Es considerado el autor teatral
más significativo de la literatura británica posterior a Shakespeare. Fue un
incisivo crítico social y el mejor
crítico teatral y musical de su generación.
Su pieza cómica Pigmalión (1913),
que se presenta como una comedia divertida e ingeniosa, fue escrita como
introducción didáctica a la fonética, pero en realidad trata del amor y
contiene numerosos elementos de crítica social, como la explotación de un ser
humano por parte de otro. La obra obtuvo
un éxito inmediato.
El mito-
Pigmalión, rey de Chipre, además
de ser sacerdote y rey, era también un magnífico escultor. Su obra superaba en
habilidad incluso a la de Dédalo, el célebre constructor del laberinto. Durante
mucho tiempo, Pigmalión había buscado una esposa, cuya belleza correspondiera
con su idea de la mujer perfecta. Al fin decidió que no se casaría, y dedicaría
todo su tiempo y el amor que sentía dentro de sí a la creación de las más hermosas
estatuas. Ofrecería después sus obras maestras a Afrodita. Era tal la fuerza
del sentimiento y de la inspiración cuando trabajaba el mármol, que su mano
parecía guiada por un poder mágico. La primera estatua fue la de una joven, a
la que llamó Galatea, tan perfecta y tan hermosa, que Pigmalión se enamoró de
ella perdidamente. Soñó que la estatua cobraba vida.
Ovidio poetizó así el mito en el
libro X de las Metamorfosis: «Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla,
le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su
dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda
a los rayos del sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y
haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un
gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la
estatua otra vez, y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas
daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.»
Pigmalión despertó: en lugar de
la estatua se hallaba Afrodita en persona, que le dijo «Mereces la felicidad,
una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has
buscado. Ámala y defiéndela del mal».
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