sábado, 20 de diciembre de 2014

Presentación de "Filos que Teje el Silencio" (2)

Agradeciendo la posibilidad de estar en esta Sala al Director de la Biblioteca Nacional, Escritor Carlos Liscano, quien tanto puede testimoniar acerca del sentido multifacético de la Escritura, debemos recordar, en principio, al gestador primordial del valor de la cultura para los orientales, pues no en vano su deseo de que fuéramos “tan ilustrados como valientes”. Y bien asumido tenía el principio artiguista el Maestro Julio Castro, que tantas décadas antes de las más actuales corrientes pedagógicas concretó, más allá de las palabras, una acción formativa en los lugares más recónditos del país. 

De ahí nuestro placer profundo por estar juntos en este acto. Juntos así como estamos 
-emocionados, entusiasmados por esta tentación inacabable que es la creación, acompañados de familiares y amig@s-, presencia esta última que vale subrayar porque implica el reconocimiento de nuestros cercanos semejantes a esa actividad que, a veces, les parece tan extraña o incluso banal.

Hay hoy entre nosotros muchas personas que saben, por experiencia propia, que la Escritura es una facultad trascendente del ser humano. Y no lo saben sólo porque la hayan descubierto en circunstancias de encarcelamiento, de marginación, de soledad sino que de pronto despertó en sus psiquis y en sus manos por obra de agradables momentos; el abanico que despliegan las Artes nos permite respirar en el pantano y en la breve cumbre. En particular, no me fue suficiente escudriñar su existencia desde el lago calmado de la teoría; necesité dos valijas de cartas, escritas desde las bochornosas celdas de las cárceles de las Dictaduras latinoamericanas, para profesar una fe inquebrantable en la capacidad humana de crear y recrear sus mundos. A ese solitario escritor le agradezco cada día su lección de vida.

Por eso es para mí un ala de mariposa cada texto de mis querid@s talleristas; tanta sedosidad reclama el mismo respeto que debemos sentir por nuestra frágil pero resistente condición humana.















Centro de Formación Humanística PERRAS NEGRAS: 
un andén para viajar a la lucidez



“Todo escritor es un invento. Hay un individuo que es uno solo y que un día inventa a un escritor y pasa a hacerle de sirviente y desde entonces vive como si fuera dos. El que quiere ser escritor tiene que inventar al individuo que escribe, o al individuo que va a escribir sus obras, porque cuando el sirviente lo inventa, todavía no es...Lo necesario es que ocurra el invento, que es tarea necesariamente solitaria y es dolorosa. No es una tarea: es una convicción, una fe a la que se accede. Es una disciplina, un viaje hacia la lucidez”.

Carlos Liscano
El escritor y el otro



Aquí, en PERRAS NEGRAS, a nivel de cualquiera de sus Talleres, no fabricamos inventores; no debemos.

Tan sólo podemos acompañar, durante algún trecho -luces y sombras en mano- ese viaje del solitario sirviente hacia la lucidez.

Tampoco aliviamos su dolor; sería un acto sádico, aunque resulte paradójico así concebirlo.

Por el contrario, nos esmeramos en la práctica de un doble ritual: el sirviente debe ir mostrando sus cicatrices como prueba de que las palabras de verdad le van mordiendo carne y razón y, por lo tanto, en su plazo natural, debe llegar a conocer su resistencia a los filos del silencio, es decir, reconocerse como invento, como ser en tránsito comprometido con su visceral itinerario.

Si ello no ocurre, el individuo se ha equivocado de ámbito, y no podrá continuar como peregrino: la Literatura no es un mercado de pulgas ni un museo de curiosidades; es una disciplina y, en consecuencia, exige un absoluto sometimiento del sirviente a su proyecto.

La lucidez avizorada implica atravesar un proceso riguroso que no admite autoengaños ni poses para una fotografía en Sociales.
Esa lucidez tensamente tejida desde el silencio requiere de una fortaleza y una templanza especiales que sólo el sirviente podrá ir construyendo desde su interioridad porque, bajo esa luz, tendrá que verse a sí mismo-bifronte, escindido, ambiguo, contradictorio el inventado, también-; bajo esa luz, tendrá que ver el mundo multiforme, caótico; bajo esa luz tendrá que delatar su dolor, por el dolor del mundo potenciado; y bajo esa luz tendrá que revelar el dolor de los eximidos de tal grado de cordura.
Cuestión de coraje, entonces; cuestión de lealtad, cuestión de respeto a la situación humana; en síntesis: esa vaga, indecisa palabra que es el amor (como sostenía Joao Guimaraes Rosa).

Aquí, en PERRAS NEGRAS, también somos sirvientes por convicción. Pero aún no hemos alcanzado la lucidez absoluta. Siempre está ella más allá, más allá de la mano (de la otra mano: la que no sirve resplandores y opacidades a los pies de los viajeros). Nuestra servidumbre, entonces, nos da la oportunidad de gozar de un privilegio: sentir: sentir que el silencio es, siempre, un humilde tejedor de hilos. Los filos... los filos los sientes tú, compañero de ruta.



Ana Milán
Profª de Literatura
Profª de Idioma Español
(I.E.S. - I.P.A.)


Orientadora del Centro de Formación Humanística PERRAS NEGRAS
Orientadora del Taller Literario de AUTE “Otra Luz para tu Luz”
Orientadora del Taller Literario del Grupo ALAS (C.I.E.F.)