7 de mayo de 1812 Creador del monólogo dramático poético. |
Técnicamente,
el monólogo dramático, cuyo origen se remonta a las tragedias griegas, se
perfecciona como poética solo a partir de Browning.
En la estructura
compositiva, el poeta asume la personalidad de un personaje histórico o
ficcional ya desaparecido, y le da voz en primera persona, confundiéndose con
él. La exposición es indirecta e irónica. El tono, la estructura y el ritmo son
coloquiales. La unidad del poema —que comparte las características del drama—
es producto de la tensión entre opuestos emotivos e intelectuales. Será en el
momento de mayor intensidad donde el personaje/narrador se revele a sí mismo
aunque nunca de manera directa.
En
sus primeros años Browning escribe una larga cantidad de confesiones personales
y poemas biográficos, tomando a Shelley como modelo. En los volúmenes Men and
Women de 1845 y Dramatis Personae 1864, desarrolla el género del monólogo
dramático.
Bajo
la influencia del drama y los soliloquios shakesperianos, los extensos
monólogos se hacen breves, delimitados por un único personaje. El narrador
queda separado del poeta y se dirige a un público implícito y silencioso, que
asiste cada escena. La calidad tonal del monólogo, su ritmo y el lenguaje
propiamente dicho, pueden resumirse como la técnica de la revelación, siempre
concisa, que nos permite acceder al personaje.
No
sólo Shakespeare influye en la escritura browniana, sino que de la poesía de
Donne, frecuentemente citada en sus cartas a Elizabeth Barret, obtiene la
técnica de emplazamiento, para definir así la situación o para revelar el
conflicto, como así también la dicción idiomática, el ritmo, y la concentración
en el aspecto psicológico.
Para
lograr objetividad, Browning evita el juicio moral a favor de la presentación
directa del personaje, consecuentemente el lector es quien hará su propio
juicio, confrontando el poema como una experiencia activa antes que un juicio
preconcebido.
My last Duchess
El
poema fue publicado por primera vez en la colección Dramatic Lyrics en 1842 y
es un de los mejores ejemplos del uso que Browning hace del monólogo dramático.
La rima está construida en pentámetros, con versos encabalgados. Así es como el
poeta expande la fuerza sutil que yace detrás de las revelaciones del duque de
Ferrara.
El
narrador, distinguiéndose claramente del poeta, imita voces ajenas, crea
situaciones hipotéticas y usa la potencia de su personalidad para que los
horrores que relata resulten graciosos.
El
poema, basado en la vida del duque de Ferrara, habla del retrato de Lucrecia,
su última esposa, fallecida en 1561. El creador del cuadro, Fra Pandolf, un
aristócrata renacentista, por momentos, aparenta estar presente. A medida que
nos adentramos en el poema, comprendemos que el duque de Ferrara esta hablando
con un representante, o una persona de confianza, sobre su prometida. Las
palabras de los versos indican que el duque es un hombre educado y culto, quien
menosprecia a su silencioso interlocutor.
Parado
delante del retrato de su última esposa, habla de los fracasos y las
imperfecciones que la constituyeron. Sin embargo, el discurso indica que los
fallos e imperfecciones de la mujer eran, en realidad, cualidades como la
compasión, la modestia, la humildad, la cortesía y el placer de las pequeñas
cosas. La ironía abunda.
Browning
detalla el displacer que le produce al duque la falta de atención de parte de
su esposa, de quien pretende la rendición de culto. Es posible leer, no solo
las imperfecciones de Lucrecia, sino también las del duque, el que no tarda en
revelar sus dotes como manipulador. Arrogante, posesivo y controlador, Ferrara
siente celos de Fra Pandolf. Convencido de que una mujer solo debe ser
satisfecha por su marido, deduce que Lucrecia es una mujer fácilmente
impresionable. No solo el pintor despierta la envidia en el duque, sino todo
aquél a quien su mujer dirija una sonrisa.
Su
actitud condescendiente surge claramente del contexto: el narrador se cree un
ser superior. Esto se evidencia de las líneas 9 a 11 del poema. El uso de la
palabra nadie resume el sentido de ‘ninguno que no sea yo’.
Casi
en el cierre del poema, las sonrisas quedan detenidas. Presumimos que fue el
propio duque quien da orden de asesinar a su mujer. No hay indicios de cambio
en su personalidad, por el contrario, aclara que espera igual sumisión de su
actual prometida, a quien se une sin ningún interés económico, contrariamente a
las convenciones de la época. La mujer es un objeto, una ganancia, una criatura
a la que se debe dominar. Concientemente Browning cierra el poema con la
estatua del dios Neptuno, regalo de su prometida, tratando de dominar a un
caballo de mar.
Es
importante destacar la fascinación que produjo en el poeta el Renacimiento
italiano. La eterna búsqueda de Browning sobre el valor del arte y la
moralidad, inherentes y contradictorios, cuya representación se imbrica entre
violencia, estética y sexo. Es posible pensar que quizá el motivo para castigar
a Lucrecia es una cuestión de naturaleza sexual. El poema es el reflejo de la
sociedad victoriana y su intento de controlar los impulsos individuales.
Browning nos fuerza a comprometernos con el poema y también a cuestionarnos
sobre cuál sería nuestro comportamiento ante iguales circunstancias. ¿Es
el arte una cuestión moral o estética?
Mi última duquesa
1. Ésa es mi última
Duquesa pintada en la pared
2. Como si
estuviera viva. Llamo, ahora,
3. A esta pieza
maravilla: las manos de Frá Pandolf, un día,
4. Trabajaron
afanosamente, y allí está ella.
5. ¿Podría usted
sentarse y observarla? Dije
6. ‘Frá Pandolf’
por quien lo diseñó, pues nunca
7. un desconocido
como usted ha visto ese semblante,
8. La profundidad y
la pasión de su mirada sincera,
9. Se transformó
para mí, (nadie ha permanecido
10. Detrás de la
cortina que he corrido para usted, excepto yo)
11. Y parecía que
iban a preguntarme, si se hubiesen atrevido,
12. Cómo llegó tal
mirada hasta aquí; entonces, no es usted
13. El primero en
observarla y preguntar. ¿Señor, no era únicamente
14. La presencia
del marido, lo que causó aquel tinte
15. De felicidad en
las mejillas de la Duquesa? Quizá
16. Frá Pandolf
dijo casualmente: ‘El manto cae
17. Con pesadez
sobre la muñeca de mi Señora’ o ‘La pintura
18. No debe
intentar reproducir el desfalleciente
19. Sonrojo que se
esfuma por el cuello’: tales cosas
20. Son cortesías,
pensó ella, y fue causa suficiente
21. Para convocar a
la dicha. Tenía
22. Un corazón —
¿cómo podría decirlo? — sencillo de alegrar
23. Fácilmente
impresionable; le gustaba toda cosa
24. Que veía, y su
mirada se extendía a todas partes.
25. Señor, ¡era
toda una! Mi gracia en su pecho,
26. La caída del
día en el Oeste,
27. Las ramas del
cerezo que algún tonto oficioso
28. quebró en el
huerto para ella, la blanca mula
29. En la que montaba
alrededor del caserío ― todas y cada uno
30. Obtendrían de
ella igual aceptación,
31. O incluso,
sonrojos. Agradecía a los hombres, — ¡bien! pero de
32. Alguna forma
agradecía — no sé de qué manera — como si ordenara
33. El regalo de mi
nombre de novecientos años de antepasados
34. Entre los
regalos de cualquier otro. ¿Quién se atrevería a culparla
35. Por esta clase
de juego? Aún cuando poseyeras la destreza
36. De la palabra —
yo carezco yo de ella— para que tu voluntad
37. Fuese clara en
todo sentido, y decir, ‘Esto o aquello
38. De ti me
disgusta; aquí es donde te equivocas,
39. O allí donde te
excedes’ — y si se permitiera
40. A ella misma
ser aleccionada, sin contraponer
41. Su sagacidad a
la tuya, la verdad sea dicha, y se excusara
42. ― Aún entonces
implicaría cierta condescendencia, y yo elijo
43. No rebajarme.
Oh señor, ella sonrió, no hay duda,
44. Cada vez que la
crucé, pero ¿quién podría transcurrir
45. Sin su sonrisa?
Esto aumentó, di órdenes;
46. Entonces las
sonrisas se detuvieron. Allí está ella
47. Como si
estuviera viva. ¿Podría usted levantarse? Nos reuniremos
48. Con el resto de
la gente, entonces. Repito
49. El Conde y su
consabida magnanimidad
50. Es la amplia
garantía de que ningún justo reclamo
51. De la dote por
mi parte será rechazado;
52. Aunque el alma
de su hija, como he declarado
53. En un
principio, es mi objetivo. No, descenderemos
54. Juntos, señor.
Observe usted a Neptuno, entonces,
55. ¡Domando un
caballo de mar, que todos creen una rareza,
56. Que Claus de
Innsbruck ha tallado en bronce para mí!
Versión© Silvia
Camerotto
De: desibilabis.blogspot.com
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