lunes, 10 de junio de 2013

El precio de un sueño


Fue en la primera formación que sus miradas se cruzaron. Él, apuesto, elegante en su uniforme, firme y experto al dar órdenes, percibió sus ojos un poco asustados a pesar de la treintena de cadetes formados en el patio de la Escuela Militar. Ella, tímida pero segura de lo que buscaba allí: concretar el sueño de su vida.

-Pedro, ¿cómo está María?- preguntó un parroquiano al padre de la joven , pasados unos meses.
-Bien, muy bien. Además de haber ingresado a las filas militares se puso de novia- contestó con orgullo.-Pronto va a venir con el Coronel para presentarlo ya  que piensan casarse en poquito tiempo.

María estaba feliz. En la Escuela disfrutaba tanto la clase de Historia como las maniobras más complicadas. Era su vocación. Y cuando estaba en el departamento que le había alquilado Rodríguez, sentía que todo a su alrededor era perfecto, hasta la desenfrenada pasión que la embargaba.
-¿Comunicaste a tus padres que iremos a visitarlos?
-Sí, claro, están ansiosos por conocerte- respondió contenta María, sin interrumpir ni una caricia.

Un fin de semana  de junio, frío, lluvioso, llegaron en una camioneta último modelo. La mamá de María estaba pronta para el agasajo de tan esperado acontecimiento.
Emocionada, abrazó a su hija y saludó con un apretón de mano al invitado.

Pedro ya se volvía del pueblo. Había ido al bar, a juntar coraje para enfrentar al  Coronel. Apenas lo vio, no pudo contener la bronca:
-¡Fuera de mi casa, maldito sinvergüenza! Es usted un mentiroso. Vive con su esposa y sus hijos. No es la primera vez que engaña a una subordinada- gritaba con la lengua medio enredada.
-No le permito que falte el respeto. Soy el Coronel Rodríguez y nunca negué tener familia. Debería informarse usted mejor acerca de la conducta de su hija en la capital. Ella me provocaba constantemente y …uno como hombre… claro…y como militar… no se puede resistir. A la jovencita le gusta revolcarse. Es una puta más de las tantas que entran a la Escuela y buscan acomodarse con los superiores.
-¡Cállese! Ella no es así. Es una chiquilla pura, una víctima más de las que ingenuamente caen en sus redes, otra de las engañadas. Lo que no entiendo es lo del compromiso… ilusionarla con el matrimonio.
-Se equivoca, Don, nunca hablé  de casamiento. Insistía en venir y no puedo contradecirla, es un primer paso conocer la familia, no implicaba formalizar.

Pedro se abalanzó aunque su esposa, llorando desconsoladamente, logró controlarlo. María permaneció toda ella inmóvil, paralizados sus músculos desde los pies hasta los maxilares. En el tenso rostro, solo sus ojos no aceptaron bajar ni un milímetro los párpados, y clavaron en los de Rodríguez aquella ira recién descubierta. Su vocación tenía un precio: lo estaba aprendiendo.-



Gladys Calvano

Integra el Taller de Narrativa de Pasiones Literarias en la modalidad "por internet".