¿La leíste? Pues... sería muy interesante releerla... |
Nivola es un término introducido por Miguel de Unamuno para
referirse a una forma particular de ficción narrativa diferente a la novela
realista imperante a finales del siglo XIX. “Nivola” es una deformación del
término clásico “novela”, gracias a la que Unamuno pretendía mostrar la
distancia entre su peculiar forma narrativa y aquélla.
La palabra nivola aparece por primera vez como subtítulo de
la obra de Unamuno ‘Niebla’, escrita en 1907. Es en esta obra donde mejor se
observan las características de la nivola, aunque también se rastrean en otras
obras unamunianas, ‘Abel Sánchez’, ‘Amor y pedagogía’ o ‘La tía Tula’.
Podemos resumir las características de las nivolas en los
siguientes rasgos:
Predominio de la idea sobre la forma (igual que en su obra
poética y dramática). De hecho, novelas como ‘Amor y pedagogía’ se encuentran
cerca del subgénero de la novela de tesis.
Escaso desarrollo psicológico de los personajes, que suelen
estar caracterizados por un único rasgo de su personalidad. Son personajes
planos, frente a los “redondos” de la novela realista. Los protagonistas d elas
nivolas son encarnaciones de una idea o una pasión, que les impedirá
relacionarse con el mundo con normalidad.
Breve ambientación realista: se acentúa el carácter
abstracto y atemporal de las novelas al no detallar el lugar o la época en la
que se desarrollan.
Predominio del diálogo y el monólogo en detrimento de la
descripción.
Gestación “vivípara”, en palabras del propio Unamuno, frente
a la lenta y progresiva producción de las novelas realistas (“gestación
ovípara”). Esto significa que las nivolas tienen un nacimiento apresurado y no
precedido de una larga época de preparación, documentación y planificación.
Estas diferencias respecto a la novela realista, que da
cuenta de la voluntad rompedora de Unamuno, no fue bien acogida por la crítica,
pero sí tuvo buen recepción por parte del público general.
En el prólogo a la tercera edición de ‘Niebla’ (“O sea,
historia de Niebla”), Unamuno nos deja una explicación del término nivola,
jugando con otros neologismos, “opopeya” y “trigedia”:
He oído también contar de un arquitecto arqueólogo que pretendía
derribar una basílica del siglo X, y no restaurarla, sino hacerla de nuevo como
debió haber sido hecha y no como se hizo. Conforme a un plano de aquella época
que pretendía haber encontrado. Conforme al proyecto del arquitecto del siglo
X. ¿Plano? Desconocía que las basílicas se han hecho a sí mismas saltando por
encima de los planos, llevando las manos de los edificadores. También de una
novela, como de una epopeya o de un drama, se hace un plano; pero luego la
novela, la epopeya o el drama se imponen al que se cree su autor. O se le
imponen los agonistas, sus supuestas criaturas. Así se impusieron Luzbel y
Satanás, primero, y Adán y Eva, después, a Jehová. ¡Y ésta sí que es nivola, u
opopeya o trigedia! Así se me impuso Augusto Pérez. Y esta trigedia la vio,
cuando apareció esta mi obra, entre sus críticos, Alejandro Plana, mi buen
amigo catalán. Los demás se atuvieron, por pereza mental, a mi diabólica
invención de la nivola. Esta ocurrencia de llamarle nivola (ocurrencia que en
rigor no es mía, como lo cuento en el texto) fue otra ingenua zorrería para
intrigar a los críticos. Novela y tan novela como cualquiera otra que así sea.
Es decir, que así se llame, pues aquí ser es llamarse. ¿Qué es eso de que ha
pasado la época de las novelas? ¿O de los poemas épicos? Mientras vivan las
novelas pasadas vivirá y revivirá la novela. La historia es resoñarla.
De: http://www.papelenblanco.com
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