martes, 18 de noviembre de 2014

“Yo trabajo a conciencia mis poemas, trabajo cada sílaba, cada verso, porque es imprescindible que el ritmo fluya» - Margaret Atwood

18 de noviembre de 1940- Canadá

Al fin y al cabo



Al fin y al cabo, eres bastante

normal: dos brazos, dos piernas

una cabeza, un cuerpo

aceptable, dedos en los pies y en las manos, a veces

excéntrico, a veces sincero

pero no demasiadas veces, demasiados

aplazamientos y excusas pero

te adaptarás a todo, cumpliendo

con los plazos y con las otras

personas, fingiendo amar

a la mujer que no debes durante algún

tiempo, escuchando a tu cerebro

encogerse, tus diarios

extendiéndose mientras te haces mayor,

haciéndote mayor, por supuesto

morirás, pero aún no, sobrevivirás

incluso a mis ideas distorsionadas sobre ti

y no quiero hacer

nada para solucionarlo

tu desdicha y tu enfermedad

no estás enfermo ni eres desdichado

sólo estás vivo condenado a estarlo.


De: http://diezminutosaldia.blogspot.com
















La puerta



La puerta se abre,
miras lo que hay dentro.
Está oscuro en el interior,
probablemente hay arañas,
no hay nada ahí que tu desees.
Tienes miedo.
La puerta se cierra.
La luna llena brilla,
repleta de delicioso zumo,
compras un bolso,
el baile es agradable.
La puerta se abre
y se cierra, tan rápido,
que no te das cuenta.
El sol sale,
tomas un desayuno frugal
con tu marido, aún delgado,
lavas los platos,
quieres a tus hijos,
lees un libro,
vas al cine.
Llueve de forma moderada.
La puerta se abre,
miras adentro:
¿por qué sigue pasando esto ahora?
¿Es que hay un secreto?
La puerta se cierra.
Cae la nieve,
barres el sendero, resollando,
ya no es tan fácil como antes.
Tus hijos llaman por teléfono, a veces.
Hay que arreglar el tejado.
Te mantiene ocupada.
Llega la primavera.
La puerta se abre:
está oscuro ahí dentro,
hay muchos peldaños hasta abajo.
Pero, ¿qué es lo que brilla?
¿Es agua?
La puerta se cierra.
El perro ha muerto.
Ya sucedió antes,
y compraste otro,
pero esta vez, no.
¿Dónde está tu esposo?
Has abandonado el jardín.
El trabajo era demasiado duro.
Por la noche te tapas con mantas;
sin embargo, padeces insomnio.
La puerta se abre:
Oh, dios de los goznes,
dios de los largos viajes,
has cumplido tu palabra.
Ahí dentro está oscuro.
Te confías a las tinieblas.
Entras dentro.
La puerta se cierra.



De: http://blogdelamasijo.blogspot.com