Ni la familia ni los amigos ni los vecinos lo llaman
Ignacio.
Por línea materna desciende una nervadura muy interesante:
su bisabuelo fue escritor; el abuelo y la mamá, a su edad, actuaban como él. A
cualquier hora, se sienta donde mejor le cuadre y empieza a crear. Nacho tiene cinco años...
Dentro de una década, ¿podremos leer otros de sus cuentos
ilustrados? ¿Y en dos décadas? Nuestros programas educativos -tanto a nivel
primario como secundario- no fomentan ni sostienen la creatividad. El Arte está
considerado como una práctica menor o, a lo sumo, un saber racional. ¡Cada vez
estamos más lejos de incidir, milimétricamente siquiera, en la construcción
colectiva de una subjetividad que no nos siga enajenando!