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Graciela Bello- ilustradora |
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Gerardo Matos Rodríguez |
Letra de Gerardo H. Matos Rodríguez
I
La cumparsa
de miserias sin fin desfila
en torno de aquel ser enfermo
que pronto ha de morir de pena,
por eso es que en su lecho
solloza acongojado
recordando el pasado
que lo hace padecer.
II
Abandonó a su viejita
que quedó desamparada
y loco de pasión, ciego de amor
corrió tras de su amada
que era linda, era hechicera
de lujuria era una flor
que burló su querer
hasta que se cansó
y por otro lo dejó.
I bis
Largo tiempo
después cayó al hogar materno
para poder curar su enfermo
y herido corazón y supo
que su viejita santa
la que él había dejado,
el invierno pasado
de frío se murió.
III
Hoy ya solo abandonado
a lo triste de su suerte
ansioso espera la muerte
que bien pronto ha de llegar.
Y entre la triste frialdad
que lenta invade el corazón
sintió la cruda sensación
de su maldad.
I (PARA FIN)
Entre sombras
se le oye respirar sufriente
al que antes de morir sonríe
porque una dulce paz le llega
sintió que desde el cielo
la madrecita buena
mitigando sus penas
sus culpas perdonó.
Letra de Pascual
Contursi y Enrique P. Maroni
I
Si supieras
que aún dentro de mi
alma
conservo aquel cariño
que tuve para ti.
Quién sabe si
supieras
que nunca te he
olvidado
volviendo a tu pasado
te acordarás de mí.
II
Los amigos ya no
vienen
ni siquiera a
visitarme
nadie quiere
consolarme
en mi aflicción.
Desde el día que te
fuiste
siento angustias en
mi pecho
decí percanta ¿qué
has hecho
de mi pobre corazón?
III
Al cotorro abandonado
ya ni el sol de la
mañana
asoma por la ventana
como cuando estabas
vos.
Y aquel perrito
compañero
que por tu ausencia
no comía
al verme solo, el
otro día, también me dejó
I bis
Sin embargo
te llevo en el
recuerdo
con el cariño santo
que tuve para amar.
Y sos en todas partes
pedazo de mi vida
una ilusión querida
que no podré olvidar.
Letra de Julio Sosa
Porque cuando pibe me
acunaba en tangos
la canción materna
que llamaba al sueño,
y escuché el rezongo
de los bandoneones
bajo el emparrado de
mi patio pobre.
Porque vi el desfile
de las inclemencias
con mis pobres ojos
de llorar abiertos,
y en aquella pieza de
mis buenos viejos
tuvo la pobreza su
mejor canción...
Y yo me hice en
tangos,
me fui modelando en
odio, en tristeza,
en las amarguras que
da la pobreza,
en llantos de madres,
en las rebeldías del
que es fuerte y tiene
que cruzar los brazos
cuando el hambre
viene...
Y yo me hice en
tangos,
porque es bravo,
fuerte,
tiene olor a vida,
tiene gusto a muerte.
Porque quise mucho,
porque me engañaron,
y pasé la vida
barajando sueños...
Porque soy un árbol
que vivió sin flores,
porque soy un perro
que no tiene dueño...
Porque tengo odios
que nunca los digo,
porque cuando quiero
me desangro en besos...
Porque quise mucho y
no me han querido...
¡Por eso yo canto tan
triste, por eso!
Las letras aquí extraídas pertenecen al acervo de CLUB DE TANGO.com.ar, a la que invitamos a visitar para conocer las otras variantes allí registradas.
Fábula para Gardel
Poema evocativo
Música: Astor
Piazzolla
Letra: Horacio Ferrer
Ayer me preguntaste, hijito mío,
por primera vez,
quién es
ese Gardel, ese fantasma
tan arisco,
empecinado
con seguir guardado
en la cueva con asma
de su disco
polvoriento.
Lo que yo sé,
te lo cuento:
algunas veces,
cuando te has dormido,
las noches en que hay pena
llena,
se aparece
ese escondido
duendo, medio juglar
y medio loco,
para matear
con tu padre y conversar
un poco.
Ah, si lo pudieras
ver
con su sencilla elegancia fantasmera,
a saber:
en una chalina ligera
de plumas de torcaza sola
sus hombres arrebuja.
El traje es de
cuerdas de guitarras españolas
que
alguna bruja
ñata
y hippie le ha tejido.
La corbata
es de claveles
encendidos,
para abrigar los
cascabeles
de su voz.
Y dos
zapatos, muy de peregrino,
que no son zapatos, sino
que son caminos.
¿Qué en dónde nació?
Hijo mío, ¡qué se yo!
De acuerdo a lo que el mismo me ha contado,
parece que nació trepado
a una veleta
niña
que apuntaba al Sur;
y que un poeta
y un gallito de riña
y un augur
le enseñaron a vivir
y a sonreír.
Será por eso
que salió un poco travieso
¿viste?
como vos
y, como yo,
un cachito triste.
Su sonrisa,
hijo, es una
pícara y honda y rara
raya de tiza
iluminada con luz de la otra cara
de la luna.
Y canta, canta,
canta con su voz de siete gritos,
pero canta, siempre, con ese humilde modo
de quien tiene, por sabio, en la garganta,
dos ojitos
que han visto, ya, del hombre, todo, todo.
Su canto, te diría
que parece
un claro
aljibe
en donde crecen
los tangos pibes
que no se cantaron,
todavía;
y, también, aquellos tangos que ya fueron,
esos que escriben,
en el paragolpes de su camión,
los camioneros
del Cerro y de Constitución.
Después,
el alba ya,
a las cinco en punto,
se me va. Se va.
Y, tal vez,
en su forma melancólica de irse,
se adivina, un cacho,
que ese duende,
tan muchacho,
entiende
mucho de un asunto
muy sumamente serio, que es morirse.
Ayer me preguntaste, hijito mio,
por primera vez,
quién es
ese Carlitos, ese fantasma
tan arisco,
empecinado
con seguir guardado
en la cueva con asma
de su disco.
Y entonces te conté
cuanto sabía-
Mas hoy, mirándote,
pensándote,
besándote,
sé un poco más.
Y es que el hijo
del hijo
de tu hijo, un día,
un día de Junio soleado,
frío y seco
que vendrá,
lo mismo que vos
preguntará
por él.
Y una caliente
zafra de ecos,
ecos de la voz de nuestra gente,
ecos de tu voz
chiquito, y de la mía,
inexorablemente,
contestará:
Gardel, Gardel, Gardel.
Horacio Ferrer
De: http://www.todotango.com/Spanish/las_obras/
Los boliches
Otra vez los boliches nocturnos,
amarillos de sueños perdidos,
quinieleros de suertes extrañas,
azulados en humos y vinos.
Viejas radios rezongan canciones,
un Gardel arrullando su trino,
y en la mano madera de un tango,
un borracho camino al ayer.
Desgastadas paredes que miran
sin fervor, sin asombro las cosas,
por el ojo de buey descordado
de un reloj que hizo el tiempo y murió.
Opacados espejos que imitan
otra vida mejor, o la misma,
marioneta de pan en la niebla
tras un sol empañado de alcohol.
La soledad, con el alcohol,
suelta un gorrión, que por el aire del alma se va.
Con el alcohol, la soledad,
tibio gorrión que por el aire del alma voló.
El boliche conversa en silencio
sus palabras de vidrio y tabaco,
cuando llueve las sombras florecen
desolados versos de papel.
Los amantes se buscan el alma,
naufragados de urgencias preguntan,
y el destiempo les duele en el alma,*
laberintos de mar el amor.
La soledad, con el alcohol,
suelta un gorrión, que por el aire del alma se va.
Con el alcohol, la soledad,
tibio gorrión que por el aire del alma voló.
Y otra vez vuelvo a buscar,
boliche viejo en tu ayer, lo que nunca volverá.
Ignacio Suárez
De: www.todotango.com
Malena canta el tango
como ninguna
y en cada verso pone
su corazón.
A yuyo del suburbio
su voz perfuma,
Malena tiene pena de
bandoneón.
Tal vez allá en la
infancia su voz de alondra
tomó ese tono oscuro
de callejón,
o acaso aquel romance
que sólo nombra
cuando se pone triste
con el alcohol.
Malena canta el tango
con voz de sombra,
Malena tiene pena de
bandoneón.
Tu canción
tiene el frío del
último encuentro.
Tu canción
se hace amarga en la
sal del recuerdo.
Yo no sé
si tu voz es la flor
de una pena,
só1o sé que al rumor
de tus tangos, Malena,
te siento más buena,
más buena que yo.
Tus ojos son oscuros
como el olvido,
tus labios apretados
como el rencor,
tus manos dos palomas
que sienten frío,
tus venas tienen
sangre de bandoneón.
Tus tangos son
criaturas abandonadas
que cruzan sobre el
barro del callejón,
cuando todas las
puertas están cerradas
y ladran los
fantasmas de la canción.
Malena canta el tango
con voz quebrada,
Malena tiene pena de
bandoneón.
Homero Manzi