miércoles, 30 de julio de 2014

Horizontalidad en la cuna, en la pasión, en el conocimiento y en el féretro, porque todos ignoramos de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Todos aprendemos de todos: un lema inapelable en nuestra Casa.


Por eso, hoy, Eduardo Varela -querido compañero de larga trayectoria en PERRAS NEGRAS, investigador enamorado de culturas originarias (si no son occidentales, mejor)- nos presenta a:

Joumana Haddad
6 de diciembre de 1970- Beirut
Poeta, periodista, traductora (domina siete lenguas),
artista y activista.

Geología del “yo”


Soy el 6 de diciembre de mil novecientos setenta;
soy la hora justo después del mediodía.
Los gritos de mi madre alumbrándome
y sus gritos alumbrándola.
Su útero soltándome para emerger por mí misma,
su sudor alcanzando mi potencialidad.
Soy los ojos de mi familia sobre mí,
las miradas del padre, del abuelo, de las tías.
Soy todas sus perspectivas posibles;
las cortinas corridas, y las paredes detrás de esas,
y soy la que no tiene nombre, ni mano, por lo que viene detrás.
Soy las expectativas sobre mí, los sueños malogrados,
los vacíos suspendidos como amuletos en torno a mi cuello.
Soy el abrigo rojo ceñido, que lloraba al llevarlo,
y todas las constricciones que aún me hacen llorar.
Soy las tablas de multiplicar que aún ahora no domino.
El dos que suma uno, siempre uno.
Y soy la teoría de las líneas curvas, nunca juntas.
Soy mi fe, de niña, en que la Tierra giraba en torno a mi corazón
y mi corazón, en torno a la Luna.
Soy la mentira de Papá Noel,
que aún hoy creo.
Soy la mentira de Dios,
que no creo más.
Soy la astronauta que soñaba ser algún día,
las arrugas de mi abuela que se suicidó;
mi frente apoyada en su regazo ausente.
Soy chantaje, mi vicio inaugural.
Soy guerra
y el cadáver del hombre que los combatientes arrastraron ante mí,
y su pierna intentando seguirlo.
Soy la adolescencia de mi pecho derecho,
la sabiduría del izquierdo,
el poder de ambos bajo una camiseta ajustada
y luego mi conciencia de su poder: el inicio de la caída.
Soy mi aburrimiento rápido, mi primer cigarrillo, mi atrasada obstinación,
las estaciones pasadas.
Y soy la nieta de la niña que fui;
su falta de mi rabia,
mis decepciones, mis triunfos,
mis laberintos, mis mentiras,
mis cicatrices y mis virajes erróneos.


De: http://akantilado.wordpress.com



El retorno de Lilith


Las bestias monteses se encontrarán con los gatos
cervales, y el peludo gritará a su compañero:
Lilith también tendrá allí asiento, y hallará para sí reposo.
Isaías 34:14


Yo soy Lilith, la diosa de dos noches que vuelve de su exilio.

Yo soy Lilith, la diosa de dos noches que vuelve de su exilio.

Soy Lilith, la mujer destino. Ningún macho escapa a mi suerte y ningún macho quisiera escapar.

Soy las dos lunas Lilith. La negra no está completa sino por la blanca, ya que mi pureza es la chispa del desenfreno y mi abstinencia, el inicio de lo posible. Soy la mujer-paraíso que cayó del paraíso, y soy la caída-paraíso.

Soy la virgen, rostro invisible de la desvergüenza, la madre-amante y la mujer-hombre. La noche, pues soy el día; la costa derecha, pues soy la izquierda; y el Sur, pues soy el Norte.

Soy la mujer festín y los convidados al festín. Me llaman la hechicera alada de la noche, la diosa de la tentación y del deseo. Me han nombrado patrona del placer gratuito y de la masturbación y liberada de la condición de madre para que sea el destino inmortal.

Soy Lilith, la de los blancos senos. Irresistible es mi encanto, pues mis cabellos son negros y largos y de miel son mis ojos. La leyenda cuenta que fui creada de la tierra para ser la primera mujer de Adán, pero no me sometí.

Soy Lilith que retorna del calabozo del olvido blanco, leona del señor y diosa de dos noches. Yo reúno aquello que no puede ser reunido en mi copa y lo bebo ya que soy la sacerdotisa y el templo. Agoto toda embriaguez para que no se piense que me puedo saciar. Me hago el amor y me reproduzco para crear un pueblo de mi linaje, ya que mato a mis amantes para dar paso a los que aún no me han conocido.

Soy Lilith, la mujer selva. No supe de espera deseable, pero sí de leones y de especies puras de monstruos. Fecundo todos mis flancos para fabricar el cuento. Reúno las voces en mis entrañas para que se complete el número de esclavos. Devoro mi cuerpo para que no se me diga famélica y bebo mi agua para nunca sufrir de sed. Mis trenzas son largas para el invierno y mis maletas no tienen cubierta. Nada me satisface ni me sacia y aquí estoy de regreso para ser la reina de los extraviados en el mundo.

Soy la guardiana del pozo y el reencuentro de los opuestos. Los besos sobre mi cuerpo son las heridas de aquellos que trataron. Desde la flauta de los muslos asciende mi canto, y desde mi canto la maldición se expande en agua sobre la tierra.

Soy Lilith, la leona seductora. La mano de cada sirviente, la ventana de cada virgen. El ángel de la caída y de la conciencia del sueño ligero. Hija de Dalila, de María Magdalena y de las siete hadas. No hay antídoto contra mi maldición. Por mi lujuria se elevan las montañas y se abren los ríos. Regreso para penetrar con mis flujos el velo del pudor y para limpiar las heridas de la falta con el aroma del desenfreno.

Desde la flauta de los muslos asciende mi canto
y por mi lujuria se abren los ríos.
¿Cómo podría no haber mareas
cada vez que entre mis labios verticales brilla una sonrisa?
Porque soy la primera y la última
La cortesana virgen
El codiciado temor
La adorada repudiada
Y la velada desnuda,
Porque soy la maldición de lo que antecede,
El pecado desapareció de los desiertos cuando abandoné a Adán.
Él se equivocó por completo, hizo añicos su perfección.
Lo hice descender a tierra, y para él alumbré la flor de la higuera.

Soy Lilith, el secreto de los dedos que insisten. Perforo el sendero, divulgo los sueños, destruyo ciudades de hombres con mi diluvio. No reúno dos de cada especie para mi arca. Más bien los transformo a todos para que el sexo se purifique de toda pureza.

Yo, versículo de la manzana, los libros me han escrito aunque ustedes no me hayan leído. El placer desenfrenado, la esposa rebelde, la realización de la lujuria que conduce a la ruina total. En la locura se entreabre mi vestimenta. Los que me escuchan merecen la muerte y los que no me escuchan morirán de despecho.

No soy remisa ni la yegua dócil,
soy el estremecimiento de la primera tentación.
No soy remisa ni la yegua dócil,
Soy el desvanecimiento del último pesar.

Yo, Lilith, el ángel desvergonzado. La primera yegua de Adán y la corruptora de Satán. El imaginario del sexo reprimido y su más alto grito. Tímida, pues soy la ninfa del volcán; celosa, pues la dulce obsesión del vicio. El primer paraíso no me pudo soportar. Y me arrojaron de él para que siembre la discordia sobre la tierra, para que dirija en los lechos los asuntos de los que a mí se someten.

Soy Lilith, el destino de los conocedores y la diosa de dos noches. La unión del sueño y de la vigilia. Yo, la poeta feto, perdiéndome gané mi vida. Regreso de mi exilio para ser la esposa de los siete días y las cenizas de mañana.

Yo la leona seductora regreso para cubrir de vergüenza a las sumisas y reinar sobre la tierra. Regreso para sanar la costilla de Adán y liberar a cada hombre de su Eva.

Yo soy Lilith
Y vuelvo de mi exilio
Para heredar la muerte de la madre que he criado.





Joumana Haddad: «En Líbano sólo sobrevivimos»

Profesión: poeta, traductora, periodista y escritora. Nació: en 1970, en Beirut (Líbano).
Por qué está aquí: acaba de publicar «Yo maté a Sherezade. Confesiones de una mujer árabe furiosa» (Debate).

30 de marzo de 2011. 04:00h Cecilia García.

–¿Por qué está furiosa?
–La furia es un sentimiento contrario a la resignación. Estoy furiosa y harta de los clichés sobre la mujer árabe, que algunos son ciertos, pero están incompletos. Es cierto que hay algunas que se sienten incapaces y son autoindulgentes. Se dicen: «Soy débil, no tengo poder, por lo que no puedo cambiar mi destino», pero hay otras como yo, furiosas, independientes y decididas a cambiar las cosas.

–¿Y no será que, ya sea en el mundo árabe, o en Occidente seguimos esperando a una dócil Sherezade?
–Sí, una mujer exótica, encantadora, que sabe contar historias, sensual, a las que se las trata con condescendencia... Pero, cuidado, también hay mujeres occidentales así.

–Incluso a algunas les gusta serlo. ..
–Sí, aunque saben que es pura sumisión, su vida está en manos de los hombres.

–Usted descubrió la literatura, y en especial la literatura erótica muy pronto...
–Sí, me sentía encadenada por mi país, que vivía una guerra absurda, y una familia que me dio una educación muy estricta. Leer «Lolita» y «Justine» fue como una explosión para mí. Encontré mi identidad más auténtica, me reencontré con mi cuerpo, mi sexualidad y mi independencia.

–¿Está eufórica por las revueltas en el mundo árabe?
–Sí que estoy contenta, y también observo los movimientos con mucha prudencia. Evidentemente, esas dictaduras eran horrorosas, pero no estoy segura de que lo que venga ahora sea mejor, sobre todo, para las mujeres.

–Pero ellas han estado presentes en las revueltas.
–Me temo que muchas han sido utilizadas por los hombres para estar ahí, pero no se han dado cuenta. Por ejemplo, en Egipto, donde las mujeres no están tomando ningún protagonismo en la Transición. No creo que los nuevos regímenes sean más sensibles a los derechos de las mujeres, porque consideran un lujo.

–¿Cómo valora la intervención en Libia?
–Creo que está movida por intereses económicos, no creo que empleen la misma fuerza en Siria o en Yemen, cuyos pueblos viven también en dictadura.

–Al menos, en el Líbano la situación no es tan crítica...
–Hemos vividos muchas pequeñas guerras, pero tengo la ilusión de vivir un día en un Líbano más libre donde no se discrimine a la mujer. En Líbano no vivimos, sobrevivimos.

De: http://www.larazon.es


A Eduardo, el agradecimiento de tod@s, y al/ la lector/a, la sugerencia de recorrer la Web para seguir leyendo a Joumana... Como ella sostiene: "La libertad empieza en la cabeza, y al madurar se expresa en tu discurso, en tu comportamiento"...






lunes, 28 de julio de 2014

“Ahora tenemos mucho peso sobre los hombros"- Bernardo Atxaga

27 de julio de 1951- Guipúzcua
Escritor,
licenciado en Ciencias Económicas y en Filosofía y Letras,
guionista, vendedor de libros, instructor de euskera.


La Vida Según Adán 



Enfermó Adán el primer invierno después de su salida del paraíso y asustado con los síntomas, la tos, la fiebre, el dolor de cabeza, se echó a llorar igual que años más tarde lo haría María Magdalena, y dirigiéndose a Eva, “no sé qué me ocurre” gritó, “tengo miedo” “amor mío, ven aquí, creo que ha llegado la hora de mi muerte”.

Eva se sorprendió mucho al oír aquellas palabras, amor, miedo, muerte y le pareció que pertenecían a una lengua extraña, ajena al paradisiaqués, y anduvo con ellas en la boca, masticándolas como pepitas, como raíces, hasta que creyó, amor, miedo, muerte, comprender enteramente su sentido. Para entonces Adán ya se había repuesto, y volvía a sentirse feliz, o casi.

Fue sólo, aquel hecho extraparadisíaco, el primero de una larga serie, de modo que Adán y Eva siguieron, por así decir, recibiendo clases intensivas de la lengua que decía amor, miedo, muerte, aprendiendo palabras como cansancio, sudor, carcajada, carcaj, carcamal, canción, caricia o cárcel; a medida que crecía su vocabulario, las arrugas de su piel aumentaban.

La hora de la muerte, la verdadera, le llegó a Adán siendo ya muy viejo, y quiso entonces transmitir a Eva lo que había aprendido, su última verdad. “¿Sabes, Eva?”, le dijo, “la pérdida del paraíso no fue en realidad una desgracia. A pesar de los trabajos, a pesar de lo del pobre Abel y todos los demás conflictos, hemos conocido lo único que, noblemente hablando, puede llamarse vida”.

Sobre la tumba de Adán se derramaron lágrimas corrientes, de agua y sal, que cayeron a tierra y no criaron jacintos, ni rosas, ni flores de ninguna clase, y de todos ellos fue Caín el que, paradójicamente, con más desgarro lloró; luego Eva recordó con cariño el susto de Adán cuando su primera gripe, y todos se calmaron, y se fueron, y tomaron algo, y comieron un bollo.




Las Gaviotas



Todas las tardes
se reúnen las gaviotas
frente a la estación del tren:
Allí repasan sus amores.

En su libro de memorias
dos flores de sándalo:
una señala la página de los puentes,
otra la de los suicidas.

Y también guardan una fotografía
del mendigo que, hace tiempo, transportaba
los despojos del mercado.

Pero su pequeño corazón
-que es el de los equilibristas-
por nada suspira tanto
como por esa lluvia tonta
que casi siempre trae el viento,
que casi siempre trae el sol.

Por nada suspira tanto
como por el inacabable
(cabalé, cabalá),
continuo mudar
del cielo y de los días.



De: http://www.poemasde.net

















En Uruguay hay demasiados “nidos de caranchos” protegidos por el silencio cómplice y por la naturalización de la costumbre.


Como se sabe, el carancho es un ave rapaz y muy selectiva en su procedimiento de caza, pues prefiere presas jóvenes o ya heridas a las que somete a un hábil método de agresión: ojos, labios y zona anal son sus áreas primarias de ataque, de tal manera que provoca su indefensión, su agonía y su muerte.

Por analogía, y diseminad@s por todo el territorio, actúan cada vez más mujeres y hombres dedicad@s -como cualquier honesto trabajador- al abuso sexual infantil, una transgresión no ya contra la ley sino contra la naturaleza humana, un acto para cuya calificación todo vocablo resulta paupérrimo.

Ciertas medidas han sido adoptadas por las Autoridades pero realmente son de una insuficiencia alarmante porque, como ocurre con otros delitos, es vox-populi quiénes son es@s caranch@s, especialmente fuera de la capital.
Algún partido político ha propuesto la elaboración de una especie de catálogo de abusadores con el propósito de una circulación restringida. ¿Será todo lo que se pueda implementar?

Para estos delitos de lesa-humanidad, los ciudadanos merecemos otra atención, l@s niñ@s merecen un accionar medular, y no estas tímidas, esporádicas e inconclusas providencias. De cuajo hay que cortar ya esta práctica infame, repugnante, vergonzosa; la cicatriz que provoca es indeleble y es la eficaz orientadora hacia la cárcel o hacia la muerte.

¿Por qué proteger el nombre y la fisonomía de estos sujetos? Habría que “escracharlos” a nivel de todo el país, exponiendo sus datos y fotos en cada semáforo, en cada ómnibus, en cada comercio, en cada poste, en cada cerca de cada casa... en cada conciencia... 







domingo, 27 de julio de 2014

"Sus poemas me conmovieron" - Joan Manuel Serrat


¿Y ha de morir contigo el mundo mago


¿Y ha de morir contigo el mundo mago
donde guarda el recuerdo
los hálitos más puros de la vida,
la blanca sombra del amor primero,

  la voz que fue a tu corazón, la mano
que tú querías retener en sueños,
y todos los amores
que llegaron al alma, al hondo cielo?

  ¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,
la vieja vida en orden tuyo y nuevo?

¿Los yunques y crisoles de tu alma
trabajan para el polvo y para el viento?



Antonio Machado
Galerías


De: http://www.poesi.as

26 de julio de 1875- España


















sábado, 26 de julio de 2014

«Un hombre de mi intensidad espiritual no come cadáveres» - George Bernard Shaw



Es considerado el autor teatral más significativo de la literatura británica posterior a Shakespeare. Fue un incisivo crítico social  y el mejor crítico teatral y musical de su generación.


Su pieza cómica Pigmalión (1913), que se presenta como una comedia divertida e ingeniosa, fue escrita como introducción didáctica a la fonética, pero en realidad trata del amor y contiene numerosos elementos de crítica social, como la explotación de un ser humano por parte de otro.  La obra obtuvo un éxito inmediato.

El mito-
Pigmalión, rey de Chipre, además de ser sacerdote y rey, era también un magnífico escultor. Su obra superaba en habilidad incluso a la de Dédalo, el célebre constructor del laberinto. Durante mucho tiempo, Pigmalión había buscado una esposa, cuya belleza correspondiera con su idea de la mujer perfecta. Al fin decidió que no se casaría, y dedicaría todo su tiempo y el amor que sentía dentro de sí a la creación de las más hermosas estatuas. Ofrecería después sus obras maestras a Afrodita. Era tal la fuerza del sentimiento y de la inspiración cuando trabajaba el mármol, que su mano parecía guiada por un poder mágico. La primera estatua fue la de una joven, a la que llamó Galatea, tan perfecta y tan hermosa, que Pigmalión se enamoró de ella perdidamente. Soñó que la estatua cobraba vida.

Ovidio poetizó así el mito en el libro X de las Metamorfosis: «Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez, y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.»
Pigmalión despertó: en lugar de la estatua se hallaba Afrodita en persona, que le dijo «Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal».





























Henrik Pontoppidan

24 de julio de 1857- Dinamarca
Escritor, ingeniero, docente, periodista.

Premio Nobel 1917

El vuelo del águila


“Esta es la historia de la joven águila que unos niños encontraron cuando no era más que una cría de pico amarillo. La llevaron a la vieja granja del párroco, donde personas bondadosas la cuidaron, llegando a tomarle tanto cariño que más tarde no fueron capaces de separarse de ella. Como el patito feo del cuento, creció entre patos que graznaban, gallinas que cacareaban y ovejas que balaban, y tan bien fue amoldándose a este entorno que se hizo grande y hermosa, e incluso —como decía el párroco— estaba echando barriga […].

Así había vivido algunos años cuando el viejo párroco enfermó y murió y, en la confusión que se adueñó de la granja, se fueron olvidando de ocuparse del ave regia, Klaus, como buenamente se le había bautizado […].

Como tantas veces antes, había estado soñando, melancólico, encima de su cercado y, en un arranque de vago afán de libertad, extendió las alas al vuelo; pero en lugar de desplomarse sobre el empedrado como en otras ocasiones, se había remontado por los aires con tal ímpetu que, completamente aterrado, se había apresurado a encontrar dónde posarse.

Y ahora estaba allá arriba, encaramado al alto caballete, totalmente aturdido por lo que había sucedido. Nunca antes había visto el mundo desde una posición tan elevada. Emocionado, volvía la cabeza ora a un lado, ora al otro hasta que, irresistiblemente atraído por el azul del cielo y por las nubes que lo surcaban, extendió nuevamente las alas y se dejó elevar... primero probando cautelosamente, pronto más atrevido, más seguro… después de lo cual, al instante se remontó con un salvaje grito de júbilo trazando un gran arco en el firmamento. De repente sintió que era águila […].

Algo silba de repente en el aire por encima de él. Una hembra de águila de pecho blanco describe círculos bajo el ardiente cielo del crepúsculo. Durante unos momentos permanece con el cuello estirado reflexionando sobre esta insólita visión. Pero bruscamente acaba con toda su indecisión. Entre el poderoso fragor de sus alas extendidas levanta el vuelo y al instante está junto a ella. Y aquí empieza una salvaje persecución sierra adentro… Ella siempre delante y por encima, Klaus algo fatigado a la zaga, fondón y jadeante.

En seguida están entre las cumbres. Todavía brilla el sol en las cimas más altas, mientras, sobre las laderas, ellos surcan la neblina del crepúsculo. De abajo le llega el sombrío susurro de los extensos bosques y el estruendo de los torrentes en las profundas gargantas […]. Pero más alto, cada vez más alto asciende ella, más y más se aventura por encima de las arreboladas lomas, atrayente, seductora.
Han ido a parar a un interminable pedregal donde formidables peñascos yacen caóticamente amontonados unos sobre otros como despojos de una torre de Babel derruida. Entonces, inesperadamente, se despliega el panorama ante ellos. Por encima de las nubes a la deriva, emerge como una ensoñación el reino sobrenatural de las nieves perpetuas, no mancilladas por el paso de ningún ser vivo, morada sólo de las águilas y del inmenso silencio. En las alturas, el último fulgor del día parece dormitar sobre la nieve blanca. Por detrás aparece el cielo azul oscuro cuajado de serenas estrellas.

Despavorido, Klaus ha detenido su vuelo y se ha posado en una roca. Estremeciéndose por el frío y el hielo, se queda con los ojos fijos en este blanco paisaje espectral, en esas enormes estrellas que le hacen guiños desde lo alto a través de la oscuridad como malévolos ojos felinos.

Después de su irreflexivo vuelo, no llegó a la granja hasta la mañana siguiente. Durante algunos instantes sobrevoló el entrañable hogar que lo había visto crecer, como para convencerse de que todo continuaba como antes. Entonces descendió lentamente. Pero iba a suceder una desgracia. El mozo del establo, que lo había visto por casualidad y que aún no había tenido noticia de la desaparición de Klaus, había entrado precipitadamente a buscar su escopeta y se había apostado detrás de un tronco para disparar sobre el supuesto ladrón de gallinas tan pronto como hubiera descendido lo suficiente.

Sonó el disparo. Se vieron desperdigarse por el aire algunas plumas, y el cuerpo sin vida de Klaus se hundió como una piedra en el lodazal. Y es que, de nada sirve el haber nacido de un huevo de águila cuando se ha crecido en el corral de los patos”.


Pontoppidan, Henrik. (2011) (Cien del mundo). México: Conaculta.


De: http://www.conafe.gob.mx




viernes, 25 de julio de 2014

“La gambeta: un mareo momentáneo, una broma pesada, una broma gastada a un señor serio, agrio, reumático..." - Bernardo Canal Feijoo


23 de julio de 1897- Argentina
Escritor vanguardista fundador de "La Brasa".
Abogado






Ansiedad


El ansia del triunfo

anidaba en el ángulo de la red,

a espaldas del arquero,

una gran araña torva...

(El juego se agolpaba contra uno de los arcos, como en un peloteo a la pared. El arquero tenía ya empastelados los ojos, y aunque volvía las espaldas en las contorsiones bruscas, quedaba siempre mirando de frente como un búho idiota.

Solo, abandonado en su arco, el arquero adversario se paseaba de un lado para otro, se detenía, parecía ladrar al tumulto lejano, como un perro atado a su garita.)


Córner


Los jugadores se reunieron a dar la bienvenida.

Como de un lejano horizonte

se levanta la pelota del córner,

abriendo su vuelo de serpentina...

Se encoge la guardia de los jugadores

y ajusta el paredón del gol.

Entonces,

entre las frentes endurecidas,

una frente,

aristada de voluntad

en un salto más alto que ninguno,

quiebra como un florete

el acero flexible de la parábola del córner...



Réferi

El réferi husmeaba todo, estaba empeñado en revertirlo todo hacia sí, en sorprender las delanteras sin darse mucho afán, con una judiciaria propensión a descubrir la falta, a aplicar sus sanciones de pito solemne.

(Va, vuelve; tiene una carrera entorpecida de una contracarrera, con estacatos de cardíaco, o de palmípedo doméstico, que pretende seguir el volatín aéreo de los pájaros, y larga tres pasos torpes de tony botinudo.)


De: gambeteandopalabras.cruzagramas.com.ar



jueves, 24 de julio de 2014

"...Tú, mi amor, que caminas como un beso, andando vas por entre mis palabras..." - Eduardo Carranza


23 de julio de 1913- Colombia
Escritor, periodista, docente, diplomático.

A veces cruza mi pecho dormido...


A veces cruza mi pecho dormido
una alada magnolia gimiendo,
con su aroma lascivo, una campana
tocando a fuego, a besos,
una soga llanera
que enlaza una cintura
una roja invasión de hormigas blancas,
una venada oteando el paraíso
jadeante, alzado el cuello
hacia el éxtasis,
una falda de cámbulos
un barco que da tumbos
por ebrio mar de noche y de cabellos,
un suspiro, un pañuelo que delira
bordado con diez letras
y el laurel de la sangre,
un desbocado vendaval, un cielo
que ruge como un tigre,
el puñal de la estrella fugaz
que sólo dos desde un balcón han visto,
un sorbo delirante de vino besador
una piedra de otro planeta silbando
como la leña verde cuando arde,
un penetrante río que busca locamente
su desenlace o desembocadura
donde nada la Bella Nadadora,
un raudal de manzana y roja miel
el arañazo de la ortiga más dulce
la sombra azul que baila en el mar de Ceilán,
tejiendo su delirio,
un clarín victorioso levantado hacia el alba
la doble alondra del color del maíz
volando sobre un celeste infierno
y veo, dormido, un precipicio súbito
y volar o morir...

A veces cruza mi pecho dormido
una persona o viento,
un enjambre o relámpago,
un súbito galope:
es el amor que pasa en la grupa de un potro
y se hunde en el tiempo hacia el mar.



El olvidado

                                                         A Jorge Gaitán Durán


Ahora tengo sed y mi amante es el agua.
Vengo de lo lejano, de unos ojos oscuros.
Ahora soy del hondo reino de los dormidos;
allí me reconozco, me encuentro con mi alma.

La noche a picotazos roe mi corazón,
y me bebe la sangre el sol de los dormidos;
ando muerto de sed y toco una campana
para llamar el agua delgada que me ama.

Yo soy el olvidado. Quiero un ramo de agua;
quiero una fresca orilla de arena enternecida,
y esperar una flor, de nombre margarita,
para callar con ella apoyada en el pecho.

Nadie podrá quitarme un beso, una mirada.
Ni aún la muerte podrá borrar este perfume.
Voy cubierto de sueños, y esta fosforescencia
que veis es el recuerdo del mar de los dormidos.


De: amediavoz.com



miércoles, 23 de julio de 2014

“La dinámica emocional (de un poema) no debe confundirse con ningún orden absoluto de definiciones racionalizadas” - Hart Crane

21 de julio de 1899- Estados Unidos
Poeta

Interior


Esta lámpara dejó caer una tímida
Solemnidad en nuestro pobre cuarto.
¡Oh dorada y gris amenidad
Tristeza intensa y gentil!


A lo largo y ancho del mundo
Reclamamos las horas robadas ya que ninguno puede saber
Cuánto le agrada al amor florecer como una flor tardía
En los días posteriores a la incandescencia.

Y aunque el mundo deba despedazarse
Con celos y engaños
Al menos podrá  reverenciar y conquistar
Nuestra piedad con una sonrisa.




LAS CARTAS DE AMOR DE MI ABUELA


No hay más estrellas esta noche
que las de los recuerdos,
y sin embargo, cuánto espacio queda para el recuerdo
en el holgado cinturón de la llovizna tenue.

Incluso queda suficiente espacio
para las cartas de la madre de mi madre,
Elizabeth,
que han estado guardadas tanto tiempo
en un rincón de la buhardilla
que están humedecidas y marrones,
y quizás se podrían derretir como nieve.

En un espacio de esas dimensiones,
es necesario dar pasos muy cuidadosos.
Todo pende de un invisible pelo blanco,
y tiembla como ramas de abedul que tejieran una red en el aire.

Y me pregunto:

“¿Tenés los dedos suficientemente largos
para pulsar esas antiguas teclas que no son sino ecos?
¿Tendrá el silencio suficiente fuerza
para llevar la música de vuelta hasta su origen
y otra vez hasta vos
igual que si estuviese llevándosela a ella?”.

Y sin embargo yo llevaría a mi abuela de la mano,
y le haría ver cosas que mayormente no comprendería;
y por eso tropiezo. La lluvia continúa cayendo sobre el techo
y suena como a risas de piadosa dulzura.


De: www.zaidenwerg.com