sábado, 19 de noviembre de 2016

Poesía, efímero Paraíso del animal humano. Pero Paraíso al fin.



De dolores hundidos, de fantasías impropias,
de corazones encadenados, ensombrecidos,
atacan en procesión de pálpitos
las letras que deshielan mis absurdos sentidos.

Y es en ese minuto fugaz, es en ese escalofrío,
sea en luz u oscuridad,
sea en calma o tempestad,
que me extingo y revivo.

Y entonces admiro lo silvestre,
la tierra y el río.
Me visto de humildad,
me entrego a la inquietud
que en previa perplejidad
me salvó del hastío.

Me lleno de memorias, de imaginación y de réplica.
Me nutro de ausencias y de olvido.
¿ Quién dijo que estar en soledad es sentirse vacío?
No hay más abundancia que en la poesía.


Viviana Gutiérrez



Para Erato


Es oler.
Es tocar.
Es saborear.
Es oír.
Es ver.
Todo por primera vez.
Es la máscara y el desnudo.
Es la rosa y es el sable.
Es el adiós y la bienvenida.
Es la rima recatada,
y el verso caprichoso.

II

Coronada con mirto y rosas,
aparecías lejana e inescrutable.
Pero tu disimulado canto
horadó mi  alma.
Y yo, ya sin fuerzas, me arrodillé
en la derrota.
Me acariciaste con palabras,
llenando un mundo
hasta ahora
invisible.
Latente.


Andrea Alves





La flor del primate

Poesía,
flor apenas visible
que anida sigilosa en el cerebro del primate
que soy, que eres, que somos,
aún.
El borde de sus pétalos
desafilando pacientemente
las pétreas puntas
que los más fieros cinceles
denodadamente han tallado
entre las rojas corrientes donde braceamos para la vida.
Pero sólo a veces
se siente ese balsámico roce.
(La energía del púrpura puede atravesar tus más escondidas células y paralizar hasta tu tacto.)
Flor obstinada la poesía.
Porque
desde las falanges de tus pies
arremete
y enroscando
su fragancia
en
tu vástago óseo,
por el agujero occipital
quizá a la más débil de las ramitas de su insólito nido
la cuelga,
para que el adolorido primate (nosotros, tú, yo)
guturee
acerca del paisaje que ha teñido de escarlata sus porfiadas plantas.
Entonces
sí,
apenas
por
ese
instante,
asoma
nuestra
exclusiva
flor.


Carbonilla




















"Oh, Chatterton, ... tu arte va más allá de las estrellas"- John Keats

20 de noviembre de 1752- Bristol- Inglaterra

Thomas Chatterton fue uno de los primeros escritores en emplear el recurso de la heteronimia.
Diecisiete años le fueron suficientes para crear a varios “autores”, como el monje medieval Thomas Rowley –el más famoso-. Todos “compusieron” poemas, baladas, genealogías, biografías y autobiografías, piezas periodísticas y teatrales, sátiras; todos “se conocían” entre sí y, en consecuencia, se escribían cartas o se traducían mutuamente.
En la fugaz vida de Thomas, el hambre fue una motivación más poderosa que la educación formal pues a los cinco años la escuela en la que estaba inscrito lo expulsó “por inútil”. A los siete, ya había aprendido a leer y escribir sin ayuda de ningún maestro; sólo la miseria padecida en su hogar empujaba su aprendizaje y su imaginación.
Murió solito en un altillo alquilado en Londres.
Entonces se dijo que se había suicidado, a pesar de estar trabajando para varios periódicos reconocidos. Hoy se sabe que ingirió una sobredosis involuntaria de láudano y arsénico para contrarrestar los efectos de una gonorrea.
Sin embargo, su poema “Despedidas” abre un paréntesis que la ficcionalización propia del arte no permite cerrar.

DESPEDIDAS


“Adiós, Bristol, inmunda ciudad de ladrillos.
Amantes de la riqueza, adoradores del engaño,
rechazaron a puntapiés al niño que divulgó
viejas acusaciones,
y que por aprender pagó con una fama vacía.
Adiós, Gobernador, sigue tragando idiotas
con tus eternas armas de corrupción.
Me voy donde soplan himnos celestiales,
pero tú, cuando mueras, te hundirás en el infierno.
Hasta siempre, Madre: acaba, por fin, mi alma
angustiada.
No permitas que me equivoque.
Ten misericordia, Cielo, cuando deje de vivir.
Y perdonen este último acto de miseria”.

Thomas Chatterton


Fuentes:
Librería Barco De Papel.html
almadelmar.blogspot.com
http://www.letrasargentinas.com.ar



CHATTERTON

La esperma del ahorcado, un ágata, el ojo salaz del basilisco,
cómo a través del pomo que figura una lágrima hipócrita
se ve flotar en tanta imagen la luz violeta del crepúsculo.
Irrisorio nepente que beberé para engendrar
la versión que algún día se aliará con mi nombre.
¿Habré mentido hasta el final, esta última flaqueza
que dejará en mi boca su amarga flor de espino?
¡Oh mi verdad, pequeña luna entre los dedos,
incomprensible fábula secreta!

Me encontrarán, me lavarán, me enterrarán silbando.
Perdonad si no ayudo,
poco tendré que ver con esos ritos.
Soy mi primer historiador, juglar de ausencias. ¿Quién
podría acusarme
otra vez de falsario? Ya no es falso
esto que se confunde con los otros fantasmas; una niñez,
un reino, una poesía,
una mujer que juega con su anillo.

Alza entonces la copa, Thomas Rowley, bebamos
esta demostración perfecta de inocencia.


Julio Cortázar



jueves, 17 de noviembre de 2016

Ya Kafka había percibido con nitidez "el discurso del cuerpo".

Dr. Luciano Sposato
Luciano sabe bien qué tenemos en la cabeza: neuronas, otras células y, sobre todo, venas y arterias. Es quizá el neurólogo argentino que más sabe sobre los vasos sanguíneos cerebrales: los estudia, los trata, los cura. Luego de sus años en la Fundación Favaloro (donde creó el primer centro para accidentes vasculares), fue en busca de otras sangres en la Western University de Ontario, Canadá.


Facundo Manes es un neurólogo y neurocientífico argentino. Vivió su infancia y adolescencia en Arroyo Dulce y Salto, en la provincia de Buenos Aires. Estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó en 1992 y, luego, en la Universidad de Cambridge, Inglaterra (PhD in Sciences). Una vez concluida su formación de posgrado en el exterior (Estados Unidos e Inglaterra) regresó al país con el firme compromiso de desarrollar recursos locales a fin de mejorar los estándares clínicos y de investigación en neurociencias cognitivas y neuropsiquiatría. Es rector de la Universidad Favaloro.



¿Qué le enseña la música, la literatura, la filosofía a las neurociencias? ¿Cuáles son los artistas o intelectuales que te inspiran?

Como decíamos, la interdisciplina es clave. Te cuento un caso que quizá grafica toda esta interacción. Nuestro libro Usar el cerebro resultó de un proceso de diálogo interdisciplinario entre la neurociencia y la literatura y el arte. Uno de los elementos que nos resultaron claves marcar fueron los límites de la neurociencia. La ciencia no puede explicar todo, y tampoco se permite la ambigüedad y esto es algo de lo que puede ocuparse la literatura y el arte en general. Sobre que artistas me inspiran, en el libro aparecen desplegados inmensos escritores como Kafka, Dostoievsky y Borges, entre muchos otros.



De: El cerebro es un órgano social

En: https://facundomanes.com





































martes, 15 de noviembre de 2016

“Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos”- José Saramago

16 de noviembre de 1922- Portugal


«En el corazón, quizá»

En el corazón, quizá, o más exacto:
Una herida rasgada con navaja,
Por donde se va la vida mal gastada,
Con total conciencia nos apuñala.
El desear, el querer, el no bastar,
Equivocada búsqueda de la razón
Que el azar de ser nos justifique,
Es eso lo que duele, quizá en el corazón.

De "Poesía completa" Alfaguara Editores, 2005

Versión de Ángel Campos Pámpano

En: poesia@amediavoz.com






miércoles, 9 de noviembre de 2016

Fractura expuesta (2)

A través de sus claras formulaciones, Daniel Cassany sigue insertando su bisturí con precisión en los problemas más acuciantes de la formación académica (formación social, formación cívica, en definitiva).




Fractura expuesta (1)


Daniel Cassany, más que eminente investigador, un ciudadano del mundo preocupado por revertir la situación que nos aqueja en todas las latitudes: el rechazo de los adolescentes a las prácticas obsoletas de adquisición de conocimientos que por inercia mantenemos en los ámbitos de formación (incluidos los hogares).



lunes, 7 de noviembre de 2016

"No vencí todas las veces que luché, pero perdí todas las veces que dejé de luchar"- Cecilia Meireles

7 de noviembre de 1901- Brasil
Docente, escritora, periodista.

De la soledad

Hay muchas personas que sufren del mal de la soledad. Basta que alrededor de ellas surja el silencio, que no se manifieste ante sus ojos ninguna presencia humana, para que se apodere de ellas una inmensa angustia: como si el peso del cielo cayera sobre su cabeza, como si se levantara del horizonte el anuncio del fin de mundo.
Sin embargo, ¿existirá en la tierra la verdadera soledad? ¿Acaso no estamos todos cercados por innumerables objetos, por infinitas formas de la naturaleza, y nuestro mundo particular no está lleno de recuerdos, de sueños, de razonamientos, de ideas, que impiden una soledad total? Todo está vivo y todo habla alrededor de nosotros, aunque con vida y voz que no son humanas pero que podemos aprender a escuchar, porque muchas veces ese lenguaje secreto nos ayuda a esclarecer nuestro propio misterio. Como Malmud, el sultán que entendía el habla de los pájaros, podemos aplicar toda nuestra sensibilidad a ese aparente vacío de soledad: y poco a poco nos sentiremos enriquecidos.

Pintores, fotógrafos, rondan a los objetos en busca de ángulos, juegos de luz, elocuencia de formas, para revelar no sólo aquello que les parece el más estético de sus aspectos, sino también el más comunicable, el más lleno de sugerencias, el más capaz de transmitir lo que excede los límites físicos de esos objetos, lo que constituye, de cierto modo, su espíritu y su alma.

Hagámonos videntes también de esa manera: miremos despacio el color de las paredes, el diseño de las sillas, la transparencia de las ventanas, las suaves telas tejidas sin mayores pretensiones. No busquemos en ellos la belleza que deslumbra la mirada, el equilibrio de líneas, la grandeza de las proporciones: muchas veces su aspecto, como en las criaturas humanas, es humilde y torpe. Amemos en esas humildes cosas la carga de experiencia que representan, y la repercusión que en ellas puede sentirse de tanto trabajo humano por interminables siglos. Amemos lo que sentimos de nosotros mismos en esas variadas cosas, puesto que, egoístas como somos, no sabemos amar más que aquello en donde nos reconocemos. Amemos el antiguo encantamiento de nuestros ojos infantiles, cuando empezaban a descubrir el mundo: las nervaduras de la madera, con sus caminos de bosques y ondas y horizontes; el dibujo de los azulejos; el esmalte de las vajillas; los tranquilos, metódicos tejados... Amemos el rumor del agua que corre, los sonidos de las máquinas, la inquieta voz de los animales, que desearíamos traducir. Todo palpita alrededor de nosotros, y es como un deber de amor dedicar el oído, la vista, el corazón, a esa infinidad de formas naturales o artificiales que encierran su secreto, sus memorias, sus silenciosas experiencias. La rosa que se despide de sí misma, el espejo donde descansa nuestro rostro, la funda donde se dibujan los sueños de quien duerme, todo, todo es un mundo con pasado, presente y futuro, por el que transitamos atentos o distraídos. Mundo delicado, que no se impone con violencia: que acepta nuestra frivolidad o nuestro respeto; que espera que lo descubramos, sin mostrar ninguna urgencia de dominio; que puede quedar siempre ignorado, sin por eso dejar de existir; que no hace de su presencia un anuncio exigente: "¡Estoy aquí! ¡Estoy aquí!" Concentrado en su esencia, se nos revela cuando nuestros sentidos están aptos para descubrirlo. Y en silencio nos ofrece su múltiple compañía, generosa e invisible.

Si se quejan de soledad humana, presten atención a esa poderosa presencia alrededor de ustedes, a ese copioso lenguaje que de todo se derrama y que conversará con ustedes interminablemente.

Cecilia Meireles


De: http://fuentes.csh.udg.mx/






“El egoísmo es la propiedad más segura de la vida humana. Gracias a él han conseguido el político, el soldado y el rey ordenar tu mundo con astucia y coacción. Ésa es la melodía de la humanidad; Tú y yo tenemos que reconocerlo. Desterrar la coacción supondría debilitar el orden”- Robert Musil

6 de noviembre de 1880- Austria
Su obra más conocida es la novela El Hombre Sin Atributos pero también escribió cuentos
como el que compartiremos. 



El sastre

I

No creo que haya sido un sastre.
Ante el juez, dijo: “quiero ir a la cárcel, señor, en ninguna otra parte me siento mejor. Mi madre ha muerto, perdí a mis amigos; ah, nunca fui tan agresivo con mi madre como debería haber sido. ¿Qué valor tiene la vida? Téngame lástima. Téngame lástima, señor Juez, enciérreme para siempre. Si lo hace, yo sería feliz; allí podría trabajar como sastre, no necesitaré salir al mundo. El juez, sin embargo, no se conmovió: lo sentenció a una semana de arresto.
El condenado protestó pidiendo la revisión de su proceso, porque la sentencia le parecía demasiado breve.
El juez le informó que la revisión de una sentencia demasiado breve era cosa del fiscal; pero el fiscal no tenía ganas.

II

Creo que poco después rodaba una bomba enorme, una bomba más grande que yo, por la avenida del 12 de septiembre. Quería dinamitar a mi tiempo. Un policía me detuvo y revisó la bomba. Le dije: “necesito dinamitar a mi tiempo, porque no me sigue, oficial, estas son mis obras. La bomba me parecía en este momento tan grande como los rollos enormes de papel que se descargan frente a las enormes imprentas de los periódicos. “Ah, usted trabaja en un periódico”, dijo el policía, “no, la prensa no necesita ningún permiso”

III

Mi bomba rodaba con una envidiable precisión rumbo a la rampa puerta del Parlamento, después entró a la gran sala donde; si se anuncia una revolución, se congregan una multitud de guardianes del orden. Me permitieron encenderla, pero no explotó porque arriba seguían hablando. Y cuando grité “¡veinte años después de mi muerte será una verdadera bomba!”, una nube de policías se lanzó sobre mí. Me defendí con un instrumento que llevaba conmigo. Creo que se llama taladro torácico, una suerte de perforador que se aplica contra el pecho. Tiene una manivela y puede traspasar bloques de acero. Se lo puse a un policía entre el segundo y el tercer botón de su uniforme. El oficial comenzó a ponerse pálido. En ese momento los otros me cayeron encima, trataban de sujetarme los brazos y; aunque no les resultó fácil, poco después ya no podía moverme. Así me aprehendieron.

IV

¡Señor Juez, dije!
Señor juez, yo he aprendido y estudiado muchas cosas, porque quería ser escritor y conocer mi tiempo, no sólo… Sí, me defendí cínicamente; pero el juez que ya me conocía sonrió preguntando:
—¿Ha ganado dinero?
—¡Nunca, dije, está prohibido!
En ese momento el juez miró al secretario del juzgado, el abogado en derecho, al licenciado en izquierda, el fiscal al amanuense, y todos soltaron una carcajada. “¡Deseo que se presente el dictamen de un especialista!”, grito triunfante el defensor.
“Usted está acusado, porque no ha hecho dinero”, dijo el juez.
Desde entonces estoy en la cárcel.
Le falta la glándula monetaria, dijeron los especialistas, por ese motivo no tiene una regulación moral, por eso se convierte en un individuo irascible si se le trata mal. Además, sufre de una aguda distracción, no puede retener lo que otros han repetido cien veces. Busca siempre nuevas ideas. El dictamen de los especialistas en literatura fue peor. En suma: soy un mediocre a quien no se le conmutó la sentencia.
Desde que estoy aquí vivo en un sueño del orden. Nadie crítica mi conducta desmedida. Al contrario, entre los presidiarios soy una persona encantadora, mi inteligencia es extraordinaria. Soy una autoridad literaria, escribo las cartas de los vigilantes. Todo el mundo me admira. Yo, que en el mundo de los justos era un mediocre, en el de los injustos soy un verdadero genio moral, un intelectual de altos vuelos. No hago nada por dinero, sino por alabanza y autoadmiración. Trabajo otra vez como sastre. Ah, la vida espléndida del trabajo, mi alma es una aguja finísima, vuela horas enteras, entra y sale por semanas, zumba como una abeja diligente. Y en mi cabeza hay tan poco como adentro de una tumba, y las abejas zumban.

V


Si alguien quiere demostrarme que todo esto es una mentira, que nunca he sido un sastre mediocre y que no vivo en la cárcel, entonces yo le rogaría al presidente de la República que me asignara un lugar de honor en el manicomio.
Ahí, uno también se siente a gusto.
Ahí, nadie se sorprendería de que yo haga las cosas porque me gustan. Sí, al contrario, ahí, en el manicomio, todos estarían dispuestos a quitarme los obstáculos del camino.

Robert Musil
De: NarrativaBreve.com




sábado, 5 de noviembre de 2016

“Las personas no se dejan vencer por las circunstancias o por fuerzas que vienen de fuera, sino por las que nacen en el interior de sí mismos.” – Banana Yoshimoto

En la escritura descubrirás que es posible vencer 
todos esos límites interiores.




https://docs.google.com/presentation/d/1uSvm0XEUJzjcNotgrrm2zWVAlsi3OGzHiw1OPbNNVz0/edit?usp=sharing

"El poder de las letras es infinito; usadlo con prudencia"- Izumi Kyoka

4 de noviembre de 1873- Japón
Izumi Kyoka vivió en un Japón cambiante (el de la era Meiji) pero él estaba familiarizado y un tanto hechizado por la cultura antigua. Pero no pensemos en algo rancio sino en la suma exquisitez, que ha hecho de Kyoka el autor favorito no sólo de Mishima, sino de Kawabata y de ese gran moderno de las letras niponas que fue Ryonosuke Akutagawa, el autor de “Vida de un loco” …

Kyoka parece un hombre tímido y culto, que cree en una espiritualidad material llena de fantasmas y en cruces entre las distintas vidas que vivimos, las transmigraciones budistas… Un cirujano va a operar a una bellísima mujer, refinada. Ella no quiere anestesia y al final se clava el bisturí del cirujano para no revelar (en las alucinaciones de la anestesia) algo que los une o los unió en otros tiempos… Como la mujer sentada en una estación de ferrocarril y el médico que mira a “La mujer carmesí”. Esa dama lilácea, casi evanescente en su belleza loca, fue una prostituta de alto rango que salvó al muchacho pobre que era, años antes y en un ambiente mafioso, Sokichi, el médico/muchacho que la mira y reconoce… Fantasmas que pudieran ser diosas benignas o malignas, brujas o hadas, seres fascinantes en historias que cuenta un monje peregrino y que suceden entre lo cotidiano y lo ultramundano. 

Efectivamente Izumi Kioka recuerda a románticos alemanes de la fantasía como E.T. Hoffman, pero también a las bellas de Poe en sus ámbitos gótico-campestres o los propios fantasmas japoneses que recogió un americano japonizado como Lafcadio Hearn sobre todo en “Kwaidan”, ese maravilloso libro de cuentos, de 1903, que Kobayashi convirtió en 1964 en una de las más seductoras e inquietantes películas del cine de cualquier época. Mujeres fascinadoras, monjes andariegos, médicos occidentalizados, seres repulsivos como sanguijuelas o serpientes gigantes que viven en bosques que parecen la frontera entre dos mundos; estamos ante cuatro relatos (con un claro eje central) que de alguna manera representan, en una bella y lírica escritura, el orbe que no termina de marcharse y el que tampoco termina por llegar.
No podemos pensar en las imágenes tradicionales de las “gheisas” con mirada occidental, sino en unas princesas bellísimas y refinadas, espíritu y materia, tal como  en las pinturas de Moronubu  o en los esplendores del arte lacado de Ogata Korin, clásicos del arte japonés. Porque el desenfrenado cuanto refinado romanticismo espiritualista de Izumi Kyoka pretende ponernos con sutil exquisitez absoluta al borde de un precipicio. Lean algo diferente.

De: Decadencias, El Mundo.

En: Página personal de Luis Antonio de Villena.html



Sôkichi había llegado a Tokio sin planes específicos y sin un centavo como para pensar en estudiar. Como no tenía dónde vivir, se unió a un grupo de rufianes, seres marginales que lo ayudaron a sobrevivir. Algunos eran estudiantes de medicina fracasados; algunos hasta se habían casado o medraban en el mundo de la política; algunos eran comerciantes de poca monta; los había charlatanes, y un par de ellos se estaban preparando para ingresar a la policía.
Sôkichi vivía en el callejón en escalera que sube al Myôjin, en la pensión regenteada por un ex estudiante de medicina hambriento de nombre Matsuda y su esposa. Al final de la subida, había una casa con una ventana a la calle, y una lámpara y un sauce llorón al frente, el lugar ideal para que alguien tuviera guardada a su concubina. Ella se llamaba Osen y era tan fresca como una gota de rocío. Y era a ella a quien la mujer de escarlata se parecía.
Osen era una mujer que se había abierto camino en la vida con gran esfuerzo. Era la concubina del líder de la pandilla, un tipo grandote como una estatua, de nombre Kumazawa, el cual, a estar por los rumores, habría de convertirse algún día en un exitoso hombre de negocios. Las habladurías decían que Osen había sido rescatada de un prostíbulo por este hombre, pero la realidad era que había sido convencida por él para que se fuera a vivir como su concubina al callejón en escalera. Era evidente que se trataba de una profesional, pero Sôkichi no podía, incluso ahora, decir a qué categoría pertenecía. Por entonces, Osen era una mujer muy bella, tres o cuatro años mayor que él, o quizás más, a la que simplemente consideraba adorable.

De: Prostitución a la carta de Izumi Kyôka
En: kyokadossier.pdf


"Las palabras en sí mismas son arte, artificio (giko),
 por lo que toda obra de literatura creada, al estar escrita con palabras, 
es en sí misma arte.”
Izumi Kyoka
De: http://koratai.com/




jueves, 3 de noviembre de 2016

"La primera verdad es la muerte. Queda por descubrir cuál es la última. He aquí por qué escribo. Porque la poesía comienza allí donde la última palabra no la tiene la muerte. Es la finalización de una vida y el comienzo de otra, que es la misma que la primera, pero más profunda, que llega hasta el lugar más alejado que puede descubrir el alma. Allí donde el sol y el Hades se tocan". - Odiseas Elytis




El concierto de los jacintos


I

Ponte un poquito más cerca del silencio y recoge los cabellos de esta noche que sueña, desnudo su cuerpo. Tiene muchos horizontes, muchas brújulas, y un destino que arde incansable cada vez y sus cincuenta y dos papeles. Después vuelve a empezar con otra cosa - con tu mano, que le da perlas para hallar un deseo, una islita de sueño.
Ponte un poquito más cerca del silencio y abraza la enorme ancla que gobierna en los abismos. Dentro de poco estará en las nubes Y tú no entenderás, mas llorarás, llorarás para que yo te bese y cuando vaya a abrir una brecha en la mentira, un pequeño tragaluz azul cielo en la ebriedad, me morderás.
Sombra celosa de mi alma, engendradora de una música en el claro de luna.
Ponte un poquito más cerca de mí.


De "Orientaciones" Ediciones del oriente y del mediterráneo 1996
Versión de Ramón Irigoyen

De: amediavoz.com







viernes, 28 de octubre de 2016

“España no está aquí, está en América.”- Ramón Del Valle Inclán






"¿Acaso ustedes conocen lo que es ser mujer?” - Sylvia Plath

27 de octubre de 1932- Boston,  Estados Unidos

"Mis poemas pues dicen lo que soy, lo que siento, lo que pienso. Soy una mujer inquieta por saber quién soy; una mujer que deja algo de su identidad en los versos tristes, solitarios, amorosos, angustiantes, soñadores que todos ustedes han leído y uno que otro han aprendido. Sé que no es fácil leerme, por mi forma de escritura, por mis referencias, por mi simbolismo, por mi lenguaje. Es extraño, lo sé. Pero así sentía las cosas, así llegaban a mí en esas horas en las que mis poemas salían, hoy pienso, tan sencillos".


De: http://prosasliterarias.blogspot.com.uy



Amabilidad

Amabilidad se desliza en torno a mi casa.
¡Señora amabilidad, es tan afable!
Las piedras rojas y azules de sus anillos
Dejan cenizas en la ventana,
Los espejos están llenos de sonrisas.

¿Lo qué es más real que un chillido de un niño?
Uno de un conejo puede que sea más salvaje
Pero no tiene alma.
El azúcar puede curar todo, según Amabilidad.
El azúcar es un fluido necesario,

Sus cristales son un bálsamo.
¡Oh amabilidad, amabilidad
Juntando delicadamente las piezas!
Mis sedas japonesas, mis apenadas mariposas,
Puede que sean clavadas por momentos, aletargadas.

Y aquí estás tú, con una taza de té
Cubierta de vaho.
El chorro de sangre es poesía,
No hay cómo detenerlo.
Tú me entregas dos niños y dos rosas




Antes del ‘despertar feminista’ de los Estados Unidos y, por lo tanto, de las voces poéticas femeninas alrededor de este tema, Plath escribió sobre las mujeres, su cuerpo, sus roles en la sociedad y las expectativas impuestas por la cultura versus el desarrollo del individuo, en poemas como Spinster y The Applicant. Un tema poco tratado antes de Plath por otras poetas es la sexualidad femenina, a veces agresiva, a veces víctima o pasiva. Plath exploró tempranamente las relaciones y la búsqueda de la identidad particulares a las mujeres, en una diversidad de roles que generaban confusión entre la supuesta libertad y las restricciones sociales de su época.

Sylvia Plath siempre se consideró a sí misma como un ser político y creía que era obligación de los artistas involucrarse y denunciar los sucesos políticos que marcaran su tiempo. Ella no se pudo considerar simplemente como una poeta intensamente personal, sino también como un ser consciente de la conectividad histórica entre el sujeto y su entorno. Su obra es una denuncia de los constructos sociales y explora las intersecciones ideológicas detrás del arte y la sociedad, en especial sus contradicciones. Las experiencias culturales de las mujeres durante la posguerra son un tema fundamental en su poesía; en especial la crítica que hace a la construcción de modelos y argumentos en cuanto a los roles de género.


Carmen Lucía Jijón
De: Reflexiones psicoanalíticas sobre la vida, poesía y muerte de Sylvia Plath
En: http://uni.ups.edu.ec