jueves, 11 de junio de 2015

Afinando los instrumentos... en los Talleres de Poesía de Perras Negras



















Nicolás Cestau


































































CADENAS


Llueven piedras desde un cielo nublado,
Y en mi cabeza repican con fuerte, con fuerte galope.
Es tarde, amante mío, la cara me sangra y los ojos se cierran, es tarde,
amante mío, mientras me acomodo en la cama y me dedico a extrañar.

Pensar que antes era yo la piedra, la herramienta que abría tu fruta.
No pensaba, no hablaba, no gritaba, no me quejaba, solo cantaba a la orden de tu, mi rey, solo las canciones que pedías.
Corría por praderas con cielos celestes,
y al trote lento sonaban los grilletes de un amor.
Mientras más te enamorabas del tintinear de las cadenas, más sufría en la falta de libertad.
Pero era ciega, a las esclavas no se nos permitía pensar.
No se nos permitía hablar.
No se nos permitía amar.
No se nos permitía soñar.

Me volví irreverente, soñando a cada momento del día, soñando cada minuto del reloj antiguo,
de la arena recorriendo la boca fina de la cadera.
Me volví irreverente, y las cadenas dejaron de sonar al caminar, al caminar sola.
De a poco, de a poquito, las cadenas se desvanecieron,
De a poquito de a poco, dejaste de oír el tintinear y tuviste miedo.
La boca se me abrió con mil grillos, la mente floreció en pensamientos,
el pecho lloro mil sentimientos y las piernas corrieron lejos de ti, mi rey.
Tuviste miedo y me odiaste en mi libertad,
Mandaste a todo tu ejército de armaduras oxidadas y no pudieron matarme.
Me volví irreverente, deje de ser refugio cuando el dolor te dolía.
Y en ese dejar de ser, escuche tus propias cadenas,
Nunca fuiste un rey, fuiste tu propio esclavo.

Alexa Urrestarasú





















LA PRESENCIA

Triste, el hálito de la muerte
sopla a las puertas del alma.
Nadie casi se da cuenta
de su presencia porfiada.
Ronda en los verdes jardines,
en las iluminadas risas y
serpenteantes alegrías,
por recodos penumbrosos
y en la negrura de las noches.
¡Qué sola debe sentirse
sin miradas que la rocen,
sin oídos que la escuchen,
apartada, ignorada,
por inocentes soñantes vencida,
mientras tristemente su hálito
sopla a las puertas del alma.

Graciela Vargas











“Flotando en una palangana     
había estrellas y pedazos de eternidad”.
-Julio Cortázar-



Lavé mis sucias manos en el agua que las estrellas entibian.
Hundí mi rostro en la eternidad.
Y me empapé en aquello que tanto necesitaba.
El tiempo no tiene fin, y es todo lo que necesito saber.
Moriría por ti, hoy. Mañana volveré a encontrarte.
Y nos ahogaremos otra vez en esta palangana.
llena de estrellas y pedazos de eternidad.
Bebamos, para entibiar nuestras almas.
Quiero llevar en mí pedazos de eternidad.
Para nunca olvidarme de que esto jamás terminará

Ale of Woolves


 




 ABISMO

“…flotando en una palangana había estrellas y pedazos de eternidad”…

-Julio Cortázar-


Encontré su rostro en una palangana:
pedazos de éter-nada;
lo saque de allí para salvarla
y la puse contra la pared de un sueño.

Trozos de infinitos acabados
conjugan su presencia
y los sinónimos de frágil
desaparecen del diccionario.

Su piel es ya
una tela de células vivas,
micro-clones de mini cuerpos,
segregaciones subliminales de una reflexión.

Tocan el timbre
y desecha en pedazos
cae,
cae,
cae al abismo
de una palangana...


Fabián Mayo