jueves, 16 de enero de 2014

“Escribo para definirme, un acto de autocreación, en un diálogo conmigo misma, con escritores que admiro, vivos y muertos, con lectores ideales. Porque me da placer. No sé con certeza para qué sirve mi trabajo” - Susan Sontag

16 de enero de 1933 - Nueva York, Estados Unidos
Docente, directora teatral y cinematográfica,
ensayista, novelista.

























"Ante el dolor de los demás"

Fragmento del capítulo 8


La designación de un infierno nada nos dice, desde luego, sobre cómo sacar a la gente de ese infierno, cómo mitigar sus llamas. Con todo, parece un bien en sí mismo reconocer, haber ampliado nuestra noción de cuánto sufrimiento a causa de la perversidad humana hay en un mundo compartido con los demás. La persona que está perennemente sorprendida por la existencia de la depravación, que se muestra desilusionada (incluso incrédula) cuando se le presentan pruebas de lo que unos seres humanos son capaces de infligir a otros —en el sentido de crueldades horripilantes y directas—, no ha alcanzado la madurez moral o psicológica.

A partir de determinada edad nadie tiene derecho a semejante ingenuidad y superficialidad, a este grado de ignorancia o amnesia.

En la actualidad un enorme archivo de imágenes hace más difícil mantener este género de defecto moral. Debemos permitir que las imágenes atroces nos persigan. Aunque sólo se trate de muestras y no consigan apenas abarcar la mayor parte de la realidad a que se refieren, cumplen no obstante una función esencial. Las imágenes dicen: Esto es lo que los seres humanos se atreven a hacer, y quizá se ofrezcan a hacer, con entusiasmo, convencidos de que están en lo justo. No lo olvides.

Esto no es exactamente lo mismo que pedirle a la gente que recuerde un ataque de maldad singularmente monstruoso. («Nunca olvides.») Quizá se le atribuye demasiado valor a la memoria y no el suficiente a la reflexión. Recordar es una acción ética, tiene un valor ético en y por sí mismo. La memoria es, dolorosamente, la única relación que podemos sostener con los muertos. Así, la creencia de que la memoria es una acción ética yace en lo más profundo de nuestra naturaleza humana: sabemos que moriremos, y nos afligimos por quienes en el curso natural de los acontecimientos mueren antes que nosotros: abuelos, padres, maestros y amigos mayores. La insensibilidad y la amnesia parecen ir juntas. Pero la historia ofrece señales contradictorias acerca del valor de la memoria en el curso mucho más largo de la historia colectiva. Y es que simplemente hay demasiada injusticia en el mundo. Y recordar demasiado (los agravios de antaño: serbios, irlandeses) nos amarga. Hacer la paz es olvidar. Para la reconciliación es necesario que la memoria sea defectuosa y limitada.

Si la meta es que haya algún espacio en el cual se pueda vivir la propia vida, entonces es deseable que el recuento de las injusticias específicas se disuelva en el reconocimiento más general de que por doquier los seres humanos se hacen cosas terribles los unos a los otros.

De: Revista Descontexto














"ANTE EL DOLOR DE LOS DEMÁS" 

Ensayo de la escritora nacida en New York el año 1933, publicado por La Casa Editorial Alfaguara, es una denuncia, un sacudón desde las solapas a todos nosotros, los seres humanos, que nos hemos habituado a la infame rutina de la guerra. Que la aceptamos y la recibimos en casa, como a cualquier invitado. Un grito de alerta que nos saca del marasmo y nos provoca para rechazar por todos los medios, por los mismos medios, por donde nos llega la guerra a cualquier hora al más íntimo de nuestros espacios. "La guerra que Estados Unidos libró en Vietnam, la primera que atestiguaron un día las cámaras de televisión, introdujo la teleintimidad de la muerte y la destrucción en el frente interno". Pág. 30.La guerra. ¿Qué hacer contra ella, desde nuestras indefensas posiciones? ¿Desde nuestras trincheras lejanas del armamento? Pues, enfrentarla con el pensamiento. Con la difusión masiva de la idea que proclamo el Rey de España, Fernando Sexto "El Prudente": "PAZ CON TODOS GUERRA CON NADIE". La justificación a la guerra, solo la tienen los que de una u otra forma viven de ella. Aunque nos suene a quimera la paz ha de estar con los hombres, en Palestina, en Irak, tarde o temprano en el universo que conocemos. La sensatez cambiara la historia. Los medios de comunicación han de contribuir a ello, denunciado la barbarie al mundo. Como ha sucedido días atrás en Irak. La auténtica libertad de prensa que tanto asusta a algunos. Que incomoda a los tiranos, que los deja sin piso, que descubre en imágenes, reales, como la perversión se apropia de hombres y mujeres que se creen poderosos detrás de una ametralladora, con la que someten a otros seres humanos, a las degradaciones mas humillantes, en actitud vil, miserable, cobarde, infame e inhumana. Los torturadores atrapados en las garras de la locura. Convertidos en dioses del terror, fueron cazados, sin necesidad de armas. Las lentes de sus propias cámaras los mostraron son. Se volvieron contra ellos. Para su propio escarnio, para su propia vergüenza. "Una democracia de fotografías" el subtítulo de la exposición, insinuaba que había obra de aficionados tan buena como la de los experimentados profesionales participantes. Y en efecto así fue, lo cual prueba algo acerca de la democracia cultural. La fotografía es la única de las artes importantes en la cual la formación profesional y los años de experiencia no confieren una ventaja insuperable sobre los no formados e inexpertos: por muchas razones, entre ellas la importante función que desempeña el azar (o la suerte) al hacer las fotos, y la inclinación por lo espontáneo, lo tosco, lo imperfecto. (No hay un campo de juego de comparable uniformidad en la Literatura, en la cual nada se debe al azar o a la suerte). Pág. 38.Ya se desprenderá que la Obra de Sontag. Capítulo nuestro este domingo, es un tratado de la importancia de las imágenes. De esas, que ha recogido y que por desgracia recogerá la triste historia de la guerras, desde que los registros pudieron quedar plasmados en las memorias de las cámaras. Que deben sostenerse en la base de datos individual de cada ser humano, en la esperanza posible de algún día solo respirar vientos de paz. Ciento cincuenta y un páginas del ensayo, avalan cuan necesaria es la presencia objetiva y valiente, en los sitios candentes, donde la guerra se cree dueña y señora, de los periodistas, de los testigos con cámaras que cuentan sin compromiso la verdad de los hechos. "Las fotografías de lo atroz ilustran y también corroboran. Sorteando las disputas sobre el número preciso de muertos, la fotografía ofrece la muestra indeleble. La función ilustrativa de las fotografías deja intactas las opiniones, los prejuicios, las fantasías y la desinformación". Pág. 98.La guerra es el horror. La brutalidad en su máxima exposición. Vietnam. Afganistán, Irak. Palestina. New York el 11 de Septiembre. Madrid el 11 de Marzo. Chile en otro 11 de Septiembre negro. La guerra civil española. Colombia y el plan patriota. Paquisha y el Cenepa. Distantes de cualquier posición nacionalista. De cualquier frontera establecida por los hombres y no por el Creador, ni por la naturaleza, han significado regueros de sangre. Los hombres suelen justificar su irrespeto por la vida humana poniendo a estos actos, membretes, calificativos heroicos y el grado de causas, por las que se lucha, se mata o se muere. Allá ellos. La guerra por donde venga es un crimen. Susan Sontag, nos lo recuerda. Nuestro silencio puede entenderse como aceptación tácita. Pues no. ¿Usted, que dice?

Dr. Oswaldo Paz y Miño
Texto publicado en Diario La Hora
Semana del 21 al 27 de septiembre del 2002
Autorizado por el autor
La Hora
Gentileza de "Desde la Acacia: la vitrina de los libros y autores"

De: ESpacioLatino.com



La conciencia uncida a la carne. Diarios de madurez, 1964-1980 (Random House) y editado por su hijo David Rieff.


Se trata del segundo de los tres tomos que conformarán, según escribe Rieff en el prólogo, “no solo la autobiografía que Susan Sontag nunca alcanzó a escribir, sino la gran novela autobiográfica que nunca le interesó escribir". Un retrato de una persona deseosa de aprender y comprender en una época de grandes cambios como fueron los años 60 y 70 mientras se busca a sí misma.


ABANDONO: Quiero ‘prometerme’. Una razón es la ansiedad (quiero encontrar un puerto seguro, librarme del debilitante temor del abandono).

AMOR: El amor es volar planeando, flotar. Pensar es volar en solitario, batiendo las alas.

ARTE: Ya no debemos esperar que el arte entretenga o divierta. Al menos no el gran arte.

-El arte es la condición fundamental de todo.

AUSENCIA: Mi universo, entonces, en contraste radical con el de Eva, está poco poblado. No vivo el mundo como una invasión, una amenaza, una agresión. La ansiedad primordial es la ausencia, la indiferencia, el ‘paisaje lunar’.

COMUNISMO: Un gran tema el desamor de Occidente con el comunismo. El final de doscientos años de pasión.

CONOCIMIENTO: Cuando entiendo algo plenamente, se muere. De ahí que me atraiga el ‘exilio’. Estar cómoda es saber lo que es posible a cada paso. Los acontecimientos están afianzados, tienen la protección de lo posible. Al girar la esquina nada sorprende.

CRÍTICOS: Los dos críticos mayores y más influyentes -Valéry; y después Blanchot.

CUALIDADES: Las cualidades que me atraen (alguien a quien amo debe tener al menos dos o tres): 1- Inteligencia. 2-Belleza; elegancia. 3- Douceur (delicadeza, dulzura). 4- Glamour; celebridad. 5- Fuerza. 6- Vitalidad; entusiasmo sexual; alegría; encanto. 7- Expresividad emocional, ternura (verbal, física), afecto.

CORAJE: Es una palabra que solo se puede emplear en tercera persona. El miedo, par contre, es un adjetivo de primera persona.

DAVID (su hijo): Estoy demasiado ‘cerca’ de David en el sentido de que me identifico con él. Cuando paso mucho tiempo con él pierdo la noción de mi edad; acepto los límites de su mundo.

-apacigua mis fantasías de ser un chico. Me identifico con David, es el niño que habría querido ser –no necesito ser un chico porque él existe.

DESAMOR: Nunca voy a sobreponerme meramente a este dolor. Estoy helada, paralizada, con los engranajes atascados. Solo se aliviará, disminuirá si de alguna manera puedo trasponer la emoción – como del dolor a la ira, de la desesperación a la conformidad. Tengo que activarme. Mientras me siga sintiendo como paciente  este dolor insoportable no me abandonará-.

ESCRIBIR: Vivo la escritura como algo que se me da –a veces, casi, como un dictado. Dejo que sobrevenga, trato de no interferir con ella. La respeto, porque soy yo y sin embargo es más que yo. Es personal y transpersonal, ambas.

-Creo que estoy preparada para escribir. Pensar con palabras, no con ideas

ESTADOS UNIDOS: La base calvinista de la ideología estadounidense: la naturaleza humana es en lo fundamental oscura, malévola, pecaminosa, egoísta y solo responde a motivos egoístas o materiales o competitivos.

ESTILO: La manera en que las cosas se nos presentan diseñadas para el placer.

LEALTAD: Mi lealtad al pasado –mi rasgo más peligroso, el que más me ha costado.

EXISTIR: Nada existe a menos que yo lo mantenga (por mi interés, o mi potencial interés). Esta es una ansiedad fundamental, sobre todo subliminal. Por lo tanto debo permanecer siempre, tanto en principio + de manera activa, interesada por todo. Adoptando como mi coto todo el conocimiento.

FAMA: Ser famosa a fin de tener acceso a la gente, de no estar sola.

GUERRA VIETMAN: Vietnam es la primera guerra televisada. Un happening continuo. Estás allí. Los estadounidenses no pueden decir, como pudieron los alemanes –pero es que no nos enteramos.

HONOR: Honor. Honor. Honor. Dar lo mejor de sí misma siempre.

INDIFERENCIA: Mi experiencia más profunda es la indiferencia, más que la censura.

INTELIGENCIA: La inteligencia no es necesariamente algo bueno, algo que se haya de valorar o cultivar. Es más como una rueda de recambio –necesaria o deseable cuando las cosas se averían. Cuando todo va bien, es mejor ser estúpido… La estupidez tiene tanto valor como la inteligencia.

KENNEDY: Un asesinato: como una bombilla (foto panorámica) que destella en un boscaje sombrío, iluminando toda la vida oscura y asustada de los bosques. (Dallas-nov.1963)

LEALTAD: Mi lealtad al pasado –mi rasgo más peligroso, el que más me ha costado.

LIBERACIÓN FEMENINA: La liberación de la mujer debe ser la abolición de las convenciones sexuales específicas en todas las actividades –salvo la procreación y, quizá, algunos trabajos que requieren mucha fuerza física.

LITERATURA: El futuro de la ficción (la prosa narrativa) está cada vez más + más en decirlo todo (¿la supresión de lo anecdótico, lo particular?).

MADRE: M. no respondía cuando yo era niña. El peor castigo –y la mayor frustración. Siempre estaba ‘distante’- aunque no estuviera enfadada. (La bebida era síntoma de ello). Pero yo seguía intentándolo

- Mi ansiedad aguda + temor por su envejecimiento, por parecer vieja –en algún momento hasta deseé morir primero porque no sería capaz de soportar ver aquello- habría sido algo obsceno.

MORBOSIDAD: La estetización de la muerte. Véase el osario de las catacumbas de París. La muerte se arregla para el espectador.

NOVELA: La novela como libertad: las únicas reglas que puede romper son las internas –las que ella misma dicta.

PAISAJES. Mis dos paisajes modélicos: el desierto (seco, duro, vacío, caliente) y el trópico (húmedo, pleno, incluso repleto, caliente)

PERSONAS: Joe dice que hay dos clases de personas –las que están interesadas en la propia transformación y las que no lo están. Ambas requieren la misma cantidad de energía. Estoy de acuerdo con lo primero –y solo estoy interesada en las personas dedicadas a un proyecto de transformación propia. Pero con lo segundo: me gustaría poder creer algo tan optimista. Me parece que se requiere mucha más energía para cambiar.

POP: El arte pop es el arte de los Beatles.

RELIGIÓN: En Estados Unidos, la religión equivale al comportamiento. Se deja de ir a la iglesia o a la sinagoga por las prohibiciones o el excesivo peso del ritual, no (como en Europa) por una crisis de fe o de creencias.

RENUNCIA: Renuncié en primer lugar a mi sexualidad. Renuncié a mi capacidad de comprenderme a mí misma como una persona ‘común’; renuncié a la mayor parte de las vías normales de acceso a mí, a mis sentimientos. Renuncié a la confianza en mí misma en las relaciones personales. (…) Renuncié a tratar de ser atractiva.

SOLEDAD: Debo aprender a estar sola –y lo que he descubierto es que con David no es estar sola (a pesar de mi profunda soledad). Es todo un universo propio, al que me adapto. Con David soy una persona diferente a cuando estoy sola.

-La soledad es interminable. Todo un mundo nuevo. El desierto.

SUEÑOS: Todos los sueños son modelo del propio análisis. Los sueños burdos son las declaraciones ingenuas o análisis del ‘problema’ propio. El sueño útil es el más complejo, la declaración o dramatización menos reductiva. La parte importante del sueño es la declaración analítica, no la resolución narrativa.

TELEVISIÓN: Es el factor más insensiblizador de la sensibilidad moderna. (La TV altera todo el ritmo de la vida, las relaciones personales, el tejido social, la ética- todo ello apenas comienza a ser evidente. Nos obliga a pensar: ¿Qué es una imagen?)

URSS: La URSS no es el caso de una revolución que fracasó, sino el de una revolución totalitaria que triunfó.


* Susan Sontag: La conciencia uncida a la carne. Diarios de madurez, 1964-1980. Editado por DAvid Rieff. Traducción de Aurelio Major. Literatura Random House. 516 páginas


De: Viaje al corazón de Susan Sontag
WINSTON MANRIQUE SABOGAL

De: http://cultura.elpais.com





“Yo escribo para mi placer personal... Es mi único egoísmo. Yo mismo soy mi público, y la gloria y la popularidad me tienen sin cuidado” - Carlos Pellicer

16 de enero de 1897- Tabasco, Méjico
Profesor alfabetizador, museólogo, político, poeta.

Esta barca sin remos es la mía...


Esta barca sin remos es la mía.
Al viento, al viento, al viento solamente
le ha entregado su rumbo, su indolente
desolación de estéril lejanía.

Todo ha perdido ya su jerarquía.
Estoy lleno de nada y bajo el puente
tan sólo el lodazal, la malviviente
ruina del agua y de su platería.

Todos se van o vienen. Yo me quedo
a lo que dé el perder valor y miedo.
¡Al viento, al viento, a lo que el viento quiera!

Un mar sin honra y sin piratería,
excelsitudes de un azul cualquiera
y esta barca sin remos que es la mía.




Horas de junio


Vuelvo a ti, soledad, agua vacía,
agua de mis imágenes, tan muerta,
nube de mis palabras, tan desierta,
noche de la indecible poesía.

Por ti la misma sangre -tuya y mía-
corre el alma de nadie siempre abierta.
Por ti la angustia es sombra de la puerta
que no se abre de noche ni de día.

Sigo la infancia en tu prisión, y el juego
que alterna muertes y resurrecciones
de una imagen a otra vive ciego.

Claman el viento, el sol y el mar del viaje.
Yo devoro mis propios corazones
y juego con los ojos del paisaje.

Junio me dio la voz, la silenciosa
música de callar un sentimiento.
Junio se lleva ahora como el viento
y el alma inútilmente fue gozosa.

Al año de morir todos los días
los frutos de mi voz dijeron tanto
y tan calladamente, que unos días

vivieron a la sombra de aquel canto.
(Aquí la voz se quiebra y el espanto
de tanta soledad llena los días.)

Hoy hace un año, Junio, que nos viste,
desconocidos, juntos, un instante.
Llévame a ese momento de diamante
que tú en un año has vuelto perla triste.

Álzame hasta la nube que ya existe,
líbrame de las nubes, adelante.
Haz que la nube sea el buen instante
que hoy cumple un año, Junio, que me diste.

Yo pasaré la noche junto al cielo
para escoger la nube, la primera
nube que salga del sueño, del cielo,

del mar, del pensamiento, de la hora,
de la única hora que me espera
¡Nube de mis palabras, protectora!




Mi voluntad de ser no tiene cielo...


Mi voluntad de ser no tiene cielo;
sólo mira hacia abajo y sin mirada.
¿Luz de la tarde o de la madrugada?
Mi voluntad de ser no tiene cielo.

Ni la penumbra de un hermoso duelo
ennoblece mi carne afortunada.
Vida de estatua, muerte inhabitada
sin la jardinería de un anhelo.

Un dormir sin soñar calla y sombrea
el prodigioso imperio de mis ojos
reducido a los grises de una aldea.

Sin la ausencia presente de un pañuelo
se van los días en pobres manojos.
Mi voluntad de ser no tiene cielo.


Un paisaje hecho poema


(Siento que se aglomeran mis deseos
como el pueblo a las puertas de una boda.)
El río allá es un niño y aquí un hombre
que negras hojas junta en un remanso.
Todo el mundo le llama por su nombre
y le pasa la mano como a un perro manso.
¿En qué estación han de querer mis huéspedes
descender. ¿En otoño o primavera.
¿O esperarán que el tono de los céspedes
sea el ángel que anuncie la manzana primera.
De todas las ventanas, que una sola
sea fiel y se abra sin que nadie la abra.
Que se deje cortar como amapola
entre tantas espigas, la palabra.
Y cuando los invitados
ya estén aquí —en mí—, la cortesía
única y sola por los cuatro lados,
será dejarlos solos, y en signo de alegría
enseñar los diez dedos que no fueron tocados
sino
por
la
sola
poesía.



De: AMediaVoz.com


Carlos Pellicer fue nuestro maestro de Literatura, fue un maestro  fuera de lo común, un poco pintoresco, un poco teatral. Su clase no era una clase nada más, era un espectáculo.

A veces era un espectáculo cómico, nos hacía reír, con aquella voz  sonora suya, voz de montaña, voz de agua que viene de lejos, pero también nos hacía soñar y nos abría perspectivas inusitadas.

Espectáculo, juego, fuego de artificios. Juego poético en suma.

Las fronteras entre la realidad y la ficción desaparecían en aquella  hora de clase.

Después de la clase, después de habernos hablado de Lugones y  habernos leído poemas de Rubén Darío, caminábamos por los viejos corredores de la preparatoria y a veces lo visitábamos en su casa.

Desde la ventana de su habitación veíamos el paisaje; en aquella época no era todavía esta acumulación de la ciudad de México.

Y Carlos Pellicer nos enseñó tantas cosas. A mí me abrió los ojos para ver las colinas, los valles, las montańas, los ríos, para ver el paisaje. El espectáculo siempre renovado de la naturaleza.

Carlos Pellicer tiene los ojos en las manos, el mundo que nos entrega es un mundo mejor que el nuestro; ya sin polvo, ni sangre, ni odio, recién salido del baño, acabado de pintar, acabado de nacer.

Carlos Pellicer fue un inspirado, un entusiasmado por la naturaleza  y sus prodigios, un entusiasmado que tuvo el don de contagiar su entusiasmo.

Nos enamora esa poesía de Carlos Pellicer que hace volar al mundo y convierte en nube a la roca , en lluvia al bosque.

Cada vez que leo a Pellicer veo de verdad.

- Octavio Paz -


Del ilustrador brasileño Leandro Lamas

Palais Royal, París, 1662

Un tapicero acaba de cometer un provocativo abuso: ha tenido el coraje de sentar el tema de la condición femenina en los fastuosos sillones del Teatro, abarrotado de integrantes de la Corte.

El osado se llama Jean-Baptiste Poquelin, mejor conocido por su seudónimo artístico de Molière.


15 de enero de 1622 - París
Dramaturgo, humorista, actor, director ... y tapicero.

La escuela de las mujeres se estrenó el martes 26 de diciembre de 1662, en el Palais Royal. 
La Grange anotó que la recaudación fue de 1518 libras: esto representaba 83 libras y diez sueldos para cada actor. Esa suma jamás sería superada por Molière. La obra se mantuvo en cartel hasta marzo de 1663, con el mismo éxito. Sin embargo, desde el mismo estreno tuvo muchos detractores entre la gente de la alta sociedad.
¿Qué le reprochaban? La debilidad de su trama, su desenlace inverosímil, su vulgaridad y su inmoralidad.

El argumento: Arnolfo había entregado a Inés, una niña abandonada, a unos campesinos para que la criaran. Más tarde, la internó en  un convento, y ordenó que la mantuvieran en una piadosa ignorancia sobre el mundo. Al comenzar la obra, Arnolfo ha hecho llevar a Inés a su casa para casarse con ella. En cambio ella se enamora de un joven de su edad. Logra casarse finalmente con el hombre a quien ama.

Aquí la acción  sólo constituye un apoyo para los personajes. Cuando el objetivo es narrar una historia, se puede juzgar con severidad un desenlace torpe. Sin embargo, La escuela de las mujeres es una comedia de caracteres. Su acción  se desarrolla en la progresión de los sentimientos de Arnolfo y la brusca maduración sentimental de su protegida. La acción es interior. Lo cómico reside en la situación. En la obra de Molière se manifiesta el trágico frustrado, también, conoce mejor que nadie el valor de la risa, y lo que suele ocultar.

Los Grandes querían que La escuela de las mujeres se representara en sus casas, lo que sucedió en numerosas ocasiones. Luis XIV otorgó una pensión a Molière. Esas pensiones las entregaban los empleados del tesorero de la administración, en bolsas de seda bordadas en oro, en las casas de los beneficiarios. El segundo año, las bolsas eran de simple fibra vegetal y en los años siguientes había que ir a buscarlos personalmente a la oficina del tesorero y se cobraba en moneda ordinaria, y los años empezaron a tener quince o dieciséis meses. Las guerras y el tren de vida de la Corte empobrecían el tesoro.
                  
De: www.esadsevilla.com



(...) Pues bien, así fue como Molière se vio forzado a poner en escena una nueva comedia: La escuela.
Ese año, 1662, había comenzado para él con un matrimonio. Armande Béjart, su nueva esposa, tenía veinte años; Molière había pasado los cuarenta. Inés tenía veinte años cuando se enamoró de Horacio y no de Arnolfo; Arnolfo, ese hombre patético que mantuvo a Inés en la ignorancia para preservar su virtud y casarse con ella, tenía cuarenta y dos. (Nos enteramos de la cifra exacta en la primera escena, el diálogo de Arnolfo con Crisaldo.) La coincidencia es demasiado flagrante; el espectáculo de Molière observándose a sí mismo y delatando sus miedos es de una transparencia casi dolorosa; el riesgo de la burla y de la calumnia es evidente. Ocurrió la burla: si Molière se preocupa tanto de los cornudos, se dijo, es porque se cuenta entre ellos. Ocurrió la calumnia: las autoridades morales no olvidaban que la troupecon la que Molière partió en 1645 incluía a Madeleine Béjart, y no tuvieron empacho en sugerir –bajo acusación de incesto– que Madeleine no era la hermana de Armande, sino su madre. Nada de eso importó demasiado: Molière representó La escuela de las mujeres (como correspondía, tomó él mismo el papel de Arnolfo), y al hacerlo revolucionó el teatro parisino pero también la historia del género, y ganó envidias que fueron desde los cortesanos miopes hasta el cardenal Richelieu y simpatías desde Boileau, su amigo y defensor, hasta el rey mismo.

La escuela es una especie de bisagra. Ya no es la comedia de gestos y situaciones que fue Las preciosas, pero todavía no abandona del todo la intriga primitiva, como lo hará el Tartufo. Tiene el lugar que Madame Bovary ocupa dentro de la historia de la novela, el espécimen que de repente eleva su género a una dignidad nueva. Su escritura respondió a la lógica implacable del artista: puesto que ciertas cosas le eran prohibidas con los medios a su alcance, Molière inventó la manera de hacerlas permisibles. Para hacerlo sustituyó la pintura heroica por la cotidiana, la mitología clásica por la sociedad a su alcance, lo extraordinario y lo maravilloso por lo más natural. Para hacerlo, en fin, otorgó a sus personajes profundidad y ridiculez al mismo tiempo, y defendió esta idea subversiva: que un hombre puede ser ridículo en algunas situaciones y honesto en otras sin que en ello haya contradicción alguna. Arnolfo –igual que el avaro y que el hombre engañado por Tartufo– tiene cierta gravedad final, cierta delicada tristeza, un fondo trágico que no deja de resultar incómodo. Sobre la dificultad de la tragedia y de la comedia, contra aquellos que sostenían que la primera era más exigente por la mera circunstancia de ser más seria, Molière escribió:

Encuentro que es mucho más sencillo izarse sobre sentimientos grandiosos, desafiar en verso a la fortuna, acusar al destino e injuriar a los dioses, que entrar como se debe en el ridículo de los hombres y reflejar agradablemente sobre el teatro los defectos de todo el mundo. Cuando se pinta a un héroe, se hace lo que se quiera. Se trata de retratos sin motivo, en los cuales uno no busca el parecido; y uno no tiene más que seguir los rasgos de una imaginación que toma vuelo y que a menudo abandona lo verdadero por atrapar lo maravilloso. Pero cuando uno pinta a los hombres, es preciso pintar a partir del modelo.

En efecto, el éxito indiscutible de La escuela permitió a Molière prescindir de uno de los comportamientos habituales de los dramaturgos franceses. (...)

Las reglas le sirvieron para acentuar la verosimilitud de sus representaciones; si se le metían en el camino, las doblaba cuanto fuera necesario o sencillamente las ignoraba.

El alejandrino, cuya dignidad artística va de la mano con su naturalidad, debió resultarle particularmente útil a un Molière que buscaba, con la misma pieza, reivindicar su género y reflejar las gentes de su siglo. Los personajes de La escuela hablan con rimas, pero el espectador lo olvida. Un personaje de Molière, aun hablando en alejandrinos, refleja las voces de los burgueses, de los nobles, de los criados. Molière –de nuevo, hombre de teatro antes que poeta– no pone distancia entre su retórica y su público. Escribe para ser entendido y lo hace con tanto arte y tanta gracia como es posible. Ambas razones motivaron el desprecio que le tuvieron cortesanos y académicos. El desprecio clerical tuvo otras justificaciones, que menos tuvieron que ver con el teatro que con la peligrosa subversión de las mujeres.

Arnolfo es ridículo porque pretende, alejando a una joven del conocimiento del mundo, mantenerla en la virtud; la Iglesia no se dio cuenta de que se ponía en la misma posición al condenar la obra de Molière. Para encontrar los orígenes de La escuela, no basta pensar en el hombre de cuarenta que se casó con la muchacha de veinte, pero dejar aparte la biografía de Molière tampoco es demasiado inteligente.

En cuanto a la posición de las mujeres en la sociedad, Molière fue el comentarista más agudo de su época: siglos antes que Shaw, se percató de que el mito de Pigmalión estaba vigente y de que las mujeres de su tiempo constituían legiones enteras de Galateas. Fue el primero en poner sobre la mesa el asunto de la educación de las jóvenes, el primero en fustigar sin misericordia los afanes oscurantistas de los maridos y también el primero en burlarse de las pretensiones y el esnobismo de las cortesanas. Pero más allá del rango social de sus observaciones, Molière, habiendo vivido en el ambiente de la compañía itinerante, era un buen conocedor de la naturaleza femenina. Le gustaban las mujeres, y las entendía bien; podemos imaginar que su relación con Marquise du Parc, actriz de su compañía, fue más humana que la que ésta tuvo, casi en seguida, con Racine. Por eso pudo ser tan estricto frente a Arnolfo, cuyos comentarios –desde la arrogancia estúpida con que se burla de los maridos cornudos hasta las Máximas del matrimonio con que pretende educar a Inés– son de una miopía insalvable. Y por eso pudo, también, permitir que su personaje terminara su última escena con ese Oh!, interjección terrible que ni siquiera es levantada del polvo por una palabra articulada, como si el amante abandonado quedara reducido a una criatura balbuceante e infrahumana.

De: Molière, pintado al óleo (Fragmentos)
Juan Gabriel Vásquez

De: ElMalpensante.com