Seguramente cerraron tus párpados aquellas mariposas amarillas que a
tantos/as jóvenes del mundo regalaste para alivianar el peso de sus cuerpos
rasgados por la injusticia, para reforzar la seda de sus porfiados sueños, para desvestirlos de la soledad de América Latina.
Seguramente ellas abrirán tus otros párpados, allá, en el otro Macondo...
Y como te entrenaste una vida para estar en mágicos territorios, seguramente
las mandarás de regreso: su misión sigue viva: no son tiempos del cólera, pero ¡hace
tanta falta el Amor!
Gracias por tu fiel
compañía en tiempos amargos;
gracias por tu
presencia de gigante hermoso
en la playa de mi ignorancia... |