19 de junio de 1947- India |
La obra de Salman Rushdie y la
tolerancia (Fragmentos)
Entre los acontecimientos literarios de este año figura la nueva
obra de Salman Rushdie ‘Joseph Anton’. Más que una novela es una narración
sobre cómo uno de los escritores más brillantes de nuestros días vivió, y lo
sigue haciendo, en constante amenaza de muerte desde la publicación de su
novela ‘Versos satánicos’.
“El escritor es una persona que tiene el derecho de decir más que
la gente corriente, es una función social en cierto modo, ampliar mediante las
palabras los límites del mundo que nos rodea y conducir a uno más allá de las
fronteras. No es Dios ni es profeta, sino una figura casi sagrada y, por lo
tanto, sus libros no pueden ser prohibidos ni quemados. Los líderes religiosos
deberían entender mejor que el resto de la gente que la palabra tiene poderes”.
En realidad, ‘Joseph Anton’ es también un libro sobre cómo un
luchador por la tolerancia va perdiendo este mismo rasgo. Por supuesto, puede
haber para él numerosas justificaciones: vivió varios años bajo el nombre de
Joseph Anton bajo la guardia de la policía británica, que se hospedaba directamente
en su domicilio. Cualquier día lo podían haber matado. Y sin embargo…
¿Contra qué estuvo luchando todos estos años? Según dijo el propio
autor en una de sus entrevistas, “es una guerra, en la que en un bando se
encuentran la intolerancia, el fanatismo y la violencia y en el otro, la
libertad, la literatura y la imaginación”. Por otra parte en ‘Joseph Anton’ se
puede ver cómo la mayor parte del tiempo él y su equipo, representado en gran
medida por sus compañeros de oficio, estaba enfrentándose al Gobierno
británico. Y a otros Gobiernos. El objetivo era que Rushdie pudiera intervenir
ante sus lectores, viajar en aviones, etc. En otras palabras, llevar una vida
normal.
Las autoridades, líneas aéreas y representantes de otros
organismos partían de que los terroristas, buscando la muerte del escritor,
acabarían explotando a un gran número de personas inocentes. Y eso estaba
ocurriendo, porque hubo atentados contra sus editores y traductores…
¿La salida? Rushdie y su equipo consiguieron que las autoridades de ciertos países cambiaran su política exterior y presionaran a Irán para que la fatwa fuera levantada. Irán lo aceptó de manera oficial, de modo que sólo quedan los activistas que actúan por su cuenta.
¿La salida? Rushdie y su equipo consiguieron que las autoridades de ciertos países cambiaran su política exterior y presionaran a Irán para que la fatwa fuera levantada. Irán lo aceptó de manera oficial, de modo que sólo quedan los activistas que actúan por su cuenta.
El libro describe el enfrentamiento de Salman Rushdie con otro
escritor británico, John le Carré, quien escribió en el diario The Guardian
“ninguna sociedad gozaba del criterio absoluto de la libertad de palabra… a mí
lo que me preocupaba es que ninguna joven de la editorial Penguin Books se
quedara sin brazos al abrir algún paquete postal…”.
Dios le libre de replicar algo a un liberal que lucha por la
libertad de la palabra. ¿No creerá, por supuesto, que estas palabras sobre las
posibles víctimas entre el personal de la editorial le afectaran a Rushdie? ¿O
qué sus principios se tambalearan? Nunca.
El mismo diario publicó su respuesta, contundente como un
cañonazo. Y ahora sale el libro. Le Carré es un buen escritor, pero pierde todo
su brillo delante de Rushdie.
Volviendo al arte de la tolerancia, lo único que se puede agregar
es que no estaría mal aceptar por un momento que el rival de uno, esta persona
tan distinta, tenga razón por lo menos en algo. Y también aguantar su postura,
para poder ver en qué está en lo cierto. Porque a quien nos cae bien no lo
tenemos que tolerar, este esfuerzo ha de hacerse por quienes nos resultan
antipáticos.
De: http://sp.ria.ru/opinion_analysis
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