10 de octubre de 1834- Finlandia Tardíamente reconocido como el Padre de la Literatura en finés |
Un domingo por la tarde, en pleno
verano, mientras el sol declina en el aire en calma y sobre el bosque quieto,
se sienta a solas con su hijo en el banco, junto a la mesa. Eero ha ido a dar
una vuelta por sus prados y sus campos, y toda la servidumbre está en la aldea.
Una absoluta paz reina en la naturaleza y en la amplia sala de la granja, cuyo
piso alfombrado de fresco ramaje sonríe en su bordado de fronda. Todo es paz y
silencio. De vez en cuando llegan de la colina poblada de abedules los dulces
sones de los cencerros del ganado. La mujer, sentada en la banqueta, habla con
su niñito, quien, tendido en sus rodillas, parece una aurora radiante. «Dime,
chiquitín», dice ella hablando y cantando, «dime, chiquitín, ¿cómo has
encontrado el camino de tu casa?» «He venido por la ruta de Turku, he retozado
por los senderos de Háme». «¿Pero en qué has reconocido tu casa, pequeñín?» «En
el perro que ladra bajo la puerta, la he reconocido en el pozo dorado del patio
y he visto también los caballos de los pastores eclesiásticos ante el henil y
en el pajar un tonel de cerveza.» «¿Y en qué has conocido a tu querida mamá, en
qué a tu papá?» «Mamá sacaba agua de malta junto a las llamas del fuego, sacaba
y cantaba, cantaba con voz clara, llevaba anudado al cuello un pañuelo de lana,
un pañuelo como la nieve y la bóveda del cielo.» «¿En qué has conocido a papá?»
«Tallaba un mango de hacha, tallaba junto a la ventana dorada.» «¿De manera que
has encontrado el camino, has reconocido tu casa, has reconocido en la sala a
tu madre y a tu padre? ¿Pero dónde está papá, a dónde ha ido, piensa en
nosotros? Seguramente piensa en nosotros, y si él no piensa en ti, yo no te
olvidaré nunca jamás, ni en la misma muerte, aurora y crepúsculo de mi alma, mi
gozo y mi dulce tristeza. ¿Y por qué eres tú mi tristeza? ¡Ah! Este mundo es
pérfido y turbulento y muchos navegantes se han hundido en las simas eternas de
sus mares. Dime, hijo mío, hierbecita mía, ¿no te gustaría navegar hacia el
puerto de la paz mientras todavía ondea en toda su pureza el estandarte blanco
de tu infancia?
De: Siete hermanos
“Los siete hermanos” fue novela muy atacada por los
partidarios de la escuela clásica, y Kivi se fue al norte, creyendo que había
fracasado. Uno de sus hermanos lo recogió y murió en esa casa de madera,
similar a aquella en la que nació. Fue el 31 de diciembre de 1872, o sea a los
38 años. Bastó que muriera para que empezara a considerársele la aurora de la
literatura finlandesa.
Hyalmar Blixen
Diario "Lea" - Montevideo
4 de febrero de 1990
De: EspacioLatino.com
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