeración antigua), esquina Médanos (hoy Barrios Amorín) del barrio sur de Montevideo.
El primero de los planos está incluido en un libro de la Dirección General de Instrucción Pública – Informaciones escolares – Departamento de Montevideo – Tomo I, (Relevado por la Sra Berta Igoa) entre muchos otros planos de las escuelas montevideanas de la época, dibujados por las directoras de los establecimientos de acuerdo a las reglamentaciones del momento.
Si bien los planos adolecen de imprecisiones, la inclusión de los antecedentes permite determinar con bastante exactitud sus verdaderas dimensiones y características.
Se comprobó así que el salón frente al cual está fotografiado Carlos Gardel con sus compañeros de 1º grado correspondía efectivamente a 1º C.

La información contenida en el libro diario de la escuela permite deducir que Carlitos asistió a la escuela montevideana entre 1891 y 1893, es decir, cuando Charles Romuald Gardes tenía alrededor de 2 años de edad y no había llegado todavía a Buenos Aires con su madre, Berta Gardes.
No se pudo determinar con exactitud el año ni el nombre con el que fue inscripto quien luego sería Carlos Gardel porque las matrículas permanentes se implementaron a partir del año 1900. Hasta entonces en la escuela Nº 27 sólo se usaron matrículas auxiliares o provisorias que no fueron conservadas o no se han encontrado aún.
Lo que sí se puede afirmar es que no hay espacio en la escolaridad de Charles Romuald Gardes para un período escolar en Montevideo, ni existe una sola coincidencia edilicia entre la foto escolar y la escuela de Talcahuano 678 de Buenos Aires.

La versión de que la fotografía escolar de Gardel fue tomada en la Escuela de Talcahuano 678 de Buenos Aires es definitivamente FALSA.

Frente a la existencia concreta de todos estos indicios, coincidencias y “casualidades”, pretender que la foto escolar de Carlos Gardel no fue tomada en la Escuela Nº 27 de Durazno y Médanos sin ofrecer una alternativa posible, no es más que un infantil y caprichoso despliegue imaginativo sin sustento racional.


La realidad dice que el niño francés Charles Romuald Gardes, cuya trayectoria escolar perfectamente determinada transcurrió en Buenos Aires, NO FUE LA PERSONA QUE LUEGO SE LLAMÓ CARLOS GARDEL porque hasta el momento no se conoce NINGUNA IDENTIFICACIÓN VALEDERA que así lo determine.

La presencia evidente e indiscutible de Gardel en la Escuela de 2º Grado Nº 27 de la calle Durazno esquina Médanos del barrio sur de Montevideo, antes de la llegada de Charles Romuald Gardes a Buenos Aires en 1893 con su madre, prueba la falsedad de la “historia oficial” destinada a convertirlo en francés.

"La foto es un recorte de la historia escolar del alumno, me indica que en algún momento ese chico estuvo en tal escuela… "

Efectivamente, Gardel estuvo en la Escuela de Varones nº 27 de Durazno 337 (numeración antigua) de Montevideo.

Mientras no presenten alguna escuela alternativa posible en Buenos Aires, o las huellas dactilares del niño nacido en Toulouse que fue alumno de las escuelas de Buenos Aires, para que pueda ser debidamente identificado, no hay razón alguna para descalificar lo evidente: Que solamente se pudo haber fotografiado a Gardel (no Gardes) en una escuela de Montevideo porque en algún momento cursó su escolaridad allí.

Que haya sido ANTES de que Berta Gardes llegara a Buenos Aires con su hijo francés  define que hubo dos niños a los que se quiso fusionar en uno solo.


 a) Juan B. Gaffuri, comisario de la Policía Federal durante 30 años, estableció:
“Uno, el del cuadro ovalado, es de tez pálida, cráneo ovoide, labios finos y cabellos y orejas distintos a los del otro.
El del núcleo (escolar), es de cara y cabeza bombé, labios gruesos. Desemejanza en las barbillas, ya que una es puntiaguda y la otra de forma oval.”
Termina el peritaje estableciendo:
“Por los rasgos que presentan los niños, podemos afirmar que se trata de dos personas distintas.”

b) El Diario “El País” de Montevideo” el 24 de Junio de 2002 en un suplemento titulado “La ciencia avalando la historia”, publica un Estudio Antropológico Forense realizado por el Licenciado Horacio E. Solla (técnico del Instituto Técnico Forense de Uruguay y Miembro del American College of Forensic Examiners) sobre las dos fotos anteriormente mencionadas con el siguiente resultado:
1) El niño de la foto oval presenta una cara de forma oval (según Pöch, en Comas 1976, p.283), barbilla fina (mentón), labios relativamente gruesos (Martin-Saller, 1957), nariz fina y algo pronunciada.
2) El niño de la foto nº 2 presenta una cara de forma redondeada, mentón redondeado , labios de espesor medio y su nariz es de un ancho medio (alar-alar) y corta (nasión-subnasal).
Los estudios comparativos de superposiciones digitalizadas, cortes sagitales y diversas mezclas de ambas fotos realizados señalan la no existencia de coincidencias fisonómicas significativas entre el niño del retrato nº 1 y el niño del retrato nº 2, vale decir, son dos niños diferentes.

  



El tango "Dos cartas", puede haber sido compuesto por Gardel, pero nunca lo grabó, por lo menos en forma comercial.-


Dos cartas han pasado por mi vida
dos cartas han pasado por mi ser,
dos cartas han dejado mi alma herida

dos cartas que se juegan un querer. (Se repite)

Ya no quiero volver a mirarla
ni tampoco quiero recordarla
solo sé que sufrí tanto... tanto...
que por ella derramé mi llanto.

Borraré con el tiempo esta pena
esta pena que llevo en mi vida,
buscaré por doquier la partida
para luego olvidarte... mujer