Todos aprendemos de todos: un lema inapelable en nuestra
Casa.
Por eso, hoy, Eduardo Varela -querido compañero de larga
trayectoria en PERRAS NEGRAS, investigador enamorado de culturas originarias (si no
son occidentales, mejor)- nos presenta a:
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Joumana Haddad 6 de diciembre de 1970- Beirut Poeta, periodista, traductora (domina siete lenguas), artista y activista. |
Geología del “yo”
Soy el 6 de diciembre de mil novecientos setenta;
soy la hora justo después del mediodía.
Los gritos de mi madre alumbrándome
y sus gritos alumbrándola.
Su útero soltándome para emerger por mí misma,
su sudor alcanzando mi potencialidad.
Soy los ojos de mi familia sobre mí,
las miradas del padre, del abuelo, de las tías.
Soy todas sus perspectivas posibles;
las cortinas corridas, y las paredes detrás de esas,
y soy la que no tiene nombre, ni mano, por lo que viene
detrás.
Soy las expectativas sobre mí, los sueños malogrados,
los vacíos suspendidos como amuletos en torno a mi cuello.
Soy el abrigo rojo ceñido, que lloraba al llevarlo,
y todas las constricciones que aún me hacen llorar.
Soy las tablas de multiplicar que aún ahora no domino.
El dos que suma uno, siempre uno.
Y soy la teoría de las líneas curvas, nunca juntas.
Soy mi fe, de niña, en que la Tierra giraba en torno a mi
corazón
y mi corazón, en torno a la Luna.
Soy la mentira de Papá Noel,
que aún hoy creo.
Soy la mentira de Dios,
que no creo más.
Soy la astronauta que soñaba ser algún día,
las arrugas de mi abuela que se suicidó;
mi frente apoyada en su regazo ausente.
Soy chantaje, mi vicio inaugural.
Soy guerra
y el cadáver del hombre que los combatientes arrastraron
ante mí,
y su pierna intentando seguirlo.
Soy la adolescencia de mi pecho derecho,
la sabiduría del izquierdo,
el poder de ambos bajo una camiseta ajustada
y luego mi conciencia de su poder: el inicio de la caída.
Soy mi aburrimiento rápido, mi primer cigarrillo, mi
atrasada obstinación,
las estaciones pasadas.
Y soy la nieta de la niña que fui;
su falta de mi rabia,
mis decepciones, mis triunfos,
mis laberintos, mis mentiras,
mis cicatrices y mis virajes erróneos.
De: http://akantilado.wordpress.com
El retorno de Lilith
Las bestias monteses se
encontrarán con los gatos
cervales, y el peludo gritará
a su compañero:
Lilith también tendrá allí
asiento, y hallará para sí reposo.
Isaías 34:14
Yo soy Lilith, la diosa de dos noches que vuelve de su
exilio.
Yo soy Lilith, la diosa de dos noches que vuelve de su
exilio.
Soy Lilith, la mujer destino. Ningún macho escapa a mi
suerte y ningún macho quisiera escapar.
Soy las dos lunas Lilith. La negra no está completa sino por
la blanca, ya que mi pureza es la chispa del desenfreno y mi abstinencia, el
inicio de lo posible. Soy la mujer-paraíso que cayó del paraíso, y soy la
caída-paraíso.
Soy la virgen, rostro invisible de la desvergüenza, la
madre-amante y la mujer-hombre. La noche, pues soy el día; la costa derecha,
pues soy la izquierda; y el Sur, pues soy el Norte.
Soy la mujer festín y los convidados al festín. Me llaman la
hechicera alada de la noche, la diosa de la tentación y del deseo. Me han
nombrado patrona del placer gratuito y de la masturbación y liberada de la
condición de madre para que sea el destino inmortal.
Soy Lilith, la de los blancos senos. Irresistible es mi
encanto, pues mis cabellos son negros y largos y de miel son mis ojos. La
leyenda cuenta que fui creada de la tierra para ser la primera mujer de Adán,
pero no me sometí.
Soy Lilith que retorna del calabozo del olvido blanco, leona
del señor y diosa de dos noches. Yo reúno aquello que no puede ser reunido en
mi copa y lo bebo ya que soy la sacerdotisa y el templo. Agoto toda embriaguez
para que no se piense que me puedo saciar. Me hago el amor y me reproduzco para
crear un pueblo de mi linaje, ya que mato a mis amantes para dar paso a los que
aún no me han conocido.
Soy Lilith, la mujer selva. No supe de espera deseable, pero
sí de leones y de especies puras de monstruos. Fecundo todos mis flancos para
fabricar el cuento. Reúno las voces en mis entrañas para que se complete el
número de esclavos. Devoro mi cuerpo para que no se me diga famélica y bebo mi
agua para nunca sufrir de sed. Mis trenzas son largas para el invierno y mis
maletas no tienen cubierta. Nada me satisface ni me sacia y aquí estoy de
regreso para ser la reina de los extraviados en el mundo.
Soy la guardiana del pozo y el reencuentro de los opuestos.
Los besos sobre mi cuerpo son las heridas de aquellos que trataron. Desde la
flauta de los muslos asciende mi canto, y desde mi canto la maldición se
expande en agua sobre la tierra.
Soy Lilith, la leona seductora. La mano de cada sirviente,
la ventana de cada virgen. El ángel de la caída y de la conciencia del sueño
ligero. Hija de Dalila, de María Magdalena y de las siete hadas. No hay
antídoto contra mi maldición. Por mi lujuria se elevan las montañas y se abren
los ríos. Regreso para penetrar con mis flujos el velo del pudor y para limpiar
las heridas de la falta con el aroma del desenfreno.
Desde la flauta de los muslos asciende mi canto
y por mi lujuria se abren los ríos.
¿Cómo podría no haber mareas
cada vez que entre mis labios verticales brilla una sonrisa?
Porque soy la primera y la última
La cortesana virgen
El codiciado temor
La adorada repudiada
Y la velada desnuda,
Porque soy la maldición de lo que antecede,
El pecado desapareció de los desiertos cuando abandoné a
Adán.
Él se equivocó por completo, hizo añicos su perfección.
Lo hice descender a tierra, y para él alumbré la flor de la
higuera.
Soy Lilith, el secreto de los dedos que insisten. Perforo el
sendero, divulgo los sueños, destruyo ciudades de hombres con mi diluvio. No
reúno dos de cada especie para mi arca. Más bien los transformo a todos para
que el sexo se purifique de toda pureza.
Yo, versículo de la manzana, los libros me han escrito
aunque ustedes no me hayan leído. El placer desenfrenado, la esposa rebelde, la
realización de la lujuria que conduce a la ruina total. En la locura se
entreabre mi vestimenta. Los que me escuchan merecen la muerte y los que no me
escuchan morirán de despecho.
No soy remisa ni la yegua dócil,
soy el estremecimiento de la primera tentación.
No soy remisa ni la yegua dócil,
Soy el desvanecimiento del último pesar.
Yo, Lilith, el ángel desvergonzado. La primera yegua de Adán
y la corruptora de Satán. El imaginario del sexo reprimido y su más alto grito.
Tímida, pues soy la ninfa del volcán; celosa, pues la dulce obsesión del vicio.
El primer paraíso no me pudo soportar. Y me arrojaron de él para que siembre la
discordia sobre la tierra, para que dirija en los lechos los asuntos de los que
a mí se someten.
Soy Lilith, el destino de los conocedores y la diosa de dos
noches. La unión del sueño y de la vigilia. Yo, la poeta feto, perdiéndome gané
mi vida. Regreso de mi exilio para ser la esposa de los siete días y las
cenizas de mañana.
Yo la leona seductora regreso para cubrir de vergüenza a las
sumisas y reinar sobre la tierra. Regreso para sanar la costilla de Adán y
liberar a cada hombre de su Eva.
Yo soy Lilith
Y vuelvo de mi exilio
Para heredar la muerte de la madre que he criado.
Joumana Haddad: «En Líbano sólo sobrevivimos»
Profesión: poeta, traductora,
periodista y escritora. Nació: en 1970, en Beirut (Líbano).
Por qué está aquí: acaba de
publicar «Yo maté a Sherezade. Confesiones de una mujer árabe furiosa»
(Debate).
30 de marzo de 2011. 04:00h
Cecilia García.
–¿Por qué está furiosa?
–La furia es un sentimiento
contrario a la resignación. Estoy furiosa y harta de los clichés sobre la mujer
árabe, que algunos son ciertos, pero están incompletos. Es cierto que hay
algunas que se sienten incapaces y son autoindulgentes. Se dicen: «Soy débil,
no tengo poder, por lo que no puedo cambiar mi destino», pero hay otras como
yo, furiosas, independientes y decididas a cambiar las cosas.
–¿Y no será que, ya sea en el
mundo árabe, o en Occidente seguimos esperando a una dócil Sherezade?
–Sí, una mujer exótica,
encantadora, que sabe contar historias, sensual, a las que se las trata con
condescendencia... Pero, cuidado, también hay mujeres occidentales así.
–Incluso a algunas les gusta
serlo. ..
–Sí, aunque saben que es pura
sumisión, su vida está en manos de los hombres.
–Usted descubrió la literatura, y
en especial la literatura erótica muy pronto...
–Sí, me sentía encadenada por mi
país, que vivía una guerra absurda, y una familia que me dio una educación muy
estricta. Leer «Lolita» y «Justine» fue como una explosión para mí. Encontré mi
identidad más auténtica, me reencontré con mi cuerpo, mi sexualidad y mi
independencia.
–¿Está eufórica por las revueltas
en el mundo árabe?
–Sí que estoy contenta, y también
observo los movimientos con mucha prudencia. Evidentemente, esas dictaduras
eran horrorosas, pero no estoy segura de que lo que venga ahora sea mejor,
sobre todo, para las mujeres.
–Pero ellas han estado presentes
en las revueltas.
–Me temo que muchas han sido
utilizadas por los hombres para estar ahí, pero no se han dado cuenta. Por
ejemplo, en Egipto, donde las mujeres no están tomando ningún protagonismo en
la Transición. No creo que los nuevos regímenes sean más sensibles a los
derechos de las mujeres, porque consideran un lujo.
–¿Cómo valora la intervención en
Libia?
–Creo que está movida por
intereses económicos, no creo que empleen la misma fuerza en Siria o en Yemen,
cuyos pueblos viven también en dictadura.
–Al menos, en el Líbano la
situación no es tan crítica...
–Hemos vividos muchas pequeñas
guerras, pero tengo la ilusión de vivir un día en un Líbano más libre donde no
se discrimine a la mujer. En Líbano no vivimos, sobrevivimos.
De: http://www.larazon.es
A Eduardo, el agradecimiento de tod@s, y al/ la lector/a, la sugerencia de recorrer la Web para seguir leyendo a Joumana... Como ella sostiene: "La libertad empieza en la cabeza, y al madurar se
expresa en tu discurso, en tu comportamiento"...