Morada del Ctro. de Fción. Humanística PERRAS NEGRAS (Uruguay: "País de los Pájaros Pintados")
martes, 2 de diciembre de 2014
"Culpable de alta traición"... ¿Por anarquista?
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ERNST TOLLER 1º de diciembre de 1893- Alemania Militante político que, en la cárcel, se convirtió en uno de los más relevantes escritores expresionistas. |
Desde su juventud ya tiene una destacada participación en la
vida política. Se inscribió en el Partido Socialista. En 1919 con la revolución
del Baviera ocupa la presidencia del comité central de obreros, campesinos y
soldados. En consecuencia es condenado a prisión. En los cinco años que
permanece encarcelado escribe "El libro de las golondrinas" y
"El día del proletariado: réquiem por los hermanos asesinados".
Seguidor del expresionismo, de sus obras teatrales hay que mencionar "La
metamorfosis", "Hombre masa", y "Los destructores de
máquinas", entre otras.
De: http://www.artehistoria.jcyl.es
30 de Enero de 1922
A Tessa
Es terrible estar abandonado, día tras día, a los monótonos y
siempre repetidos ruidos de esta casa. Las paredes son tan delgadas que se
filtran, para penetrar en uno, los ruidos que vienen desde las celdas situadas
por encima y al lado y por debajo de uno. Los ruidos en los pasillos, el
tintineo de los llaveros, los crujidos de las pesadas puertas enrejadas, el
pasar lista de los carceleros, el cerrar de golpe las puertas, el taconear de
clavadas botas en las losas, o más terrible aún, el arrastrar sutil de las
suelas de goma.
Día tras día, nos estrangulan las cadenas de ruidos
disonantes. En el primer año, mi voluntad fue capaz de defenderse, con levísimo
esfuerzo, contra todos los ruidos, y lograr que mi celda se apartara de la tierra
bulliciosa, cual una isla donde reina el silencio. En el segundo año, resultó
ya más difícil— en psicología dicen: el límite inferior de la excitabilidad desciende.
En el curso del tercer año, llegó el día en que, desamparado, sentí cada ruido
como un latigazo en mi cabeza atormentada.
Cada vez me cuesta mayor esfuerzo hasta que logro supeditar
la multitud de sonidos hostiles y los elimino de mi conciencia. ¡Cuánta energía
gastan los nervios en esta labor!
La inesperada respuesta negativa a mi solicitud de licencia
hizo que recogiera mis últimas fuerzas; rechazando toda asistencia médica, comencé
a hacerme médico por mí mismo. Cada mañana, de las siete a las ocho y media
hago ejercicios físicos bajo la dirección de un camarada que fue entrenador de un club deportivo de Munich.
Muchos ejercicios respiratorios; después de los ejercicios, fricciones con agua fría. Mi cuerpo estuvo por desplomarse; ahora tengo la esperanza de salir de esta casa sin
lesiones considerables.
La lucha de los unos
contra los otros ha venido apaciguándose: por cansancio, por resignación, por comodidad. No me atrevo a decir:
por juicio. El sectarismo y la
intolerancia presuntuosa son tan fuertes como antes.
Un ejemplo: me dicen
que un compañero sale de la prisión. Debido a una resolución de los "revolucionarios verdaderamente puros",
él no debía hablamos a los
demócratas-socialistas independientes. (En la prisión, dicho sea de paso, la fracción del P.C. se compone de sectores
derechos, semiderechos, semiizquierdos
e izquierdos). Me acerco a él y extendiendo la mano le digo: — Pues, querido, me dicen que vas a dejarnos. Te deseo mucha felicidad. El, receloso, mira en torno suyo, se
pone rojo y, cortado, tartamudea -Perdona...
pero... aquí, en el patio, no puedo
darte la mano... Si los compañeros lo viesen... Comprendes... No tengo nada contra ti... afuera te daré
siempre la mano... aquí... aquí... los compañeros podrían delatar a la "central" que hablé con Toller, y que soy íntimo de él... seguro que... me comprendes.
Sonreí-triste y
compasivo a la vez. Una revolución que, en vez de hombres libres y responsables de sí mismos,
engendró a funcionarios de secta,
“frailucos”, "lacayos de una orden" (sin la espiritualidad de las
órdenes católicas), oficiales
subalternos de un partido con observancia "a lo Potsdam".
De: Siete cartas de
la Prisión
De: http://cdigital.uv.mx/bitstream
“El suicidio de Ernst Toller en
1939 en los Estados Unidos clausura y cierra los ideales de llegar a construir
una sociedad humanizada. Toller perteneció a una generación de supervivientes.
Una juventud que envejeció y murió prematuramente en las trincheras de la
Primera Guerra Mundial. Para esta generación, angustia y rebeldía estuvieron
unidas. Angustia ante la irracionalidad de la guerra, rebeldía ante la opresión
de una sociedad en la que la obediencia y la subordinación habían convertido en
un cuartel los escenarios sociales. Todo quedó militarizado en una Alemania que
en los comienzos del siglo XX se adentraba poco a poco en los horrores de la
Segunda Guerra. Terrores que se preludiaban ya en el Volkgeits de la Literatura
que cierra el siglo XIX con el movimiento de la "joven Alemania" y el
final de los ideales del Clasicismo y el Romanticismo de Schiller y Goethe
(FRIEDERICH, 1973)”.
“Todo lo que soy” es la primera novela de la autora Anna
Funder. Experta en el periodo de entreguerras, trabaja como abogada
especializada en asuntos internacionales. Su dilatada experiencia como
investigadora, lectora y escritora, se refleja en su obra más reciente, donde
los ingredientes más atractivos de la literatura confluyen con acierto y
elegancia.
La amistad de Funder con una de las protagonistas de la
novela (Ruth Wesemann) no sólo ha servido como inspiración para la redacción de
ésta, sino para insuflar vida a personajes históricos que primero fueron
silenciados por el nazismo y, posteriormente, por el olvido.
Los personajes que aparecen a lo largo de la novela fueron,
en su mayoría, individuos reales que interfirieron en la política alemana y
mundial con el propósito de cambiar las cosas. Uno de los indudables protagonistas
no es otro que Ernst Toller, emblema del nuevo mundo después de la Primera
Guerra Mundial. Excombatiente, creía que lo único importante que podría hacer
en la vida sería librarnos de la masacre a la que nos subyugan los conflictos
bélicos y violentos. El periodo que pasó encarcelado por oponerse al régimen le
sirvió para trasladar su experiencia personal y sus ideales a obras de teatro y
poemas. Más tarde, al igual que Dora, Ruth y Hans (marido de Ruth), se vio
obligado a abandonar Alemania, so pena de volver a ser encarcelado en el mejor
de los casos.
Fragmentos extractados de: El Mar de Tinta
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