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19 de Enero de 1809 - Estados Unidos |
… “Si algo hay evidente es que un
plan cualquiera que sea digno de este nombre ha de haber sido trazado con
vistas al desenlace antes que la pluma ataque el papel. Sólo si se tiene
continuamente presente la idea del desenlace podemos conferir a un plan su
indispensable apariencia de lógica y de causalidad, procurando que todas las
incidencias y en especial el tono general tienda a desarrollar la intención
establecida.
Creo que existe un radical error
en el método que se emplea por lo general para construir un cuento. Algunas
veces, la historia nos proporciona una tesis; otras veces, el escritor se
inspira en un caso contemporáneo o bien, en el mejor de los casos, se las
arregla para combinar los hechos sorprendentes que han de tratar simplemente la
base de su narración, proponiéndose introducir las descripciones, el diálogo o
bien su comentario personal donde quiera que un resquicio en el tejido de la
acción brinde la ocasión de hacerlo.
A mi modo de ver, la primera de todas las
consideraciones debe ser la de un efecto que se pretende causar. Teniendo
siempre a la vista la originalidad (porque se traiciona a sí mismo quien se
atreve a prescindir de un medio de interés tan evidente), yo me digo, ante
todo: entre los innumerables efectos o impresiones que es capaz de recibir el
corazón, la inteligencia o, hablando en términos más generales, el alma, ¿cuál
será el único que yo deba elegir en el caso presente? Habiendo ya elegido un
tema novelesco y, a continuación, un vigoroso efecto que producir, indago si
vale más evidenciarlo mediante los incidentes o bien el tono o bien por los
incidentes vulgares y un tono particular o bien por una singularidad
equivalente de tono y de incidentes; luego, busco a mi alrededor, o acaso mejor
en mí mismo, las combinaciones de acontecimientos o de tonos que pueden ser más
adecuados para crear el efecto en cuestión.
De: La Filosofía de la Composición
En: http://www.catedras.fsoc.uba.ar
“En el imaginario creador de Poe
destaca, junto al narrador y el poeta, el ensayista. Entre sus múltiples
trabajos teóricos su Filosofía de la composición sobresale por la singularidad
de su objetivo: mostrar el proceso de creación de una obra. Aquí, tomando como
referencia la escritura de su poema El cuervo, ofrece un conjunto de ideas que
trascienden el ámbito de este texto, el cual, tras un análisis minucioso de su
contenido, nos ha revelado su profunda relación con la Poética de Aristóteles.
El narrador pasional convive en
Poe con el observador racionalista. Esta dualidad se pone de manifiesto en el
desarrollo de sus pensamientos sobre el arte y la literatura, donde aflora una
vocación preceptista que entrelaza el ímpetu de la pasión creadora con la razón
del pensador que pretende distanciarse de todo acto de vehemencia irracional.
De ahí que exprese en Marginalia: “tan completa es mi fe en el poder de las
palabras, que he creído a veces posible encarnar las vaporosas fantasías que me
esfuerzo por describir”. La observación externa de la realidad le guía en el
desciframiento de los secretos internos de la creación artística:
Si se me pidiera una definición sumamente breve del término “Arte”,
diría que es la “reproducción de lo que perciben los sentidos en la naturaleza
a través del velo del alma”.
Desde esta perspectiva hemos de
entender las claves para la creación contenidas en la Filosofía de la
composición, no exenta de esa maldición de la inteligencia de hacer visible lo
invisible.
Poe cumple en la Filosofía de la
composición la sentencia aristotélica de que “en orden a la poesía es preferible
lo imposible convincente a lo posible increíble”. Y del mismo modo que la
Poética indaga sobre el efecto del arte, se propondrá partir de este hecho al
esclarecer, en el nacimiento de la inspiración, la importancia de percibir, en
el primer impulso creador, los elementos que puedan anticipar un impacto sobre
el espectador (…)
De: Edgar Allan Poe, Aristóteles y la filosofía de la
composición
Por: Diana María Ivizate González