VI
Y porque Amor
combate
no sólo en su
quemante agricultura,
sino en la boca de
hombres y mujeres,
terminaré
saliéndoles al camino
a los que entre mi
pecho y tu fragancia
quieran interponer
su planta oscura.
De mí nada más malo
te dirán, amor mío
de lo que yo te
dije.
Yo viví en las
praderas
antes de conocerte
y no esperé el amor
sino que estuve
acechando y salté
sobre la rosa.
Qué más pueden
decirte?
No soy bueno ni
malo sino un hombre,
y agregarán
entonces el peligro
de mi vida, que
conoces
y que con tu pasión
has compartido.
Y bien, este
peligro
es peligro de amor,
de amor completo
hacia toda la vida,
hacia todas las vidas,
y si este amor nos
trae
la muerte o las
prisiones,
yo estoy seguro que
tus grandes ojos,
como cuando los
beso
se cerrarán
entonces con orgullo,
con doble orgullo,
amor,
con tu orgullo y el
mío.
Pero hacia mis
orejas vendrán antes
a socavar la torre
del amor dulce y
duro que nos liga,
y me dirán:
"Aquella
que tú amas,
no es mujer para
ti,
por qué la quieres?
Creo
que podrías hallar
una más bella,
más seria, más
profunda,
más otra, tú me
entiendes, mírala qué ligera,
y qué cabeza tiene,
y mírala cómo se
viste
y etcétera y
etcétera".
Y yo en estas
líneas digo:
así te quiero,
amor, amor,
así te amo, así
como te vistes
y como se levanta
tu cabellera y como
tu boca se sonríe,
ligera como el agua
del manantial sobre
las piedras puras,
así te quiero
amada.
Al pan yo no le
pido que me enseñe
sino que no me
falte
durante cada día de
la vida.
Yo no sé nada de la
luz, de dónde
viene ni dónde va,
yo sólo quiero que
la luz alumbre,
yo no pido a la
noche
explicaciones,
yo la espero y me
envuelve,
y así tú, pan y luz
y sombra eres.
Has venido a mi
vida con lo que tú traías,
hecha
de luz y pan y
sombra te esperaba,
y así te necesito,
así te amo,
y a cuantos quieran
escuchar mañana
lo que no les diré,
que aquí lo lean,
y retrocedan hoy
porque es temprano
para estos
argumentos.
Mañana sólo les
daremos
una hoja del árbol
de nuestro amor, una hoja
que caerá sobre la
tierra
como si la hubieran
hecho nuestros labios,
como un beso que
cae
desde nuestras
alturas invencibles
para mostrar el
fuego y la ternura
de un amor
verdadero.
ODA A LA BICICLETA
Iba
por el camino
crepitante:
el sol se
desgranaba
como maíz ardiendo
y era
la tierra
calurosa
un infinito círculo
con cielo arriba
azul, deshabitado.
Pasaron
junto a mí
las bicicletas,
los únicos
insectos
de aquel
minuto
seco del verano,
sigilosas,
veloces,
transparentes:
me parecieron
sólo
movimientos del
aire.
Obreros y muchachas
a las fábricas
iban
entregando
los ojos
al verano,
las cabezas al
cielo,
sentados
en los
élitros
de las vertiginosas
bicicletas
que silbaban
cruzando
puentes, rosales,
zarza
y mediodía.
Pensé en la tarde
cuando los muchachos
se laven,
canten, coman,
levanten
una copa
de vino
en honor
del amor
y de la vida,
y a la puerta
esperando
la bicicleta
inmóvil
porque
sólo
de movimiento fue
su alma
y allí caída
no es
insecto
transparente
que recorre
el verano,
sino
esqueleto
frío
que sólo
recupera
un cuerpo errante
con la urgencia
y la luz,
es decir,
con
la
resurrección
de cada día.
Al pie desde su niño
EL pie del niño
aún no sabe que es pie,
y quiere ser mariposa o manzana.
Pero luego los vidrios y las piedras,
las calles, las escaleras,
y los caminos de la tierra dura
van enseñando al pie que no puede volar,
que no puede ser fruto redondo en una rama.
El pie del niño entonces
fue derrotado, cayó
en la batalla,
fue prisionero,
condenado a vivir en un zapato.
Poco a poco sin luz
fue conociendo el mundo a su manera,
sin conocer el otro pie, encerrado,
explorando la vida como un ciego.
Aquellas suaves uñas
de cuarzo, de racimo,
se endurecieron, se mudaron
en opaca substancia, en cuerno duro,
y los pequeños pétalos del niño
se aplastaron, se desequilibraron,
tomaron formas de reptil sin ojos,
cabezas triangulares de gusano.
Y luego encallecieron,
se cubrieron
con mínimos volcanes de la muerte,
inaceptables endurecimientos.
Pero este ciego anduvo
sin tregua, sin parar
hora tras hora,
el pie y el otro pie,
ahora de hombre
o de mujer,
arriba,
abajo,
por los campos, las minas,
los almacenes y los
ministerios,
atrás,
afuera, adentro,
adelante,
este pie trabajó con su zapato,
apenas tuvo tiempo
de estar desnudo en el amor o el sueño,
caminó, caminaron
hasta que el hombre entero se detuvo.
Y entonces a la tierra
bajó y no supo nada,
porque allí todo y todo estaba oscuro,
no supo que había dejado de ser pie,
si lo enterraban para que volara
o para que pudiera
ser manzana.
Llénate de mí
Llénate de mí.
Ansíame, agótame,
viérteme, sacrifícame.
Pídeme. Recógeme,
contiéneme, ocúltame.
Quiero ser de
alguien, quiero ser tuyo, es tu hora.
Soy el que pasó
saltando sobre las cosas,
el fugante, el
doliente.
Pero siento tu
hora,
la hora de que mi
vida gotee sobre tu alma,
la hora de las
ternuras que no derramé nunca,
la hora de los
silencios que no tienen palabras,
tu hora, alba de
sangre que me nutrió de angustias,
tu hora, medianoche
que me fue solitaria.
Libértame de mí.
Quiero salir de mi alma.
Yo soy esto que
gime, esto que arde, esto que sufre.
Yo soy esto que
ataca, esto que aúlla, esto que canta.
No, no quiero ser
esto.
Ayúdame a romper
estas puertas inmensas.
Con tus hombros de
seda desentierra estas anclas.
Así crucificaron mi
dolor una tarde.
Libértame de mí.
Quiero salir de mi alma.
Quiero no tener
límites y alzarme hacia aquel astro.
Mi corazón no debe
callar hoy o mañana.
Debe participar de
lo que toca,
debe ser de
metales, de raíces, de alas.
No puedo ser la
piedra que se alza y que no vuelve,
no puedo ser la
sombra que se deshace y pasa.
No, no puede ser,
no puede ser, no puede ser.
Entonces gritaría,
lloraría, gemiría.
No puede ser, no
puede ser.
Quién iba a romper
esta vibración de mis alas?
Quién iba a
exterminarme? Qué designio, qué palabra?
No puede ser, no
puede ser, no puede ser.
Libértame de mí.
Quiero salir de mi alma.
Porque tú eres mi
ruta. Te forjé en lucha viva.
De mi pelea oscura
contra mí mismo, fuiste.
Tienes de mí ese
sello de avidez no saciada.
Desde que yo los
miro tus ojos son más tristes.
Vamos juntos,
Rompamos este camino juntos.
Será la ruta tuya.
Pasa. Déjame irme.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Haz tambalear los
cercos de mis últimos límites.
Y que yo pueda, al
fin, correr en fuga loca,
inundando las
tierras como un río terrible,
desatando estos
nudos, ah Dios mío, estos nudos
destrozando,
quemando,
arrasando
como una lava loca
lo que existe,
correr fuera de mí
mismo, perdidamente,
libre de mí,
furiosamente libre.
Irme,
Dios mío,
ir
Un perro ha muerto
Mi perro ha muerto.
Lo enterré en el
jardín
junto a una vieja
máquina oxidada.
Allí, no más abajo,
ni más arriba,
se juntará conmigo
alguna vez.
Ahora él ya se fue
con su pelaje,
su mala educación,
su nariz fría.
Y yo, materialista
que no cree
en el celeste cielo
prometido
para ningún humano,
para este perro o
para todo perro
creo en el cielo,
sí, creo en un cielo
donde yo no
entraré, pero él me espera
ondulando su cola
de abanico
para que yo al
llegar tenga amistades.
Ay no diré la
tristeza en la tierra
de no tenerlo más
por compañero
que para mí jamás
fue un servidor.
Tuvo hacia mí la
amistad de un erizo
que conservaba su
soberanía,
la amistad de una
estrella independiente
sin más intimidad
que la precisa,
sin exageraciones:
no se trepaba sobre
mi vestuario
llenándome de pelos o de sarna,
no se frotaba
contra mi rodilla
como otros perros
obsesos sexuales.
No, mi perro me
miraba dándome la atención necesaria
la atención
necesaria
para hacer
comprender a un vanidoso
que siendo perro
él,
con esos ojos, más
puros que los míos,
perdía el tiempo,
pero me miraba
con la mirada que
me reservó
toda su dulce, su
peluda vida,
su silenciosa vida,
cerca de mí, sin
molestarme nunca,
y sin pedirme nada.
Ay cuántas veces
quise tener cola
andando junto a él
por las orillas del mar,
en el Invierno de
Isla Negra,
en la gran soledad:
arriba el aire
traspasando de
pájaros glaciales
y mi perro
brincando, hirsuto,
lleno de voltaje
marino en movimiento:
mi perro vagabundo
y olfatorio
enarbolando su cola
dorada
frente a frente al
Océano y su espuma.
alegre, alegre,
alegre
como los perros
saben ser felices,
sin nada más,
con el absolutismo
de la naturaleza descarada.
No hay adiós a mi
perro que se ha muerto.
Y no hay ni hubo
mentira entre nosotros.
Ya se fue y lo
enterré, y eso era todo.
CANTO GENERAL
LOS LIBERTADORES
XXVI
Artigas
1
(I)
Artigas
crecía entre los matorrales y fue tempestuoso
su paso
porque en las praderas creciendo el galope de piedra o
campana
llegó a
sacudir la inclemencia del páramo como repetida
centella,
llegó a
acumular el color celestial extendiendo los cascos
sonoros
hasta
que nació una bandera empapada en el uruguayano
rocío.
(II)
Uruguay,
Uruguay, uruguayan los cantos del río uruguayo,
las aves
turpiales, la tórtola de voz malherida, la torre del
trueno
uruguayo
proclaman
el grito celeste que dice Uruguay en el viento
y si la
cascada redobla y repite el galope de los caballeros
amargos
que
hacia la frontera recogen los últimos granos de su
victoriosa
derrota
se
extiende el unísono nombre de pájaro puro,
la luz de
violín que bautiza la patria violenta.
(III)
Oh
Artigas, soldado del campo creciente, cuando para toda la
tropa
bastaba
tu
poncho estrellado por constelaciones que tú conocías,
hasta
que la sangre corrompe y redime la aurora, y despiertan
tus
hombres
marchando
agobiados por los polvorientos ramales del día.
Oh padre
constante del itinerario, caudillo del rumbo,
centauro
de la polvareda!
(IV)
Pasaron
los días de un siglo y siguieron las horas detrás de tu
exilio:
detrás
de la selva enredada por mil telarañas de hierro:
detrás
del silencio en que solo catan los frutas podridos sobre
los
pantanos,
las
hojas, la lluvia desencadenada, la música del urutaú,
los
pasos descalzos de los paraguayos entrando y saliendo en
el sol
de la sombra,
la
trenza del látigo, los cepos, los cuerpos roídos por
escarabajos:
un grave
cerrojo se impuso apartando el color de 1a selva
y el
amoratado crepúsculo cerraba con sus cinturones 25
los ojos
de Amigas que buscan en su desventura la luz
uruguaya.
(V)
«Amargo
trabajo el exilio» escribió aquel hermano de mi
alma
y así el
entretanto de América cayó como párpado oscuro
sobre la
mirada de Artigas, jinete del escalofrío,
opreso
en la inmóvil mirada de vidrio de un déspota, en un
reino
vacío.
(VI)
América
tuya temblaba con penitenciales dolores:
Oribes,
Alveares, Carreras, desnudos corrían hacia el
sacrificio:
morían,
nacían, caían: los ojos del ciego mataban: la voz de
los
mudos
hablaba.
Los muertos, por fin encontraron partido,
por fin
conocieron su bando patricio en la muerte. 35
Y todos
aquellos sangrientos supieron que pertenecían
a la
misma fila: la tierra no tiene adversarios.
(VII)
Uruguay
es palabra de pájaro, o idioma del agua,
sílaba
de una cascada, es tormento de cristalería,
Uruguay
es la voz de las frutas en la primavera fragante, 40
es un
beso fluvial de los bosques y la máscara azul del
Atlántico.
Uruguay
es la ropa tendida en el oro de un día de viento,
es el
pan en la mesa de América, la pureza del pan en la mesa.
(VIII)
Y si
Pablo Neruda, el cronista de todas las cosas te debía,
Uruguay,
este canto,
este
canto, este cuento, esta miga de espiga, este Artigas,
no falté
a mis deberes ni acepté los escrúpulos del
intransigente:
esperé
una hora quieta, aceché una hora inquieta, recogí los
herbarios
del río,
sumergí
mi cabeza en tu arena y en la plata de los pejerreyes,
en la
clara amistad de tus hijos, en tus destartalados mercados
me
acendré hasta sentirme deudor de tu olor y tu amor. 50
Y tal
vez está escrito el rumor que tu amor y tu olor me
otorgaron
en estas
palabras oscuras, que dejo en memoria de tu capitán
luminoso.
Restos de Pablo Neruda fueron derivados a
España para exámenes toxicológicos
De: www.eldinamo.cl
El ministro Mario
Carroza autorizó el envío de los restos de Pablo Neruda a España para que sean
sometidos a una serie de estudios toxicológicos y determinar la intervención de
terceros en su muerte, ocurrida en septiembre de 1973.
Según lo señalado
por el sobrino del poeta, Rodolfo Reyes, a Emol, las muestras óseas serán
analizadas por el Servicio Externo de Ciencias y Técnicas Forenses de la
Universidad de Murcia, bajo la supervisión del tanatólogo Aureliano Luna
Maldonado, quien participó en la exhumación del cuerpo del Premio Nobel de
Literatura en Isla Negra.
“Nos parece que
toda pericia que ayude a esclarecer la muerte de Neruda es muy importante”,
señaló Reyes, quien calificó de “destacable” el accionar de Carroza para
determinar si su tío murió producto de un cáncer metastático o fue envenenado,
como acusa su ex chofer Manuel Araya.
Además, expresó que
estos exámenes se realizarán en paralelo a los estudios que se están
desarrollando en Carolina del Norte para determinar si existe alguna toxina en
los restos de Pablo Neruda y que pudo haber sido usada para acelerar su muerte.
Esto, a pesar que el Servicio Médico Legal señaló que el poeta sufría de un
cáncer de próstata avanzado y metastático.
Rodolfo Reyes
explicó que se realizarán nuevas diligencias para tratar de determinar la
identidad del enigmático doctor “Price”, quien atendió a Neruda horas antes de
su fallecimiento.
Así, se buscará a
las enfermeras que trabajaron en la Clínica Santa María en 1973 y cuyas
declaraciones serían vitales para determinar el nivel de participación de
Price, quien es descrito como un hombre de 27 a 28 años, rubio, de ojos azules
y un metro 80 de estatura.
Alguna vez, hombre o mujer, viajero,
después,
cuando no viva,
aquí
buscadme, buscadme
entre
piedra y océano,
a la
luz procelaria
de la
espuma.
Aquí
buscad, buscadme,
porque
aquí volveré sin decir nada,
sin
voz, sin boca, puro,
aquí
volveré a ser el movimiento
del
agua, de
su
corazón salvaje,
aquí
estaré perdido y encontrado:
aquí
seré tal vez piedra y silencio.