jueves, 2 de julio de 2015

Emil Sinclair o... Hermann Hesse




2 de julio de 1877- Imperio Alemán
Novelista, ensayista y poeta.

Lobo estepario


Yo, lobo estepario, troto y troto,
la nieve cubre el mundo,
el cuervo aletea desde el abedul,
pero nunca una liebre, nunca un ciervo.

¡Amo tanto a los ciervos!
¡Ah, si encontrase alguno!
Lo apresaría entre mis dientes y mis patas,
eso es lo más hermoso que imagino.
Para los afectivos tendría buen corazón,
devoraría hasta el fondo de sus tiernos perniles,
bebería hasta hartarme de su sangre rojiza,
y luego aullaría toda la noche, solitario.

Hasta con una liebre me conformaría.
El sabor de su cálida carne es tan dulce de noche.
¿Acaso todo, todo lo que pueda alegrar
una pizca la vida está lejos de mí?
El pelo de mi cola tiene ya un color gris,
apenas puedo ver con cierta claridad,
y hace años que murió mi compañera.

Ahora troto y sueño con ciervos,
troto y sueño con liebres,
oigo soplar el viento en noches invernales,
calmo con nieve mi garganta ardiente,
llevo al diablo hasta mi pobre alma.

Versión de Andrés Holguín

De: amediavoz.com


Su famosa novela.









"Santa María soy yo"- Juan Carlos Onetti


















1º de julio de 1909- Uruguay

















Balada del ausente


Entonces no me des un motivo por favor
No le des conciencia a la nostalgia,
La desesperación y el juego.
Pensarte y no verte
Sufrir en ti y no alzar mi grito
Rumiar a solas, gracias a ti, por mi culpa,
En lo único que puede ser
Enteramente pensado
Llamar sin voz porque Dios dispuso
Que si Él tiene compromisos
Si Dios mismo le impide contestar
Con dos dedos el saludo
Cotidiano, nocturno, inevitable
Es necesario aceptar la soledad,
Confortarse hermanado
Con el olor a perro, en esos días húmedos del sur,
En cualquier regreso
En cualquier hora cambiable del crepúsculo
Tu silencio
Y el paso indiferente de Dios que no ve ni saluda
Que no responde al sombrero enlutado
Golpeando las rodillas
Que teme a Dios y se preocupa
Por lo que opine, condene, rezongue, imponga.
No me des conciencia, grito, necesidad ni orden.
Estoy desnudo y lejos, lo que me dejaron
Giro hacia el mundo y su secreto de musgo,
Hacia la claridad dolorosa del mundo,
Desnudo, sólo, desarmado
bamboleo mi cuerpo enmagrecido
Tropiezo y avanzo
Me acerco tal vez a una frontera
A un odio inútil, a su creciente miseria
Y tampoco es consuelo
Esa dulce ilusión de paz y de combate
Porque la lejanía
No es ya, se disuelve en la espera
Graciosa, incomprensible, de ayudarme
A vivir y esperar.
Ningún otro país y para siempre.
Mi pie izquierdo en la barra de bronce
Fundido con ella.
El mozo que comprende, ayuda a esperar, cree lo que ignora.
Se aceptan todas las apuestas:
Eternidad, infierno, aventura, estupidez
Pero soy mayor
Ya ni siquiera creo,
En romper espejos
En la noche
Y lamerme la sangre de los dedos
Como si la hubiera traído desde allí
Como si la salobre mentira se espesara
Como si la sangre, pequeño dolor filoso,
Me aproximara a lo que resta vivo, blando y ágil.
Muerto por la distancia y el tiempo
Y yo la, lo pierdo, doy mi vida,
A cambio de vejeces y ambiciones ajenas
Cada día más antiguas, suciamente deseosas y extrañas.
Volver y no lo haré, dejar y no puedo.
Apoyar el zapato en el barrote de bronce
Y esperar sin prisa su vejez, su ajenidad, su diminuto no ser.
La paz y después, dichosamente, en seguida, nada.
Ahí estaré. El tiempo no tocará mi pelo, no inventará arrugas, no me inflará las mejillas
Ahí estaré esperando una cita imposible, un encuentro que no se cumplirá.


Juan Carlos Onetti

De: http://www.onetti.net








Para "ganar mi pan cotidiano sin esclavitud.” - Aurore Dupin

Aurore Dupin o George Sand
1º de julio de 1804- Francia

“Cuando yo era joven a tu padre se le ocurrió que me vistiera como un muchacho. Mi hermana hizo lo mismo, y así íbamos a todos lados a pie, con nuestros maridos, al teatro. Significó una gran economía en nuestros hogares”. “La idea al principio me pareció divertida y después muy inteligente. Como ya había estado vestida de varón en mi infancia y había salido a cazar con blusa y polainas no me resultó nada difícil volver a una vestimenta que no era nueva para mí. En ese entonces la moda ayudaba bastante. Los hombres vestían unas largas chaquetas rectas, que caían hasta los talones. (...) De modo que me hice hacer una chaqueta de grueso paño gris, con el pantalón y el chaleco iguales. Con un sombrero gris y una gruesa corbata de lana parecía un estudiante de primer año. No puedo expresar el placer que me produjeron mis botas, hubiera querido dormir con ellas (...). Con esos pequeños tacos herrados me sentía firme sobre el piso. Recorría París de punta a punta. Me veía capaz de dar la vuelta al mundo. Salía con cualquier tiempo, volvía a cualquier hora, iba a la platea a los teatros. Nadie me miraba ni desconfiaba de mi disfraz. (...) Pese a que en este extraño modo de vida no había nada de lo que yo pudiera avergonzarme, lo adopté teniendo clara conciencia de las consecuencias que podía tener sobre mi reputación y las condiciones de mi vida. (...) Sin embargo, parecía que el destino me empujaba. Lo sentía imbatible y estaba decidida a que así fuese; no un grandioso porvenir, era demasiado independiente en medio de mi fantasía para alimentar cualquier tipo de aspiración, sino tan sólo un destino de libertad espiritual y aislamiento poético, en una sociedad a la que no pedía más que olvido y condescendencia para que me permitiera ganar mi pan cotidiano sin esclavitud.” 

George Sand: Historia de mi vida, Parsifal, Barcelona,1990


"Nos dispersamos a sembrar la muerte en ambos hemisferios y yo, como un águila que rasgase el telón de las nubes, caí sobre las antiguas comarcas del extremo oriente, allí donde las profundas depresiones de la altiplanicie asiática, internándose en el mar bajo un cielo de fuego, crean aún en medio de una intensa humedad, plantas gigantes y animales temibles. Repuesto de mi cansancio, me sentía imbuido de una fuerza inconmensurable, orgulloso de sembrar caos y muerte. Con un ala barrí toda una comarca; con un soplido derribé todo un bosque, y sentía una ciega alegría, la de ser más poderoso que las fuerzas de la naturaleza.

"De repente, un perfume me atravesó y, sorprendido por esta sensación tan nueva, me detuve para ver su procedencia. Entonces vi por vez primera a un ser que había aparecido en la tierra durante mi ausencia; una criatura fresca, delicada, imperceptible: ¡la rosa!

"Me precipité para aplastarla. Ella se plegó y, recostada sobre el césped, pudo decirme:

"- ¡Ten piedad! Soy tan hermosa y tan dulce... Siente mi aroma, me perdonarás.

"Aspiré y una embriaguez repentina aplacó mi furor. Me recosté yo también en el césped y dormí a su lado.

"Cuando desperté, la rosa se había incorporado y se balanceaba débilmente, mecida por mi aliento.

"- Seamos amigos - me dijo. no me dejes. Cuando pliegas tus temibles alas, te encuentro bello y te amo. Erres, sin dudas, el rey del bosque. Tu aliento, cuando se calma, es un canto delicioso. Quédate o llévame contigo, así podré ver el sol y las nubes más de cerca.

"Puse la rosa en el medio de mi pecho y salí volando con ella. Pero pronto me pareció que se marchitaba; al languidecer, era incapaz de hablar; sin embargo su perfume continuaba hechizándome, y, por temor a aniquilarla, yo volaba con suavidad, acariciando la cima de los árboles, evitando el menor choque. Así, con suma precaución, remonté vuelo hasta el palacio de nubes sombrías donde me esperaba mi padre.

De: Lo que dicen las flores
En: cuentosmagicosblog.blogspot.com