sábado, 19 de noviembre de 2016

Poesía, efímero Paraíso del animal humano. Pero Paraíso al fin.



De dolores hundidos, de fantasías impropias,
de corazones encadenados, ensombrecidos,
atacan en procesión de pálpitos
las letras que deshielan mis absurdos sentidos.

Y es en ese minuto fugaz, es en ese escalofrío,
sea en luz u oscuridad,
sea en calma o tempestad,
que me extingo y revivo.

Y entonces admiro lo silvestre,
la tierra y el río.
Me visto de humildad,
me entrego a la inquietud
que en previa perplejidad
me salvó del hastío.

Me lleno de memorias, de imaginación y de réplica.
Me nutro de ausencias y de olvido.
¿ Quién dijo que estar en soledad es sentirse vacío?
No hay más abundancia que en la poesía.


Viviana Gutiérrez



Para Erato


Es oler.
Es tocar.
Es saborear.
Es oír.
Es ver.
Todo por primera vez.
Es la máscara y el desnudo.
Es la rosa y es el sable.
Es el adiós y la bienvenida.
Es la rima recatada,
y el verso caprichoso.

II

Coronada con mirto y rosas,
aparecías lejana e inescrutable.
Pero tu disimulado canto
horadó mi  alma.
Y yo, ya sin fuerzas, me arrodillé
en la derrota.
Me acariciaste con palabras,
llenando un mundo
hasta ahora
invisible.
Latente.


Andrea Alves





La flor del primate

Poesía,
flor apenas visible
que anida sigilosa en el cerebro del primate
que soy, que eres, que somos,
aún.
El borde de sus pétalos
desafilando pacientemente
las pétreas puntas
que los más fieros cinceles
denodadamente han tallado
entre las rojas corrientes donde braceamos para la vida.
Pero sólo a veces
se siente ese balsámico roce.
(La energía del púrpura puede atravesar tus más escondidas células y paralizar hasta tu tacto.)
Flor obstinada la poesía.
Porque
desde las falanges de tus pies
arremete
y enroscando
su fragancia
en
tu vástago óseo,
por el agujero occipital
quizá a la más débil de las ramitas de su insólito nido
la cuelga,
para que el adolorido primate (nosotros, tú, yo)
guturee
acerca del paisaje que ha teñido de escarlata sus porfiadas plantas.
Entonces
sí,
apenas
por
ese
instante,
asoma
nuestra
exclusiva
flor.


Carbonilla




















"Oh, Chatterton, ... tu arte va más allá de las estrellas"- John Keats

20 de noviembre de 1752- Bristol- Inglaterra

Thomas Chatterton fue uno de los primeros escritores en emplear el recurso de la heteronimia.
Diecisiete años le fueron suficientes para crear a varios “autores”, como el monje medieval Thomas Rowley –el más famoso-. Todos “compusieron” poemas, baladas, genealogías, biografías y autobiografías, piezas periodísticas y teatrales, sátiras; todos “se conocían” entre sí y, en consecuencia, se escribían cartas o se traducían mutuamente.
En la fugaz vida de Thomas, el hambre fue una motivación más poderosa que la educación formal pues a los cinco años la escuela en la que estaba inscrito lo expulsó “por inútil”. A los siete, ya había aprendido a leer y escribir sin ayuda de ningún maestro; sólo la miseria padecida en su hogar empujaba su aprendizaje y su imaginación.
Murió solito en un altillo alquilado en Londres.
Entonces se dijo que se había suicidado, a pesar de estar trabajando para varios periódicos reconocidos. Hoy se sabe que ingirió una sobredosis involuntaria de láudano y arsénico para contrarrestar los efectos de una gonorrea.
Sin embargo, su poema “Despedidas” abre un paréntesis que la ficcionalización propia del arte no permite cerrar.

DESPEDIDAS


“Adiós, Bristol, inmunda ciudad de ladrillos.
Amantes de la riqueza, adoradores del engaño,
rechazaron a puntapiés al niño que divulgó
viejas acusaciones,
y que por aprender pagó con una fama vacía.
Adiós, Gobernador, sigue tragando idiotas
con tus eternas armas de corrupción.
Me voy donde soplan himnos celestiales,
pero tú, cuando mueras, te hundirás en el infierno.
Hasta siempre, Madre: acaba, por fin, mi alma
angustiada.
No permitas que me equivoque.
Ten misericordia, Cielo, cuando deje de vivir.
Y perdonen este último acto de miseria”.

Thomas Chatterton


Fuentes:
Librería Barco De Papel.html
almadelmar.blogspot.com
http://www.letrasargentinas.com.ar



CHATTERTON

La esperma del ahorcado, un ágata, el ojo salaz del basilisco,
cómo a través del pomo que figura una lágrima hipócrita
se ve flotar en tanta imagen la luz violeta del crepúsculo.
Irrisorio nepente que beberé para engendrar
la versión que algún día se aliará con mi nombre.
¿Habré mentido hasta el final, esta última flaqueza
que dejará en mi boca su amarga flor de espino?
¡Oh mi verdad, pequeña luna entre los dedos,
incomprensible fábula secreta!

Me encontrarán, me lavarán, me enterrarán silbando.
Perdonad si no ayudo,
poco tendré que ver con esos ritos.
Soy mi primer historiador, juglar de ausencias. ¿Quién
podría acusarme
otra vez de falsario? Ya no es falso
esto que se confunde con los otros fantasmas; una niñez,
un reino, una poesía,
una mujer que juega con su anillo.

Alza entonces la copa, Thomas Rowley, bebamos
esta demostración perfecta de inocencia.


Julio Cortázar