viernes, 16 de agosto de 2013

El pintor colombiano Fernando Botero en el Museo Blanes hasta mediados de octubre





































El pintor es muy famoso por sus figuras voluminosas y
por haber reinterpretado a otros artistas,
como Velázquez, por ejemplo.

En alguna oportunidad dijo: "Cuando comienzas una pintura es algo que está  fuera de ti. Al terminarla, parece que te hubieras instalado dentro de ella".
¿También habrá sentido así al finalizar la serie sobre Abu Ghraib















































En esta serie de 78 cuadros, Botero abordó una realidad ya difundida a través de diferentes medios: las aberraciones de militares estadounidenses en Irak, más específicamente quienes integraban la Compañía 372 de la Policía Militar, agentes de la CÍA y contratistas.

Tanto el programa 60 Minutos de  la CBS como la Revista The New Yorker publicaron datos sumamente precisos al respecto de una conducta que configura uno más de los innumerables delitos de lesa humanidad cometidos por el Imperio. 

En este caso,el centro de operaciones se constituyó en la prisión de Abu Ghraib, en una localidad del mismo nombre, a veinte kilómetros de Bagdad. Siete mil prisioneros políticos fueron sometidos a todo tipo de vejámenes, con la anuencia y directa complicidad de médicos y científicos.

¿Habrán sido incluidas algunas de estas aproximaciones en la Muestra del Blanes?


Y oportunamente recuerdo  una frase que alguna vez dijo Picasso: 
"El arte es una mentira que permite darnos cuenta de la verdad". 

Concurso de Cuento


Taller de Pasiones Literarias

del
Centro de Formación Humanística
Perras Negras

convoca
al Concurso de Cuento

“Como un lomo de gato bajo la caricia”

cuyas bases son las siguientes:

1- Podrán intervenir personas de cualquier nacionalidad siempre que presenten su texto escrito en español. (No se aceptarán textos con errores ortográficos o de digitación).


2-
    a) El texto no podrá contener más de 1000 palabras, escritas en Arial 12 e interlineado de 1,5;
  
    b) en atención a que en este llamado estamos conmemorando los cincuenta años de publicación de "Rayuela” de Julio Cortázar, se requiere la inclusión (parcial o total) de la siguiente cita, en la historia a presentar:
            “La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo (...) lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia...” (Las palabras de esta cita no serán consideradas en el cómputo de las 1000).


3-
    a) Dicho texto se enviará, bajo seudónimo, a la dirección electrónica laquesiempremociona@gmail.com.

     b) Una breve biografía del autor,  acompañada de sus datos personales (nombre, seudónimo con el que participa en el Concurso, nacionalidad, edad, domicilio, teléfono, correo electrónico), será enviada por correo a:

                        Presidente Batlle 2587 apto. 301- Código Postal 11613- Montevideo, Uruguay.

(La apertura de estos sobres se verificará públicamente una vez seleccionados los ganadores, después del cierre del plazo establecido).No se recibirán textos entregados en forma personal.


4- Podrá cursarse el cuento entre el 1 de agosto y el 15 de setiembre de 2013.


5-   Los fallos del Concurso serán emitidos el 15 de octubre del 2013 por parte de un jurado integrado por profesionales en el tema e inmediatamente publicados en este blog.
   El Jurado no mantendrá correspondencia acerca de sus veredictos y tiene la potestad de resolver cualquier imprevisto que se pueda presentar.


6- El primer premio consistirá en la participación, sin costo alguno, en la publicación (papel) colectiva anual del Centro de Formación Humanística PERRAS NEGRAS.
   Al segundo premio se le otorgará un mes de asistencia gratuita a cualquiera de los grupos del Centro (presenciales o vía web).
   Al tercer premio le corresponderá la publicación de su texto, datos y foto en este blog.
   Estos tres primeros puestos participarán en la presentación pública del Libro del CFH y leerán sus textos en dicho evento, a realizarse en espacio cultural aún a definir.

7-  La participación en el Concurso implica la aceptación de estas bases.








Concurso de Microrrelato


Taller de Pasiones Literarias
del Centro de Formación Humanística 
Perras Negras

convoca al Concurso de Microrrelato
“En Busca del Tiempo Perdido”


cuyas bases son las siguientes:



1- Podrán intervenir personas de cualquier nacionalidad siempre que presenten su texto escrito en español. (No se aceptarán textos con errores ortográficos o de digitación).


2-
    a) Según las convenciones literariamente establecidas, el texto no podrá contener más de 200 palabras;
    b) tendrá que ajustarse a los rasgos con que el eminente estudioso Lauro  Zavala lo ha delineado;
    c) en atención a que con esta minificción conmemoramos los cien años de publicación de “Por el camino de Swann” de Marcel Proust, se requiere la inclusión en ella de la siguiente cita:
             “...me llevé a los labios unas cucharadas de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las miga del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior...” (Las palabras de esta cita no serán consideradas en el cómputo de las 200).


3-
    a) Dicho texto se enviará, bajo seudónimo, a la dirección electrónica laquesiempremociona@gmail.com.

     b) Una breve biografía del autor, acompañada de sus datos personales (nombre, seudónimo con el que participa en el Concurso, nacionalidad, edad, domicilio, teléfono, correo electrónico), será enviada por correo a:

            Presidente Batlle 2587 apto. 301- Código Postal 11613- Montevideo, Uruguay.

(La apertura de estos sobres se verificará públicamente una vez seleccionados los ganadores, después del cierre del plazo establecido).No se recibirán textos entregados en forma personal.


4- Podrá cursarse el Microrrelato entre el 15 de julio y el 15 de setiembre de 2013.


5-   Los fallos del Concurso serán emitidos el 15 de octubre del 2013 por parte de un jurado integrado por profesionales en el tema e inmediatamente publicados en este blog.
   El Jurado no mantendrá correspondencia acerca de sus veredictos y tiene la potestad de resolver cualquier imprevisto que se pueda presentar.


6- El primer premio consistirá en la participación, sin costo alguno, en la publicación (papel) colectiva anual del Centro de Formación Humanística PERRAS NEGRAS.
   Al segundo premio se le otorgará un mes de asistencia gratuita a cualquiera de los grupos del Centro (presenciales o vía web).
   Al tercer premio le corresponderá la publicación de su texto, datos y foto en este blog.
   Estos tres primeros puestos participarán en la presentación pública del Libro del CFH y leerán sus textos en dicho evento, a realizarse en espacio cultural aún a definir.

7-  La participación en el Concurso implica la aceptación de estas bases.



Bajo la Serpiente de los Huesos Blancos -13-

En nuestra vieja casa de Georgia teníamos dos cuartos de estar -uno detrás y otro delante- con puertas plegables entre los dos. Era allí donde hacíamos la vida familiar y también donde representábamos mis espectáculos. El cuarto delantero era el auditorio y el trasero el escenario. Las puertas plegables  el telón. En invierno, la luz del hogar de la chimenea parpadeaba sombría y se reflejaba en las puertas de nogal, y en los últimos tensos momentos antes de alzarse el telón se advertía el tictac del reloj sobre la repisa de la chimenea, el viejo reloj de pie, con el cristal en el que estaban pintados los cisnes. En verano el calor era sofocante en las dos salas hasta el momento de alzar el telón, y al reloj lo silenciaban los silbidos de los jardineros negros y de las radios lejanas. En invierno, flores de escarcha brotaban en los cristales de las ventanas (los inviernos de Georgia son muy fríos), y las habitaciones tenían corrientes y estaban silenciosas. En verano las ventanas abiertas hacían que se agitaran las cortinas con cada soplo de la brisa, llegaba el olor de las flores recalentadas por el sol y, hacia el crepúsculo, también el del césped regado. En invierno tomábamos cacao después de la función y en verano naranjada o limonada. En verano y en invierno los bollos eran siempre los mismos. Los hacía Lucille, la cocinera que teníamos por entonces, y nunca he probado otros tan deliciosos como aquéllos. El secreto de su éxito residía, creo yo, en que nunca le salían bien. Se trataba de magdalenas de pasas y chocolate que no subían como pide la receta, de manera que carecían de abultamiento propiamente tal: lo que hacían era estar húmedas, ser planas y tener las pasas muy juntas. El encanto de aquellas magdalenas era por completo accidental.
Por mi condición de mayor de los hermanos era la guardiana, la que contaba los bollos, la jefa de todas nuestras funciones. El repertorio, ecléctico, iba desde refritos de películas hasta Shakespeare, además de las piezas que yo inventaba y que a veces escribía en mi libreta de anillas Big Chief que costaban cinco centavos. El reparto, eternamente el mismo (mi hermano menor, mi hermana Baby y yo), nuestra mayor desventaja. Baby era en aquellos días una criatura de diez años, altiva y obstinada, terrible en las escenas de muerte, desmayos y otras cosas por el estilo. Cuando Baby se desvanecía para morir de pronto, miraba prudentemente alrededor y caía con mucho cuidado en un sillón o una silla. (En una ocasión, lo recuerdo bien, una de esas caídas mortales rompió dos patas de una de las sillas favoritas de mamá.)
Como directora de las funciones yo aceptaba interpretaciones terribles, pero había una cosa que sencillamente no soportaba. A veces, después de prepararlos y de ensayar media tarde, los actores decidían abandonar el proyecto momentos antes de que alzáramos el telón y se marchaban a jugar al jardín.
“Me esfuerzo y trabajo en una función toda la tarde, y ahora me dejáis plantada”, gritaba yo, perdida por completo la entereza ante la adversidad. “¡No sois más que niños! ¡Niños! No sería mala idea fusilaros.”
Pero ellos se bebían a grandes tragos el cacao o los refrescos y se iban corriendo con los bollos de pasas. La utilería era improvisada, limitada sólo por las modestas prohibiciones de mamá. El cajón de arriba del armario ropero quedaba excluido y en las obras que requerían enfermeras, monjas y fantasmas teníamos que arreglárnoslas con servilletas, manteles y sábanas de la clase inferior.
Las funciones en la sala de estar terminaron cuando leí por primera vez a Eugene O’Neill. Fue el verano en el que encontré sus obras en la biblioteca y coloqué su retrato en la repisa de la chimenea del cuarto de estar que utilizábamos como escenario. En otoño ya estaba escribiendo una pieza en tres actos sobre venganza e incesto: el telón se alzaba en un cementerio y, después de escenas de sufrimientos variados, volvía a caer sobre un catafalco. El reparto lo integraban un ciego, varios débiles mentales y una vieja malévola de unos cien años. La obra no se podía representar en las salas de estar. Hice lo que yo llamé una “lectura” a mis pacientes progenitores y una tía que estaba de visita. A continuación, creo, vinieron Nietzsche y una pieza llamada El fuego de la vida. La obra tenía dos personajes -Jesucristo y Friedrich Nietzsche- y el aspecto que yo valoraba más era que estaba escrita en verso. También hice una lectura de aquella obra, y después entraron los niños, que estaban en el jardín, bebimos cacao junto al fuego en la sala de estar de atrás y nos comimos los hundidos y deliciosos bollos de pasas.
“¿Jesús?”, preguntó mi tía cuando se lo contaron.
“Bueno, la religión siempre es un buen tema.” Aquel invierno las habitaciones de la vida familiar, la ciudad entera, parecían estrujarme y encogerme el corazón adolescente. Anhelaba marcharme lejos. Me atraía Nueva York de manera especial. El reflejo del fuego en las puertas plegables de nogal me entristecía, así como el tedioso sonido del viejo reloj de los cisnes. Soñaba con la distante ciudad de los rascacielos y con la nieve, y Nueva York fue el feliz escenario de aquella primera novela que escribí cuando tenía quince años. Los detalles del libro eran extraños: revisores de metro, patios delanteros de Nueva York; pero para entonces ya no tenía importancia, porque había emprendido otro viaje. Fue el año de Dostoyevski, Chejov y Tolstoi, y los primeros barruntos de la existencia de una región insospechada, equidistante de Nueva York, de la Rusia de los zares y de nuestras salas de Georgia: la maravillosa región solitaria de las historias sencillas y del mundo interior".
Lula Carson Smith  /  Carson Mc Cullers
Georgia (1917-1967)

Estudió en clases nocturnas
Escritura Creativa,
en la Universidad de Columbia y
en el Washington Square College.
Padeció una enfermedad crónica
que, con el paso del tiempo,
le atrajo otras.
Pero nunca se rindió.
Desde su escritura, militó socialmente
por varias realidades:
la marginación, el sexo, el racismo.










“El viernes cayó una larga y lenta lluvia de invierno. La pared se mojó; los mensajes se borraron hasta el punto de no quedar una sola palabra legible. La lluvia continuó cayendo gris, implacable y fría”.

De: El corazón es un cazador solitario” 

De "realismo sucio" fue bautizada su escritura y, sin embargo, es tan limpia...


Heinrich Karl Bukowski /  Charles Bukowski
16 de agosto de 1820- Alemania
Otra biografía que merece ser leída con mucha atención y criticismo positivo; otra producción, muy prolífica, que nos convoca de nuevo a preguntarnos qué es la literatura, qué concepción proyecta de ella nuestra sensibilidad. 


Tal vez sea una buena idea comenzar considerarando los siguientes textos:



LLEGARON A TIEMPO


Me gusta pensar en escritores como James Joyce
Hemingway, Ambrose Bierce, Faulkner, Sherwood
Anderson, Jeffers, D. H. Lawrence, A. Huxley,
John Fante, Gorki, Turgenev, Dostoievsky, Saroyan,
Villon, incluso Sinclair Lewis, y Hamsun, incluso T. S.
Elliot y Auden, William Carlos Williams y
Stephen Spender y el valiente de Ezra Pound.

me enseñaron tantas cosas que mis padres
nunca me enseñaron, y
también me gusta pensar en Carson McCullers
con su Café Triste y Ojo dorado.
ella me enseñó muchas cosas que mis padres
nunca supieron.

me gustaba leer los libros de tapa dura de las bibliotecas
en su simple encuadernación de biblioteca
azul y verde y marrón y rojo claro
me gustaban los viejos bibliotecarios (varones y mujeres)
que te miraban seriamente
si tosías o te reías muy fuerte,
y aún cuando se parecían a mis padres
en realidad no había ninguna similitud.

ahora ya no leo a estos autores que alguna vez leí
con tanto placer,
pero es bueno pensar en ellos,
y también me
gusta mirar las fotografías de Hart Crane y
Caresse Crosby en Chantilly, 1929
o las fotos de D. H. Lawrence y Frieda
asoleándose en Le Moulin, 1928.
Me gusta ver a André Malraux en su traje de aviador
con un gatito en el pecho y
me gustan las fotos de Artaud en el loquero
Picasso en la playa con sus fuertes piernas
y su cabeza pelada, y también está
D. H. Lawrence ordeñando esa vaca
y Aldous en Saltwood Castle, Kent, Agosto de
1963.

Me gusta pensar en toda esta gente
que me enseñaron tantas cosas que yo
nunca había imaginado antes.
y me enseñaron bien,
muy bien
cuando eso era tan necesario
me mostraron tantas cosas
que nunca creí que fueran posibles.
Todos esos amigos
bien adentro de mi sangre
quienes
cuando no había ninguna oportunidad
me dieron una.


Vivir de cubos de basura


El viento sopla fuerte esta noche
Y es viento frío
Y pienso en los chicos
De la calle.
Espero que algunos tengan
Una botella de tinto.

Cuando estás en la calle
Es cuando te das cuenta de que
Todo
Tiene dueño
Y de que hay cerrojos en
Todo.
Así es como funciona la democracia:
Coges lo que puedes,
Intentas conservarlo
Y añadir algo
Si es posible.

Así es también como funciona
La dictadura
Sólo que una esclaviza
Y la otra destruye a sus
Desheredados.

Nosotros simplemente nos olvidamos
De los nuestros.

En cualquier caso
Es un viento
Fuerte
Y frío.





Arte



Cuando el
Espíritu
Se desvanece
Aparece
La 
Forma.






Putrefacción


Últimamente
Me ronda este pensamiento
Que este país
Ha retrocedido
4 0 5 décadas
y que todo el
avance social
los buenos sentimientos de
una persona hacia otra
se han borrado
y se han reemplazado por la
vieja
intolerancia de siempre.

Más que nunca
Tenemos
Egoístas ansias de poder
Desprecio por el
Débil
El viejo
El pobre
El desvalido.

Estamos reemplazando necesidad con
Guerra
Salvación con
Esclavitud.

Hemos desperdiciado
Los logros
Nos hemos deteriorado
Deprisa.

Tenemos nuestra Bomba
Es nuestro miedo
Nuestra vergüenza
Y nuestra condena

Ahora
Se ha apoderado de nosotros
Algo tan triste
Que nos deja
Sin aliento
Y ni siquiera podemos
Llorar.




A solas con todo el mundo


La carne cubre el hueso
y dentro le ponen
un cerebro y
a veces un alma
y las mujeres arrojan
jarrones contra las paredes
y los hombres beben demasiado
y nadie encuentra al otro
pero siguen
buscando
de cama
en cama,
la carne cubre
el hueso y la
carne busca algo más carne.

no hay ninguna posibilidad:
estamos todos atrapados
por un destino
singular.

nadie encuentra jamás al otro.

los tugurios se llenan
los vertederos se llenan
los manicomios se llenan
las tumbas se llenan

nada más
se llena.










SE BUSCA UNA MUJER


Edna bajaba por la calle con su bolsa de la compra, cuando pasó a la altura del automóvil. Había algo escrito en la ventanilla lateral:
SE BUSCA UNA MUJER.
Se paró. Era un cartón pegado a la ventanilla, con alguna especie de anuncio. En su mayor parte estaba escrito a máquina. Edna no podía leerlo desde el lugar de la acera en que se encontraba. Sólo podía ver las letras grandes:
SE BUSCA UNA MUJER.
Era un coche nuevo y de los caros. Edna cruzó la hierba y se acercó a leer la
parte mecanografiada:
«Hombre de 49 años. Divorciado. Busca una mujer con fines matrimoniales. Que tenga entre 35 y 44 años. Me gusta la televisión y los films. La buena comida. Soy contable y tengo el trabajo bien asegurado. Tengo dinero en el banco. Me gustan las mujeres algo rellenas.
Edna tenía 37 años y estaba algo rellena. Había un número de teléfono. También había tres fotos del caballero que buscaba una mujer. Parecía rico y elegante, con su traje y corbata. También parecía algo estúpido y un poco cruel. Y hecho de madera, pensó Edna, hecho de madera...
Siguió su camino, con una pequeña sonrisa. También sentía una especie de repulsión. Pero cuando llegó a su apartamento ya se había olvidado por completo de todo. Fue varias horas más tarde, sentada en la bañera, cuando empezó a pensar en él otra vez, y esta vez pensó en lo solo, en lo terriblemente solo que debía encontrarse para haber llegado a hacer una cosa así:
SE BUSCA UNA MUJER.
Se lo imaginó llegando a la casa, encontrándose las facturas del gas y del teléfono en el buzón, desnudándose, tomando un baño, la televisión encendida. Después leería el periódico de la tarde. Luego entraría en la cocina a hacerse la cena. Allí, quieto, mirando como se fríe el pan, en calzoncillos. Luego cogería la comida y la llevaría a una mesa, se la comería. Le podía ver
bebiéndose su café. Luego más televisión. Y quizás un solitario bote de cerveza antes de acostarse. Debía haber millones de hombres como él en toda América.
Edna salió de la bañera, se secó, se vistió y salió del apartamento. El coche seguía allí. Apuntó su nombre, Joe Lighthill, y el número de teléfono. Leyó de nuevo toda la parte mecanografiada. «Films». Era un término muy culto. La gente decía «películas» normalmente. Se busca una mujer. El anuncio era bastante atrevido. Por lo menos había mostrado ser original al escribirlo.
Cuando Edna volvió a casa se tomó tres tazas de café antes de marcar el número. El teléfono sonó cuatro veces. «¿Hola?» Contestó él.
—¿Señor Lighthill?
—¿Sí?
—Es que vi su anuncio. Su anuncio en el coche...
—Ah, sí.
—Me llamo Edna.
—¿Cómo estás, Edna?
—Oh, muy bien. Pero hace tanto calor. Este tiempo es demasiado.
—Sí, hace la vida difícil.
—Bueno, señor Lighthill...
—Llámame Joe, a secas.
—Bueno, Joe, ja, ja, ja, me siento como una tonta. ¿Sabes por qué he llamado?
—Viste mi anuncio.
—Bueno, quiero decir, ja, ja, ja. ¿Qué es lo que te pasa? ¿No puedes conseguir una mujer?
—Creo que no. Edna, dime. ¿Dónde están?
—¿Las mujeres?
—Sí.
—Oh, pues en todas partes, ya sabes.
—¿Dónde? Dime. ¿Dónde?
—Bueno, en la iglesia, por ejemplo. Hay mujeres en la iglesia.
—No me gusta la iglesia.
—Oh.
—Escucha. ¿Por qué no te vienes aquí, Edna?
—¿Quieres decir allí, a tu casa?
—Sí. Tengo un buen apartamento. Podemos tomarnos una copa, conversar. Sin compromiso.
—Es tarde.
—No es tan tarde. Escucha, viste mi anuncio y llamaste. Debes estar interesada.
—Bueno, es que...
—Tienes miedo, eso es lo que te pasa. Tienes miedo.
—No, yo no tengo miedo.
—Entonces vente, Edna.
—Bueno, es que...
—Vamos.
—Bueno, de acuerdo. Estaré allí en quince minutos.
Era en el último piso de un moderno complejo de apartamentos. Apartamento 17. La piscina reflejaba las luces. Edna llamó. La puerta se abrió y allí estaba el señor Lighthill. Con una calvicie incipiente; la nariz afilada con pelos saliéndole de los orificios; la camisa abierta por el cuello.
—Entra, Edna...
Ella pasó y la puerta se cerró detrás. Edna se había puesto un vestido de seda azul. No se había puesto medias. Iba en sandalias y fumando un cigarrillo.
—Siéntate. Te serviré algo de beber.
Era un sitio bonito. Todo estaba decorado en azul y verde, y además estaba muy limpio. Pudo oír al señor Lighthill canturreando sordamente mientras preparaba las bebidas... Parecía relajado y eso la tranquilizó.
El señor Lighthill —Joe— salió con las bebidas. Le alcanzó a Edna la suya y fue a sentarse a una silla en el lado opuesto de la habitación.
—Sí —dijo él—, hace calor, un calor infernal. Pero yo tengo aire acondicionado. ¿Te has dado cuenta?
—Sí, ya lo noté. Está muy bien.
—Bebe algo.
—Oh, sí.
Edna probó un trago. Estaba bueno, un poco fuerte, pero sabía bien. Vio a Joe inclinar la cabeza hacia atrás al beber. Tenía una gruesa papada. Y sus pantalones eran demasiado holgados. Parecían ser varias tallas más grandes. Le daban a sus piernas un aspecto cómico, ridículo.
—Llevas un vestido muy bonito, Edna.
—¿Te gusta?
—Oh, sí, te cae muy bien. Parece cómodo, muy cómodo.
Edna no dijo nada. Y Joe tampoco. Y allí estaban, sentados, mirándose el uno al otro, bebiéndose sus vasos.
¿Por qué no habla?, pensó Edna. Se supone que es él quien debe empezar la conversación. Verdaderamente tenía algo de madera...
Edna terminó su bebida.
—Deja que te sirva otro —dijo Joe.
—No. Me tengo que ir ya.
—Oh, vamos —dijo él—; déjame que te sirva otro trago. Necesitamos beber algo para soltarnos.
—Está bien, pero después de éste me voy.
Joe se llevó los vasos a la cocina. Esta vez no canturreó. Salió, le dio a Edna su vaso y volvió a sentarse en la silla al lado opuesto de la habitación. La bebida era ahora más fuerte.
—Sabes —dijo—, soy bastante bueno en el sexo.
Edna bebió su vaso y no contestó nada.
—¿Qué tal eres tú en la cuestión sexual? —preguntó Joe.
—Nunca lo he hecho.
—Deberías hacerlo, sabes, así te darías cuenta de quién eres y qué eres.
—¿Tú crees que todo eso es verdad? Quiero decir, yo lo he leído en los periódicos, no sé qué pensar. Yo no lo he hecho nunca pero he visto fotos —dijo Edna.
—Por supuesto que es verdad, deberías hacerlo.
—Tal vez no sea muy buena para estas cosas —dijo Edna—. Tal vez es por eso que estoy sola. —Se tomó un buen trago del vaso.
—Cada uno de nosotros, al fin y al cabo, siempre solos —dijo Joe.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que, no importe cómo vaya la cuestión sexual, o el amor, o ambos, llega un día en que todo se acaba.
—Eso es triste —dijo Edna.
—Sí, claro. Así llega un día en que todo se pasa. Y entonces, o se corta o todo se convierte en una tregua infernal: Dos personas viviendo juntas sin el menor sentimiento entre ellas. Creo que es mucho mejor vivir solo que eso.
—¿Tú te divorciaste de tu mujer, Joe?
—No, ella se divorció de mí.
—Y qué es lo que fue mal?
—Las orgías sexuales.
—¿Las orgías sexuales?
—Sí, ya sabes, una orgía es el lugar más solitario del mundo. Esas orgías... Me sentía desesperado... Esas pollas deslizándose dentro y fuera... Perdóname...
—No pasa nada.
—Bueno, esas pollas deslizándose dentro y fuera, piernas enredadas, los dedos trabajando, hurgando por todos lados, bocas, todo el mundo babeando, y sudando, y una ciega determinación a hacerlo... como sea.
—No sé mucho acerca de esas cosas, Joe —dijo Edna.
—Yo creo que, sin amor, el sexo no es nada. Las cosas sólo pueden tener un significado cuando existe algún sentimiento entre los participantes.
—¿Quieres decir que a cada uno le debe gustar el otro?
—Eso ayuda bastante.
—¿Supón que ambos se casen. Supón que tienen que seguir juntos, por cuestiones económicas, niños, cualquier cosa?
—Las orgías no arreglarán nada.
—¿Y entonces qué?
—Bueno, no sé. Tal vez el swap.
—¿El swap?
—Sí, ya sabes, cuando dos parejas se conocen muy bien y entonces hacen intercambio de componentes. Los sentimientos, al fin y al cabo, tienen una oportunidad. Por ejemplo, digamos que a mí siempre me ha gustado la mujer de Mike. Me viene gustando desde hace meses. La he visto pasear por la habitación. Me gustan sus movimientos, llaman mi atención. Me imagino, ya sabes, lo que va con esos movimientos. La he visto furiosa, la he visto
borracha, la he visto sobria. Y entonces, el swap. Estás en la cama con ella, y por fin la estás conociendo. Existe la posibilidad de que sea algo real. Por supuesto, Mike se está tirando a tu mujer en la otra habitación. Muy bien, buena suerte, Mike, piensas, y espero que seas tan buen amante como yo.
—¿Y funciona bien?
—Bueno, no sé... Los swaps pueden traer problemas... a la larga. Tiene que estar todo muy hablado... bien hablado y con tiempo. Y aún así puede haber gente que no sepa bastante, no importa cuánto se haya hablado...
—¿Tú sabes bastante, Joe?
—Bueno, estos swaps... Creo que pueden ser buenos para algunos... Tal vez para muchos. Pero me temo que conmigo no funcionan. Soy bastante mojigato.
Joe acabó su bebida. Edna se bebió de un trago el resto de la suya y se levantó.
—Escucha, Joe, me tengo que ir...
Joe cruzó la habitación hacia ella. Parecía un elefante mientras se acercaba, con esos pantalones. Vio sus grandes orejas. Entonces la agarró y comenzó a besarla. Su mal aliento arrastraba todas las bebidas; era un olor agrio. Parte de su boca no hacía contacto. Era fuerte pero su fuerza no era real. Ella apartó su cabeza pero él la siguió agarrando.
SE BUSCA UNA MUJER.
—¡Déjame, Joe! ¡Estás yendo muy de prisa, Joe! ¡Deja que me vaya!
—¿Por qué viniste aquí, zorra?
La intentó besar otra vez y lo consiguió. Era horrible. Edna subió la rodilla bruscamente. Y le alcanzó de lleno. El se llevó las manos a las partes y cayó al suelo.
—Dios, Dios... ¿Por qué has tenido que hacerme esto? Me has querido asesinar... ¡Auuggh!
Rodó por el suelo gimiendo.
Su trasero, pensó ella, tiene un trasero tan horrible.
Le dejó tirado en el suelo y bajó corriendo las escaleras. El aire estaba limpio allá fuera. Mientras bajaba, pudo oír gente hablando, pudo oír sus televisores. Su casa no estaba muy lejos. Sintió que necesitaba darse otro baño, quitarse su vestido de seda azul y lavarse bien todo el cuerpo. Hacía calor. Más tarde, salió de la bañera, se secó y se colocó unos rulos rosados en el pelo. Decidió no volver a verle más.

Gentileza de Gustavo Masso


De: www.flormoon.com.ar

"Nací para robar rosas en las autopistas de la muerte"

Para ti, querido Raúl Trindade, de tus compañeros del Taller de Pasiones Literarias.