jueves, 16 de octubre de 2014

“El amor nunca tiene razones. Y la falta de amor tampoco. Todo son milagros.”- Eugene O´Neill


... ¡Apresúrate! Últimamente, gracias a ti, no tardo mucho en preparar el desayuno. Esta mañana sólo tenemos pan, manteca y café: y ni siquiera tendrías eso si yo no me estropeara los dedos cosiendo. El pan está duro. Supongo que te gustará. Tú no te mereces nada mejor, pero no veo por qué he de sufrir yo. (Yendo hacia la cocina de gas) El café dentro de un momento, y no esperes que te lo sirva.

(Repentinamente, con violenta ira) ¿Qué diablos estás haciendo ahora? (Va hacia la puerta y atisba) Bueno, por lo menos estás casi vestido. Creí que te habías metido en la cama de nuevo. Eso sería muy propio de ti. ¡Qué aspecto horrible tienes esta mañana! ¡Aféitate, por amor de Dios! ¡Estás repulsivo! Pareces un vagabundo. Por algo nadie quiere darte empleo. No los culpo… Tu aspecto no es ni aun medianamente decente. (Va hacia la cocina de gas) Aquí hay mucha agua caliente. No tienes la menor excusa. (Toma un tazón y vierte en él un poco de agua de la cafetera) Toma.

(Él tiende la mano en procura del tazón. Se ve una mano sensible, de finos dedos, que tiembla, y parte del agua se derrama sobre el piso.)

(La señora Rowland, con tono insultante) ¡Mira cómo te tiembla la mano! Más vale que abandones la bebida. No puedes soportarla. Los hombres como tú son los mejores candidatos al delirium tremens. ¡Eso sería la gota que hace desbordar el vaso! (Mirando el piso)  Mira cómo has dejado el piso… hay colillas y cenizas en toda la habitación. ¿Por qué no los tiraste sobre el plato? No, no serías lo bastante considerado para hacerlo. Nunca piensas en mí. Tú no tienes que barrer la habitación, y eso es todo lo que te importa.
(Toma la escoba y empieza a barrer malignamente, levantando una nube de polvo. De las habitaciones interiores llega el rumor de una navaja de afeitar que afilan)

(Barriendo) ¡Apresúrate! Ya debe ser casi hora de que me vaya. Si llegara tarde, me expondría a perder mi empleo y entonces ya no te podría seguir manteniendo. (Y al ocurrírsele algo más, agrega sarcásticamente) Y entonces, tendrías que trabajar o hacer alguna cosa horrible de esa especie. (Barriendo debajo de la mesa.) Lo que quiero saber es si buscarás hoy trabajo o no. Sabes que tu familia no nos seguirá ayudando. También ellos ya están hartos de ti. (Después de barrer en silencio durante unos instantes) Estoy cansada de toda esta vida. Ganas me dan de irme a casa, pero soy demasiado orgullosa para permitir que te sepan un fracasado… a ti, el hijo único del millonario Rowland, el egresado de Harvard, el poeta, el hombre notable del pueblo… ¡Bah! (Con amargura) No serían muchas las que me envidiarían mi hombre notable si supieran la verdad. Me gustaría saber una cosa… ¿Qué ha sido nuestro matrimonio? Aun antes de que tu padre millonario muriera debiéndole dinero a todo el mundo, nunca derrochaste un solo minuto a tu esposa. Supongo que, a tu entender, yo debía darme por satisfecha con tu honorable actitud al casarte conmigo… después de haberme puesto en dificultades. Yo te avergonzaba ante tus refinados amigos porque mi padre sólo es un almacenero, eso es lo cierto. Por lo menos es un hombre honrado, y tú no podrías decir lo mismo del tuyo. (Sigue barriendo enérgicamente hacia la puerta. Se apoya sobre su escoba por un momento)

Suponías que todos creerían que te habías visto obligado a casarte conmigo y te compadecerían… ¿verdad? No vacilaste mucho para decirme que me querías y para hacerme creer en tus mentiras antes de que sucediera aquello… ¿no es cierto? Me hiciste suponer que no querías que tu padre me sobornara, como trató de hacerlo. Pero ya sé a qué atenerme. Por algo he vivido tanto tiempo contigo. (Sombríamente) Es una suerte que nuestro pobre hijo naciera muerto, después de todo… ¡Qué padre hubieras sido...

De: Antes del Desayuno

16 de octubre de 1888- Estados Unidos
Dramaturgo

















miércoles, 15 de octubre de 2014

martes, 14 de octubre de 2014

“Que mi mente se pasee hambrienta por ahí, intrépida, sedienta y flexible”. E.E. Cummings






















Llevo tu Corazón en mi Corazón


Llevo tu corazón conmigo,
lo llevo en mi corazón.
Nunca estoy sin él
donde quiera que voy, vas tú
amor mío,
y lo que sea que yo haga
es tu obra.
No temo al destino,
ya que tú eres mi destino.
No quiero ningún mundo,
porque tú eres mi mundo, mi certeza.
Y eso es lo que eres tú.
lo que sea que una luna
siempre pretendió,
lo que sea que un sol quiera ser.
Este es el secreto más profundo
que nadie conoce.
Esta es la raíz de la raíz,
el brote del brote,
el cielo del cielo
de un árbol llamado vida,
que crece más alto
de lo que el alma puede esperar
o la mente ocultar.
Es la maravilla que mantiene
a las estrellas separadas.
Llevo tu corazón.

Lo llevo en mi corazón.


14 de octubre de 1894- Estados Unidos
Escritor, pintor.












sábado, 11 de octubre de 2014

Aleksis Kivi en el Día de la Literatura Finlandesa

10 de octubre de 1834- Finlandia
Tardíamente reconocido como el Padre de la Literatura en finés


Un domingo por la tarde, en pleno verano, mientras el sol declina en el aire en calma y sobre el bosque quieto, se sienta a solas con su hijo en el banco, junto a la mesa. Eero ha ido a dar una vuelta por sus prados y sus campos, y toda la servidumbre está en la aldea. Una absoluta paz reina en la naturaleza y en la amplia sala de la granja, cuyo piso alfombrado de fresco ramaje sonríe en su bordado de fronda. Todo es paz y silencio. De vez en cuando llegan de la colina poblada de abedules los dulces sones de los cencerros del ganado. La mujer, sentada en la banqueta, habla con su niñito, quien, tendido en sus rodillas, parece una aurora radiante. «Dime, chiquitín», dice ella hablando y cantando, «dime, chiquitín, ¿cómo has encontrado el camino de tu casa?» «He venido por la ruta de Turku, he retozado por los senderos de Háme». «¿Pero en qué has reconocido tu casa, pequeñín?» «En el perro que ladra bajo la puerta, la he reconocido en el pozo dorado del patio y he visto también los caballos de los pastores eclesiásticos ante el henil y en el pajar un tonel de cerveza.» «¿Y en qué has conocido a tu querida mamá, en qué a tu papá?» «Mamá sacaba agua de malta junto a las llamas del fuego, sacaba y cantaba, cantaba con voz clara, llevaba anudado al cuello un pañuelo de lana, un pañuelo como la nieve y la bóveda del cielo.» «¿En qué has conocido a papá?» «Tallaba un mango de hacha, tallaba junto a la ventana dorada.» «¿De manera que has encontrado el camino, has reconocido tu casa, has reconocido en la sala a tu madre y a tu padre? ¿Pero dónde está papá, a dónde ha ido, piensa en nosotros? Seguramente piensa en nosotros, y si él no piensa en ti, yo no te olvidaré nunca jamás, ni en la misma muerte, aurora y crepúsculo de mi alma, mi gozo y mi dulce tristeza. ¿Y por qué eres tú mi tristeza? ¡Ah! Este mundo es pérfido y turbulento y muchos navegantes se han hundido en las simas eternas de sus mares. Dime, hijo mío, hierbecita mía, ¿no te gustaría navegar hacia el puerto de la paz mientras todavía ondea en toda su pureza el estandarte blanco de tu infancia?

De: Siete hermanos






“Los siete hermanos” fue novela muy atacada por los partidarios de la escuela clásica, y Kivi se fue al norte, creyendo que había fracasado. Uno de sus hermanos lo recogió y murió en esa casa de madera, similar a aquella en la que nació. Fue el 31 de diciembre de 1872, o sea a los 38 años. Bastó que muriera para que empezara a considerársele la aurora de la literatura finlandesa.

Hyalmar Blixen
Diario "Lea" - Montevideo
4 de febrero de 1990

De: EspacioLatino.com









viernes, 10 de octubre de 2014

"La cultura, fundamento y fin último de la política"- Léopold Sédar Senghor


Canto de primavera

Para una muchacha negra de talón rosa

I

¡Cantos de aves se elevan diáfanos en el cielo primitivo,
El aroma verde de la hierba asciende, Abril!
Escucho el aliento de la aurora conmovida, las nubes blancas
    de mis cortinas.
Escucho el canto del sol sobre mis postigos melodiosos.
Siento como un aliento el recuerdo de Naët sobre mi nuca
    desnuda amotinándose.
Mi sangre, a mi pesar cómplice, murmura en mis venas
Eres tú, amiga mía — ¡Oh! escucha la respiración ya cálida
    en el abril de otro continente.
¡Oh! escucha cómo se deslizan escarchadas de azul las alas
    de las golondrinas migratorias.
Escucha el aleteo blanco y negro de las cigüeñas en el
    extremo de sus velos desplegados.
Escucha el mensaje de la primavera de otra época,
    de otro continente.
Escucha el mensaje del África lejana y el canto de tu
    sangre
Escucho la sabia de abril en tus venas cantar.

II

Tú me has dicho:
—Escucha amigo mío, lejano y sordo, el gruñido precoz
    del ciclón como un fuego rodante de maleza.
Y mi sangre grita de angustia en el abandono de mi cabeza
    demasiado pesada y entregada a las corrientes eléctricas.
¡Oh, allá la tormenta súbita, es el incendio de las costas
    blancas de la blanca paz del África mía.
Y en la noche donde truenan los grandes desgarrones de
    metal.
Escucha más cerca de nosotros, sobre trescientos kilómetros,
    los aullidos de los chacales sin luna y los maullidos
    felinos de las balas.
Escucha el rugido breve de los cañones y los barritos de
    los paquidermos de cien toneladas.
¿Es aún el África esta costa móvil, este orden de batalla,
    esta línea larga y recta, esta línea de acero y de
    fuego?...
Mas escucha al huracán de las águilas-fortalezas, los
    escuadrones aéreos tirando a las artillerías
Y fulminando a las capitales en un instante de relámpago.
Y las pesadas locomotoras saltando por debajo de las
    catedrales.
Y las soberbias ciudades arden, en llamas más amarillas
    que la hierba de la maleza en época de estío.
Y he aquí que las altas torres, orgullo de los hombres,
    caen como los gigantes de los bosques con un ruido de
    demolición.
Y he aquí que los edificios de cemento y acero se funden
    como se derrite la cera a los pies de Dios.
Y la sangre de mis hermanos blancos hierve por las calles,
    más roja que el Nilo — ¿abajo qué cólera de Dios?
Y la sangre de mis hermanos negros, los Tirailleur
    senegaleses, de la que cada gota derramada es una
    punta de fuego en mi flanco.
¡Primavera trágica! ¡Primavera de sangre! ¿Es este tu
    mensaje, África?...
¡Oh! amigo mío — ¡Oh! ¿cómo escucharé tu voz?
Como ver tu rostro negro tan dulce a mi mejilla morena a
    mi alegría morena.
¿Cuándo tendré que taparme ojos y oídos?

III

Yo te he dicho:
—Escucha el silencio bajo las cóleras llameantes de la
    tormenta.
La voz del África rasgando el suelo bajo la rabia de los
    cañones de largo alcance
La voz de tu corazón, de tu sangre, escúchala bajo el delirio
    que encabezan tus gritos.
¿Tiene acaso la culpa si Dios le ha pedido las primicias
    de sus cosechas,
Las más bellas espigas y los más bellos cuerpos, elegidos
    pacientemente entre mil pueblos?
¿Tiene acaso la culpa si Dios hace de sus hijos las varas
    que castigarán la soberbia de las naciones?
Escucha su voz azul en el aire limpio de odio, mira al
    sacrificador verter las libaciones al pie del túmulo.
Ella proclama la gran emoción que hace temblar los cuerpos
    con el aliento cálido de abril.
Ella proclama la espera amorosa de la renovación en la
     fiebre de esta primavera.
La vida que hace dar vagidos a dos niños recién nacidos
    al borde de una tumba hueca.
Ella dice: tu beso es más fuerte que el odio y la muerte.
Veo en el fondo de tus ojos turbados la luz ostentosa del
    verano.
Respiro entre tus colinas la embriaguez dulce de las
    cosechas.
¡Ah, este rocío de luz en las aletas estremecidas de tu
    nariz!
Y tu boca es como una yema que se hincha al sol,
Y como una rosa color del vino añejo que se dilata al canto
    de tus labios.
Escucha el mensaje, amiga sombría de talón rosa.
Escucho tu corazón de ámbar que germina en el silencio
    y la primavera.

París, abril de 1944



De: http://www.materialdelectura.unam.mx

Creación de Frank Morrison.
9 de octubre de 1906- Senegal, África
Escritor, político, Presidente de Senegal
.

jueves, 9 de octubre de 2014

"Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas"- Mário de Andrade



9 de octubre de 1893- Brasil
Escritor, musicólogo.






«Todo es una transición, un puente. Y toda nuestra esperanza está al otro lado»- Ivo Andric

9 de octubre de 1892, Bosnia-Herzegovina
Escritor, Doctor en Filosofía.

Sarajevo, 1946

Aquí, como en Belgrado, veo en las calles un número importante de mujeres jóvenes cuyo cabello está encaneciendo
o ya se ha vuelto gris.
Sus rostros atormentados son aún jóvenes y las formas de sus cuerpos
revelan aún más claramente su juventud.
Me parece apreciar en las cabezas de estos seres frágiles
la huella de la última guerra…
No puedo conservar esta escena para el futuro,
pues muy pronto esas cabezas serán aún más blancas y desaparecerán.
Es de lamentar, pues nada podría explicar más claramente a las generaciones futuras los tiempos que nos ha tocado vivir que estas jóvenes cabezas encanecidas,
privadas ya de la despreocupación de la juventud.
Que al menos estas breves palabras sirvan para perpetuar su recuerdo.”

De: http://lunazul.ucaldas.edu.co



domingo, 5 de octubre de 2014

José Donoso

























5 de octubre de 1924- Chile
Escritor, docente, periodista.
Integrante de la Generación del Boom.

Teresa De la Parra, una Ifigenia revolucionaria en Venezuela.

5 de octubre de 1889- Francia
Nacionalizada: venezolana
Escritora.
Valiente voz de la mujer sometida al patriarcado.




... “En el trapiche amplio y generoso no había casi paredes ni había casi puertas; nada se encerraba; ¡adelante todo el mundo! Entraba el sol; entraba el aire; entraba el aguacero; entraban las legiones de avispas doradas y zumbando a buscar dulce; entraban las yuntas lentas con los carros anchos y los montones de caña bien trabados que los gañanes descargaban de un golpe y dejaban firmes en el suelo detrás de los carros; en busca de dulce, lo mismo que las avispas, entraban los hijitos de los peones con una cazuela en la mano, a pedir: ‘de parte de mi Mamá que si me hacen el favor de unas migajitas de raspadura o un pedacito de papelón roto para el guarapito de esta noche’. Como a las avispas, se les daba la raspadura o se les daba el pedazo de papelón roto, a nadie se decía no.”...

Fragmento de Memorias de Mamá Blanca.
De: http://www.oocities.org


“El pensar y tener iniciativa no está 
bien visto 
en una señorita decente”

sábado, 4 de octubre de 2014

"Mi vida, más que la vida de cualquiera que haya conocido, ha transcurrido en medio de la soledad y la errancia" -Thomas Wolfe

3 de octubre de 1900- Estados Unidos
Escritor y periodista.

Sólo los muertos conocen Brooklyn


No hay un solo mortal que se conozca Brooklyn de punta a punta porque a un tipo, le llevaría la vida entera poder andar por esta ciudad de m. . .

Así que como le digo, estoy esperando que llegue el tren cuando lo veo al tipo éste grande parado ahí, es lo primero que veo. Bueno, tiene una cara fiera, sabe, y se nota que ha tomado bastante, pero todavía aguanta: habla claro y camina bastante derecho. Entonces, este tipo grande se acerca al tipo bajito que está parado ahí y dice: “¿Cómo se va hasta la Avenida Dieciocho y la calle Sesenta y Siete?”, le dice.

—¡Uy, Dios! ¡Me embromó, jefe! —le dice el bajito—. Yo no hace mucho que estoy acá —dice-—. ¿Por dónde queda? ¿Más o menos por el barrio Flatbush?

—No, —dice el tipo grande—. Está por el Bensonhurst. Pero nunca anduve por ahí. ¿Cómo se llega?

—¡Dios! —dice el bajito, rascándose la cabeza, sabe, se veía que el bajito no conocía el camino—. Me embromó, jefe. Nunca lo sentí nombrar. ¿Alguno de ustedes sabe dónde queda? —me dice.

—Seguro —le digo— queda en el Bensonhurst. Se toma el expreso de la Cuarta Avenida, se baja en calle Noventa y Nueve, ahí agarra el local costero, se baja en la Avenida Dieciocho y la Sesenta y Tres y de ahí camina cuatro cuadras, Eso es todo lo que tiene que hacer —le digo.

—¡Nooo! —se mete a decir un vivo que yo no había visto antes—. ¿De qué hablás ? —dice. Era muy vivo, ¿sabe?— ¡Ese tipo está loco! Ahora le voy a decir lo que tiene que hacer —le dice al tipo alto—. Se toma la línea del West End en la Treinta y Tres —le dice. Se baja en New Utrecht y la Avenida Dieciséis —dice—. Camina dos cuadras más y cuatro para arriba —dice— y llega justito— Un tipo vivísimo, ¿sabe?

—¿ Ah, sí? —le digo. ¿Y quién se lo dijo? —me dio rabia que se hiciera tanto el vivo, ¿Cuánto hace que vive acá? —le digo.

—Toda mi vida —me dice—. Nací en Willianisburgh —dice—. Y sobre esta ciudad le puedo decir unas cuántas cositas que seguro usted no escuchó antes —dice.

—¿Ah, sí? —le digo.

Y él dice: Sí.

—¡Ah, bueno! ¡Así que usted me puede decir cosas sobre esta ciudad que nadie ha escuchado jamás! Claro, a lo mejor las sueña de noche —le digo—, antes de dormirse, como quien recorta muñequitos de papel, o esas cosas.

—¿Ah, sí? —me dice-. Vos sos muy vivo, ¿no?

—Ah, no sé —le digo. La cabeza todavía no me la usaron para la estatua de Lincoln —le digo—. Pero soy lo bastante vivo para saber cuándo hablo con un mentiroso.

—¿Si? —dice—. un vivo, ¿eh? Sos tan piola que cualquiera de estos días alguno te va a arruinar la cara —dice—. De vivo que sos.

Bueno, llegó mi tren, que si no ahí mismo le doy una trompada, pero cuando vi que el tren llegaba le dije nada más que: “¡Chau, pesado! Siento mucho pero no me puedo quedar para ocuparme de vos. Espero encontrarte pronto, en el cementerio, espero”. Y entonces agarro y le digo al tipo alto, que se había quedado ahí todo el tiempo. “Venga conmigo”, le digo. Entonces cuando se sube al tren le digo, “¿A qué lugar de Bensonhurst va?”, “¿Qué dirección busca?”, le digo. Sabe, pensé que si me decía la dirección a lo mejor le podía ayudar a encontrarla.

—No —me dice—, no busco ninguna dirección, No conozco a nadie en el barrio.

—¿Y entonces para qué va? —le digo.

—Ah —dice el tipo—, voy a ver el lugar. Me gusta el nombre, me gusta como suena, Bonsonhoist, ¿sabe? así que pensé en ir y mirar un poco.

—¿Qué está tratando de enchufarme? —le digo—. ¿Me está cargando? —Sabe, pensé que se quería hacer el vivo conmigo.

—No —me dice—, le estoy diciendo la verdad. Me gusta salir a conocer lugares con nombres lindos, como ése. Me gusta salir y conocer toda clase de lugares —dice.

—¿Y cómo sabe que existe ese lugar —le digo— si no estuvo antes?

Ah, —dice—. Tengo un mapa.

—¿Un mapa? —le digo.

—Seguro —dice—. Tengo un mapa donde están todos estos lugares. Lo traigo cada vez que vengo por acá.

Y, ¡dios mío! al mismo tiempo se lo saca del bolsillo. Lo tiene ahí, es la pura verdad, un gran mapa de toda la ciudad de m... con todos los caminos marcados. Sabe, Nueva York Este y Flatbush, Bensonhurst, Brooklyn del Sur, las Lomas, Bay Ridge, Greenport, todos los cochinos lugares, ¿no los tiene ahí mismito en el mapa?

—¿Ha estado en alguno de estos lugares? —le digo.

—Claro, en la mayoría —dice—. Anoche justo estuve en Red Hook.

—¡Uy, Dios! ¡Red Hook! —le digo—. ¿Y qué fue a hacer?

—Oh, —dice —no mucho. Caminar un poco. Fui a un par de sitios a tomar una copa, pero casi todo el tiempo anduve caminando por ahí.

—¿Y nada más que caminar? —le digo

—Claro —dice—, mirando cosas, ¿sabe?

—¿Adónde fue? —le pregunto.

—Ah, —dice— no sé el nombre de los lugares pero puedo encontrarlos en el mapa. Una vez anduve caminando por unos campos enormes donde no había ni una casa —dice—, pero a lo lejos se veían los barcos, con las luces prendidas. Estaban cargando. Entonces atravesé todo el campo, y llegué donde están los barcos.

—Seguro —le digo—. Ya sé donde estuvo. Usted estuvo en Erie Basin.

—Sí —dice—. Creo que se llamaba así. Había de esos grandes elevadores y grúas y estaban cargando los barcos y vi unos barcos en muelle seco, todos iluminados, así que me atravesé el campo para llegar hasta allí, —dice.

—¿Y entonces qué hizo? —le digo.

—Ah —dice— nada. Después de un rato me volví otra vez a campo traviesa y fui a un par de lugares a tomar una copa.

—¿Y no pasó nada cuando estaba allí? —le digo.

—No —dice—. Casi nada. Un par de borrachos en uno de los lugares empezaron a pelear, pero los sacaron afuera a los empujones —dice— y entonces uno de los tipos empezó a querer volver, pero el patrón saca su bate de baseball de abajo del mostrador y entonces el tipo se va.

—¡Mi dios! —digo—. ¡Red Hook!

—¡Seguro! —dice—. Fue justo ahí.

—Bueno, no vuelva otra vez —le digo—. No se meta más ahí.

—¿Por qué? —dice—. ¿Qué tiene de malo?

—Y —le digo— es un buen lugar para estar lejos, un buen lugar para no ir nunca.

—¿Por qué? ¿Por qué es malo?

¡Dios santo! Qué se puede hacer con un tipo tan bruto como ése! Me avivé que no servía para nada hablarle de nada, no iba a entender lo que le decía, así que le dije: “No, nada. Que puede perderse, nada y más”.

—¿Perderme? —me dice—. No, cómo me voy a perder, tengo el mapa.¡Un mapa! ¡Red Hook! ¡Dios mío!

Y entonces el tipo empieza a hacerme un montón de preguntas idiotas: qué tamaño tiene Brooklyn y si yo sé cómo llegar a todas partes y cuánto tiempo le llevaría a un tipo conocerla toda.

—¡Oiga! —le digo—. Sáquese esa idea de la cabeza ya mismo —le digo—. Nunca va a poder conocer todo Brooklyn. Ni en cien años —le digo—. Yo he vivido acá toda mi vida y ni siquiera sé lo que hay que conocer, así que cómo quiere conocer usted la ciudad —le digo—, si ni siquiera vive acá?

—Sí —me dice— pero yo tengo un mapa para poder encontrar el camino.

—¡Qué mapa ni mapa —le digo—, cómo va a conocer Brooklyn con un mapa!

—¿Sabe nadar? —me dice así no más. ¡Dios mío! Entonces, sabe, me, di cuenta de que el tipo estaba un poco chiflado. Había tomado mucho, claro, pero tenía esa mirada de loco que no me gustaba nada—. ¿Sabe nadar? —me dice.

—Seguro —le digo—. ¿Usted no?

—No —me dice—. Una brazada o dos. Nunca aprendí bien.

—Bueno, es fácil —le digo—. No necesita más que un poco de confianza. Yo sabe cómo aprendí, mi hermano mayor me tiró del muelle un día, vestido y todo. Yo tenía ocho años. “Nadá” me dijo. “Vas a tener que nadar o ahogarte” Y créamelo, ¡nadé! Cuando no hay más remedio que hacerlo, se hace. Lo único que se necesita es confianza. Y una vez que usted aprende —le digo— no tiene que preocuparse de nada. No se olvida nunca. Es algo que se le queda para toda la vida,

—¿Usted nada bien? —me dice.

—Como un pez —le contesto—. En el agua soy igual que un pez. Aprendí a nadar en los muelles con todos los otros chicos.

—¿Y qué haría si viera un hombre ahogándose? —me dice el tipo.

—¿Qué haría? Bueno, me tiro y lo saco —le digo—. Eso es lo que haría.

—¿Vio alguna vez ahogarse a un hombre? —me dice.

—Seguro —le digo—. Vi a dos. Las dos veces en Coney Island. Se alejaron mucho y ninguno de los dos sabía nadar. Se ahogaron antes de que nadie tuviera tiempo de llegar.

—¿Qué pasa con la gente cuando se ahoga acá? —dice.

—¿Acá dónde? —le digo.

—Acá en Brooklyn.

—No entiendo qué quiere decir —le digo—. Nunca oí que nadie se ahogara acá en Brooklyn, no sé, a menos que quiera decir en una pileta de natación. No se puede ahogar en Brooklyn —le digo— Tiene que ahogarse en otra parte. en el mar, donde haya agua.

—Ahogarse —dice el tipo mirando el mapa—. Ahogarse—. ¡Dios mío! Me di cuenta de que era una especie de tarado, tenía esa mirada de loco cuando te miraba y uno no sabía con qué se iba a descolgar. Así que cuando llegamos a una estación que no era mi parada, me bajé lo mismo y esperé el otro tren.

—¡Bueno, hasta la vista, jefe! —le digo—. Tómeselo con calma!

—Ahogarse —dice el tipo, mirando el mapa—. Ahogarse.

¡Dios mío!, pensé mil veces en el tipo desde entonces y me pregunto qué le habrá pasado cuando fue a conocer Bensonhurst porque le gustaba el nombre. ¡Caminar por Red Hook de noche solo, mirando su mapa! ¿Cuánta gente vi ahogarse en Brooklyn? ¡Cuánto tiempo tardaría un tipo con un buen mapa en conocer todo lo que hay que conocer en Brooklyn!

¡Dios mío! ¡Qué tarado era! De todos modos me pregunto cómo le habrá ido. A lo mejor le dieron un golpe en la cabeza o todavía está viajando en el subte, en medio de la noche con su mapita! ¡Pobre tipo! ¡Diga, uno se muere de risa cuando piensa en tipos como ése! A lo mejor ya se avivó que no va a vivir bastante como para conocer todo Brooklyn. Un tipo necesitaría toda la vida para conocer Brooklyn de punta a punta. Y ni así la conocería usted toda.

De: http://archivo.lavoz.com.ar




De la mano de Gerardo Diego: Matilde Camus

1919-2012- España
Poeta.
Alumna de Gerardo Diego.

Yo soy de la Montaña


Yo soy de la Montaña vertebrada
llena de húmedos pulsos de rocío,
de campos soñadores,
de arroyos cantarines y de ríos;
de casonas hidalgas
y de ruido de albarca en los caminos.

Yo soy de esta vestida tierra herbosa
donde el sol nos envuelve con cariño,
donde la bruma besa nuestros rostros
y las playas se aroman con sus pinos.

Soy de estas costas, duras y norteñas,
donde se encrespa el mar embravecido,
donde hay temblor de algas
bajo espumas de armiño.

Yo soy de la ladera más hermosa
de nuestro litoral santanderino.
Aquí la primavera es voz mojada
rompiéndose en fulgores y estallidos.


De: http://superbeto69.blogspot.com


Santander, tierra de Gerardo y Matilde.


“Como un guante famélico el día se me escapa de los dedos”.- Gerardo Diego

3 de octubre de 1896- España
Poeta y propulsor de
la Generación del 27.

Mujer de ausencia


Mujer de ausencia,
escultura de música en el tiempo.
Cuando modelo el busto
faltan los pies y el rostro se deshizo.
Ni el retrato me fija con su química
el momento justo.
Es un silencio muerto
en la infinita melodía.
Mujer de ausencia, estatua
de sal que se disuelve, y la tortura
de forma sin materia.



Quisiera ser convexo...


Quisiera ser convexo
para tu mano cóncava.
Y como un tronco hueco
para acogerte en mi regazo
y darte sombra y sueño.
Suave y horizontal e interminable
para la huella alterna y presurosa
de tu pie izquierdo
y de tu pie derecho.
Ser de todas las formas
como agua siempre a gusto en cualquier vaso
siempre abrazándote por dentro.
Y también como vaso
para abrazar por fuera al mismo tiempo.
Como el agua hecha vaso
tu confín - dentro y fuera - siempre exacto.



Una a una desmonté las piezas de tu alma...


Una a una desmonté las piezas de tu alma.
Vi cómo era por dentro:
sus suaves coyunturas,
la resistencia esbelta de sus trazos.
Te aprendí palmo a palmo.
Pero perdí el secreto
de componerte.
Sé de tu alma menos que tú misma,
y el juguete difícil
es ya insoluble enigma.


De: amediavoz.com