21 de julio de 1899- Estados Unidos Poeta |
Interior
Esta lámpara dejó caer una tímida
Solemnidad en nuestro pobre cuarto.
¡Oh dorada y gris amenidad
Tristeza intensa y gentil!
A lo largo y ancho del mundo
Reclamamos las horas robadas ya que ninguno puede saber
Cuánto le agrada al amor florecer como una flor tardía
En los días posteriores a la incandescencia.
Y aunque el mundo deba despedazarse
Con celos y engaños
Al menos podrá
reverenciar y conquistar
Nuestra piedad con una sonrisa.
LAS CARTAS DE AMOR DE
MI ABUELA
No hay más estrellas esta noche
que las de los recuerdos,
y sin embargo, cuánto espacio queda para el recuerdo
en el holgado cinturón de la llovizna tenue.
Incluso queda suficiente espacio
para las cartas de la madre de mi madre,
Elizabeth,
que han estado guardadas tanto tiempo
en un rincón de la buhardilla
que están humedecidas y marrones,
y quizás se podrían derretir como nieve.
En un espacio de esas dimensiones,
es necesario dar pasos muy cuidadosos.
Todo pende de un invisible pelo blanco,
y tiembla como ramas de abedul que tejieran una red en el
aire.
Y me pregunto:
“¿Tenés los dedos suficientemente largos
para pulsar esas antiguas teclas que no son sino ecos?
¿Tendrá el silencio suficiente fuerza
para llevar la música de vuelta hasta su origen
y otra vez hasta vos
igual que si estuviese llevándosela a ella?”.
Y sin embargo yo llevaría a mi abuela de la mano,
y le haría ver cosas que mayormente no comprendería;
y por eso tropiezo. La lluvia continúa cayendo sobre el
techo
y suena como a risas de piadosa dulzura.
De:
www.zaidenwerg.com
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