Theodore Roethke 26 de mayo de 1908- Alaska Poeta, docente. |
CASA ABIERTA
MIS secretos gritan
fuerte.
No tengo necesidad
de lengua.
Mi corazón ofrece
hospitalidad,
Mis puertas se
abren libremente.
Una épica de los
ojos
Mi amor, sin ningún
disfraz.
Mis verdades están
todas previstas,
Esta angustia
revelada a sí misma.
Estoy desnudo hasta
los huesos,
Con la desnudez me
escudo.
Lo que uso es el mí
mismo:
Conservo sobrio el
espíritu.
La ira permanecerá,
Los actos dirán la
verdad
En lenguaje exacto
y puro
Detengo la
engañadora boca:
La furia reduce mi
más claro grito
A una agonía tonta.
INTERLUDIO
EL elemento del
aire era incontenible.
El ímpetu del
viento rasgó las tiernas hojas
Arrojándolas en
confusión sobre a tierra.
Esperamos las
primeras gotas de lluvia en los aleros.
El caos crecía al
tiempo que la luz
Mermaba bajo el
cielo compacto.
Una noche innatural
dilató nuestras pupilas,
Pero el camino y el
polvoriento campo permanecieron secos.
La lluvia quedóse
en la nube; fue casi oscuro;
El viento yació
inmóvil entre las altas hierbas.
Las venas de las
manos traicionaban nuestro miedo.
Lo que habíamos
esperando no había acontecido.
LO MÍNIMO
ESTUDIO las vidas
sobre una hoja: los pequeños
Durmientes,
ateridos que se codean en frías dimensiones,
Escarabajos en
cavernas, salamandras, peces sordos,
Piojos amarrados en
largas, flojas malezas subterráneas,
Contorsionistas de
marismas,
Y reptiles
bacterianos
Culebreando entre
heridas
Como jóvenes
anguilas en estanques,
Sus descoloridas
bocas besando las cálidas suturas,
limpiando y
acariciando,
deslizando y
cicatrizando.
TODA LA TIERRA; TODO EL AIRE
I
ESTOY con piedras
que permanecen.
Las piedras duran
donde están.
Las campanillas se
enroscan;
los pescaditos se
mueven.
Una onda despierta
el estanque.
II
ESTA dicha es mi
ruina, ¿Yo soy!
Un hombre rico como
un gato,
Un gato en la
horcadura de un árbol,
Cuando ella sacude
sus cabellos.
Pienso en eso y me
río.
III
TODA inocencia e
ingenio, ella
Mantiene vivos mis
deseos;
Cuando , flexible
como una fiera,
Camina por la
calle,
Comienzo a dejarme
a mí mismo
IV
VERDADERAMENTE
hermosos.
Sus cuerpos no
pueden mentir:
la flor pica a la
abeja.
El suelo necesita
del abismo,
Dicen las piedras,
dicen los peces.
V
Un campo se aleja
en el sueño.
¿Dónde están los
muertos? Ante mí
Fluctúa una única
estrella.
Un árbol se desliza
con la luna.
¡El campo es mío!
¡Es mío!
VI
ESTOY al acecho en
una guarida,
Todo uno con la
tétrica oscuridad.
¿Qué es el infierno
sino un corazón helado?
¿Pero quién , al
enfrentarse con el rostro de ella,
No se regocijaría?
Dolor
Conozco la
inexorable tristeza de los lápices,
nítidos en sus
cajas, el dolor de las libretas y los pisapapeles,
toda la miseria de
los folders de manila y la goma,
la desolación en
inmaculados lugares públicos,
salones de recibo
solitarios, lavabos, conmutadores
eléctricos,
el inalterable
pathos de la jofaina y la jarra,
el ritual del
multígrafo, los clips, las comas,
interminables
duplicados de vidas y de cosas.
Y he visto el polvo
de las paredes de las instituciones,
más fino que la
harina, vivo, más peligroso que el sílice,
cayendo colado,
casi invisible, en las largas tardes de tedio
cubriendo de una
fina película las uñas y cejas delicadas,
patinando el pálido
pelo, los grises rostros duplicados y
standard.
En: Descontexto.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario