domingo, 22 de marzo de 2015

“Mi hijo me pide que le dibuje una patria. El pincel tiembla en mis manos y me sumo en llanto” - Nizar Qabbani

21 de marzo de 1923- Siria
Escritor, abogado y diplomático.




















Me casé contigo, Libertad


Yo tenía un palacio
que albergaba a las mujeres más bellas del mundo:
árabes,
bizantinas,
turcas
y kurdas.
En mi palacio había juguetes fabricados en París
y un ejército de gatos de Damasco.

Era el único hombre de la historia
sin hijos, criados ni descendientes.
Era el príncipe del amor,
un día viajaba por las pupilas verdes
y otro por las pupilas color miel.
Allí estaban el perfume negro, las primeras lluvias
y las flores silvestres,
allí había ojos
que nadaban como gaviotas por mi circulación sanguínea,
allí había labios devoradores cual conchas marinas,
allí había un pez vivo bajo la axila
y acullá olor a mar,
allí había unos pechos que sonaban en torno a mí
como tambores africanos.

Yo era el santo de las palabras,
el sheij de las vías místicas,
lavaba con música el rostro de las ciudades de piedra,
era el observador, el explorador
y el poseído por el fuego eterno de la poesía.
Como Moisés
sembré en las aguas del Mar Rojo,
fui un Mesías antes de que llegara el cristianismo,
la mano de cada mujer que tocaba
se convertía en un lirio acuático.

Allí había mil mujeres en mi historia,
pero de todas las mujeres del mundo
sólo me casé con la libertad.


Versión de María Luisa Prieto

 En: http://trianarts.com



21 de Marzo: Día Mundial de la Poesía



































SALVAVIDAS


Flotador providencial
levanta-cuerpo
salva-ida...
La vuelta
¿a quién le importa?

Desde la médula espinal
hasta el frío de los rincones
eres verso.

Y te quedas en la hoja...
Tan viva...
Salvavidas.

Te pegas como musgo al corazón sin compás
puro y sonoro preludio
de todos los que se quieren.

En el papel te sostiene la tinta
pero eres
desprendida palabra
caja de Pandora
tesoro libre como el viento...
Salvavidas.


Fabián Mayo




INSPIRACIÓN


Desde el pincel
reptó
el dolor
y se enroscó a un lápiz
que sobre blanco tapiz danza
puras confidencias. 
Como el sediento corre al manantial
apuran las manos
las más oscuras emociones
y el tapiz  se va tiñendo
de tan íntimas palabras...
Otras carnes de mí
esas palabras...


Adriana Riotorto


 ODIAR, AMAR


Como incapacitado me criaste
y te dedico esta canción,
para que en mi enorme cuna me cantes.
Yo supe educarme,
te agradezco,
supe amarte para después odiarte,
te reprocho.
Gracias por quererme tanto y enseñarme a abandonarme.
Construimos mi reino de naipes,
la torre más alta era mi preferida,
la caída en picada siempre asomándose.
No quiero volver a ese manicomio,
ni dejar esta cómoda casa.
Te agradezco mujer, mujer madre,
por ayudarme y encarcelarme.
Te elijo y te volvería a elegir
y no por ser buena madre,
sino por enseñarme a odiarte,
a odiarte para poder finalmente volver a amarte.


Antonio Sofía

           
LA HOJA     


Teme la hoja
tímida de arrebol,
prendida endeble
de una rama gastada.

Sutil su vestimenta,
roída, membranosa,
extraviado
el verdor adolescente.

Tiembla ante el  sideral
abismo existente
entre su frágil vida
y el inhóspito suelo.

Apurado se viene el otoño,
     reclamando su espacio                  
a esta única rebelde,
del roble anciano, aferrada.


Graciela Vargas



POESÍA


Se acuesta conmigo cada noche.
Me susurra al oído sonidos,
me acaricia el pelo con emociones.
Va llenando la caverna de mi imaginación
con sus luces de luciérnagas.
Cada luz va brillando más,
mientras me muerde la lengua.
Me susurra al oído momentos.
Me acaricia la piel con mil palabras.
No me escondo para ella,
dejo que me encuentre y ella me encuentra.
Me busca en sueños,
mientras se deshace para mí con tres aullidos.
Por ella, por mí, por nosotras.
Se arrodilla ante mí para hacerme el amor.
Su amor es el más bello de sus silencios.
Silencios que hablan más que cualquier boca.
Entonces, al final de estas palabras, me despierto,
y la piel me brilla
con la luz de mil luciérnagas.


Alexa Urrestarasú


 INDÓMITA CONDICIÓN
                                                                                                
y abatíme tanto, tanto,
que fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
JUAN DE LA CRUZ



Eros está
tan solo, a veces, en tu caverna,
que sale a buscarte
a tu otra guarida.
Roza tu soberbia
detrás de las haches, las eles;
olfatea tu miedo
debajo de las efes, las pes.
De tus deformadas vocales
penden gotitas de sudor,
que entonces lame,
y en el lecho felino de la hoja
se recuesta,
se acuesta,
a esperarte en el silencio.
Cuando el aullido de tu voz bate alas de palomas,
se ovilla,
y en el cuenco de su garra
te apresa:
cópula tan deseada, feroz.
Efímera...


Indómita condición
la de elevarnos tanto,
para caer,
cada vez más hondo,
en la soledad
del
yo.


Carbonilla