"He cometido el peor de los pecados: no he sido feliz". |
EL HAMBRE
Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra,
borrado sea tu nombre de la faz de la tierra.
Tú que arrojaste al círculo del horizonte abierto
la alta proa del viking, las lanzas del desierto.
En la Torre del Hambre de Ugolino de Pisa
tienes tu monumento y en la estrofa concisa
que nos deja entrever (sólo entrever) los días
últimos y en la sombra que cae las agonías.
Tú que de sus pinares haces que surja el lobo
y que guiaste la mano de Jean Valjean al robo.
Una de tus imágenes es aquel silencioso
dios que devora el orbe sin ira y sin reposo,
el tiempo. Hay otra diosa de tiniebla y de osambre;
su lecho es la vigilia y su pan es el hambre.
Tú que a Chatterton diste la muerte en la bohardilla
entre los falsos códices y la luna amarilla.
Tú que entre el nacimiento del hombre y su agonía
pides en la oración el pan de cada día.
Tú cuya lenta espada roe generaciones
y sobre los testuces lanzas a los leones.
Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra,
borrado sea tu nombre de la faz de la tierra.
MONTEVIDEO
Resbalo por tu tarde como el cansancio por la piedad de un
declive.
La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas.
Eres el Buenos Aires que tuvimos, el que en los años se
alejó quietamente.
Eres nuestra y fiestera, como la estrella que duplican las
aguas.
Puerta falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado más
leve.
Claror de donde la mañana nos llega, sobre las dulces aguas
turbias.
Antes de iluminar mi celosía tu bajo sol bienaventura tus
quintas.
Ciudad que se oye como un verso.
Calles con luz de patio.
JUAN LÓPEZ Y JOHN
WARD
Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada
uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico,
de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de
aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los catógrafos,
auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward,
en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado
castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido
revelado en una aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a
cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada
uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos
entender.
EL AMENAZADO
Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la
única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las
letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el
áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas
comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de
mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran
por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu
voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias
inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
Un sueño
En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de
piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y
que tiene la forma del círculo) hay una mesa de madera y un banco. En esa celda
circular, un hombre que se parece a mí escribe en caracteres que no comprendo
un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre
un hombre que en otra celda circular... El proceso no tiene fin y nadie podrá
leer lo que los prisioneros escriben.
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