sábado, 25 de enero de 2014

“La vida no es tan matemáticamente idiota como para que sólo los grandes se coman a los pequeños, sino que también ocurre, con la misma frecuencia, que la abeja mate al león o que, al menos, lo enloquezca” - August Strindberg




JUAN. ¿Que salga con la señorita?...

JULIA. Sí, conmigo.

JUAN. Eso no está bien, no está bien bajo ningún concepto.

JULIA. (Riéndose). ¡No me explico lo que quiere usted darme a entender! ¿Es posible que se haga usted ilusiones?

JUAN. Yo, no; pero no hay que olvidar a la gente.

JULIA. ¿Por qué? ¿Van a creer que me he enamorado de mi criado?

JUAN. Yo no soy un hombre presumido, señorita; pero como se han visto casos semejantes, para las gentes no hay nada sagrado...

JULIA. Parece usted un aristócrata.

JUAN. Y lo soy.

JULIA. Pues yo desciendo...

JUAN. Fíjese en mi consejo, señorita: no descienda. Nadie creerá que ha descendido voluntariamente, sino que ha caído.

JULIA. Es que yo tengo mucha mejor opinión de la gente. Venga usted, y verá; ¡venga, venga! (Provocativa).

JUAN. ¡Qué extraña es usted!

JULIA. Es posible; pero también usted lo es. Todo es extraño en general. La vida, los hombres; todo es igual a un bloque de hielo, arrastrado de un lado a otro sobre la superficie del agua, hasta que se hunde, se hunde... Tengo un sueño que se me repite con frecuencia y en el cual se me ocurre pensar ahora. Me veo sentada sobre una columna altísima, sin medios para poder bajar; me da vértigo el mirar hacia abajo, pero he de mirar, y me falta valor para tirarme; ya no me puedo sostener, y anhelo caer, pero no caigo; y no tengo sosiego, no tengo alegría hasta hallarme abajo, hasta verme, en el suelo. Mas, cuando llego al suelo, deseo descender más, hundirme bajo la tierra. ¿Ha experimentado usted alguna vez algo semejante?

JUAN. No, señorita, no. Yo suelo soñar que estoy tendido bajo un árbol recio y frondoso en lo más intrincado de la selva. Deseo subir, subir a las últimas ramas para poder admirar el claro paisaje a mi alrededor, donde el sol brilla, y robar en lo alto el nido de los pájaros de huevos de oro. Y trepo, trepo; pero el tronco es tan grueso y tan escurridizo y está tan lejos la primera rama... Pero estoy cierto de que si llegase a asirme de esa primera rama, podría llegar a lo alto como si subiese por una escalera. No la he alcanzado aún, pero la alcanzaré, aunque sea sólo en sueños.

JULIA. ¡Y yo me estoy aquí (riéndose) hablando de sueños con usted! ¡Vámonos ya! Sólo hasta el Parque. (Dándole el brazo, se dirigen hacia la puerta).

JUAN. Hoy deberíamos dormir sobre las hierbas nuevas de la noche de San Juan: entonces se realizarían todos nuestros sueños. (Al salir se detienen de pronto: Juan se lleva la mano a un ojo).

JULIA. Déjeme ver lo que le ha entrado en el ojo.

JUAN. ¡Oh, nada! Una motita; esto pasa enseguida.

JULIA. Le he rozado con la manga de mi vestido... Siéntese y le ayudaré. (Le coge de un brazo y le obliga a sentarse sobre la mesa; luego le sujeta la cabeza por la nuca y trata de limpiarle el ojo con la punta de un pañuelo). Estése usted quieto. Tranquilícese, hombre; no se mueva usted. (Dándole un palmetazo en la mano). ¿Así me obedece usted?... Parece como si este hombretón tan recio y tan alto estuviese temblando... (Se ríe y le palpa los brazos). ¡Con estos brazos!

JUAN. (Amonestándola) ¡Señorita Julia!

JULIA. ¡Qué... «monsieur Jean»!

JUAN. «Attention! Je ne suis qu’un homme!».

JULIA. ¿Quiere usted estarse quieto? ¡Vaya! ¡Ya lo tenemos aquí! Béseme usted la mano en señal de agradecimiento.

JUAN. (Levantándose). Óigame usted, señorita, Cristina se ha ido ya a dormir. ¿Quiere usted oírme?

JULIA. Antes béseme usted la mano.

JUAN. Pero óigame.

JULIA. La mano antes...

JUAN. Perfectamente; pero usted cargará con toda la responsabilidad.

JULIA. (Riéndose). ¿De qué?

JUAN. ¿De qué...? ¿Tan niña es aún la señorita a los veinticinco años? ¿Ignora que es peligroso jugar con fuego?

JULIA: Para mí, no: estoy asegurada.

JUAN. (Atrevido). No lo está usted; y aunque lo estuviese, tiene usted que pensar en que hay materia inflamable a su alrededor.

JULIA. ¿Será usted esa materia?

JUAN. Sí, sí, señorita, sí; no por lo que soy, sino únicamente por ser joven...

JULIA. ...de buena presencia... ¡Qué increíble vanidad! ¡Un Don Juan tal vez! ¡O un casto José! ¡En realidad, creo que es usted un casto José! (Se sonríe).

JUAN. ¿Lo cree usted así?

JULIA. Casi lo temo. (Juan se dirige resueltamente a ella e intenta sujetarla para darle un beso. Ella le da un manotazo). ¡Largo de aquí!

JUAN. ¿Es en broma o en serio?

JULIA. En serio.

JUAN. Entonces, antes era en serio también. Usted juega en serio demasiado, y eso es peligroso. Sin embargo, ahora estoy cansado del juego y le suplico que me perdone si vuelvo a mis ocupaciones. (Va a coger las botas). El señor conde ha de tener las botas lustradas a primera hora, y ya hace tiempo que dio la media noche.

JULIA. Deje usted esas botas.

JUAN. No; ésta es mi obligación, y he de cumplirla. No he pretendido ser su compañero de juegos, ni deseo serlo, porque me considero muy superior a semejante papel.

JULIA. ¡Es usted un soberbio!

JUAN. En algunos casos sí, y en otros... no.
JULIA. ¿Ha amado usted alguna vez?

JUAN. Nosotros no empleamos esa frase, pero he querido a varias muchachas; y en cierta ocasión enfermé por una que no llegué a conseguir: enfermo, como los príncipes de «Las mil y una noches», que por exceso de amor no pueden comer ni beber... (Vuelve a dejar las botas donde estaban).

JULIA. ¿Y quién era ella? (Juan no contesta). ¿Quién era?

JUAN. No me puede usted obligar a decirlo.

JULIA. ¿Y si se lo ruego como a un amigo, como a un igual? (Suavemente). ¿Quién era?

JUAN. Usted.

JULIA. (Sentándose). ¡Vaya una salida ridícula!

JUAN. Sí; si realmente quiere usted saberlo, es ridículo. ¿Ve usted? Esta es la historia que antes no quise referirle; pero ahora sí. ¿Sabe usted, señorita, cómo se ve el mundo desde abajo? No, eso no lo sabe. A los gavilanes y a los halcones no se les divisa el lomo, porque están en lo alto. Crecía yo en mi casa de campesinos con siete hermanas y... un cerdo fuera, en los prados llanos y verdes, donde no se alzaba ni un árbol. Pero desde mi ventana distinguía la tapia del parque del señor conde, con sus frondas de manzanos en flor. Aquel era el jardín del Paraíso y dentro estaban los ángeles con sus espadas flamígeras custodiándolo. A pesar de todo, otros muchachos y yo llegamos a dar con el camino del árbol de la vida... ¿Me desprecia usted ahora?

JULIA. ¡Oh... robar manzanas! Eso lo hacen todos los chiquillos.

JUAN. Eso dice usted ahora, pero en el fondo me desprecia ¡Tanto es así!... Una vez vine al jardín con mi madre para limpiar de hierbajos el sembrado de cebollas. Junto a la tapia del huerto había un pabellón turco a la sombra de los jazmineros, cubierto por madreselvas. Yo no podía imaginar para qué servía aquello; pero en mi vida había visto un edificio tan maravilloso. Con frecuencia entraba y salía gente de él, hasta que una vez vi la puerta abierta: me escurrí y dentro contemplé las paredes cubiertas por retratos de reyes y emperadores; la ventana tenía rojos cortinajes con franjas de seda. Ahora ya se da usted cuenta de si entiendo algo... (Coge una ramita de saúco y, sin soltarla, se la da a oler a la señorita). Yo no había estado nunca en el palacio, no había visto nada más que la iglesia; pero aquello era mucho más suntuoso; y adonde fuesen mis pensamientos, siempre volvían a fijarse aquí. Poco a poco fue creciendo en mí el deseo de conocer toda esta riqueza; me introduje al fin y admiré; a poco llegó alguien. El edificio no tenía más que una salida, pero yo encontré otra: no tenía dónde escoger. (Julia, que había cogido la ramita de saúco, la deja caer sobre la mesa). Salté, pues, la ventana, escalé una cerca, atravesé a la carrera las parvas, llegué a la terraza de las rosas; allí distinguí un vestidito claro, unas medias blancas: era usted. Me oculté bajo un montón de hierbajos. ¿Puede usted imaginarlo? Bajo unos cardos que me pinchaban y entre hediondos terrones de tierra húmeda. La contemplaba a usted paseándose entre las rosas, y pensaba: «Si es cierto que un asesino puede llegar al cielo y vivir junto a los ángeles, tan extraño resulta que un hijo de campesinos pueda llegar en esta tierra de Dios, a un
parque como éste y jugar con la hija de un conde. . .»

JULIA. (Elegíaca). ¿Cree usted que todos los niños pobres hubieran tenido en el mismo caso la misma idea?

JUAN. (Dudando en principio; después, con resolución). ¿Todos los niños pobres?... Sí; naturalmente. Es seguro.

JULIA. ¡Debe ser una desdicha inmensa ser pobre!

JUAN. (Con profundo dolor, marcadamente exagerado). ¡Ay, señorita Julia! ¡Ay!... Un perro puede dormir en el sofá de los amos; un caballo recibir en su hocico la caricia de una mano de señora; pero un muchacho... (Cambia de tono). Sí, sí; a muchos les basta con seguir viviendo; pero con frecuencia hasta eso mismo es un problema. Entretanto, ¿sabe usted lo que hice? Salté, vestido como estaba, al arroyo del molino; de allí me sacaron para apalearme. Al domingo siguiente, cuando mi padre y toda la familia fueron a visitar a la abuela, me las arreglé de manera que me dejaron en casa. Entonces me lavé con jabón y agua caliente, me puse mi mejor traje y me fui a
la iglesia para poder verla a usted. La vi y volví a casa con la decisión de matarme; pero quería morir gratamente, bien, sin dolor. Recordé que era peligroso dormirse bajo un árbol de saúco; nosotros teníamos uno en plena floración; le arranqué todas las flores de que se hallaba cubierto y me acosté con ellas en el cajón de la avena. ¿No se ha fijado usted en lo suave que resulta la avena? Tan dulce al tacto como la piel humana. Cerré la tapa, me amodorré, dormí
profundamente, despertándome al fin realmente enfermo, muy enfermo...: pero no me morí, como puede verse. En realidad, no sé lo que yo anhelaba. No había medio, no había posibilidad de intentar conquistarla: usted fue una prueba de la desesperación que es para mí el origen del medio en que he nacido.

JULIA. ¿Sabe usted que refiere las cosas con mucha gracia? ¿Fue usted a la escuela?

JUAN. Poco; pero he leído muchas novelas y fui con frecuencia al teatro. Sin contar con que he tenido constantes ocasiones de oír hablar a gentes distinguidas, y de ellas he aprendido.

JULIA. ¿Escucha usted lo que nosotros decimos?

JUAN. Naturalmente. He oído muchísimas cosas sentado en el pescante o remando en la lancha. Una vez oí a la señorita hablar con una amiga...

Fragmento de LA SEÑORITA JULIA
De: www.pedrogarciaolivoliteratura.com



22 de enero de 1849 - Estocolmo, Suecia

... Como marcan Szondi y el mismo Strindberg, en este caso la experiencia vital del autor es un dato inevitable para la comprensión de su obra. Escritura del pathos y el autoconocimiento, su teatro y su narrativa parten de la reelaboración de sus saberes existenciales, así como, recursivamente, Strindberg construye en sus libros y dramas un territorio de habitabilidad, los convierte en el acto ético6 que otorga sentido a una vida llena de conflictos y dificultades. Buena parte de esos problemas existenciales provienen de su inestabilidad psíquica y emocional. Recuérdese que Karl Jaspers, filósofo y psicopatólogo, dedicó un libro al dramaturgo, donde afirma: “Strindberg era un enfermo mental. Esta enfermedad mental (...) es un factor decisivo de su existencia; constituye también un factor en el desarrollo de su concepción del mundo e influye en el contenido de sus obras. Siguiendo la pista de esta influencia, se pueden conocer ciertos nexos presentes en la génesis de dicha concepción del mundo y de dichas obras”. Jaspers contrasta en su estudio la “esquizofrenia” de Strindberg con el caso de Vincent Van Gogh. Philip Sandblom coincide en vincular la obra de Strindberg con su enfermedad, e incluso valora sus piezas como un mecanismo de exorcización de la locura: “La paranoia de Strindberg arroja una luz aterradora sobre sus odiadas figuras femeninas, dándoles lustre extraordinario; el dramaturgo creía que al incorporarlas a su obra podría detener su inminente locura”.


En el “Prólogo” a La Señorita Julia Strindberg se reconoce “moderno”, es consciente de que su teatro cumple una función “modernizadora” y sabe que el pulso que rige el espíritu moderno es la conciencia crítica y superadora del pasado inmediato y de lo aún consagrado en el presente. Apuesta a un teatro del futuro y –como en el epígrafe arriba- expresa la necesidad de experimentar, investigar, estudiar nuevas resoluciones teatrales24. Reconoce además su voluntad de encontrar en la ciencia un fundamento riguroso para la comprensión del mundo y defiende que sus personajes hablen de Darwin: “A aquellos que encuentran equivocado que en los dramas modernos dejemos hablar a los personajes de darwinismo (...) quiero recordarles (...) que el 'darwinismo' ha existido en todos los tiempos” (1982, p. 93-94).

La Señorita Julia fue escrita por Strindberg en el verano de 1888, en Dinamarca. La propuesta de edición de la pieza fue rechazada por el editor sueco Karl Otto Bonnier. La obra llegó a ser libro gracias al editor Joseph Seligmann, previa censura de pasajes del texto dramático y del prólogo, el 23 de noviembre de 1888. Dichosamente, la versión original de ambos textos fue posteriormente rescatada en nuevas ediciones (en castellano, Strindberg 1982 y 2008). El estreno debió evitar la persecución de la censura y no se realizó en las mejores condiciones. Strindberg estrenó La Señorita Julia como programa de su Teatro Experimental, al frente de la dirección, el 14 de marzo de 1889, en Copenhague, ante un público limitado (unos 150 espectadores), en la sala de la Unión de Estudiantes Universitarios.

La historia de La Señorita Julia, basada en un hecho real, posee cierta “excepcionalidad”, pero es cabalmente representativa de lo normal y lo posible en la observación de la realidad, desenmascara la brutalidad y la violencia de la vida y encierra una enseñanza: “He elegido para esta obra un caso excepcional, pero instructivo; en dos palabras, una excepción, pero una gran excepción que confirma la regla, lo cual va a molestar a todos los que aman lo banal” (p. 91). No interesa por su truculencia o fealdad escabrosa, sino por su carácter representativo del funcionamiento del mundo.

“Mis personajes son caracteres modernos que viven en una época más vertiginosamente histérica que, al menos, la precedente. [Por eso] los he dibujado vacilantes, desgarrados, con una mezcla de lo nuevo y lo viejo”

El diálogo debe ser compuesto de acuerdo a la verosimilización realista, evitando las concesiones a las fórmulas teatrales del pasado y las resoluciones toscas del mismo realismo: “En lo que respecta al diálogo, he roto un poco con la tradición al no pintar a mis personajes como catequistas que hacen preguntas estúpidas para provocar una brillante réplica. He intentado eludir el modelo de diálogo francés con su construcción simétrica, matemática, y para ello he dejado que las mentes trabajasen de una manera irregular, tal como ocurre en la realidad, donde, en una conversación, nunca se llega a agotar un tema, sino que cada uno de los cerebros actúa como una rueda dentada en la que el otro se engrana a la buena de Dios. Por eso el diálogo anda sin rumbo, se provee en las primeras escenas de un abundante material que luego se elabora, se trabaja, se repite, se amplía y se desarrolla de la misma manera que el tema en una composición musical”

De: Dubatti, Jorge. "Relectura de August Strindberg y las estructuras del drama moderno: un análisis de La señorita Julia". 
La revista del CCC [en línea]. Enero / Abril 2010, n° 8. [citado 2014-01-25]. Disponible en Internet: http://www.centrocultural.coop/revista/articulo/156/. ISSN 1851-3263.


“Luchar contra nuestro destino sería un combate como el del manojo de espigas que quisiera resistirse a la hoz”- Lord Byron




Oscuridad


Tuve un sueño que no era del todo un sueño.
El brillante sol se apagaba, y los astros
Vagaban apagándose por el espacio eterno,
Sin rayos, sin rutas, y la helada tierra
Oscilaba ciega y oscureciéndose en un cielo sin luna.
La mañana llegó, y se fue, y llegó, y no trajo consigo el día,
Y los hombres olvidaron sus pasiones ante el terror
De esta desolación, y todos los corazones
Se congelaron en una plegaria egoísta por luz,
Y vivieron junto a hogueras, y los tronos,
Los palacios de los reyes coronados, las chozas,
Las viviendas de todas las cosas que habitaban,
Fueron quemadas en los fogones, las ciudades se consumieron,
Y los hombres se reunieron en torno a sus ardientes casas
Para verse de nuevo las caras unos a otros.

Felices eran aquellos que vivían dentro del ojo
De los volcanes y su antorcha montañosa,
Una temerosa esperanza era todo lo que el mundo contenía;
Se prendió fuego a los bosques, pero hora tras hora
Fueron cayendo y apagándose, y los crujientes troncos
Se extinguieron con un estrépito y todo quedó negro.

Las frentes de los hombres, a la luz sin esperanza
Tenían un aspecto no terreno cuando de pronto
Haces de luz caían sobre ellos; algunos se tendían
Y escondían sus ojos y lloraban; otros descansaban
Sus barbillas en sus manos apretadas y sonreían;
Y otros iban rápido de aquí para allá y alimentaban
Sus piras funerarias con combustible y miraban hacia arriba,
Suplicando con loca inquietud al sordo cielo,
El sudario de un mundo pasado, y entonces otra vez
Con maldiciones se arrojaban sobre el polvo,
Y rechinaban sus dientes y aullaban; las aves silvestres chillaban
Y, aterrorizadas, revoloteaban sobre el suelo,
Y agitaban sus inútiles alas; los brutos más salvajes
Venían dóciles y trémulos; y las víboras se arrastraron
Y se enroscaron escondiéndose entre la multitud,
Siseando, pero sin picar, y fueron muertas para servir de alimento.

Y la guerra, que por un momento se había ido,
Se sació otra vez; una comida se compraba
Con sangre, y cada uno se hartó resentido y solo
Atiborrándose en la penumbra: no quedaba ya amor.
Toda la tierra era un solo pensamiento y ese era la muerte
Inmediata y sin gloria; y el dolor agudo
Del hambre se instaló en todas las entrañas, hombres
Morían y sus huesos no tenían tumba, y tampoco su carne;
El magro por el magro fue devorado,
Y aún los perros asaltaron a sus amos, todos salvo uno,
Y aquel fue fiel a un cadáver, y mantuvo
A raya a las aves y las bestias y los débiles hombres,
Hasta que el hambre se apoderó de ellos o los muertos que caían
Tentaron sus delgadas quijadas; él no se buscó comida,
Sino que con un gemido piadoso y perpetuo
Y un corto grito desolado -lamiendo la mano
Que no respondió con una caricia-, murió.
Poco a poco la multitud fue muriendo de hambre; pero dos hombres
De una enorme ciudad sobrevivieron,
Y eran enemigos; se encontraron junto
A las agonizantes brasas de un altar
Donde se había apilado una masa de cosas santas
Para un fin impío; hurgaron
Y -temblando-, revolvieron con sus manos delgadas y esqueléticas
En las débiles cenizas, y sus débiles alientos
Soplaron por un poco de vida e hicieron una llama
Que era una ridícula; entonces levantaron
Sus ojos al verla palidecer, y observaron
El aspecto del otro, miraron y gritaron, y murieron;
De puro espanto mutuo murieron,
Sin saber quién era aquel sobre cuya frente
La hambruna había escrito "enemigo".

El mundo estaba vacío,
Lo populoso y lo poderoso eran una masa
Sin estaciones, sin hierba, sin árboles, sin hombres, sin vida;
Una masa de muerte, un caos de dura arcilla.
Los ríos, lagos, y océanos estaban quietos,
Y nada se movía en sus silenciosos abismos;
Los barcos sin marinos yacían pudriéndose en el mar,
Y sus mástiles bajaban poco a poco; cuando caían
Dormían en el abismo sin un vaivén.
Las olas estaban muertas; las mareas estaban en sus tumbas,
Antes ya había expirado su señora, la luna;
Los vientos se marchitaron en el aire estancado,
Y las nubes perecieron;
La oscuridad no necesitaba de su ayuda,
Ella era el universo.





A la luna



¡Sol del que triste vela,
Astro de cumbre fría,
Cuyos trémulos rayos de noche
Para mostrar sombras sólo brillan!

¡Oh, cuánto se asemeja
De la pasada dicha
Al pálido recuerdo que del alma
Sólo hace ver la soledad sombría!

Reflejo de una llama
Oculta o ya extinguida,
Llena la mente pero no la enciende;
Vive en el alma pero no la anima.

Descubre, como tú, sombras
Que esmalta o acaricia
Y, como a ti, tan solo la contempla
El dolor mudo en ferviente vigilia.


De: AMediaVoz.com

George Gordon Byron
22 de enero de 1788 - Inglaterra

“El verdadero filósofo es aquel que consigue, basándose en su doctrina, transformar el mundo de una manera útil y socialmente positiva” - Francis Bacon

22 de enero de 1561 - Inglaterra
Abogado, político, filósofo y escritor.




















En el plano del conocimiento, Bacon realizó una crítica acerca de los prejuicios con los que tropieza la imaginación en el proceso del conocimiento. Los nombró “ídolos” y los clasificó en:

Ídolos de la tribu
Ídolos de la caverna
Ídolos de foro
Ídolos de teatro

Los ídolos de la tribu:
Son prejuicios inherentes a la especie humana, como los errores que ocurren mediante las malas percepciones provocadas por los sentidos. Por ejemplo: creer que las estrellas son pequeñas porque las vemos pequeñas.

Los ídolos de la caverna:
Son prejuicios basados en la individualidad, en las tendencias personales de cada uno, en la absolutización de lo relativo.

Los ídolos de foro:
Son los prejuicios que se encuentran en la sociedad, en el lenguaje, y que se transmiten preferentemente a través del sistema educativo.

Los ídolos del teatro: 
Son los prejuicios basados en la autoridad de la cual algunos hombres gozan en el escenario público.

Bacon propone que los ídolos, los prejuicios, los preconceptos, creencias, suposiciones, deforman el intelecto y por ello es imprescindible la adquisición de un nuevo saber. Toda preconcepción refleja más el modo del conocimiento del hombre que la realidad.

Este reconocimiento de la falibilidad del conocimiento y el objetivo de acceder a otro saber se vinculan a su gran propósito de "establecer y extender el dominio de la humanidad sobre el universo (...) lo cual, depende, por entero, tanto de las artes como de las ciencias. Porque no podemos dominar la naturaleza sino obedeciéndola"  (Novum Organum)

La ciencia, en especial, es la que permite la producción técnica, y ésta es capaz de transformar una sociedad en medida superior a una reforma social o política. El conocimiento es, en definitiva, PODER.




viernes, 24 de enero de 2014

"Un grano de poesía es suficiente para perfumar un siglo"- José Martí





Duración:
Febrero y Marzo
27 horas
(8 semanas + 3 horas extras q acordar)

Frecuencia:
Sábados: de 15.00 a 18.00 horas

Modalidad:
Teórico-práctica
* La teoría contemplará los conceptos básicos sobre el género lírico:
Caracterización -
Actitudes -
Tema/subtemas/motivos/tópicos -
Estructura -
Métrica -
Figuras retóricas -

* La práctica implicará ejercitación en autores de escritura tradicional y producción personal vinculada a la teoría.

Objetivos:

* Conocer las herramientas primordiales de la escritura poética, sin las cuales no se puede pretender escribir artísticamente en verso libre.
  Al respecto, es oportuno reflexionar sobre esta advertencia de la poeta 
Wislawa Szymborskak:
                                          “Utilizas el verso libre como si su libertad fuera absoluta. Pero la poesía (a pesar de lo que pueda decirse) es, era y será un juego. Y, como todos los niños saben, los juegos tienen reglas. ¿Por qué lo olvidan los adultos?
Si quieres ser un buen zapatero no basta que te entusiasme el pie humano. Tienes que conocer tu material, tus herramientas, escoger el modelo correcto. Con la creación artística ocurre lo mismo”.

 * Habilitar a la integración en un Taller de nivel medio anual (a iniciarse en Abril) donde se propondrán autores y poéticas contemporáneas.


Inscripciones:
Hasta el 6 de febrero

Honorarios:
* En dos pagos mensuales.
* Bonificación por pago total.
* Bonificación por dos personas.





jueves, 23 de enero de 2014

“Llevadera es la labor cuando muchos comparten la fatiga”- Homero


Arte en hojas de Lorenzo Durán












Quien ame el Arte, intrínsecamente está abierto a la realidad -con sus fulguraciones y sus oscuridades- y a eso que llamamos misterio -que es el disfraz de nuestra ignorancia-. Quien ame el Arte, entonces, ha posado su atenta mirada sobre el prójimo, ese “Otro” esencialmente semejante pero accidentalmente distinto; en otros términos, una corriente de solidaridad vibra en ese vuelo de la contemplación y, no conforme con el reconocimiento, recoge, preserva y lega realidad y misterio, esa anatomía de la Vida.

Qué mejor síntesis que la del poeta Oliverio Girondo: Solidario por predestinación y por oficio. Solidario por atavismo, por convencionalismo. Solidario a perpetuidad. Solidario de los insolidarios y solidario de mi propia solidaridad”.

Bellas palabras tan sólo si no se asientan en los actos. Y como “el Arte por el Arte” no es parte de nuestra praxis, es nuestra intención amarrar estas palabras a una situación humana digna del acto solidario que cada uno/a entienda esté en condiciones de “aprojimar”. 

Para esta Casa, esa situación comenzó ayer con el siguiente mensaje, que aparejó otros dos, todos los cuales transcribimos:

Hola mi profe, cómo estás? te reenvío un correo que recibí de una amiga. Son esas cosas que mueven a la solidaridad y como tiene de por medio un "puente" literario se me ocurrió mandártelo... tanto por ese punto en común de cuentos y poesías, como por tu clásico espíritu generoso, pensé que a lo mejor podrías difundirlo desde tu blog y/o alguna otra cosa que se te ocurra. Of course, como me dicen a mi... sin ningún compromiso. Gracias desde ya. Bss
Hugo

El Miércoles 22 de enero de 2014 13:47, Anna Ma. CARLI <aneljote@gmail.com> escribió:
Hola Hugo
Sin ningún compromiso!!!!!
Existe alguna ORG que sepas que ayude a estos casos.
Quedan 5 meses. Necesitan juntar USD 35.000.
Es ex-compañero de clase del Deutsche Schule.
Desde ya, muchas gracias.
Anna María

El ene 22, 2014 11:10 a.m., "Enrique Schneeberger" <notification+at=jfoj6@facebookmail.com> escribió:
Enrique Schneeberger publicó en Deutsche Schule - Egresados 1985

Estimados todos, algunos de ustedes seguramente ya lo sepan y a los que no lo saben les cuento que Diego Hernandez (ex compañero de colegio de varios de nosotros) desde los 18 años tiene Parkinson. Desde algun tiempo ha sabido sobrellevar esta enfermedad gracias a un aparato (especie de marcapasos) que le permite de alguna manera controlar los impulsos nerviosos y asi controlar su sistema nervioso y poder tener una calidad de vida lo mas aceptable posible.
Dicho ¨marcapasos ¨ tiene una vida util y lamentablemente dicha vida del aparato esta llegando a su fin (en aprox 5 meses cumple su ciclo útil y no sirve mas) .
Como se podran imaginar sin este aparato la calidad de vida de Diego cambia radicalmente ya que sin el mismo no puede controlar el sistema nervioso y no se puede mover mas!. Para poder juntar el dinero que le permita comprar un aparato nuevo uno de los pocos recursos de Diego es vender unos libros de cuentos y poesia escritos por el a solo $100,- (si solo 100 pesos). Los que quieran ayudar a Diego en su carrera contra el tiempo y en su lucha contra su enfermedad lo pueden contactar por FB o al cel 099177243 (hermana) y se los hace llegar. Tambien en la secretaria del club Bohemios estan a la venta sus libros los cuales tienen un muy buen y agradable contenido pero lo mas importante e es que estamos ayudando a un amigo que lo necesita de verdad y con urgencia .! Gracias a todos fuerte abrazo, Enrique S.


Aunque muchos/as conozcamos el caso de Diego Hernández a través de estos mensajes -en los que concentramos toda nuestra confianza apoyada en la profunda fuerza de la amistad- la prensa uruguaya había difundido su caso en el año 2007; extraemos el siguiente artículo, cuya lectura recomendamos porque corrobora la crítica situación a la que se hace referencia precedentemente y porque nadie está exento de ningún padecimiento:

Domingo | 28.01.2007
EL PAÍS DIGITAL

SALUD
Vivir con Parkinson, a los 39

Diego Hernández fue diagnosticado hace 10 años. En 15 días será sometido a una operación novel en Uruguay, que podría restaurar parte de sus facultades.

CARINA NOVARESE

Cuando intentó firmar un documento, no pudo. En ese momento, a los 29 años, Diego Hernández comenzó a sospechar que la esporádica rigidez que sufría en el dedo meñique era algo más que un problema cualquiera.
Entonces estudiaba en la Faculta de Arquitectura, trabajaba y pensaba que todo era normal. Luego de pasar por varios médicos y demasiadas conjeturas (incluyendo la posibilidad de que tuviera un tumor en el cerebro), le diagnosticaron una enfermedad en la que nunca había siquiera pensado: Parkinson.
Diez años después, Diego pasa por buenos y malos momentos. En este período la enfermedad se agravó y lo obligó a dejar de trabajar. Padre de una hija de tres años, estudiante avanzado de Arquitectura y desde hace un tiempo, "militante" por la causa de los enfermos de Parkinson, convive con una enfermedad que en un sólo día le provoca al menos cuatro períodos complicados cuyo comienzo no se puede prever del todo.
Durante esos lapsos apenas puede moverse (la denominación médica de este síntoma es akinesia). "Eso implica que cada vez pueda planear menos lo que quiero hacer. Incluso se me dificulta para hablar", relató.
Cuando sale de esos momentos, Diego vuelve a ejercitarse, juega a la pelota para mantenerse ágil e intenta llevar una vida "lo más normal posible". A veces lo logra. Muchas otras, no.
En poco más de 15 días, Diego será el primer paciente que se operará en el hospital de Clínicas para intentar detener el avance de una enfermedad que no perdona. En el mejor de los casos podría recuperar buena parte de las funciones que perdió. Aunque el éxito no está nunca asegurada, la llamada estimulación profunda del cerebro es hoy en día una cuota de esperanza para algunos enfermos de Parkinson.

PROTOCOLO CUIDADO. Para calificar para tal cirugía, Diego pasó por siete meses de pruebas y evaluaciones realizadas por un equipo multidisciplinario integrado por 10 profesionales. Tal como explicó el neurólogo Ricardo Buzó, director de la sección Parkinson y Movimientos Anormales del Instituto de Neurología -que funciona en el Hospital de Clínicas-, el cuidado extremo en la selección de los pacientes para este tipo de cirugía se relaciona directamente con su éxito. Estudios realizados en Estados Unidos demostraron que el 30% de los casos en los que la operación había fracasado, habían sido incorrectamente elegidos.
Es por eso que la Facultad de Medicina ha definido un detallado protocolo que incluye varias etapas por las que deben pasar los pacientes para evitar que las posibles complicaciones de la operación terminen superando los beneficios esperados.
Diego reunió todas las condiciones, entre ellas la de ser joven y haber llegado a una etapa de la enfermedad que le impide hacer demasiadas cosas. Con los años aumentó la medicación y cada vez es más complicado llegar a la ecuación justa de fármacos que logran calmar sus síntomas.
Según estadísticas del Instituto de Neurología del Hospital de Clínicas, la prevalencia de este mal en Uruguay es de 1.32 casos cada 1.000 habitantes, una cifra que lo acerca a la media mundial, de un caso cada 1.000 personas. Así se estima que en el país hay unos 3.300 enfermos que la padecen.
Si bien un alto porcentaje de ellos son diagnosticados entre la cuarta y sexta década, hay un importante grupo de pacientes que desarrollan Parkinson incluso antes de los 20 años (juvenil) o entre los 20 y 40 (comienzo precoz).
Diego forma parte de ese 5 a 10% que en las estadísticas aparece como diagnosticado antes de los 40. En su caso, todo avanzó muy rápidamente.
A pesar de todo, se considera "un hombre con suerte: tengo una mutualista, tengo una familia que me apoya, tengo un jefe que me ha bancado a muerte, puedo ir a un gimnasio a entrenarme, tengo los medicamentos que necesito. Muchos otros enfermos no tienen nada de eso y están solos".
Solos con su enfermedad, porque con el Parkinson se puede convivir -o malvivir- por mucho tiempo. Es que para demasiados pacientes, explicó la neuróloga Elena Diegues, presidenta de la Sociedad Latinoamericana de Movimientos Anormales, la enfermedad se convierte en un "enemigo con el que hay convivir".

El Parkinson actúa sobre todo bloqueando la propia voluntad, lo que Diegues llama la salida interna (los propios deseos de una persona), aunque no tanto los estímulos externos. Por eso Diego y otros pacientes recurren a un bastón o algún otro objeto en medio de crisis que casi los inmovilizan. Con esa guía, las piernas comienzan a moverse y es posible caminar. Aunque no en todos los casos.
Así como Diego juega con habilidad a la pelota, es posible que media hora después esté casi inmovilizado por los efectos de la enfermedad. Independiente por naturaleza, suele trasladarse solo a todas partes pero reconoce que la movilidad es uno de los principales problemas que enfrentan las personas con Parkinson. A ello se suman los de trabajo, vivienda y tantos otros.
Las miradas indiscretas e incluso las burlas directas en la calle, primero lo lastimaron y ahora son ignoradas. Su batalla, dice, es otra. "En el Parkinson, el gran contrincante que uno encuentra es el tiempo. Hay que ganar tiempo en el mejor estado físico, anímico y psicológico posible. Hay medicaciones y tratamientos muy prometedores y tenemos que llegar bien a ellos", razona. En muchos casos, la depresión precede y acompaña al Parkinson, convirtiéndose en otro "enemigo" a vencer.
Mientras que intenta "juntar voluntades" como la suya, que aporten ideas y trabajo (ver recuadro), Diego espera la operación que podría cambiarle la vida. Tiene claro que no hay seguridad de éxito total pero prefiere quedarse con la esperanza de que el resultado será bueno.
Como desde que se enteró de que tenía Parkinson, sigue pensando en el día siguiente y en que "pronto habrá una cura. Alguna vez, en los peores momentos, llegué a pensar en internarme en una casa de salud y ponerme a meditar. Hasta que salga una cura", dice. Pero su faceta positiva sigue prevaleciendo y así piensa que va a salir adelante.

Un mal que afecta a los "mensajeros" del cerebro
La enfermedad de Parkinson forma parte de un grupo de condiciones llamadas trastornos del movimiento. Tal como explicó el neurólogo Ricardo Buzó, director de la sección Parkinson del Instituto de Neurología, sus síntomas principales son el temblor, la rigidez de las extremidades y el tronco, y la inestabilidad de la postura. Esto puede afectar desde la caminata hasta los movimientos más simples.
La enfermedad aparece cuando ciertas neuronas ubicadas en un área del cerebro llamada sustancia nigra, mueren o sufren deterioro. Estas células producen dopamina, un químico que actúa como mensajero de las señales que van desde la sustancia nigra hasta la siguiente "estación" del cerebro, para luego producir actividad muscular con un propósito, señaló Buzó.
Algunas personas desarrollan Parkinson como consecuencia de mutaciones genéticas, pero también es posible que intervengan factores ambientales que van desde el consumo de ciertos fármacos hasta el estrés. En general, cuanto más temprano aparece la enfermedad, más posibilidad hay de que se trate de una causa genética.
A los 29 se dio cuenta que la rigidez del dedo meñique era algo más que una molestia

Mindsuruguay busca apoyo para los enfermos
Diego Hernández ya ha pasado por buena parte del concierto de síntomas que trae consigo el Parkinson. Luego de ser diagnosticado, el primer problema que notó fue la dificultad para escribir, una complicación más que importante para un estudiante de Arquitectura que además trabajaba en un estudio de arquitectura. De a poco, aprendió a escribir con la izquierda.
A lo largo de diez años, Diego sigue encontrando estrategias para combatir temblores, rigidices y la dificultad para moverse. Cuando, en los primeros tiempos, descubrió que si se ponía nervioso temblaba descontroladamente, comenzó a bañarse con agua helada para acostumbrarse a dominar el temblor que se le generaba. "Si podía hacerlo en ese caso, también lo podría hacer después cuando me apareciera el problema en otra situación", razonó.

En los últimos tiempos, la voluntad de Diego para sobreponerse a los problemas que genera la enfermedad se trasladó a un proyecto que ahora está a punto de convertirse en realidad. Hacia fines de febrero confía que esté en funcionamiento la página web www.mindsuruguay.com. El sitio pretende ser la cara visible de una organización que trabaja para educar a la población -afectada o no- sobre el Parkinson.
También intentará generar proyecto de corto, mediano y largo plazo, que puedan redundar en beneficios para los enfermos. "Hace años que vengo pensando en ésto pero ahora se está dando gracias a la colaboración de tanta gente que me escuchó y me está ayudando. A pesar de mi impulso, tengo clarísimo que yo solo no puedo desarrollar esto", dijo Diego.
En el proyecto está involucrado desde el decano de Medicina, Felipe Schelotto, hasta algunos médicos que lo atienden, pasando por un largo etcétera de todas las disciplinas. La idea de Hernández es lograr que cada proyecto tenga un encargado que lo lleve adelante y supervise. Entre las ideas, se está estudiando (con la ayuda de la Facultad de Ciencias Económicas), la viabilidad de desarrollar algún tipo de aparato que facilite la movilidad de los enfermos, uno de los grandes problemas que genera el Parkinson. Si esto fuera factible, incluso podría pensarse en la exportación, tal como se anima a soñar Diego.

De Lorenzo Durán

Contrastando esta información del 2007 con la realidad que Diego está atravesando hoy, año 2014, las conclusiones acerca de la implementación concreta de las políticas de Salud en Uruguay son obvias, pero no sería pertinente aquí desarrollar los múltiples ítemes que el tema nos provoca.

Nuestra intención es puntual: apelar a la generosidad de nuestros/as lectores/as para que, entre todos, podamos colaborar en el logro de su meta: comprar un  nuevo aparato regulador. Muy dignamente, Diego ofrece, a cambio de esos $100 (cien pesos) un libro, un libro escrito por él, donde seguramente encontraremos, transmutados, fragmentos de su cuerpo y de su alma -los más oscuros, los más fulgurantes -.

Para conectarnos con él o su familia sobre la venta del libro:

* Facebook - Diego Hernández
* 099177243  (celular de su hermana)
* Secretaría del Club Bohemios

A todos/as, profundo agradecimiento. Nada es imposible si nos sentimos hermanados.


De Lorenzo Durán