miércoles, 21 de diciembre de 2016

“Padece usted una de las dolencias más normales en el género humano: la necesidad de comunicarse con sus semejantes”.- Augusto Monterroso

21 de diciembre de 1921- Honduras.
Nacionalizado guatemalteco.

EL PARAÍSO IMPERFECTO

‑Es cierto -dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno-; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve.


LA VACA

Cuando iba el otro día en el tren me erguí de pronto feliz sobre mis dos patas y empecé a manotear de alegría y a invitar a todos a ver el paisaje y a contemplar el crepúsculo que estaba de lo más bien. Las mujeres y los niños y unos señores que detuvieron su conversación me miraban sorprendidos y se reían de mí pero cuando me senté otra vez silencioso no podían imaginar que yo acababa de ver alejarse lentamente a la orilla del camino una vaca muerta muertita sin quien la enterrara ni quien le editara sus obras completas ni quien le dijera un sentido y lloroso discurso por lo buena que había sido y por todos los chorritos de humeante leche con que contribuyó a que la vida en general y el tren en particular siguieran su marcha.

De: http://sites.middlebury.edu







"Ama el Arte. De todas las mentiras es, cuando menos, la menos falaz"- Gustave Flaubert


21 de diciembre de 1821 - Francia




(…) Y cuando quedó libre de Carlos, Emma subió a encerrarse en su habitación. Al principio sintió como un mareo; veía los árboles, los caminos, las cunetas, a Rodolfo, y se sentía todavía estrechada entre sus brazos, mientras que se estremecía el follaje y silbaban los juncos. Pero al verse en el espejo se asustó de su cara. Nunca había tenido los ojos tan grandes, tan negros ni tan profundos. Algo sutil esparcido sobre su persona la transfiguraba. Se repetía: “¡Tengo un amante!, ¡un amante!”, deleitándose en esta idea, como si sintiese renacer en ella otra pubertad. Iba, pues, a poseer por fin esos goces del amor, esa fiebre de felicidad que tanto había ansiado. Penetraba en algo maravilloso donde todo sería pasión, éxtasis, delirio; una azul inmensidad la envolvía, las cumbres del sentimiento resplandecían bajo su imaginación, y la existencia ordinaria no aparecía sino a to lejos, muy abajo, en la sombra, entre los intervalos de aquellas alturas. Entonces recordó a las heroínas de los libros que había leído y la legión lírica de esas mujeres adúlteras empezó a cantar en su memoria con voces de hermanas que la fascinaban. Ella venía a ser como una parte verdadera de aquellas imaginaciones y realizaba el largo sueño de su juventud, contemplándose en ese tipo de enamorada que tanto había deseado. Además, Emma experimentaba una satisfacción de venganza. ¡Bastante había sufrido! Pero ahora triunfaba, y el amor, tanto tiempo contenido, brotaba todo entero a gozosos borbotones. Lo saboreaba sin remordimiento, sin preocupación, sin turbación alguna.

(…)

- ¡Oh!, ¡es que te quiero! –replicaba ella–, te quiero tanto que no puedo pasar sin ti, ¿lo sabes bien? A veces tengo ganas de volver a verte y todas las cóleras del amor me desgarran. Me pregunto: ¿Dónde está? ¿Acaso está hablando con otras mujeres? Ellas le sonríen, él se acerca. ¡Oh, no!, ¿verdad que ninguna te gusta? Las hay más bonitas; ¡pero yo sé amar mejor! ¡Soy tu esclava y tu concubina! ¡Tú eres mi rey, mi ídolo! ¡Eres bueno! ¡Eres guapo! ¡Eres inteligente! ¡Eres fuerte! Tantas veces le había oído decir estas cosas, que no tenían ninguna novedad para él. Emma se parecía a todas las amantes; y el encanto de la novedad, cayendo poco a poco como un vestido, dejaba al desnudo la eterna monotonía de la pasión que tiene siempre las mismas formas y el mismo lenguaje. Aquel hombre con tanta práctica no distinguía la diferencia de los sentimientos bajo la igualdad de las expresiones. Porque labios libertinos o venales le habían murmurado frases semejantes, no creía sino débilmente en el candor de las mismas; había que rebajar, pensaba él, los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas.






domingo, 18 de diciembre de 2016

Un Andacalles es también un Andacielos.




La producción literaria rotulada como “infantil” o “juvenil” (términos aún en discusión) goza de muy buena salud en este Uruguay, vivero de talentos artísticos y enamorados o practicantes de todas las Artes.

Sin desmerecer ninguna creación ni estilo, hace tiempo que no leíamos una obra tan original como Líber Andacalles.

La presentación del objeto-libro es realmente una joyita, muy disfrutable, desde el tacto hasta la interpretación gráfica. Cualquier niño sentirá completo pero renovado placer. La energía que el ilustrador  -Alejandro Rodríguez Juele- aplica a las imágenes genera una atmósfera ideal para ese encantamiento que todos y todas hemos sentido alguna vez ante una obra, y que nos ha conducido a insistir en que nos sea leída por centésima vez, y a acariciarla y hasta a olerla, como si fuera una criatura viva.

¿Acaso no lo es? En este caso tan singular, las vidas escapan de los vallados del tiempo, porque la escritora, manejando con exquisita solvencia la estrategia de la intertextualidad, logra que uno de nuestros más entrañables pero progresivamente olvidado creador –como lo es Líber Falco- vuelva a respirar a través de ese aire fresco, asombrado y aventurero de Andacalles. Realmente, Laura Chalar moldea una historia exquisita, plena de valores literarios y culturales y ciudadanos, una de esas historias que anidarán en la memoria emocional de y por varias generaciones.


Sería muy acertado introducir esta preciosa obra en la vida familiar. Estas fiestas pueden ser el momento propicio para que Líber y Andacalles nos muestren otras sendas, atajos muy distantes de los terrenales shoppings.  









miércoles, 14 de diciembre de 2016

La integridad es una construcción que puede desollarte la viva carne pero inmortal será entonces tu coraje. No debemos olvidar nunca que así viviste, General.




13 de diciembre de 1916- Uruguay
Permítanme ahora un recuerdo que es anterior a esa época, pero tiene que ver con eso. Fue en los primeros meses, poco antes del quiebre institucional, en los primeros meses del 73; ya había represión, ya había atentados, ya había miedo, y yo conversaba con los jóvenes. Recuerdo una tardecita, casi de noche, en Treinta y Tres, en una escuelita suburbana; hablábamos de eso y yo decía que la tribu se reúne ante el momento de peligro, que había que juntarse para afrontar la situación. Y entonces naturalmente en la charla que manteníamos surgió una frase que la maestrita con su linda letra escribió con tiza en el pizarrón de la clase: "Unir mil miedos para formar un solo coraje". 

DE: http://www.lainsignia.org/









lunes, 12 de diciembre de 2016

“A veces pienso que todo este mundo es un gran patio de prisión, / algunos somos prisioneros, algunos somos guardias”- Bob Dylan

11 de diciembre de 1918 – Moscú

¿Entenderá, alguna vez, aquel que está sentado en un lugar caliente al que se hiela de frío?
El frío atenazaba. Una cáustica niebla envolvía a Sujov y le obligaba a toser. Veintisiete grados de frío afuera; dentro de Sujov treinta y siete grados de calor. ¿Ahora, quién, a quién?
Sujov trotó hacia la barraca. Las callejuelas del campo aparecían desiertas, el campo entero parecía muerto. Era uno de aquellos pocos momentos en los que a uno le es indiferente sentirse engañado, sentirse ya desligado de todo o el que hoy no hubiera que marchar. Los centinelas estaban sentados en las calientes casetas, las cabezas soñolientas apoyadas en los fusiles. Para ellos tampoco iba a ser un caramelo, con este frío, el caminar a tientas en sus atalayas. En el cuerpo principal de guardia, los vigilantes echaban carbón en la estufa. Los vigilantes, en su alojamiento, fuman los últimos cigarrillos hechos a mano antes del último control, mientras los penados, con todos los miserables harapos pegados al cuerpo, ceñidos por toda clase imaginable de correas, embozados desde la barbilla hasta los ojos en trapos contra el frío, siguen tumbados sobre la manta de sus catres, con las botas de fieltro puestas, con los ojos cerrados, como petrificados. Hasta que el brigadier exclame: «¡Arriba!»

Alexandr Solzchenitzyn
De: UN DIA EN LA VIDA DE IVAN DENISOVICH



No lograba conciliar el sueño. Le molestaba el tumor. ¡Qué vida tan dichosa y útil estaba a punto de truncarse! Sentía compasión de sí mismo y faltaba muy poco para que le brotaran las lágrimas. Y, ese poco, Yefrem no perdió la ocasión de proporcionárselo. Ni siquiera en la oscuridad podía estarse callado y le relataba a su vecino Ajmadzhán un cuento absurdo: 
—¿Para qué desea vivir el hombre cien años? Maldita la falta que le hace. Verás, cierta vez ocurrió que Alá se puso a distribuir la vida. A los animales les concedió cincuenta años; tenían bastante. El hombre llegó el último y a Alá sólo le quedaban veinticinco años. 
—¿O sea, una cuarta parte? —preguntó Ajmadzhán. —Eso es. El hombre se sintió ofendido; le parecía poco. Alá insistió en que bastaba. Pero el hombre volvió a decirle que era insuficiente, y Alá repuso: «Pues, entonces, vete por tu cuenta a preguntar quién tiene vida de sobra y si te la quiere ceder». Fue el hombre, y se tropezó con el caballo. «Escucha», le dijo, «tengo poca vida. Cédeme parte de la tuya». Y el caballo le respondió: «Bien; toma veinticinco años». Siguió adelante el hombre hasta dar con un perro. «Escucha, perro: dame parte de tu vida». «Toma veinticinco años». Continuó adelante y se encontró con un mono, del que también obtuvo otros veinticinco años. Regresó a donde estaba Alá, y este le dijo: «Como quieras; tú lo has dispuesto. Los primeros veinticinco años vivirás como un hombre. Los segundos veinticinco años trabajarás como un caballo. Los terceros veinticinco años ladrarás como un perro. Y todavía te quedan otros veinticinco, durante los cuales se mofarán de ti como si fueras un mono…».

Alexandr Solzchenitzyn

De: PABELLÓN DE CÁNCER


miércoles, 7 de diciembre de 2016

jueves, 24 de noviembre de 2016

Revista Web Nota al Pie entrevista a la escritora Ana Amorós

21 nov. 2016


Desde la escritura

Ana Amorós publicará su nuevo libro La Luna en el espejo, charlamos con ella sobre este nuevo trabajo.
—¿Cuál es el tema o los temas centrales de su nuevo libro La Luna en el espejo?

—Como lo dice muy bien el poeta y escritor Esmoris en el prólogo, mis textos no encajan en ningún rótulo cerrado y deciden ir y venir a bordo de una búsqueda constante, que se alimenta en mi  necesidad de escribir, otra forma –una más– de transitar hacia la libertad total.

Además de escritora, soy militante política y no puedo escapar a esa realidad.
El hambre, la miseria, la injusticia social, los sueños castrados y la búsqueda incesante de buscar las herramientas necesarias para la construcción de un mundo mejor, donde la voluntad política de los gobernantes esté al servicio del pueblo que los puso en ese lugar.

—Este libro tiene una presentación diferente a los anteriores ¿Cómo surgió la idea de un libro en espejo?
—Hace ya unos años editamos en el Taller “El Rincón” un libro colectivo en espejo, dado que muchos habían escrito poemas y otros tantos cuentos cortos. Esa experiencia realmente nos resultó muy práctica y novedosa. De ahí, que este año quise presentarles algo diferente, que espero les guste.

—¿Qué puede esperar el lector de La Luna en el espejo?
—Creo que puede buscarse a sí mismo en muchas de las prosas y también en algunos poemas. Todo ser humano necesita encontrarse, conocerse y aceptarse. Esperemos que esta luna que se mira en el espejo pueda permitir que cada uno se refleje a sí mismo.

—¿Qué elementos hacen diferente esta publicación a las anteriores?
—De pronto el haber sacado del baúl textos muy antiguos y queridos por mí y que de alguna forma quería darlos a conocer, por ejemplo, como un homenaje a una amiga muy pero muy querida.
Todo lo que el exilio impidió que pudiese vivir con mi único hermano, al cual entiendo que dicha situación lo atrapó, no pudiendo volver al paisito y muriendo en el país que lo acogió con su familia: México.
Mis sentimientos volcados en una carta a mi padre enfermo...
El reencuentro con alguien que fue uno de los pilares de mi existencia luego de treinta y pico de años.
Y luego prosas muy reflexivas que fueron escritas en el taller, basándonos en un texto como disparador.

—Muchos de sus textos son autobiográficos, ¿qué otras temáticas le motivan a escribir?
—Sin lugar a dudas, La Luna en el espejo es el más autobiográfico de todos mis libros, en el que más fácilmente se me  puede reconocer.
En estos nuevos textos, existe una forma de riesgo que entendí necesaria, la que se nutre del impulso contra todo lo establecido, contra todo lo indigno. Prestándole mi rebeldía a mis personajes o asumiéndola de una forma más directa en los textos de ficción biográfica, constituye un salto al vacío, otro ángulo de esa militancia, que como aclaré al principio no puedo ni deseo negar.

—¿Le gustaría explorar la escritura de otros géneros literarios?
—Sí, de hecho ya lo estoy intentando, me encantaría conseguir escribir una novela corta.
Me parece que me sentiría realizada, si logro hacerlo.
Se que no es una tarea fácil, que lleva mucho trabajo, mucha concentración para poder dejar que tus personajes cobre vida sin perder el hilo.
Es un nuevo desafío que necesito llevar a cabo.
No quiero terminar antes de agradecer una vez más a Nota al pie por el espacio generoso y cálido que siempre me brinda.
Esperando que esta Luna los alumbre a todos sus lectores.