Hoy necesito hablar sobre la Fe,
la Fe en y de otros seres con quienes ya no recorro caminos apartados,
escarpados, muy rigurosos ahora para mis pasos cansinos, enfermos,
completamente conscientes de sus limitaciones.
Diez años anduve subiendo y bajando
por empinadas cuestas, y esa gimnasia -elegida o predestinada- no sólo me abrió
un espectro inimaginable de la condición humana, sino que fue un espejo
irreemplazable de mis propios parajes interiores – los más oscuros y los más
diáfanos-.
Sabemos que la Fe es un concepto
originalmente circunscripto al ámbito religioso e implica una relación
particular entre el devoto y la divinidad; peculiar, sí, porque sin pruebas
objetivas, palpables, racionales, el creyente la mantiene.
La Docencia, aunque tan
desacreditada actualmente, es hija primogénita de esa Fe y plasma su
ascendencia en cada acto. Ningún docente puede avizorar el desarrollo exacto de
los genes que implanta en el territorio de su obrar, aunque como su fe es una
esperanza activa, siembra y siembra. Quizá la semilla caiga en terreno infértil,
pero quién sabe si un viento imprevisto pueda desplazar algunos fecundos granos
terrosos a la tierra rotulada de antemano como estéril. Su mano no lo sabe, así
que siembra y siembra.
Por esa oportunidad me siento muy
agradecida a la Vida y quizás sea éste un momento propicio para expresar mi
sentimiento, porque voy a hablar sobre la Fe en seres socialmente aborrecidos,
como son las personas privadas de libertad.
No es el momento ideal para un
testimonio de esta naturaleza porque nuestra sociedad está sacudida por diarios
y sucesivos actos de violencia delictiva. Pero, qué valor tendría un aporte
testimonial si no irrumpiera en medio de un estado de conmoción.
Anteayer, recibí por celular una
de las más emocionantes invitaciones de los últimos tiempos. Era en nombre de
Roy Vitalis, ex alumno de Cárcel Central durante parte de los diez años en que me
desempeñé como docente de Establecimientos Penitenciarios del Programa de Educación
en Contextos de Encierro de Educación Secundaria.
Se me convocaba a una
representación teatral y posterior debate, para el 20 de octubre a las 15.00 horas,
en el Aulario El Faro de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la
República. Roy es hoy estudiante universitario de dicha Facultad, a pesar de su
situación privada de libertad en Punta de Rieles. La persona mediadora, una
colega, puntualizó textualmente: “A pesar de que se siente muy apoyado en el
presente por muchas personas, Roy desea agradecer especialmente a los y las docentes
que tuvieron fe en él cuando nada aseguraba una transformación en su vida. Y tú
sos una de esas docentes, Ana”.
La emoción fue profunda; la
reflexión se enredará a otras en la densa vegetación interior que gesta la
profesión docente, se ejerza donde se ejerza. Recuerdo perfectamente al joven
que conocí en el curso de 3er. Año de Literatura y al que vivió pausadamente una
sólida evolución hasta llegar a 6º.; recuerdo al Roy que después de terminar su
Bachillerato me pedía material de lectura, lo comentaba, lo cultivaba; y al que me pidió opinión acerca de su proyecto-borrador
sobre la organización carcelaria ideal, tan impactante, y de verdad análogo a
las innovaciones que en ese campo estamos observando hoy en día en Punta de
Rieles u otros Establecimientos. Recuerdo al Roy que, tras su celeste sonrisa,
desesperaba por la autorización para inscribirse en la Facultad de Ingeniería,
autorización que por burocracia o pensamiento estereotipado demoró pero no
desmoronó su voluntad de ser ese otro que latía en su Fe. Ese es el mayor
triunfo, querido Roy: tejer, día a día, la Fe en Ti mismo.
![]() |
De: http://www.universidad.edu.uy |
Cuando leer se convierte en respirar
Un día descubrió que la lectura le hacía bien. «Empezar a leer, empezar a querer entender. Leer se convierte como en respirar. Los libros me tiraron la cuerda para vivir. De repente estabas mal, tirado en el último pozo y vos decís “Bueno: tengo un libro” y el libro me hacía viajar en
el tiempo o el espacio y te ibas lejos. Me ayudan hasta hoy». Una cárcel no es
una biblioteca -«me costaba mucho leer por el ruido de la música, los gritos,
la televisión»-, de modo que «tuve que buscar mis tiempos».
También quiso estudiar y se inscribió en un programa del
Instituto Nacional de Rehabilitación que a partir de 2008 le permitió completar
el segundo ciclo de secundaria. «Iba a todas las materias, tuve buena relación
con los profesores y a todos pedí recomendaciones de lecturas. Los propios
textos curriculares ya me resultaron impresionantes, y empezás a cambiar
conceptos que estaban equivocados. Te vas metiendo más y más y después ya no
podés parar: lo nuevo que quiero leer tiene que ser más interesante que lo que
ya leí».
Durante su estadía en Cárcel Central se integró a la
comisión de biblioteca. «Armamos una biblioteca con 400 libros y enseñamos a
leer a mucha gente. No es que la gente no supiera leer, sabía, pero no tenía
gusto por la lectura. A los más jóvenes los enganchaba con revistas de Paturuzú
y Condorito, teníamos un estante lleno, y después les ofrecía algo más
trabajado».
![]() |
En el Aulario de Facultad de Ingeniería: Jueves 20 de octubre, 15 hs: se pone en escena la obra "El día después" y se realiza una mesa debate con participación de Roy Vitalis. ¡Tod@s invitad@s! |