martes, 19 de noviembre de 2013

Richard Dehmel, un poeta que conmovió a insignes músicos


18 de noviembre de 1863 - Alemania

Noche Transfigurada (Verklarte Nacht) - Traducción 1


Dos personas caminan por un desolado, frío bosque;
La luna las acompaña, y ellas la observan.
La luna pasea por los altos robles;
ninguna nube opaca la luz del cielo,
donde negras cimas se extienden.
La voz de una mujer dice:

He dado a luz un niño, pero no es tuyo,
camino a tu lado en el pecado.
Cometí una grave ofensa contra mi misma.
No creí más que podría ser feliz
pero todavía tengo un fuerte anhelo
por algo que diese sentido a mi vida
y la felicidad y el deber de ser madre;
así me atreví,
así dejé que mi sexo se estremeciera,
ser tomado por un hombre extraño.
Ahora la vida tiene su venganza:
ahora que a ti , oh! a ti, te he encontrado.

Ella camina con pasos desarticulados.
Ella contempla la cima; la luna se acerca.
Su mirada sombría se ahoga en la luz.
La voz de un hombre dice:

El niño que has concebido,
no debe ser oprimido por tu alma,
oh mira, como claramente el universo resplandece!
Hay gloria alrededor de Todos;
Tú conmigo a la deriva en un mar frío,
pero un calor peculiar vibra
de ti en mi, de mi en ti.
Transformará a la extraña criatura,
Tú lo concebirás para mí, de mí;
Tú has traído la gloria hasta mí,
Tú me has convertido en un niño.

Él la toma de sus fuertes caderas.
Su aliento se besa en el aire.
Dos personas caminan por una imponente, clara noche.



Noche transfigurada - Traducción 2


Dos seres caminan por una arboleda nuda y fría,
la luna se desliza con ellos, la contemplan.
La luna se desliza por encima de los robles altos,
ninguna nube oscurece la luz del cielo
que quiere penetrar entre las ramas negras.
Y en esta noche habla una voz de mujer:

Llevo un hijo, pero no es tuyo;
camino en pecado a tu lado.
Es a mí misma contra quien he cometido ofensa.
Ya no creo más en la suerte,
y, no obstante, tenía un difícil anhelo,
de tener un hilo de vida, de la felicidad y los deberes
de la maternidad. Tuve suficiente coraje
para dejar, sin vergüenza, estremecerse mi cuerpo
con el desconocido al que me di,
y eso me hizo, aún, que me sintiese bendecida.
Ahora la vida se ha cobrado su venganza:
ahora que te he encontrado, oh, soy tú…

Ella camina con paso torpe.
Mira hacia la luna, que resplandece, dejando
su oscura cara toda llena de luz.
La voz de un hombre habla:

No dejes que el niño que has concebido
sea una carga que te hunda el espíritu,
mira cómo brilla el universo!
Todo a nuestro alrededor se enciende y centellea;
Nadas conmigo en un mar helado,
pues nace calor que nos salva y regenera,
camino hacia ti, caminas hacia mí.
Esta sola llama transfigurará el hijo,
que no me será extraño, nacido de mi y para mí,
eres tú quien la ha encendido en mí,
tú me has convertido a mí mismo en un niño.

Él la abraza y desciende por los muslos poderosos,
unidos ambos por el beso, en un solo aliento.
Dos seres andan en una noche muy clara.



Espera


Desde el estanque verde de mar
al lado de la villa roja
bajo el roble muerto
brilla la luna.

Donde su oscura imagen
penetra a través del agua,
hay un hombre y sostiene
un anillo en su mano.

Tres ópalos brillan;
a través de las pálidas piedras nadan
destellos rojos y verdes
y se sumergen.

Y él las besa,
y sus ojos se iluminan
como el fondo del mar verde:
una ventana se abre.

Desde la villa roja
al lado del roble muerto
le  reclama una pálida
mano de mujer…


 
Compositores de la talla de
Strauss, Schöngberg, Webern, Weill y Reger
musicalizaron varios de los poemas del autor,
atraídos por su convicción y su consiguiente temática recurrente
de que el amor y el sexo serían suficientemente poderosos
para derribar los prejuicios de la clase media.