domingo, 11 de agosto de 2013

Mantener el equilibrio: ley universal

















Bajo la Serpiente de los Huesos Blancos -10-

FUEGO DEL INVIERNO


Invierno afuera, pero en el cuarto cortinado
Sonrojada hasta la belleza por el fuego que flamea 
Aislada de la fealdad de la calle por postigos y persianas 
Una mujer está sentada -las manos rodeando las rodillas 
Inclinada hacia adelante... 
Sobre su pelo suelto 
La luz del fuego teje una trama de oro brillante 
Quema su boca pálido con apasionados besos 
Envuelve su cuerpo cansado en caliente abrazo... 
Apoyadas contra el guardafuego sus botas empapadas 
Humean, y colgadas de la cama de hierro
Su chaqueta y su falda -su sombrero marchito y desastrado. 
Pero ella es feliz. Acurrucada junto al fuego 
Todos los recuerdos del día gris y penumbroso 
Se reducen a nada, y ella olvida 
Que afuera en la calle la lluvia que cae 
Embarra la vereda hasta un grasoso pardo. 
Que, en la mañana debe empezar de nuevo 
Y otra vez buscar lo que no vendrá – 
No siente esa desesperación insana 
Que se filtra en sus huesos durante el día. 
En sus grandes ojos -Cristo querido- la luz de los sueños 
Se demoró y brilló. Y ella, otra vez una niña, 
Vio imágenes en el fuego. Aquellos otros días 
La casa amplia, los cuartos frescos dulcemente perfumados 
Los retratos en las paredes, y cuencos chinos 
Llenos de 'pot pourri'. En su mecedora 
El almohadón bordado con su nombre
Vio otra vez su dormitorio, muy desnudo
La colcha azul trabajada con margaritas blancas y doradas 
Donde dormía, sin sueños...
... Abriendo la ventana, desde el jardín recién segado 
El aroma fragante, fragante del pasto perfumado 
Las lilas lanzando en el aire brillante 
Sus penachos de púrpura El saúco 
Sus capullos como manos pálidas entre las hojas 
Temblando y oscilando. Y, Oh, el sol 
Que con su beso vuelve a darle calor y vida 
Así que es joven, y extiende los brazos...
La mujer, acurrucada junto al fuego, se mueve inquieta 
Suspira un poco, como una niña con sueño 
Mientras las rojas brasas se deshacen en gris...
De pronto, de la calle, una explosión de sonido,
Un organillo, giró y chirrió y resolló
La ebria, el hipo bestial de Londres.



Katherine Mansfield