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Nacido el 4 de abril de 1846, en Montevideo sitiado. |
¿Qué decir de un ser
extraviado del Amor (del amor de sus padres, de su familia, de sus compatriotas,
de su tierra, de los descendientes de sus
coterráneos), tan suprimido que, hasta fotografías y cartas testimoniantes de su
tangibilidad fueron literalmente evaporadas por diversas circunstancias y en
diferentes momentos de su corta vida?
¿Qué decir de Isidoro
Ducasse,
nuestro Desolado Mayor?
Tampoco terminan de
decir acabadamente sobre su Poesía los eruditos. “Está maldita, como él”, se
conforman con decir muchos.
"Conocí a Ducasse en el Liceo de Pau, en
el año 1864. Aún veo a ese joven alto,
delgado, algo encorvado, pálido, con los
cabellos largos cayéndole sobre la frente ...
Habitualmente estaba triste y siIencioso,
como retraído en sí mismo. Dos o tres
veces me habló con cierta animación de
esos países de ultramar donde la vida era
libre y feliz.
Muchas veces pasaba horas enteras con
los codos apoyados en el pupitre y las
manos en la frente, los ojos fijos sobre
algún libro clásico que no leía; era
evidente que sufría de nostalgia y que lo
mejor que sus padres hubieran debido
hacer era traerlo de vuelta
a Montevideo”.
Fragmento del
testimonio de Paul Lespes,
sesenta años después
de haber sido
compañero de
Isidoro en el Liceo de Tarbes,
Francia.
En esta Casa, una lágrima
muda desliza con ternura sus Cantos hacia otro joven, hacia esa esperanza que puede alzarse cien codos más
arriba que el dolor, como el Condecito quiso decir alguna vez.
Y ese otro joven,
cabal esperanza, así le contesta:
Carta a Lautréamont
Desvivo y vivo, hoy te escribo esta carta
harta mi cara se impacta al leer tus frases
descartes en mi mente mientras observo el póquer de ases
piel erizada, y un latir inconcebible
transportado a un aljibe falto de luz
eso es lo que hiciste, magia en un libro
sobrepasando cualquier idioma
una conexión extraordinaria de ordinaria forma
forma parte de mi vida, al día, de hoy
te digo gracias, aunque eso es lo que eludo
un saludo, burdo y mudo
para quien le hizo frente
a los peores fantasmas del mundo.
un café, un cigarro, un poema
un rap, un trago, una canción
y debajo de mi almohada
de por vida los cantos de Maldoror.
Bryan Francia
Gracias, querido Bryan.
Otra muestra de otro mito que se derrumba, porque los jóvenes sí leen Poesía.
No necesariamente está hecha para ser entendida la Poesía; tal vez hoy es suficiente con que sea sentida. Ése es el paso ineludible.
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De izquierda a derecha, el segundo, Bryan, con CharrúasCrew. |
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Bryan, el último a la derecha, con CharrúasCrew. Búscalos en Youtube y en Facebook. Pronto podrás disfrutar la grabación de esta "Carta". |
Por un instante, nuestro Desolado Mayor
no estuvo solito.