jueves, 31 de octubre de 2013

“La alfabetización es la primera columna de la estructura social; el analfabetismo puede ser la segunda”- Carlos Drummond de Andrade


31 de octubre de 1902- Minas Gerais
Periodista, cronista, político, poeta.



















...” conocemos a Carlos Drummond de Andrade como un poeta fundamental, ya que los lectores de habla castellana tenemos acceso a diversas traducciones de su poesía,  pero no hemos tenido muchas noticias de su trabajo como cronista, cuentista y articulista periodístico, facetas a las que el autor dedicó aproximadamente cincuenta años de su vida.

El mismo Drummond se asume como un narrador entusiasta, siempre irónico hasta consigo mismo. El texto «Auto-Retrato», que escribe para la revista Leitura, nos muestra  ese talante irónico:


Dice el espejo:

El señor Carlos Drummond de Andrade es un prosista modesto que se juzga buen poeta; en eso se engaña. Como prosista ha elaborado algunas crónicas y cuentos que revelan cierto conocimiento de formas adecuadas de expresión, cierto humor y malicia.

Como poeta le falta todo eso y le sobran los siguientes defectos: es desparpajado, nada eufónico, falto de conceptos, arbitrario, grotesco y titubeante.


De: http://circulodepoesia.com


El mundo es grande y cabe ...

El mundo es grande y cabe
en esta ventana sobre el mar.
El mar es grande y cabe
en la cama y en el colchón de amar.
El amor es grande y cabe
en el breve espacio de besar.



En mitad del camino había una piedra...

En mitad del camino había una piedra
había una piedra en la mitad del camino
había una piedra
en la mitad del camino había una piedra.

Nunca olvidaré la ocasión
nunca tanto tiempo como mis ojos cansados permanezcan abiertos.

Nunca olvidaré que en la mitad del camino
había una piedra
había una piedra en la mitad del camino
en la mitad del camino había una piedra.

Versión de Rafael Díaz Borbón



Los que sufren

Las plantas sufren como nosotros sufrimos.
¿Por qué no habrían de sufrir
si esta es la llave de la unidad del mundo?

La flor sufre, tocada
por la mano inconsciente.
Hay una ahogada queja
en su docilidad.

La piedra es sufrimiento
paralítico, eterno.

Nosotros -animales- no tenemos
ni siquiera el privilegio de sufrir



Procura de la poesía


No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte ante la poesía.
Frente a ella la vida es un solo estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan enemigo de la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu máscara de gozo o de dolor en lo oscuro son indiferentes.
Ni me reveles tus sentimientos,
que se prevalecen del equívoco y tientan el largo viaje.
Lo que piensas o sientes, eso aún no es poesía.

No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las  casas.
No es la música oída de paso; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza, nada significan.
La poesía (no extraigas poesía de las cosas)
elude sujeto y objeto.

No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas y supersticiones, vuestros esqueletos de familia,
desaparecen en la curva del tiempo, son inservibles.

No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
Que se disipó, no era poesía.
Que se partió, cristal no era.

Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allá están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, mas no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Helos allí solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes de escribirlos.
Ten paciencia, si oscuros. Calma, si te provocan.

Espera que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No recojas en el suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concretada
en el espacio.

Acércate y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil fases secretas sobre la neutra faz
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le des:
¿Trajiste la llave?

Repara:
yermas de melodía y de concepto,
ellas se refugian en la noche, las palabras.
Aún húmedas e impregnadas de sueño
rolan en un río difícil y se transforman en desprecio.

Versión de Manuel Graña Etcheverry


De: A media Voz




Los hombros soportan el mundo

Llega un tiempo en el que ya no se dice: Dios mío.
Tiempo de absoluta depuración.
Tiempo en el que ya no se dice: amor mío.
Porque el amor resultó inútil.
Y los ojos no lloran.
Y las manos tejen apenas el trabajo rudo.
Y el corazón está seco.

En vano mujeres llaman a la puerta, no abrirás.
Te quedaste solo, la luz se apagó,
pero en la sombra tus ojos resplandecen enormes.
Eres todo certeza, ya no sabes sufrir.
Y nada esperas de los amigos.

Poco importa que venga la vejez, ¿qué es la vejez?
Tus hombros soportan el mundo
y él no pesa más que la mano de un niño.
Las guerras, las hambres, las discusiones dentro de los edificios
demuestran apenas que la vida prosigue
y no todos se liberaron todavía.
Algunos, considerando el bárbaro espectáculo,
preferirían (los delicados) morir.
Ha llegado un tiempo en el que de nada sirve morir.
Ha llegado un tiempo en el que la vida es una orden.
La vida apenas, sin mistificación.

Traducción de Adolfo Montejo Navas



Carlos Drummond de Andrade y la fábula de la piedra

Rodolfo Mata  
                       
Con el paso del tiempo, un incidente fundacional en la carrera literaria de Carlos Drummond de Andrade (1902-1987) se ha convertido en una fábula medular de la historia de la poesía brasileña contemporánea. Cuando el poeta publicó "No meio do camino" –en el número 3 de la Revista de Antropofagia (julio de 1928)– seguramente no imaginó que lanzaba una verdadera "piedra de toque" en el desarrollo de la poesía brasileña: "No meio do caminho tinha uma pedra / tinha uma pedra no meio do caminho / tinha uma pedra / no meio do caminho tinha uma pedra. // Nunca me esquecerei desse acontecimento / na vida de minhas retinas tão fatigadas. / Nunca me esquecerei que no meio do caminho / tinha uma pedra / tinha uma pedra no meio do caminho / no meio do caminho tinha uma pedra". Si Mário de Andrade le había comentado por carta,1  en 1924, que el poema era formidable y que le parecía un ejemplo fuerte, bien logrado y "psicológico" (las inclinaciones de Mário por ese tipo de análisis fueron frecuentes) del "cansancio intelectual", cuando apareció en la provocadora revista, los elogios no se repitieron, aunque tampoco hubo repudios, como los que se verían después, sino que más bien el poema pasó un tanto desapercibido. El clima belicoso de la llamada "fase heroica" del Modernismo –la vanguardia brasileña que llevó a cabo la ruptura frontal con los cánones estéticos anteriores– se había entibiado un poco: el uso de manifiestos comenzaba a declinar, el desparpajo del poema piada (poema-broma) había perdido parte de su prestigio original y, como Mário señalaría más tarde, se acercaba la hora en que la fase de destrucción cedería su lugar a un ciclo constructivo.  

    Drummond estaba consciente de esta situación y por ello su primer libro llevaría el modesto título de Alguma poesia (1930). No sólo le parecían innecesarios los gestos de ruptura grandilocuentes en el panorama poético del momento sino que tenía la certeza de que el lugar del poeta en el mundo moderno es marginal. "Impossível compor um poema a essa altura da evolução da humanidade. / Impossível escrever um poema –uma linha que seja– de verdadeira poesia", nos dice al principio de "O sobrevivente", para rematar con "Inabitável, o mundo é cada vez mais habitado. / E se os olhos reaprendessem a chorar seria um segundo dilúvio. / (Desconfio que escrevi um poema)". Esta mezcla de ironía y humor, templados por la amargura y la resignación, está presente en Alguma poesia, al lado de otros rasgos típicamente modernistas, como el mencionado poema-piada ("É preciso fazer um poema sobre Bahia... / Mas eu nunca fui lá"), el verso libre, el prosaísmo, los temas "no poéticos", las "imágenes novedosas", etc. De esta manera, tenemos que este libro nace siendo un punto de inflexión en la poesía brasileña, no sólo por el genio creativo de Drummond, sino porque, como dice Wilson Martins, surgió en un ambiente de "revolución estabilizada", en el que, agregaría, el poeta puede buscar más tranquilamente su propio camino. 

    Pero entonces, regresando a "No meio do caminho", ¿cómo se dio la polémica que desató este poema, según consignan casi indefectiblemente las referencias a la obra de Drummond, por más escuetas que sean? La historia del poema da pedra, como llegó a ser conocido, se inició realmente con su inclusión en Alguma poesia; fue revisada ampliamente en Uma pedra no meio do caminho. Biografia de um poema (Seleção e montagem de Carlos Drummond de Andrade; estudo de Arnaldo Saraiva, Rio de Janeiro, Editora do Autor, 1967) y continúa rindiendo frutos como un fenómeno de gran riqueza no sólo en la historia de la poesía brasileña sino en la de la crítica literaria. Según Arnaldo Saraiva, la publicación en libro, en 1930, provocó adhesiones y repulsas, aunque raros ataques por escrito. Uno de los más graciosos es la parodia del indignado Gondim da Fonseca (Correio da Manhã, Rio de Janeiro, 26/08/38), quejándose de que ya no había rima y que cualquier incidente podía producir un poema, "papagayando" cuatro o cinco veces lo mismo: "Eu tropecei agora numa casca de banana. / Numa casca de banana! / Numa casca de banana eu tropecei agora, / Caí pra trás desamparadamente, / E rasguei os fundilhos das calças! / Numa casca de banana eu tropecei agora. / Numa casca de banana! / Eu tropecei agora numa casca de banana!". De hecho, esta es una muestra de los deseos de restauración del "orden" en la "Poesía" que más tarde fueron propugnados por la llamada "Generación del 45".2  En ocasiones, éstos llegaron a excesos preceptivistas, como los expresados por Domingos Carvalho da Silva, según refiere Sérgio Buarque de Holanda: el buen verso no debe contener palabras esdrújulas; la palabra "fruta" debe ser desterrada de la poesía en favor de "fruto", al igual que "cachorro" en favor de "cão"; y el Océano Índico es "más poético" que el Pacífico.3  De ahí que las acusaciones más frecuentes a "No meio do caminho" sigan esa línea: 1) es irreverente con la Divina comedia, "Nel mezzo del camin di nostra vita"; 2) las demasiadas repeticiones son empobrecedoras; 3) la regencia del verbo "esquecer" es incorrecta; 4) en vez de "haver", utiliza el verbo "ter" con valor impersonal, dando cabida así a un brasileñismo muy frecuente en el habla cotidiana del país, pero impropio en poesía. 

    Para la década de 1940, los elogios y los ataques se intensifican –refiere Saraiva– por varias causas: 1) Drummond es una figura pública pues sucesivamente ocupa un puesto importante en el Ministério da Educação, invitado por su amigo Gustavo Capanema; se aproxima a Luis Carlos Prestes y es director por unos meses del diario comunista Tribuna Popular; participa en la frustrada remodelación del Departamento Nacional de Informações (el antiguo Departamente de Informação e Propaganda, órgano de censura de la comunicación social durante el Estado Novo); y finalmente se asienta en la jefatura de la sección de historia de la Direitoria do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional. 2) Goza de un prestigio literario sólido con 6 libros de poesía publicados, uno de prosa, y una participación constante en la prensa como cronista. 3) Surge la llamada "Generación del 45" que ve en Drummond un sobreviviente de los primeros principios estéticos del modernismo y, por lo tanto, un "peligroso" e inteligente adversario. De 1950 en adelante, dice Saraiva, aumentan los elogios pero no desaparecen del todo los ataques e ironías. A esas alturas parece que todo se ha dicho: glosas, parodias, anécdotas, meditaciones, comentarios, etc., y "No meio do caminho" ha sido calificado como: bufonada, babosada, poema chistoso, poema futurista, marca indeleble de una fase de locura de la poesía brasileña, el poema más característico de nuestra época prosaica y tan agitada, mensaje tan simple e impresionante, poema formidable y estupendo, el poema que todos nosotros quisiéramos haber escrito, la mejor cosa del mundo, etc.  

    De hecho, esta avalancha de opiniones fue la que llevó a Drummond a armar Uma pedra no meio do caminho. Biografia de um poema. Necesitaba poner en claro esta confusión que lo mantenía un tanto amargado, y exponer su punto de vista, al lado de las reacciones contemporáneas a su aparición y las impresiones que circulaban. De esta manera, dice Antônio Houaiss, se integró un documento ejemplar de la sociología del gusto literario, en torno a la poesía moderna en Brasil.4  En esta "biografía", Drummond afirma que su famoso poema "não pretende expor nenhum fato de ordem moral, psicológica ou filosófica" y que solamente quería "dar a sensação de monotonia e chateação, a começar pelas palavras" (con lo cual confirma la apreciación inicial de Mário de Andrade). Según el autor, el poema había servido hasta esas fechas "para dividir no Brasil as pessoas em duas categorias mentais". Aunque nunca dijo cuáles eran éstas, no hay duda que el fenómeno de división se había dado y que el poema albergaba una consciencia crítica multiforme. Es decir, aunque no se supiera con exactitud qué entrañaba, se percibía que había algo profundamente crítico que inquietaba y abría la posibilidad a múltiples interpretaciones.  

    "No meio do caminho" no fue un exabrupto modernista genial. Ya con anterioridad Drummond se venía afiliando a la praxis modernista de violentar la sintaxis, practicar el verso libre, el coloquialismo y el poema-piada, además de que Mário de Andrade le había contagiado su nacionalismo. Sin embargo, el nacionalismo drummondiano no resultó ser de exaltación sino de regreso a la objetividad de las cosas. En una de sus tempranas colaboraciones en A Revista (no. 1, julio 1925), el poeta ya apuntaba: "Agora, o escritor foge de teorias e construções abstratas para trabalhar a realidade com mãos puras", observación que recuerda el "ver com olhos livres" delManifesto da Poesia Pau-Brasil de Oswald de Andrade. En otra (no. 2, julio 1925), afirma: "Não podemos oferecer nenhuma permeabilidade aos produtos e detritos das civilizações estrangeiras".5  Es aquí donde la "teoría del cansancio" encaja. La solución no estaba en complicados manifiestos, ni en importaciones (o en su contraparte: los exotismos de exportación), sino en el cotidiano brasileño y su lenguaje, en el regreso a las cosas, en el nacionalismo "con signo de menos". Esto explica que la otra piedra que se atravesó constantemente en el camino de Drummond fue Itabira, ciudad del estado de Minas Gerais donde nació: en tupi, lengua indígena presente en gran parte de los toponímicos brasileños, "itá" significa "piedra", e "itá-bira" quiere decir "piedra levantada o empinada".
 
Publicado en "La Jornada Semanal", suplemento cultural de La Jornada, no. 268, México, 23 de abril de 2000, p. 6.

NOTAS
1 En 1924, Drummond conoció a Mário de Andrade, Blaise Cendrars y Tarsila de Amaral, en el Grande Hotel de Belo Horizonte, cuando el grupo de la Semana de Arte Moderno regresaba de su excursión a Minas. Fue entonces cuando inició una larga correspondencia con Mário muy provechosa para su orientación literaria. 
2 La "Generación del 45" es un concepto tan problemático en la historia de la literatura brasileña como el papel de "No meio do caminho". En él se mezclan criterios temporales, de preferencias estéticas y de política literaria pues, como apunta João Cabral de Melo Neto, no fue un movimiento. Entre sus supuestos integrantes, observa el poeta a quien se incluye frecuentemente en el grupo, había grandes diferencias. 
3 Cf. Sérgio Buraque de Holanda, "Rebelião e convenção", Diário Carioca, 20/04/52, en Sérgio Buarque de Holanda, O espírito e a letra. Estudos de crítica literaria II (1948-1959), Antonio Arnoni Prado (comp.), Companhia das Letras, São Paulo, 1996, p. 504. 
Cf. Antônio Houaiss, "Introdução" a Carlos Drummond de Andrade, Reunião, Livraria José Olympo, Rio de Janeiro, 1971, p. xxi. 
Apud. Péricles Eugênio da Silva Ramos, Do Barroco ao Modernismo, p. 263.  
 

De: Letralia.com