jueves, 7 de noviembre de 2013

Antonio Skármeta nace en Antofagasta (Chile) el 7 de noviembre de 1940




La composición


El día de su cumpleaños a Pedro le regalaron una pelota. Pedro protestó porque quería una de cuero blanco con parches negros como las que pateaban los futbolistas profesionales. En cambio, esta de plástico le parecía demasiado ligera.
-Uno quiere meter un gol de cabecita y la pelota sale volando. Parece pájaro por lo liviana.

-Mejor –le dijo el papá-, así no te aturdes la cabeza.
Y le hizo un gesto con los dedos para que callara porque quería oír la radio. En el último mes, desde que las calles se llenaron de militares, Pedro había notado que todas las noches el papá se sentaba en su sillón preferido, levantaba la antena del aparato verde y oía con atención noticias que llegaban desde muy lejos. A veces venían amigos que se tendían en el suelo, fumaban como chimeneas y ponían las orejas cerca del receptor.
Pedro le preguntó a su mamá:
-¿Por qué siempre oyen esa radio llena de ruidos?
-Porque es interesante lo que dice.
-¿Qué dice?
-Cosas sobre nosotros, sobre nuestro país.
-¿Qué cosas?
-Cosas que pasan.
-¿Y por qué se oye tan mal?
-La voz viene de muy lejos.
Y Pedro se asomaba soñoliento a la ventana tratando de adivinar por cuál de los cerros lejanos se filtraría la voz de la radio.

En octubre, Pedro fue la estrella de los partidos de fútbol del barrio. Jugaba en una calle de grandes árboles y correr bajo su sombra era casi tan delicioso como nadar en el río en verano. Pedro sentía que las hojas susurrantes eran un estadio techado que lo ovacionaba cuando recibía un pase preciso de Daniel, el hijo del almacenero, se filtraba como Pelé entre los grandotes de la defensa y chuteaba directo al arco para meter el gol.
-¡Gol! –gritaba Pedro y corría a abrazar a todos los de su equipo que lo levantaban por los aires porque, a pesar de que Pedro ya tenía nueve años, era pequeño y liviano.
Por eso todos lo llamaban “chico”.
-¿Por qué eres tan chiquito? –le decían a veces para fastidiarlo.
-Porque mi papá es chiquito y mi mamá es chiquita.
-Y seguramente también tu abuelo y tu abuela porque eres requetechiquito.
-Soy bajo, pero inteligente y rápido; en cambio tú, lo único que tienes rápido es la lengua.

Un día, Pedro inició un veloz avance por el flanco izquierdo donde habría estado el banderín del córner si esa fuera una cancha de verdad y no la calle entierrada del barrio. Llegó frente a Daniel que estaba de arquero, simuló con la cintura que avanzaba, pisó el balón hasta dormirlo en sus pies, lo levantó sobre el cuerpo de Daniel que se había lanzado antes y suavemente lo hizo rodar entre las dos piedras que marcaban el arco.
-¡Gol! –gritó Pedro y corrió hacia el centro de la cancha esperando el abrazo de sus compañeros. Pero esta vez nadie se movió. Estaban todos clavados mirando hacia el almacén.
Algunas ventanas se abrieron. Se asomó gente con los ojos pendientes de la esquina. Otras puertas, sin embargo, se cerraron de golpe. Entonces Pedro vio que al padre de Daniel se lo llevaban dos hombres, arrastrándolo, mientras un piquete de soldados lo apuntaba con metralletas. Cuando Daniel quiso acercársele, uno de los hombres lo contuvo poniéndole la mano en el pecho.
-Tranquilo –le dijo.
Don Daniel miró a su hijo:
-Cuídame bien el negocio.
Cuando los hombres lo empujaban hacia el jeep, quiso llevarse una mano al bolsillo, y de inmediato un soldado levantó su metralleta:
-¡Cuidado!
Don Daniel dijo:
-Quería entregarle las llaves al niño.
Uno de los hombres le agarró el brazo:
-Yo lo hago.
Palpó los pantalones del detenido y allí donde se produjo un ruido metálico, introdujo la mano y sacó las llaves. Daniel las recogió en el aire. El jeep partió y las madres se precipitaron a la calle, agarraron a sus hijos del cuello y los metieron en sus casas. Pedro se quedó cerca de Daniel en medio de la polvareda que levantó el jeep al partir.
-¿Por qué se lo llevaron?
Daniel hundió las manos en los bolsillos y apretó las llaves.
-Mi papá está contra la dictadura.
Pedro ya había escuchado eso de “contra la dictadura”. Lo decía la radio por las noches, muchas veces. Pero no sabía muy bien qué quería decir.
-¿Qué significa eso?
Daniel miró la calle vacía y habló como en secreto.
-Que quieren que el país sea libre. Que se vayan los militares del gobierno.
-¿Y por eso se los llevan presos? –preguntó Pedro.
-Yo creo.
-¿Qué vas a hacer?
No sé.
Un vecino se acercó a Daniel y le pasó la mano por el pelo.
-Te ayudo a cerrar –le dijo.

Pedro se alejó pateando la pelota y como no había nadie en la calle con quien jugar, corrió hasta la otra esquina a esperar el autobús que traería a su padre de regreso del trabajo.
Cuando llegó, Pedro lo abrazó y el papá se inclinó para darle un beso.
-¿No ha vuelto aún tu mamá?
-No –dijo Pedro.
-¿Jugaste mucho?
-Un poco.
Sintió la mano de su papá que le tomaba la cabeza y la estrechaba con una caricia sobre la camisa.
-Vinieron unos soldados y se llevaron preso al papá de Daniel.
-Ya lo sé –dijo el padre.
-¿Cómo lo sabes?
-Me avisaron por teléfono.
-Daniel se quedó de dueño del almacén. A lo mejor ahora me regala caramelos –dijo Pedro.
-No creo.
-Se lo llevaron en un jeep como esos que salen en las películas.
El padre no dijo nada. Respiró hondo y se quedó mirando con tristeza la calle. A pesar de que era de día, solo la atravesaban los hombres que volvían lentos de sus trabajos.
-¿Tú crees que saldrá en la televisión? –preguntó Pedro.
-¿Qué? –preguntó el padre.
-Don Daniel.
-No.

Esa noche se sentaron los tres a cenar, y aunque nadie ordenó que se callara, Pedro no abrió la boca. Sus papás comían sin hablar. De pronto, la madre comenzó a llorar, sin ruido.
-¿Por qué está llorando mi mamá?
El papá se fijó primero en Pedro y luego en ella y no contestó. La mamá dijo:
-No estoy llorando.
-¿Alguien te hizo algo? –preguntó Pedro.
-No –dijo ella.
Terminaron de cenar en silencio y Pedro fue a ponerse su Pijama. Cuando volvió a la sala, sus papás estaban abrazados en el sillón con el oído muy cerca de la radio, que emitía sonidos extraños, más confusos ahora por el poco volumen. Casi adivinando que su papá se llevaría el dedo a la boca para que se callara, Pedro preguntó rápido:
-Papá, ¿tú estás en contra de la dictadura?
El hombre miró a su hijo, luego a su mujer, y en seguida ambos lo miraron a él. Después bajó y subió lentamente la cabeza, asintiendo.
-¿También te van a llevar preso?
-No –dijo el padre.
-¿Cómo lo sabes?
-Tú me traes buena suerte, chico –sonrió.
Pedro se apoyó en el marco de la puerta, feliz de que no lo mandaran a acostarse como otras veces. Prestó atención a la radio tratando de entender. Cuando la radio dijo: “la dictadura militar”, Pedro sintió que todas las cosas que andaban sueltas en su cabeza se juntaban como un rompecabezas.
-Papá –preguntó entonces-, ¿yo también estoy en contra de la dictadura?
El padre miró a su mujer como si la respuesta a esa pregunta estuviera escrita en los ojos de ella. La mamá se rascó la mejilla con una cara divertida y dijo:
-No se puede decir.
-¿Por qué no?
-Los niños no están en contra de nada. Los niños son simplemente niños. Los niños de tu edad tienen que ir a la escuela, estudiar mucho, jugar y ser cariñosos con sus padres.
Cada vez que a Pedro le decían estas frases largas, se quedaba en silencio. Pero esta vez, con los ojos fijos en la radio, respondió:
-Bueno, pero si el papá de Daniel está preso, Daniel no va a poder ir más a la escuela.
-Acuéstate, chico –dijo el papá.

Al día siguiente, Pedro se comió dos panes con mermelada, se lavó la cara y se fue corre que te vuela a la escuela para que no le anotaran un nuevo atraso. En el camino, descubrió una cometa azul enredada en las ramas de un árbol, pero por más que saltó y saltó no hubo caso.
Todavía no terminaba de sonar ding-dong la campana, cuando la maestra entró, muy tiesa, acompañada por un señor con uniforme militar, una medalla en el pecho, bigotes grises y unos anteojos más negros que mugre en la rodilla.
La maestra dijo:
-De pie, niños, y bien derechitos.
Los niños se levantaron. El militar sonreía con sus bigotes se cepillo de dientes bajo los lentes negros.
-Buenos días, amiguitos –dijo-. Yo soy el capitán Romo y vengo de parte del Gobierno, es decir, del general Perdomo, para invitar a todos los niños de todos los grados de esta escuela a escribir una composición. El que escriba la más linda de todas recibirá, de la propia mano del general Perdomo, una medalla de oro y una cinta como esta con los colores de la bandera. Y por supuesto, será en abanderado en el desfile de la Semana de la Patria.
Puso las manos tras la espalda, se abrió de piernas con un salto y enderezó el cuello levantando un poco la barbilla.
-¡Atención! ¡Sentarse!
Los muchachos obedecieron.
-Bien –dijo el militar-. Saquen sus cuadernos… ¿Listos los cuadernos? ¡Bien! Saquen lápiz… ¿Listos los lápices? ¡Anotar! Título de la composición: “Lo que hace mi familia por las noches”… ¿Comprendido? Es decir, lo que hacen ustedes y sus padres desde que llegan de la escuela y el trabajo. Los amigos que vienen. Lo que conversan. Lo que comentan cuando ven la televisión. Cualquier cosa que a ustedes se les ocurra libremente con toda libertad. ¿Ya? Uno, dos, tres: ¡comenzamos!
-¿Se puede borrar, señor? –preguntó un niño.
-Sí –dijo el capitán.
-¿Se puede hacer con bolígrafo?
-Sí, joven. ¡Cómo no!
-¿Se puede hacer en hojas cuadriculadas, señor?
-Perfectamente.
-¿Cuánto hay que escribir, señor?
-Dos o tres páginas.
-¿Dos o tres páginas? Protestaron los niños.
-Bueno –corrigió el militar-, que sean una o dos. ¡A trabajar!
Los niños se metieron el lápiz entre los dientes y comenzaron a mirar el techo a ver si por un agujero caía volando sobre ellos el pajarito de la inspiración.
Pedro estuvo mordiendo el lápiz, pero no le sacó ni una palabra. Se rascó el agujero de la nariz y pegó debajo del escritorio un moquito que le salió por casualidad. Juan, en el pupitre de al lado, estaba comiéndose las uñas, una por una.
-¿Te las comes? –preguntó Pedro.
-¿Qué? –dijo Juan.
-Las uñas.
-No. Me las corto con los dientes y después las escupo. ¡Así! ¿Ves?
El capitán se acercó por el pasillo y Pedro pudo ver cerca la dura hebilla dorada de su cinturón.
-¿Y ustedes, no trabajan?
-Sí, señor –dijo Juan, y a toda velocidad arrugó las cejas, sacó la lengua entre los dientes y puso una gran “A” para comenzar la composición. Cuando el capitán se fue hacia el pizarrón y se puso a hablar con la maestra, Pedro le espió la hoja a Juan y preguntó:
-¿Qué vas a poner?
-Cualquier cosa. ¿Y tú?
-No sé –dijo Pedro.
-¿Qué hicieron tus papás ayer? –preguntó Juan.
-Lo mismo de siempre. Llegaron, comieron, oyeron la radio y se acostaron.
-Igualito mi mamá.
-Mi mamá se puso a llorar de repente –dijo Pedro.
-Las mujeres se la pasan llorando.
-Yo trato de no llorar nunca. Hace como un año que no lloro.
-Y si te pego en el ojo y te lo pongo morado, ¿no lloras?
-¿Y por qué me vas a hacer eso si soy tu amigo?
-Bueno, es verdad.
Los dos se metieron los lápices en la boca y miraron el bombillo apagado y las sombras en las paredes y sintieron la cabeza hueca como una alcancía. Pedro se acercó a Juan y le susurró en la oreja:
-¿Tú estás en contra de la dictadura?
Juan vigiló la posición del capitán y se inclinó hacia Pedro:
-Claro, pendejo.
Pedro se apartó un poco y le guiñó un ojo, sonriendo. Luego, haciendo como que escribía, volvió a hablarle:
-Pero tú eres un niño…
-¿Y eso qué importa?
-Mi mamá me dijo que los niños… -comenzó a decir Pedro.
-Siempre dicen eso… A mi papá se lo llevaron preso al norte.
-Igual que al de Daniel.
-Ajá. Igualito.
Pedro miró la hoja en blanco y leyó lo que había escrito: “Lo que hace mi familia por las noches” Pedro Malbrán. Escuela Siria. Tercer Grado A.
-Juan, si me gano la medalla, la vendo para comprarme una pelota de fútbol tamaño cinco de cuero blanco con parches negros.
Pedro mojó la punta del lápiz con un poco de saliva, suspiró hondo y arrancó:
“Cuando mi papá vuelve del trabajo…”.

Pasó una semana, se cayó de puro viejo un árbol de la plaza, el camión de la basura estuvo cinco días sin pasar y las moscas tropezaban en los ojos de la gente, se casó Gustavo Martínez de la casa de enfrente y repartieron así unos pedazos de torta a los vecinos, volvió el jeep y se llevaron preso al profesor Manuel Pedraza, el cura no quiso decir misa el domingo, en el muro de la escuela apareció escrita la palabra “resistencia”. Daniel volvió a jugar al fútbol y metió un gol de chilena y otro de palomita, subieron de precio los helados y Matilde Schepp, cuando cumplió nueve años, le pidió a Pedro que le diera un beso en la boca.
-¡Estás loca! –le gritó Pedro.
Después que pasó una semana, pasó todavía otra, y un día volvió al aula el militar cargado de papeles, una bolsa de caramelos y un calendario con la foto de un general.
-Mis queridos amiguitos –les dijo-. Sus composiciones han estado muy lindas y nos han alegrado mucho a los militares y en nombre de mis colegas y del general Perdomo debo felicitarlos muy sinceramente. La medalla de oro no recayó en este curso, sino en otro, en algún otro. Pero para premiar sus simpáticos trabajitos, les daré a cada uno un caramelo, la composición con una notita y este calendario con la foto del prócer.

Pedro se comió el caramelo camino de su casa y esa noche, mientras cenaban, le contó al papá:
-En la escuela nos mandaron a hacer una composición.
-Mmm. ¿Sobre qué? –preguntó el papá comiendo la sopa.
-“Lo que hace mi familia por las noches”.
El papá dejó caer la cuchara sobre el plato y saltó una gota de sopa sobre el mantel. Miró a la mamá.
-¿Y tú que escribiste, hijo? –preguntó la mamá.
Pedro se levantó de la mesa y fue a buscar entre sus cuadernos.
-¿Quieren que se las lea? El capitán me felicitó.
Y les mostró donde el capitán había escrito con verde: “¡Bravo! ¡Te felicito!”
-El capitán… ¿qué capitán? –gritó el papá.
-El que nos mandó a hacer la composición.
Los papás se volvieron a mirar y Pedro empezó a leer:
-“Escuela Siria. Tercer Grado…”.
El papá lo interrumpió:
-Sí, está bien, pero lee directamente la composición, ¿quieres?
Y mientras los padres escuchaban con mucha atención, Pedro leyó:

“Cuando mi papá vuelve del trabajo, yo voy a esperarlo al autobús. A veces, mi mamá está en la casa y cuando llega mi papá le dice quiubo chico, cómo te fue hoy. Bien le dice mi papá y ati cómo te fue, aquí estamos le dice mi mamá. Entonces yo salgo a jugar fútbol y me gusta meter goles de cabecita. Después viene mi mamá y me dice ya Pedrito venga a comer y luego nos sentamos a la mesa y yo siempre me como todo menos la sopa que no me gusta. Después todas las noches mi papá y me mamá se sientan en el sillón y juegan ajedrez y yo termino la tarea. Y ellos siguen jugando ajedrez hasta que es la hora de irse a dormir. Y después, después no puedo contar porque me quedo dormido.
Firmado: Pedro Malbrán.
Nota: si me dan un premio por la composición ojalá sea una pelota de fútbol, pero no de plástico.

Pedro levantó la mirada y se dio cuenta de que sus padres estaban sonriendo.
-Bueno –dijo el papá-, habrá que comprar un ajedrez, por si las moscas.


De: fierrosmagicos.blogspot.com





“La composición”, de Skármeta

Libros para los más chicos

Por Sandra Comino
Radar Libros. Domingo, 06 de Agosto de 2006

La composición es un cuento que tiene una versión inicial para radio escrita a fines de los ’70, una primera publicación en Le Monde y se convirtió en libro en el año 2000, en Venezuela. Tiene –entre otras– una edición italiana y otra canadiense que mereció el Premio The Americas Award 2000. Su autor es Antonio Skármeta y aunque no diga con exactitud dónde transcurre geográficamente el cuento, sin duda está ubicado en Chile bajo la dictadura de Pinochet. La edición argentina (Sudamericana) es reciente y su ilustradora es María Delia Lozupone.

Si bien las imágenes no son extremadamente realistas, transmiten el comportamiento autoritario y refuerzan la dureza del momento. Las expresiones del protagonista, sobre todo de los demás niños que transitan la historia, emiten pena, asombro, la piel de los rostros –por sus facciones geométricas– como si fueran de madera y las miradas, junto con los planos y puntos de vista, incrementan la rigidez. Sin quitarle dramatismo al cuento, posibilita que un lector de menor edad arribe al libro, convirtiéndose esta característica en un rasgo positivo.

Pedro tiene nueve años y le encanta el fútbol. Juega en la calle con sus amigos hasta que un día hace un gol, pero nadie lo festeja. “... Pedro vio que al padre de Daniel se lo llevaban dos hombres arrastrándolo”. Daniel le cuenta a Pedro que su papá está en contra de la dictadura. Luego, una cena en silencio, el abatimiento de los adultos y el miedo de Pedro cuando le pregunta al padre si está en contra de la dictadura, también. De noche se oye la radio. Por el tipo de radio (el mueble), la ropa de los personajes, es evidente que se está en la década del ’70 y allí Pedro entonces podría ser un niño de cualquier país de Latinoamérica. Del aparato radial salen literalmente palabras, frases que envuelven el aire y no dicen cualquier cosa, a veces se escucha (lee) raro porque la voz es clandestina.

Pedro se cuestiona todo el tiempo lo que ocurre en su país, le pregunta a su padre: “¿Yo también estoy en contra de la dictadura?” Su preocupación se agranda cuando un día llega a la escuela un militar que convoca a escribir una composición y promete una medalla de oro para el ganador. ¿El tema de la composición? “Lo que hace mi familia por las noches”. Y el militar explica: “...lo que hacen ustedes y sus padres desde que llegan de la escuela y del trabajo. Los amigos que vienen. Lo que conversan. Lo que comentan cuando ven la televisión...” Transcurre una semana, los militares se llevan a un profesor y en la pared de la escuela alguien escribe “resistencia”. El momento de mayor tensión es cuando Pedro lee a sus padres la redacción que escribió.

El mundo que plantea Skármeta, lleno de miedo, pero donde se intenta vivir con normalidad, es un universo perfectamente captado por una infancia que el autor no subestima, muy por el contrario, la honra. Es la inteligencia de Pedro la que le permite elaborar aquello que escucha y por las palabras no dichas, o que omite en su producción, percibimos la comprensión que el niño tiene de aquello que ocurre a pesar de su corta edad.

Con este cuento queda claro que no hay temas que los chicos no puedan leer, sino que hay que ver cómo se cuenta aquello que se cuenta, porque está en la escritura, en la organización de la información y el trabajo del relato, lo que convierte un tema en literatura.



De: www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura




Emilio Ballagas: “La poesía en mí no es un oficio ni un beneficio. Es una disciplina humilde, un hecho humano al que no puedo negarme, porque me llama con la más tierna de las voces, con una inconfundible voz suplicante e imperante a la vez. Como poeta no me siento en modo alguno un ser excepcional y privilegiado"

Poeta y ensayista cubano
Camagüey- 7 de noviembre de 1908

Canción sin tiempo

Yo pienso, luego existo
en mariposas, en silencio, en niñas,
en agua distraída que se asoma a la tarde.

Yo pienso, luego hago
amapolas y pájaros y raíces de cielo.
Con sólo abrir los ojos echo a volar el aire
y doy al cielo nubes con voluntad de islas.
Yo pienso, luego invento paisajes y ademanes
de muchachas que marchan mitad sombra y palomas
y otra mitad palomas
paso a paso de musgo al encuentro del alba.

Yo pienso, luego doy a esta estación de otoño
templos, árboles, puentes que surgen al nombrarlos.

Yo pienso, luego soy amogo de las rosas,
hermano de los sueños junto a los cuales oigo
que crecen tus pestañas.
¡Cómo el mar se desliza movido por sus algas
debajo de tus párpados
que se apoyan tan tristes en las nocturnas yermas de mis dedos!

Es que marcho sin prisa a morir a tus labios.
¡Oh! mi definitivo amor de un cuarto de hora;
es que voy a perderme a tu frente, a tus manos
en el cuerpo desnudo de historia y de saludos.
Es que llego a tu pecho, a tu vientre, a tus muslos
con violines de frío y voces de naranja,
con pianos de colores y presagio de peces.

Es que palpo la noche y que agito las manos
para apratarme un poco el enjambre de estrellas.
Es que no pienso nada, luego existo en tus brazos,
es que pienso y no existo y ni pienso ni existo.

Es que solo me encuentro si deshojo una rosa
y hago girar cantando la manzana más pura




Solo soy la sombra



Ya solo soy la sombra de tu ausencia,
una oscura mitad que se acostumbra;
dulce granada abierta en la penumbra,
madura a tu rigor. Sorda existencia.

Desmayado vivir, ciega obediencia
que la memoria de tu voz alumbra.
Pupila fiel; ojo que no vislumbra
su cielo. ¡Ángel caído a tu sentencia!

Desterrado de asombros y colores
beso mi cicatriz y la humedezco
en salobres cristales lloradores.

Me aclimato al olvido que padezco.
Ya los agudos garfios heridores
la inútil apagada carne ofrezco.


...Y mi canto


Se apagaron de pronto las campanas,
enmudecieron hoscos los balcones
y se espantó la luz en brusco vuelo.

Tendí con la mirada
luz sobre los caminos.
Y canté a pulmón vivo:
en cada nota iba un trozo de mí mismo.

Salpicando colores
sacudí en mil gorjeos
mi propio corazón…

…Y las puertas
se abrieron en triunfo,
hicieron eco todas las campanas,

y vino el pájaro de la alborada
a picotear estrellas en mi mano,
a posarse cantando en mi índice.


“Aprendí con las primaveras a dejarme podar para poder volver entera” - Cecilia Meireles

7 de noviembre de 1901- Río de Janeiro
Docente, periodista, escritora

Retrato


No tenía este rostro que tengo
tan calmo, tan triste, tan magro,
ni estos ojos tan vacíos,
ni el labio amargo.
No tenía estas manos sin fuerza,
tan paradas, tan frías, tan muertas.
no tenía este corazón
que ni se muestra.

Y no entiendo esta mudanza,
tan simple, tan cierta, tan fácil.
¿En qué espejo se perdió
mi rostro grácil?


Timidez


Me basta un pequeño gesto
hecho de lejos, muy leve,
para que vengas conmigo,
para que siempre te lleve.Sólo ese, yo no lo haré.
Una palabra caída
de las montañas de instantes
desmancha todos los mares,
une tierras muy distantes.

Palabra que no diré.

Para que tú me adivines
entre vientos taciturnos
apago mis pensamientos
visto ropajes nocturnos

Que amargamente inventé.

Y mientras no me descubres
van los mundos navegando
en aires ciertos del tiempo
hasta no se sabe cuándo…

Y un día me acabaré.



Canción


Puse un sueño en un navío,
y el navío sobre el mar;
abrí el mar con mis dos manos
y lo hice naufragar.
Tengo las manos mojadas
de azul y olas entreabiertas;
color fluye de mis dedos
tiñe arenas desïertas.

El viento vino de lejos,
la noche, curva de frío;
bajo el agua va muriendo
mi sueño, y en su navío…

Lloraré lo necesario
para hacer la mar crecer,
el navío se irá al fondo,
sueño, a desaparecer…

Luego ya, todo perfecto:
playa lisa, lisas aguas.
Ojos secos como piedras,
y mis dos manos quebradas.


De: http://www.letrasenlinea.cl


Carta


Yo, sí -¿Pero y la estrella de la tarde, que subía y descendía
de los cielos cansada y olvidada?
¿Y los pobres, que golpeaban las puertas, sin resultado, haciendo
vibrar la noche y el día con su puño seco?
¿Y los niños, que gritaban con el corazón aterrado?: "¿por qué
nadie nos responde?"
¿Y los caminos, y los caminos vacíos, con sus manos extendidas
inútilmente?
¿Y el santo inmóvil, que deja a las cosas continuar su rumbo?
¿Y las músicas encerradas en cajas, suspirando con las alas
recogidas?

¡Ah! ?Yo, sí ?porque ya lo lloré todo, y despedí mi cuerpo
usado y triste,
y mis lágrimas lo lavaron, y el silencio de la noche lo enjugó.
Pero los muertos, que enterrados soñaban con palomas ligeras
y flores claras,
y los que en medio del mar pensaban en el mensaje que la playa
desplegaría rápidamente hasta sus dedos...
Pero los que se adormecieron, de tan excesiva vigilia ?y que yo
no sé si despertarán...
y los que murieron de tanta espera... -y que no sé si fueron salvados.

Yo, sí. Pero todo esto, todos estos ojos puestos en ti, en lo alto
de la vida,
no sé si te mirarán como yo,
renacida y desprovista de venganzas,
el día que necesites el perdón.



Resurrección


No cantes, no cantes, porque vienen de lejos los náufragos,
vienen los presos, los tuertos, los monjes, los oradores,
los suicidas.
Vienen las puertas, de nuevo, y el frío de las piedras,
de las escalinatas,
y, con un ropaje negro, aquellas dos manos antiguas.
Y una vela de móvil llama humeante. Y los libros. Y
las escrituras.
No cantes, no. Porque era la música de tu
voz lo que se oía. Soy una muerta reciente, aún
con lágrimas.
Alguien escupió distraídamente sobre mis pestañas.
Por eso vi que ya era tarde.

Y dejé en mis pies quedarse el sol y andar las moscas.
Y de mis dientes se escurrió una lenta saliva.
No cantes, pues trencé mis cabellos, ahora,
y estoy ante el espejo, y sé bien que ando en fuga.


Sugestión


Sucede así ?cualquier cosa
serena, libre, fiel.
Flor que se cumple, sin pregunta.
Ola que se violenta, a causa de ejercicio indiferente.
Luna que envuelve igual a los novios abrazados y
a los soldados ya fríos.
También como este aire de la noche: susurrante de
silencios, lleno de nacimientos y
pétalos.
Igual a la piedra detenida, conservando su demorado destino.
Y la nube
leve y bella, viviendo de nunca llegar a ser.

La cigarra quema en su música, al camello que mastica
su larga soledad,
Al pájaro que busca el fin del mundo, al buey que va
con inocencia hacia el monte.
Sucede así, cualquier cosa serena, libre, fiel.
No como el resto de los hombres.


De: http://www.poemadeamor.org





“Ibn Hazm, Guinezelli, Shakespeare y el mismo Stendhal no se equivocaron: el amor es una pasión que todos o casi todos veneran pero que pocos, muy pocos, viven realmente” - Octavio Paz



















Mis ojos no se paran sino donde estás tú.
Debes de tener las propiedades que dicen del imán.
Los llevo adonde tú vas y conforme te mueves,
como en gramática el atributo sigue al nombre.

* * *

Cuando me voy de tu lado, mis pasos
son como los del prisionero a quien llevan al suplicio.
Al ir a ti, corro como la luna llena
cuando atraviesa los confines del cielo.
Pero, al partir de ti, lo hago con la morosidad
con que se mueven las altas estrellas fijas.

* * *

Cuando mis ojos ven a alguien vestido de rojo,
mi corazón se rompe y desgarra de pena.
¡Es que ella con su mirada hiere y desangra a los hombres
y pienso que el vestido está empapado y empurpurado con esa sangre!

* * *

Cuando se trata de ella, me agrada la plática,
y exhala para mí un exquisito olor de ámbar.
Si habla ella, no atiendo a los que están a mi lado
y escucho sólo sus palabras placientes y graciosas.
Aunque estuviese con el Príncipe de los Creyentes,
no me desviaría de mi amada en atención a él.
Si me veo forzado a irme de su lado,
no paro de mirar atrás y camino como una bestia herida;
pero, aunque mi cuerpo se distancie, mis ojos quedan fijos en ella,
como los del náufrago que, desde las olas, contemplan la orilla.
Si pienso que estoy lejos de ella, siento que me ahogo
como el que bosteza entre la polvareda y la solana.
Si tú me dices que es posible subir al cielo,
digo que sí y que sé dónde está la escalera.

* * *

Las nubes han tomado lecciones de mis ojos
y todo lo anegan en lluvia pertinaz,
que esta noche, por tu culpa, llora conmigo
y viene a distraerme en mi insomnio.
Si las tinieblas no hubiesen de acabar
hasta que se cerraran mis párpados en el sueño,
no habría manera de llegar a ver el día,
y el desvelo aumentaría por instantes.
Los luceros, cuyo fulgor ocultan las nubes
a la mirada de los ojos humanos,
son como ese amor tuyo que encubro, delicia mía,
y que tampoco es visible más que en hipótesis.

* * *

Pastor soy de estrellas, como si tuviera a mi cargo
apacentar todos los astros fijos y planetas.
Las estrellas en la noche son el símbolo
de los fuegos de amor encendidos en la tiniebla de mi mente.
Parece que soy el guarda de este jardín verde oscuro del firmamento,
cuyas altas yerbas están bordadas de narcisos.
Si Tolomeo viviera, reconocería que soy
el más docto de los hombres en espiar el curso de los astros.

* * *

Melancólico, afligido e insomne, el amante
no deja de querellarse, ebrio del vino de las imputaciones.
En un instante te hace ver maravillas,
pues tan pronto es enemigo como amigo, se acerca como se aleja.
Sus transportes, sus reproches, su desvío, su reconciliación
parecen conjunción y divergencia de astros, presagios estelares adversos y favorables.
Mas, de pronto, tuvo compasión de mi amor, tras el largo desabrimiento,
y vine a ser envidiado, tras de haber sido envidioso.
Nos deleitamos entre las blancas flores del jardín,
agradecidas y encantadas por el riego de la escarcha:
rocío , nube y huerto perfumado
parecían nuestras lágrimas, nuestros párpados y su mejilla rosada.

* * *

Me quedé con ella a solas, sin más tercero que el vino,
mientras el ala de la tiniebla nocturna se abría suavemente.
Era una muchacha sin cuya vecindad perdería la vida.
¡Ay de ti! ¿Es que es pecado este anhelo de vivir?
Yo, ella, la copa, el vino blanco y la oscuridad
parecíamos tierra, lluvia, perla, oro y azabache.

* * *

Hasta que llegó la noche estuve esperando verte,
¡oh deseo mío!, oh colmo de mi anhelo!;
pero las tinieblas me hicieron perder la esperanza,
cuando antes, aunque apareciera la noche, no desesperaba de que siguiera el día.
Tengo para ello una prueba que no puede mentir,
pues por muchas análogas nos guiamos en asuntos difíciles,
y es que, si te hubieras decidido a visitarme, no hubiera habido tinieblas,
y la luz, -tu luz- hubiera permanecido sin cesar entre nosotros.

* * *

La «bella paciencia» está prisionera;
pero las lágrimas corren libremente.

De: Sobre las señales del Amor de  Poemas del collar de La Paloma








Ibn Hazm, o Abu Muhammad `Ali ibn Ahmad ibn Sa`id ibn Hazm, nacido en Córdoba, España, el
7 de noviembre del 994, además de historiador, 
teólogo, filósofo, fue un narrador y poeta hispanomusulmán de gran valía.

Por su actividad política, padeció cárcel en diferentes oportunidades, destierro y hasta la sanción de que sus obras fueran quemadas en acto público.







Quisiera rajar mi corazón con un cuchillo, 
meterme dentro de él y luego volver a cerrar mi pecho. 
para que estuvieras en él y no habitaras en otro, 
hasta el día de la resurrección y del juicio; 
para que moraras en él durante mi vida y, a mi muerte, 
ocuparas las entretelas de mi corazón en la tiniebla del sepulcro. 

Primer verdor



LA PRIMAVERA


Plena es el alma que puede sentir de nuevo esas horas,
Cuando el hombre feliz contempla los campos,
Y todos se preguntan cómo podrían
A los placeres de la vida abrirse.

Como la bóveda del cielo, que abre su inmensidad.
Así es entonces la alegría de los valles libres.
El corazón aspira la nueva vida,
Los pájaros cantan, transformándose en melodía sus gemidos.

El hombre que frecuentemente las más hondas preguntas se hace
Habla entonces de esa vida de la que la palabra nace
Sin que el dolor le muerda en el alma,
Y dichoso su hacienda vigila.

Su morada resplandece, bajo los altos vientos.
El más vasto campo se rinde al hombre y los caminos
Lejos se pierden más allá de la mirada,
Y arrasados puentes cruzan sobre el río



Friedrich Hölderlin















miércoles, 6 de noviembre de 2013

“Ama-gi”: la primera palabra que designó en el mundo el concepto de “libertad”

Fue escrita alrededor del año 2300 a.C. en una tabla de arcilla, en Lagash.
Se trata de la palabra sumeria Ama-gi, que traducida literalmente significa “volver a la madre”. ¿Por qué?

Resulta que cuando en la región sumeria de Lagash, el nuevo rey Urukagina asumió el poder, la ciudad estaba sumida en la miseria. Había estado gobernada por ciudadanos acomodados y sacerdotes corruptos. Las tasas de intereses eran elevadísimas y debían pagar por tareas tan comunes como esquilar una oveja o velar a un familiar. Por ejemplo, sepultar el cuerpo del padre de familia muerto costaba siete jarras de cerveza y 420 hogazas de pan. La situación favorecía a que las deudas aumentaban a gran escala, lo que obligaba que los padres vendieran a sus hijos como esclavos para poder pagar. Urakagina se deshizo de los recolectores de impuestos y bajó las tasas. Incluso, canceló los impuestos a los servicios básicos. Prohibió a funcionarios y sacerdotes tomar como pago las tierras o posesiones de otros y amnistió a los deudores. Redujo la burocracia llena de cargos innecesarios. Separó las funciones religiosas de las civiles, por lo tanto, como cuentan los cronistas de la época, “los sacerdotes dejaron de invadir los huertos de los hombres humildes”.

La intención de Urukagina era devolverle a la ciudad el estado de justicia que los dioses habían establecido. “Liberó a los habitantes de Lagash de la usura […] del hambre, y del asesinato.”

Fue por primera vez en la historia de la escritura, al menos conocida hasta la actualidad, que se talló en caracteres cuneiformes la palabra con el concepto de libertad: Ama-gi. Era el símbolo de la libertad de vivir sin miedo ni opresión. Significaba “volver a la madre”, es decir devolver la ciudad de Lagash a un estado anterior de mayor pureza, que honrara los deseos de los dioses. Retornar a sus primeros tiempos, a un pasado idílico.



De: http://brendayenerich.escritoresdepinamar.com/



Profa. Patricia Borda, procesada junto a otras seis personas
por "asonada", aunque la frase éticamente correcta es
"ejercicio de la libertad de expresión".





“El hombre sin Atributos no es una novela: pertenece a un género inaugurado por Robert Musil que se llama Ensayo en Escenas Vivas>” - Marta Sanuy (De: http://www.calidoscopio.net)

6 de noviembre de 1880- Klagenfurt



















Entrevista a Robert Musil
por Maurus Fontana

                          
Fontana : Su nueva novela, ¿cómo se llama?

Musil : La hermana gemela (más tarde: El hombre sin atributos).

Fontana : ¿Y en qué época la sitúa?

Musil : Entre 1912 y 1914. El final de la novela es la movilización militar que desgarró al mundo de tal modo que todavía no hemos podido repararlo.

Fontana : Lo que puede ser visto como un síntoma...

Musil : Sí, desde luego. Aunque quisiera aclarar que no he escrito una novela histórica. No me interesa la explicación real de los acontecimientos reales. Tengo una pésima memoria. Por lo demás, los hechos son siempre intercambiables. Me interesa el momento imaginativo, quiero decir: lo fantasmal de los acontecimientos.

Fontana : ¿De qué punto arranca usted?

Musil: Yo presupongo algunas cosas: el año de 1918 nos hubiera traído tanto las fiestas de aniversario de los setenta años de gobierno de Francisco José I, como las de los treinta y cinco del Kaiser Guillermo II. Y teniendo en cuenta este futuro aniversario paralelo los patriotas de ambos países en la novela se lanzan a una apresurada carrera. Lo que quieren es atacarse mutuamente, así como también atacar al mundo. Todo termina en la catástrofe y el lamento de 1914: "No queríamos la guerra". Bueno, resumiendo: comienza lo que he llamado la Acción Paralela. Hay quienes tienen la idea austriaca, que conocen por los recuerdos de otras guerras: Austria se libra del yugo prusiano, quiero decir: tiene que surgir algo así como una Austria universal, hecha a imagen y semejanza del imperio, ejemplo de la convivencia entre pueblos distintos. Desde luego, en la cúpula se encuentra el emperador de la paz. A todo esto, el año del impresionante jubileo, 1918, será la coronación del proyecto. Por otra parte, los prusianos tiene como siempre una idea exacta del poder, su perfección técnica se los permite; desde la acción paralela su ataque ha sido planeado también para 1918.

Fontana : Es decir, la ironía es el centro de la novela. No quisiera preguntarle ahora sobre este tema, sino otra cosa: ¿cómo pone usted ese mundo en movimiento, esos dos mundos?

Musil: Introduciendo primero a un hombre joven que ha sido educado y entrenado ejemplarmente en el conocimiento y el saber de su época, alguien que domina la física, las matemáticas y la técnica. Alguien que entra de lleno en nuestra vida actual porque, para decirlo otra vez, nada hay en mi novela histórica que no tenga validez aquí y ahora. Mi personaje no sale de su asombro viendo cómo la realidad se ha quedado por lo menos cien años atrás de nuestras ideas. Esta diferencia necesaria -que yo busco también entender- va configurando el tema central: ¿cómo debe comportarse un intelectual ante la realidad? A este personaje opongo otra figura: un hombre de gran personalidad, alguien que pertenece al gran mundo, un individuo que reúne talento de un economista y la lucidez de un esteta, y que los ha mezclado en extraña y efectiva unidad. Viene Berlín directamente, en Austria quiere reponerse. En realidad viene a obtener secretamente para su consorcio los yacimientos de cobre en Bosnia y asegurar la tala de árboles. En el salón de la segunda Diotima, esposa de un conocido, anfitrión, el representante de la vieja armonía universal y austriaca. conoce a esta mujer. Entre los dos se desarrolla una novela sentimental que termina o debe terminar en el vacío. Al mi tiempo el hombre joven encuentra en la casa de sus padres -y durante un entierro- a su hermana gemela, a que no conocía. La hermana gemela biológicamente algo muy extraño; pero que vive en todos nosotros como utopía, como una idea manifesta de nosotros mismos. Así, lo que en la mayoría es sólo una nostalgia, a mi personaje se le convierte en realidad. Y pronto los dos hermanos están viviendo juntos en la vieja comunidad que hemos llamado un buen matrimonio. Lo he puesto en el centro de nuestros dolores actuales. No hay genios, ni religiones. En vez de vivir en algo, los dos viven para algo. Quiero decir, en un cúmulo de situaciones donde prolongo nuestra identidad. Pero los hermanos geme el yo y el no-yo, sienten la escisión de comunidad, los dos se derrumban con el mundo, los dos terminan huyendo. Fracasa el intento de conservar y detener aquella experiencia. El absoluto no puede conservarse. Consecuencia: el mundo no puede existir sin el mal, porque el mal nos trae el movimiento. El bien sólo provoca la parálisis. Muestro la línea paralela, la otra pareja: Diotima y el héroe de la economía. Si él no hiciera negocios, no podría tener un alma; no por el dinero que uno necesita para poder tener una, sino porque lo sagrado y lo profano son una masa inerte. Esta pareja es también necesaria y determinada. La narración continúa en este sentido; su tema central, el amor y el éxtasis, lo desarrollo después desde la perspectiva de la locura, desde la mira de un individuo obsesionado por la idea de la redención. Los acontecimientos toman un curso imprevisto, se llega a una lucha entre los alumnos de un nuevo espíritu y el esteta de la economía. Ahí describo un gran congreso. Ninguno de los dos bandos obtiene el dinero que piensan otorgar, sino un general a quien el Ministerio de la Guerra envió al congreso sin previa invitación. El dinero se emplea para comprar armas. Lo que no es tan estúpido como generalmente se piensa, porque en resumidas cuentas todo lo inteligente termina cancelándose a sí mismo. Mi joven héroe se convierte en un espía, alguien que ahora se opone a un orden donde lo irracional tiene las mayores oportunidades. El medio de su espionaje es la hermana gemela. Viajan juntos por Galicia. Ha visto como va perdiendo su vida y la de su hermana. Nuestro héroe se da entonces cuenta de que él es algo contingente, de que acaso pueda intuir su ser, pero nunca alcanzarlo. El hombre no es nunca algo acabado, no puede llegar a serlo. Teniendo la sensación de que su existencia es algo contingente puede tomar todas las formas, como si fuera una masa gelatinosa. La movilización militar lo exime de tomar una decisión, a él y a todos los personajes de mi novela. La idea de que la guerra era inevitable es la suma de todas las corrientes contradictorias, de todas las influencias y los movimientos que describo.

Fontana: ¿No debe usted disponer de una gran cantidad de personajes que cubran todo este espacio?

Musil: Me bastan veinte personajes aproximadamente.

Fontana : Y en la estructura de su novela, ¿no teme usted al ensayo?

Musil: Sí, le temo; por eso mismo he intentado combatirlo a través de dos medios: primero, mediante una actitud irónica. Ahora, es importante aclarar que la ironía no es para mí un gesto de superioridad, sino una forma de lucha. En segundo lugar, creo que ante el peligro de caer en el ensayo tengo un contrapeso en la elaboración de escenas vivas, en la pasión imaginativa.

Fontana : A pesar de que su novela no le deja a sus personajes sino el asalto en la movilización militar como la única huida, no creo que sea una obra pesimista.

Musil: Tiene usted razón. Al contrario: en mi novela me divierto burlándome de todas las decadencias de occidente y sus profetas. Hay sueños viejísimos de la humanidad que en nuestros días se convierten en realidad. ¿Es una desgracia que esos sueños antiquísimos no hayan conservado su rostro? Necesitamos una nueva moral, porque con la vieja no llegamos a ninguna parte. Mi novela busca ofrecer cierto material para esa nueva actitud. Es el intento de una disolución y la insinuación de una síntesis.

Fontana: ¿Dónde situaría usted su novela dentro de la épica contemporánea?

Musil: Dispénseme usted la respuesta...... (Después de una pausa) ¿Dónde situaría yo mi novela? Me propongo ayudar a sobreponernos al mundo; sí, también por medio de una novela. Yo le estaría agradecido al público si considerara menos mis cualidades estéticas y más mi voluntad. El estilo es para mí la exacta articulación de una idea. Quiero decir, la idea que puedo alcanzar también de la forma más bella.


De: http://www.ddooss.org

Al igual que Kafka, su coetáneo,
Musil supo entreleer 
en el aire de su época.



El Sastre (cuento)

I

No creo que haya sido un sastre.

Ante el juez, dijo: "quiero ir a la cárcel, señor, en ninguna otra parte me siento mejor. Mi madre ha muerto, perdí a mis amigos; ah, nunca fui tan agresivo con mi madre como debería haber sido. ¿Qué valor tiene la vida? Téngame lástima. Téngame lástima, señor Juez, enciérreme para siempre. Si lo hace, yo sería feliz; allí podría trabajar como sastre, no necesitaré salir al mundo. El juez, sin embargo, no se conmovió: lo sentenció a una semana de arresto.

El condenado protestó pidiendo la revisión de su proceso, porque la sentencia le parecía demasiado breve.

El juez le informó que la revisión de un sentencia demasiado breve era cosa del fiscal; pero el fiscal no tenía ganas.

II

Creo que poco después rodaba una bomba enorme, una bomba más grande que yo, por la avenida del 12 de septiembre. Quería dinamitar a mi tiempo. Un policía me detuvo y revisó la bomba. Le dije: "necesito dinamitar a mi tiempo, porque no me sigue, oficial, estas son mis obras. La bomba me parecía en este momento tan grande como los rollos enormes de papel que se descargan frente a las enormes imprentas de los periódicos. "Ah. usted trabaja en un periódico", dijo el policía, "no, la prensa no necesita ningún permiso"

III

Mi bomba rodaba con una envidiable precisión rumbo a la rampa puerta del Parlamento, después entró a la gran sala donde; si se anuncia una revolución, se congregan una multitud de guardianes del orden. Me permitieron encenderla, pero no explotó porque arriba seguían hablando. Y cuando grité "¡veinte años después de mi muerte será una verdadera bomba!", una nube de policías se lanzó sobre mí. Me defendí con un instrumento que llevaba conmigo. Creo que se llama taladro torácico, una suerte de perforador que se aplica contra el pecho. Tiene una manivela y puede traspasar bloques de acero. Se lo puse a un policía entre el segundo y el tercer botón de su uniforme. El oficial comenzó a ponerse pálido. En ese momento los otros me cayeron encima, trataban de sujetarme los brazos y; aunque no les resultó fácil, poco después ya no podía moverme. Así me aprehendieron.

IV

¡Señor Juez, dije!

Señor juez, yo he aprendido y estudiado muchas cosas, porque quena ser escritor y conocer mi tiempo, no sólo... Sí, me defendí cínicamente; pero el juez que ya me conocía sonrió preguntando:

—¿Ha ganado dinero?

—¡Nunca, dije, está prohibido!

En ese momento el juez miró al secretario del juzgado, el abogado en derecho, al licenciado en izquierda, el fiscal al amanuense, y todos soltaron una carcajada. "¡Deseo que se presente el dictamen de un especialista!", grito triunfante el defensor.

"Usted está acusado, porque no ha hecho dinero", dijo el juez.

Desde entonces estoy en la cárcel.

Le falta la glándula monetaria, dijeron los especialistas, por ese motivo no tiene una regulación moral, por eso se convierte en un individuo irascible si se le trata mal. Además, sufre de una aguda distracción, no puede retener lo que otros han repetido cien veces. busca siempre nuevas ideas. El dictamen de los especialistas en literatura fue peor. En suma: soy un mediocre a quien no se le conmutó la sentencia.

Desde que estoy aquí vivo en un sueño del orden. Nadie crítica mi conducta desmedida. Al contrario, entre los presidiarios soy una persona encantadora, mi inteligencia es extraordinaria. Soy una autoridad literaria, escribo las cartas de los vigilantes. Todo el mundo me admira. Yo, que en el mundo de los justos era un mediocre, en el de los injustos soy un verdadero genio moral, un intelectual de altos vuelos. No hago nada por dinero, sino por alabanza y autoadmiración. Trabajo otra vez como sastre. Ah, la vida espléndida del trabajo, mi alma es una aguja finísima, vuela horas enteras, entra y sale por semanas, zumba como una abeja diligente. Y en mi cabeza hay tan poco como adentro de una tumba, y las abejas zumban.

VI

Si alguien quiere demostrarme que todo esto es una mentira, que nunca he sido un sastre mediocre y que no vivo en la cárcel, entonces yo le rogaría al presidente de la República que me asignara un lugar de honor en el manicomio.

Ahí, uno también se siente a gusto.

Ahí, nadie se sorprendería de que yo haga las cosas porque me gustan. Sí, al contrario, ahí, en el manicomio, todos estarían dispuestos a quitarme los obstáculos del camino.

Robert Musil

Robert Musil: Mínimo homenaje (Revista Nexos, 1980)

De: http://www.nuncalosabre.com


“Como alma noble, no conocía la ley de la causa, según la cual el hombre se conduce en la vida privada de distinto modo que en su vida profesional. No sabía que los políticos, después de haberse llamado mutuamente en la sala de juntas canallas e impostores, se reúnen amigablemente a desayunar en el bar”.


“La risa cura, es la obra social más barata y efectiva del mundo”.


“El egoísmo es la propiedad más segura de la vida humana. Gracias a él han conseguido el político, el soldado y el rey ordenar tu mundo con astucia y coacción. Ésa es la melodía de la humanidad; Tú y yo tenemos que reconocerlo. Desterrar la coacción supondría debilitar el orden.”