sábado, 4 de octubre de 2014

"Mi vida, más que la vida de cualquiera que haya conocido, ha transcurrido en medio de la soledad y la errancia" -Thomas Wolfe

3 de octubre de 1900- Estados Unidos
Escritor y periodista.

Sólo los muertos conocen Brooklyn


No hay un solo mortal que se conozca Brooklyn de punta a punta porque a un tipo, le llevaría la vida entera poder andar por esta ciudad de m. . .

Así que como le digo, estoy esperando que llegue el tren cuando lo veo al tipo éste grande parado ahí, es lo primero que veo. Bueno, tiene una cara fiera, sabe, y se nota que ha tomado bastante, pero todavía aguanta: habla claro y camina bastante derecho. Entonces, este tipo grande se acerca al tipo bajito que está parado ahí y dice: “¿Cómo se va hasta la Avenida Dieciocho y la calle Sesenta y Siete?”, le dice.

—¡Uy, Dios! ¡Me embromó, jefe! —le dice el bajito—. Yo no hace mucho que estoy acá —dice-—. ¿Por dónde queda? ¿Más o menos por el barrio Flatbush?

—No, —dice el tipo grande—. Está por el Bensonhurst. Pero nunca anduve por ahí. ¿Cómo se llega?

—¡Dios! —dice el bajito, rascándose la cabeza, sabe, se veía que el bajito no conocía el camino—. Me embromó, jefe. Nunca lo sentí nombrar. ¿Alguno de ustedes sabe dónde queda? —me dice.

—Seguro —le digo— queda en el Bensonhurst. Se toma el expreso de la Cuarta Avenida, se baja en calle Noventa y Nueve, ahí agarra el local costero, se baja en la Avenida Dieciocho y la Sesenta y Tres y de ahí camina cuatro cuadras, Eso es todo lo que tiene que hacer —le digo.

—¡Nooo! —se mete a decir un vivo que yo no había visto antes—. ¿De qué hablás ? —dice. Era muy vivo, ¿sabe?— ¡Ese tipo está loco! Ahora le voy a decir lo que tiene que hacer —le dice al tipo alto—. Se toma la línea del West End en la Treinta y Tres —le dice. Se baja en New Utrecht y la Avenida Dieciséis —dice—. Camina dos cuadras más y cuatro para arriba —dice— y llega justito— Un tipo vivísimo, ¿sabe?

—¿ Ah, sí? —le digo. ¿Y quién se lo dijo? —me dio rabia que se hiciera tanto el vivo, ¿Cuánto hace que vive acá? —le digo.

—Toda mi vida —me dice—. Nací en Willianisburgh —dice—. Y sobre esta ciudad le puedo decir unas cuántas cositas que seguro usted no escuchó antes —dice.

—¿Ah, sí? —le digo.

Y él dice: Sí.

—¡Ah, bueno! ¡Así que usted me puede decir cosas sobre esta ciudad que nadie ha escuchado jamás! Claro, a lo mejor las sueña de noche —le digo—, antes de dormirse, como quien recorta muñequitos de papel, o esas cosas.

—¿Ah, sí? —me dice-. Vos sos muy vivo, ¿no?

—Ah, no sé —le digo. La cabeza todavía no me la usaron para la estatua de Lincoln —le digo—. Pero soy lo bastante vivo para saber cuándo hablo con un mentiroso.

—¿Si? —dice—. un vivo, ¿eh? Sos tan piola que cualquiera de estos días alguno te va a arruinar la cara —dice—. De vivo que sos.

Bueno, llegó mi tren, que si no ahí mismo le doy una trompada, pero cuando vi que el tren llegaba le dije nada más que: “¡Chau, pesado! Siento mucho pero no me puedo quedar para ocuparme de vos. Espero encontrarte pronto, en el cementerio, espero”. Y entonces agarro y le digo al tipo alto, que se había quedado ahí todo el tiempo. “Venga conmigo”, le digo. Entonces cuando se sube al tren le digo, “¿A qué lugar de Bensonhurst va?”, “¿Qué dirección busca?”, le digo. Sabe, pensé que si me decía la dirección a lo mejor le podía ayudar a encontrarla.

—No —me dice—, no busco ninguna dirección, No conozco a nadie en el barrio.

—¿Y entonces para qué va? —le digo.

—Ah —dice el tipo—, voy a ver el lugar. Me gusta el nombre, me gusta como suena, Bonsonhoist, ¿sabe? así que pensé en ir y mirar un poco.

—¿Qué está tratando de enchufarme? —le digo—. ¿Me está cargando? —Sabe, pensé que se quería hacer el vivo conmigo.

—No —me dice—, le estoy diciendo la verdad. Me gusta salir a conocer lugares con nombres lindos, como ése. Me gusta salir y conocer toda clase de lugares —dice.

—¿Y cómo sabe que existe ese lugar —le digo— si no estuvo antes?

Ah, —dice—. Tengo un mapa.

—¿Un mapa? —le digo.

—Seguro —dice—. Tengo un mapa donde están todos estos lugares. Lo traigo cada vez que vengo por acá.

Y, ¡dios mío! al mismo tiempo se lo saca del bolsillo. Lo tiene ahí, es la pura verdad, un gran mapa de toda la ciudad de m... con todos los caminos marcados. Sabe, Nueva York Este y Flatbush, Bensonhurst, Brooklyn del Sur, las Lomas, Bay Ridge, Greenport, todos los cochinos lugares, ¿no los tiene ahí mismito en el mapa?

—¿Ha estado en alguno de estos lugares? —le digo.

—Claro, en la mayoría —dice—. Anoche justo estuve en Red Hook.

—¡Uy, Dios! ¡Red Hook! —le digo—. ¿Y qué fue a hacer?

—Oh, —dice —no mucho. Caminar un poco. Fui a un par de sitios a tomar una copa, pero casi todo el tiempo anduve caminando por ahí.

—¿Y nada más que caminar? —le digo

—Claro —dice—, mirando cosas, ¿sabe?

—¿Adónde fue? —le pregunto.

—Ah, —dice— no sé el nombre de los lugares pero puedo encontrarlos en el mapa. Una vez anduve caminando por unos campos enormes donde no había ni una casa —dice—, pero a lo lejos se veían los barcos, con las luces prendidas. Estaban cargando. Entonces atravesé todo el campo, y llegué donde están los barcos.

—Seguro —le digo—. Ya sé donde estuvo. Usted estuvo en Erie Basin.

—Sí —dice—. Creo que se llamaba así. Había de esos grandes elevadores y grúas y estaban cargando los barcos y vi unos barcos en muelle seco, todos iluminados, así que me atravesé el campo para llegar hasta allí, —dice.

—¿Y entonces qué hizo? —le digo.

—Ah —dice— nada. Después de un rato me volví otra vez a campo traviesa y fui a un par de lugares a tomar una copa.

—¿Y no pasó nada cuando estaba allí? —le digo.

—No —dice—. Casi nada. Un par de borrachos en uno de los lugares empezaron a pelear, pero los sacaron afuera a los empujones —dice— y entonces uno de los tipos empezó a querer volver, pero el patrón saca su bate de baseball de abajo del mostrador y entonces el tipo se va.

—¡Mi dios! —digo—. ¡Red Hook!

—¡Seguro! —dice—. Fue justo ahí.

—Bueno, no vuelva otra vez —le digo—. No se meta más ahí.

—¿Por qué? —dice—. ¿Qué tiene de malo?

—Y —le digo— es un buen lugar para estar lejos, un buen lugar para no ir nunca.

—¿Por qué? ¿Por qué es malo?

¡Dios santo! Qué se puede hacer con un tipo tan bruto como ése! Me avivé que no servía para nada hablarle de nada, no iba a entender lo que le decía, así que le dije: “No, nada. Que puede perderse, nada y más”.

—¿Perderme? —me dice—. No, cómo me voy a perder, tengo el mapa.¡Un mapa! ¡Red Hook! ¡Dios mío!

Y entonces el tipo empieza a hacerme un montón de preguntas idiotas: qué tamaño tiene Brooklyn y si yo sé cómo llegar a todas partes y cuánto tiempo le llevaría a un tipo conocerla toda.

—¡Oiga! —le digo—. Sáquese esa idea de la cabeza ya mismo —le digo—. Nunca va a poder conocer todo Brooklyn. Ni en cien años —le digo—. Yo he vivido acá toda mi vida y ni siquiera sé lo que hay que conocer, así que cómo quiere conocer usted la ciudad —le digo—, si ni siquiera vive acá?

—Sí —me dice— pero yo tengo un mapa para poder encontrar el camino.

—¡Qué mapa ni mapa —le digo—, cómo va a conocer Brooklyn con un mapa!

—¿Sabe nadar? —me dice así no más. ¡Dios mío! Entonces, sabe, me, di cuenta de que el tipo estaba un poco chiflado. Había tomado mucho, claro, pero tenía esa mirada de loco que no me gustaba nada—. ¿Sabe nadar? —me dice.

—Seguro —le digo—. ¿Usted no?

—No —me dice—. Una brazada o dos. Nunca aprendí bien.

—Bueno, es fácil —le digo—. No necesita más que un poco de confianza. Yo sabe cómo aprendí, mi hermano mayor me tiró del muelle un día, vestido y todo. Yo tenía ocho años. “Nadá” me dijo. “Vas a tener que nadar o ahogarte” Y créamelo, ¡nadé! Cuando no hay más remedio que hacerlo, se hace. Lo único que se necesita es confianza. Y una vez que usted aprende —le digo— no tiene que preocuparse de nada. No se olvida nunca. Es algo que se le queda para toda la vida,

—¿Usted nada bien? —me dice.

—Como un pez —le contesto—. En el agua soy igual que un pez. Aprendí a nadar en los muelles con todos los otros chicos.

—¿Y qué haría si viera un hombre ahogándose? —me dice el tipo.

—¿Qué haría? Bueno, me tiro y lo saco —le digo—. Eso es lo que haría.

—¿Vio alguna vez ahogarse a un hombre? —me dice.

—Seguro —le digo—. Vi a dos. Las dos veces en Coney Island. Se alejaron mucho y ninguno de los dos sabía nadar. Se ahogaron antes de que nadie tuviera tiempo de llegar.

—¿Qué pasa con la gente cuando se ahoga acá? —dice.

—¿Acá dónde? —le digo.

—Acá en Brooklyn.

—No entiendo qué quiere decir —le digo—. Nunca oí que nadie se ahogara acá en Brooklyn, no sé, a menos que quiera decir en una pileta de natación. No se puede ahogar en Brooklyn —le digo— Tiene que ahogarse en otra parte. en el mar, donde haya agua.

—Ahogarse —dice el tipo mirando el mapa—. Ahogarse—. ¡Dios mío! Me di cuenta de que era una especie de tarado, tenía esa mirada de loco cuando te miraba y uno no sabía con qué se iba a descolgar. Así que cuando llegamos a una estación que no era mi parada, me bajé lo mismo y esperé el otro tren.

—¡Bueno, hasta la vista, jefe! —le digo—. Tómeselo con calma!

—Ahogarse —dice el tipo, mirando el mapa—. Ahogarse.

¡Dios mío!, pensé mil veces en el tipo desde entonces y me pregunto qué le habrá pasado cuando fue a conocer Bensonhurst porque le gustaba el nombre. ¡Caminar por Red Hook de noche solo, mirando su mapa! ¿Cuánta gente vi ahogarse en Brooklyn? ¡Cuánto tiempo tardaría un tipo con un buen mapa en conocer todo lo que hay que conocer en Brooklyn!

¡Dios mío! ¡Qué tarado era! De todos modos me pregunto cómo le habrá ido. A lo mejor le dieron un golpe en la cabeza o todavía está viajando en el subte, en medio de la noche con su mapita! ¡Pobre tipo! ¡Diga, uno se muere de risa cuando piensa en tipos como ése! A lo mejor ya se avivó que no va a vivir bastante como para conocer todo Brooklyn. Un tipo necesitaría toda la vida para conocer Brooklyn de punta a punta. Y ni así la conocería usted toda.

De: http://archivo.lavoz.com.ar




De la mano de Gerardo Diego: Matilde Camus

1919-2012- España
Poeta.
Alumna de Gerardo Diego.

Yo soy de la Montaña


Yo soy de la Montaña vertebrada
llena de húmedos pulsos de rocío,
de campos soñadores,
de arroyos cantarines y de ríos;
de casonas hidalgas
y de ruido de albarca en los caminos.

Yo soy de esta vestida tierra herbosa
donde el sol nos envuelve con cariño,
donde la bruma besa nuestros rostros
y las playas se aroman con sus pinos.

Soy de estas costas, duras y norteñas,
donde se encrespa el mar embravecido,
donde hay temblor de algas
bajo espumas de armiño.

Yo soy de la ladera más hermosa
de nuestro litoral santanderino.
Aquí la primavera es voz mojada
rompiéndose en fulgores y estallidos.


De: http://superbeto69.blogspot.com


Santander, tierra de Gerardo y Matilde.


“Como un guante famélico el día se me escapa de los dedos”.- Gerardo Diego

3 de octubre de 1896- España
Poeta y propulsor de
la Generación del 27.

Mujer de ausencia


Mujer de ausencia,
escultura de música en el tiempo.
Cuando modelo el busto
faltan los pies y el rostro se deshizo.
Ni el retrato me fija con su química
el momento justo.
Es un silencio muerto
en la infinita melodía.
Mujer de ausencia, estatua
de sal que se disuelve, y la tortura
de forma sin materia.



Quisiera ser convexo...


Quisiera ser convexo
para tu mano cóncava.
Y como un tronco hueco
para acogerte en mi regazo
y darte sombra y sueño.
Suave y horizontal e interminable
para la huella alterna y presurosa
de tu pie izquierdo
y de tu pie derecho.
Ser de todas las formas
como agua siempre a gusto en cualquier vaso
siempre abrazándote por dentro.
Y también como vaso
para abrazar por fuera al mismo tiempo.
Como el agua hecha vaso
tu confín - dentro y fuera - siempre exacto.



Una a una desmonté las piezas de tu alma...


Una a una desmonté las piezas de tu alma.
Vi cómo era por dentro:
sus suaves coyunturas,
la resistencia esbelta de sus trazos.
Te aprendí palmo a palmo.
Pero perdí el secreto
de componerte.
Sé de tu alma menos que tú misma,
y el juguete difícil
es ya insoluble enigma.


De: amediavoz.com




viernes, 3 de octubre de 2014

“Esta sociedad nos da facilidades para hacer el amor, pero no para enamorarnos”. - Antonio Gala

2 de octiubre de 1930- España
Escritor

Condena


A trabajos forzados me condena
mi corazón, del que te di la llave.
No quiero yo tormento que se acabe,
y de acero reclamo mi cadena.

Ni concibe mi mente mayor pena
que libertad sin beso que la trabe,
ni castigo concibe menos grave
que una celda de amor contigo llena.

No creo en más infierno que tu ausencia.
Paraíso sin ti, yo lo rechazo.
Que ningún juez declare mi inocencia,

porque, en este proceso a largo plazo
buscaré solamente la sentencia
a cadena perpetua de tu abrazo.




Voy a hacerte feliz. Sufrirás tanto...


Voy a hacerte feliz. Sufrirás tanto
que le pondrás mi nombre a la tristeza.
Mal contrastada, en tu balanza empieza
la caricia a valer menos que el llanto.

Cuánto me vas a enriquecer y cuánto
te vas a avergonzar de tu pobreza,
cuando aprendas -a solas- qué belleza
tiene la cara amarga del encanto.

Para ser tan feliz como yo he sido,
besa la espina, tiembla ante la rosa,
bendice con el labio malherido,

juégate entero contra cualquier cosa.
Yo entero me jugué. Ya me he perdido.
Mira si mi venganza es generosa.


De: amediavoz.com


jueves, 2 de octubre de 2014

"El poeta guarda el mundo como un hombre guarda a una mujer"- Wallace Stevens



















La casa estaba en silencio y el mundo en calma


La casa estaba en silencio y el mundo en calma.
El lector se convirtió en el libro; y la noche estival

Era como el ser consciente del libro.
La casa estaba en silencio y el mundo en calma.

Las palabras fueron dichas como si allí no hubiese libro,
Excepto que el lector inclinado sobre la página

Deseaba inclinarse, deseaba mucho más ser
El sabio para el cual su libro es verdad, para el cual

La noche estival es como una perfección del pensamiento.
La casa estaba en silencio porque debía estarlo.


De: http://www.poesiasemanal.com



VIII


Siempre puede haber un tiempo de inocencia.
Nunca existe un lugar. O si no existe un tiempo,
Si no es cosa de tiempo, ni de espacio,

Existiendo, a solas, en su idea,
En el sentido contra la calamidad, no es por ello
Menos real. Para el filósofo más frío y más anciano

Hay o debe de haber un tiempo de inocencia
Como puro principio. Su naturaleza es su fin,
Que debería ser y no ser a un tiempo, una cosa

Que estimula la piedad de un hombre piadoso,
Como un libro al atardecer, hermoso pero falso.
Como un libro al alba, hermoso y verdadero.

Es como una cosa de éter que existe
Casi como predicado. Pero existe,
Existe, y es visible, existe, es.

Así, entonces, estas luces, no son un hechizo de luz,
Un refrán caído de una nube, sino inocencia.
Inocencia de la tierra y no un signo falso

O un símbolo de malicia. Que participamos
De eso mismo, yacemos como niños en esta santidad,
Como si, despiertos, yaciésemos en la quietud del sueño,

Como si la madre inocente cantase en la oscuridad
De la habitación y en un acordeón ¡apenas oído,
Crease el tiempo y el espacio en el que respirábamos...



El poema que ocupó el lugar de una montaña


Allí estaba, palabra tras palabra,
El poema que ocupó el lugar de una montaña.

Él aspiraba de su oxígeno,
Incluso cuando el libro yacía del revés sobre el polvo, en su mesa.

Le trajo a la memoria cómo necesitó
De algún lugar para seguir su rumbo,

Cómo llegó a recomponer los pinos,
A trasladar las rocas, abrir camino entre las nubes,

Para una perspectiva que sería perfecta,
Donde él se consumase en una inexplicable consunción:

La exacta roca en donde sus inexactitudes
Descubriesen, al fin, el panorama hacia el que había tendido,

Donde pudiese yacer y, contemplando el mar,
Reconocer su hogar, único y solitario.

2 de octubre de 1879- Estados Unidos 

Poeta y abogado.




De: amediavoz.com









«Mente» e «imaginación» son dos de las grandes palabras definitorias de la poesía de Stevens y también, junto con «romántico», «abstracto», «ficticio», «idea», «poesía» o «ser», uno de los términos que a él le gustaba más usar tanto en poemas como en ensayos o aforismos. Podemos comprender toda la obra poética de Wallace Stevens como un intento de decir tres cosas: decir qué es la poesía, decir qué es la imaginación, decir qué es la mente (el pensamiento), pero decir en el sentido casi místico que esta palabra tiene, por ejemplo, para el último Wittgenstein, decir como búsqueda de das erlösende Wort, «la palabra que deshace los nudos», decir de forma absoluta, decir por fin, decir para siempre. Desde luego, Stevens jamás llegó a ese imposible, y como era de esperar, todos sus intentos fueron inútiles. El resultado de esos intentos inútiles es, por supuesto, su extensa, caudalosa, majestuosa obra poética. «La realidad es una actividad de la más augusta imaginación» reza el título de uno de los Últimos Poemas. 
El lenguaje de Stevens es el lenguaje de la imaginación en el sentido de imaginatio vera, de imaginación como reino intermedio entre el reino de la mente y el reino de la mística, de imaginación no como fantasía (que «inventa sin descubrir», que es lo que sucede, según Stevens, en el surrealismo) sino como lenguaje tendido entre nosotros y lo desconocido, entre la mente y la «canción extranjera» del pájaro que canta en la palmera del fin de la mente. Intentemos sortear las dificultades terminológicas y conceptuales de este paso peligroso con un mínimo de elegancia. Prestemos atención. «Puesto que vivimos en la mente, vivimos con la imaginación» dice el poeta en «La imaginación como valor» (El ángel necesario). Aquí «mente» e «imaginación» parecen sinónimos. El «ángel necesario de la tierra» («Ángel rodeado de paisanos»), a través de cuyos ojos podemos «ver el mundo de nuevo, limpio de la rigidez y testarudez de la costumbre humana» se define a sí mismo como «un hombre de la mente». Aquí parece que la visión del ángel de la tierra se realiza a través de la mente. Sin embargo, y éste es, precisamente, el centro de nuestro argumento, toda la investigación de Stevens en la sustancia de la poesía, de la imaginación y de la mente (es decir, del pensamiento) le condujo, inevitablemente, a esta aseveración: que si bien es cierto que vivimos la gran aventura de la mente, la poesía nos conduce a lo que está más allá de la mente.

De: http://www.revistadelibros.com


miércoles, 1 de octubre de 2014

“Dicen que existe una ventana entre un corazón y otro. ¿Cómo puede haber una ventana si ya no queda una pared?”- Rumi

Yalal ad-Din Muhammad Rumí o «Mawlana», «Mavlana» o «Mevlânâ»
30 de septiembre de 1207 -Balj
Poeta y Filósofo persa, maestro de la tradición Sufi 








martes, 30 de septiembre de 2014

“Quiero vivir y morir en el ejército de los humildes”- Miguel de Unamuno

¿La leíste? Pues... sería muy interesante releerla...






















Nivola es un término introducido por Miguel de Unamuno para referirse a una forma particular de ficción narrativa diferente a la novela realista imperante a finales del siglo XIX. “Nivola” es una deformación del término clásico “novela”, gracias a la que Unamuno pretendía mostrar la distancia entre su peculiar forma narrativa y aquélla.

La palabra nivola aparece por primera vez como subtítulo de la obra de Unamuno ‘Niebla’, escrita en 1907. Es en esta obra donde mejor se observan las características de la nivola, aunque también se rastrean en otras obras unamunianas, ‘Abel Sánchez’, ‘Amor y pedagogía’ o ‘La tía Tula’.

Podemos resumir las características de las nivolas en los siguientes rasgos:

Predominio de la idea sobre la forma (igual que en su obra poética y dramática). De hecho, novelas como ‘Amor y pedagogía’ se encuentran cerca del subgénero de la novela de tesis.
Escaso desarrollo psicológico de los personajes, que suelen estar caracterizados por un único rasgo de su personalidad. Son personajes planos, frente a los “redondos” de la novela realista. Los protagonistas d elas nivolas son encarnaciones de una idea o una pasión, que les impedirá relacionarse con el mundo con normalidad.
Breve ambientación realista: se acentúa el carácter abstracto y atemporal de las novelas al no detallar el lugar o la época en la que se desarrollan.
Predominio del diálogo y el monólogo en detrimento de la descripción.
Gestación “vivípara”, en palabras del propio Unamuno, frente a la lenta y progresiva producción de las novelas realistas (“gestación ovípara”). Esto significa que las nivolas tienen un nacimiento apresurado y no precedido de una larga época de preparación, documentación y planificación.
Estas diferencias respecto a la novela realista, que da cuenta de la voluntad rompedora de Unamuno, no fue bien acogida por la crítica, pero sí tuvo buen recepción por parte del público general.

En el prólogo a la tercera edición de ‘Niebla’ (“O sea, historia de Niebla”), Unamuno nos deja una explicación del término nivola, jugando con otros neologismos, “opopeya” y “trigedia”:

He oído también contar de un arquitecto arqueólogo que pretendía derribar una basílica del siglo X, y no restaurarla, sino hacerla de nuevo como debió haber sido hecha y no como se hizo. Conforme a un plano de aquella época que pretendía haber encontrado. Conforme al proyecto del arquitecto del siglo X. ¿Plano? Desconocía que las basílicas se han hecho a sí mismas saltando por encima de los planos, llevando las manos de los edificadores. También de una novela, como de una epopeya o de un drama, se hace un plano; pero luego la novela, la epopeya o el drama se imponen al que se cree su autor. O se le imponen los agonistas, sus supuestas criaturas. Así se impusieron Luzbel y Satanás, primero, y Adán y Eva, después, a Jehová. ¡Y ésta sí que es nivola, u opopeya o trigedia! Así se me impuso Augusto Pérez. Y esta trigedia la vio, cuando apareció esta mi obra, entre sus críticos, Alejandro Plana, mi buen amigo catalán. Los demás se atuvieron, por pereza mental, a mi diabólica invención de la nivola. Esta ocurrencia de llamarle nivola (ocurrencia que en rigor no es mía, como lo cuento en el texto) fue otra ingenua zorrería para intrigar a los críticos. Novela y tan novela como cualquiera otra que así sea. Es decir, que así se llame, pues aquí ser es llamarse. ¿Qué es eso de que ha pasado la época de las novelas? ¿O de los poemas épicos? Mientras vivan las novelas pasadas vivirá y revivirá la novela. La historia es resoñarla.


De: http://www.papelenblanco.com


 



















“Lo que cuenta es la reacción que provocan unas situaciones excepcionales en unos personajes ”- Pere Calders

29 de setiembre de 1912- Barcelona

Historia castrense

Si les hubiera mandado saltar por la ventana, lo habrían hecho casi con alegría, porque confiaban ciegamente en mí. Hasta que un día les ordenó que saltaran por la ventana, y entonces desertaron todos, porque un hombre que ordena cosas así no es de fiar.


Cuestión de trámite

Le dijeron al reo que tenía derecho a una última voluntad, pero él respondió que pasaba, porque no se entenderían.


Obcecación

Entre ir al cielo o quedarse en casa, prefirió esto último, de mal grado por la propaganda contraria, y por el hecho de que en su casa había goteras y muchas y variadas privaciones.


El expreso

Nadie quería decirle a qué hora pasaría el tren. Lo veían tan cargado de maletas que les daba pena explicarle que allí nunca había habido ni vías de tren ni estación.


El hijo de Venus

Se puede declarar un incendio, una guerra o el contenido de una maleta, pero no un amor. A propósito del amor, todas las declaraciones son indiscretas, incluso ésta.


De cuando las bestias hablaban

Hay una tendencia excesiva a halagar de las hembras. Se ha hablado mucho de la gallina, y nada de mí, que soy el gallo de los huevos de oro.


El espejo del alma

No nos habíamos visto nunca, en ninguna parte, en ninguna ocasión, pero se parecía tanto a un vecino mío que me saludó cordialmente: él también se había confundido


De: jyanes.blogspot.com



lunes, 29 de septiembre de 2014

"El mayor contrario que tiene el amor es el hambre"- Miguel de Cervantes Saavedra


29 de setiembre de 1547- España


De: Pinterest


Miguel, el polvo de tus cansados huesos está
bien guardado en el corazón de la memoria
de toda la humanidad.