SALVAVIDAS
Flotador providencial
levanta-cuerpo
salva-ida...
La vuelta
¿a quién le
importa?
Desde la médula
espinal
hasta el frío de
los rincones
eres verso.
Y te quedas en la
hoja...
Tan viva...
Salvavidas.
Te pegas como musgo
al corazón sin compás
puro y sonoro
preludio
de todos los que se
quieren.
En el papel te
sostiene la tinta
pero eres
desprendida palabra
caja de Pandora
tesoro libre como
el viento...
Salvavidas.
Fabián Mayo
INSPIRACIÓN
Desde el pincel
reptó
el dolor
y se enroscó a un
lápiz
que sobre blanco
tapiz danza
puras
confidencias.
Como el sediento
corre al manantial
apuran las manos
las más oscuras
emociones
y el tapiz se va tiñendo
de tan íntimas
palabras...
Otras carnes de mí
esas palabras...
Adriana Riotorto
ODIAR, AMAR
Como incapacitado
me criaste
y te dedico esta
canción,
para que en mi
enorme cuna me cantes.
Yo supe educarme,
te agradezco,
supe amarte para
después odiarte,
te reprocho.
Gracias por
quererme tanto y enseñarme a abandonarme.
Construimos mi
reino de naipes,
la torre más alta
era mi preferida,
la caída en picada
siempre asomándose.
No quiero volver a
ese manicomio,
ni dejar esta
cómoda casa.
Te agradezco mujer,
mujer madre,
por ayudarme y
encarcelarme.
Te elijo y te
volvería a elegir
y no por ser buena
madre,
sino por enseñarme
a odiarte,
a odiarte para
poder finalmente volver a amarte.
Antonio Sofía
LA HOJA
Teme la hoja
tímida de arrebol,
prendida endeble
de una rama
gastada.
Sutil su
vestimenta,
roída, membranosa,
extraviado
el verdor
adolescente.
Tiembla ante
el sideral
abismo existente
entre su frágil
vida
y el inhóspito
suelo.
Apurado se viene el
otoño,
reclamando su
espacio
a esta única
rebelde,
del roble anciano,
aferrada.
Graciela Vargas
POESÍA
Se acuesta conmigo
cada noche.
Me susurra al oído
sonidos,
me acaricia el pelo
con emociones.
Va llenando la
caverna de mi imaginación
con sus luces de
luciérnagas.
Cada luz va
brillando más,
mientras me muerde
la lengua.
Me susurra al oído
momentos.
Me acaricia la piel
con mil palabras.
No me escondo para
ella,
dejo que me
encuentre y ella me encuentra.
Me busca en sueños,
mientras se deshace
para mí con tres aullidos.
Por ella, por mí,
por nosotras.
Se arrodilla ante
mí para hacerme el amor.
Su amor es el más
bello de sus silencios.
Silencios que
hablan más que cualquier boca.
Entonces, al final
de estas palabras, me despierto,
y la piel me brilla
con la luz de mil
luciérnagas.
Alexa Urrestarasú
INDÓMITA CONDICIÓN
y abatíme tanto, tanto,
que fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
JUAN DE LA CRUZ
Eros está
tan solo, a veces,
en tu caverna,
que sale a buscarte
a tu otra guarida.
Roza tu soberbia
detrás de las
haches, las eles;
olfatea tu miedo
debajo de las efes,
las pes.
De tus deformadas
vocales
penden gotitas de
sudor,
que entonces lame,
y en el lecho
felino de la hoja
se recuesta,
se acuesta,
a esperarte en el
silencio.
Cuando el aullido
de tu voz bate alas de palomas,
se ovilla,
y en el cuenco de
su garra
te apresa:
cópula tan deseada,
feroz.
Efímera...
Indómita condición
la de elevarnos
tanto,
para caer,
cada vez más hondo,
en la soledad
del
yo.