martes, 15 de abril de 2014

“Quizás yo no sea más que una canción inventándote en las noches insomnes” - Nicolai Gumiliov

15 de abril de 1886 - Rusia
Escritor y fundador del Sindicato de Escritores Rusos.
Casado con la poeta Anna Ajmátova.
Fusilado por la Checa de Petrogrado. 

La palabra


En aquel tiempo, cuando Dios giraba
su rostro sobre el mundo nuevo, entonces,
detenían el sol con la palabra
y con ella se arrasaban torreones.
El águila no osaba alzar las alas
y los astros se anclaban a la luna,
si la palabra alguna vez volaba
como una llama roja en las alturas.
Y el número se usaba en lo mundano,
como un buey que trabaja uncido al yugo;
pues los matices del significado,
los transmiten los números fecundos.
El patriarca canoso, en tiempo antiguo,
que del bien y del mal sacó riqueza,
con su vara, por miedo a los sonidos,
el número trazó sobre la arena.
Pero olvidamos que, de lo terreno,
tan sólo en la palabra hay salvación,
y que en algún lugar del Evangelio
está escrito que la palabra es Dios.
Le impusimos los límites estrechos
que nos dictaba la naturaleza;
y como abejas de un panal desierto,
así se pudren las palabras muertas.

(1921)


El tranvía extraviado

Para mí aquel barrio era desconocido,
de repente oí unos graznidos de grajo,
notas de un laúd, un lejano rugido:
volaba un tranvía por la calle abajo.
Por algún misterio sucedió que luego
me encontraba montado en aquel tranvía;
dejaba a su paso una estela de fuego
que brillaba incluso a plena luz del día.
Alado ,corría, negra tempestad,
volaba extraviado a través del abismo
del tiempo... «Atención, conductor, por piedad,
detén el vagón, detenlo ahora mismo».
Tarde: hemos pasado hasta la última almena,
todo un palmeral se perdió a nuestro lado,
y a través del Neva, del Nilo y del Sena
por tres puentes nuestras ruedas han chirriado.
Surgió en la ventana, por sólo un momento,
mirando hacia dentro con un gesto huraño
un viejo mendigo —si no me lo invento—
aquel que murió en Beirut el pasado año.
¿En dónde me encuentro? Afligido, angustiado,
el corazón dice latiendo a raudales:
«Ves la estación donde se vende al contado
el billete a las Indias Espirituales».
Un cartel... en una escritura sangrienta
se lee: «verduras»; pero sé de cierto:
aquí no se trata de nabos en venta,
aquí se comercian cabezas de muerto.
En camisa roja, con su cara de ubre,
también mi cabeza rebana el verdugo
y en una gran caja pringosa la cubre
con otras cabezas rezumando jugo.
El gris de la hierba... Una casa, mirad,
con sus tres ventanas: en el callejón,
tras el seto—: «para, conductor, por piedad,
para ahora mismo, detén el vagón.»
Aquí tú, María, has cantado y vivido,
aquí para mí bordaste una cubierta;
tu cuerpo y tu voz, ¿hacia dónde se han ido ?
¿Acaso es posible que ahora estés muerta?
En tu cuarto estabas en plena agonía,
y, mientras, con una empolvada peluca,
fui a la emperatriz a rendir pleitesía
y ya no volví a mirarte en vida nunca.
Nuestra libertad es la luz emanada
—hoy lo sé— en lejanas regiones etéreas.
Hombres y animales están a la entrada
del jardín de fieras que son los planetas.
Pero siento un aire, familiar, ligero:
desde la otra orilla, una embestida cruel:
la mano de cobre del jinete fiero
y las arboladas patas del corcel.
Para la ortodoxia, fortaleza y guía,
San Isác se esculpe sobre el cielo: allí
haré rogativas en pro de María
y dirán la misa de réquiem por mí.
Pero el corazón está desconsolado,
cuesta respirar y la vida es dolor:
María, jamás me hubiera imaginado
que pueda existir tanta pena y amor.

(1921)

Ella

Conozco a una mujer: una quietud,
una amarga fatiga de palabras,
habita en el misterio de la luz
que brilla en sus pupilas ensanchadas.
Su alma tan sólo se abre ávidamente
al cobre de la música del verso;
ante la vida larga y sus deleites
su gesto se hace sordo y altanero.
Y con tanto sigilo, y con demora,
qué extraño es su pausado caminar;
no se puede decir que sea hermosa,
pero es dueña de mi felicidad.
Si ansío libertades y me siento
orgulloso y feraz, la voy a ver:
para aprender lo que es dolor sereno
y dulce, en su delirio y languidez.
Ella reluce en horas de zozobra
y lleva los relámpagos asidos,
y sus sueños contrastan como sombras
del ardiente arenal del paraíso.

(1912)


© Nikolai Gumiliov
© De la traducción, Xenia Dyakonova
© De la versión, José Mateo

De: www.eldigoras.com



 El acmeísmo y la vanguardia rusa

      Desde 1910, año de la crisis simbolista, hasta 1930, año del suicidio de Maiakovski, la cultura rusa se puso, por primera vez en su historia, a la vanguardia de las culturas europeas: Stravinski, Prokofiev, Rajmáninov, Scriabin, Stanislavski, Meyerhold, Kandinski, Chagall, Malévich, Larionov, Goncharova, Tatlin, Diaguílev, Nijinski, Eisenstein...

      Tal es el contexto cultural en el que surgieron en Rusia dos grandes movimientos poéticos de vanguardia: el futurismo y el acmeísmo. En torno al futurismo moscovita se agruparon un gran número de jóvenes poetas como Maiakovski, Jlébnikov, Pasternak, Kruchónij, Burliuk, Kamenski, Severianin, los cuales siguieron en lo fundamental los pasos del futurismo italiano...

      En cuanto a los acmeístas petersburgueses, guiados inicialmente por Nikolai Gumiliov, Anna Ajmátova y Osip Mandelstam, soñaban como los simbolistas con la nostalgia de una cultura universal. Clasicistas, admiradores del arte gótico y de Shakespeare, Rabelais, Villon, Gautier, se reunieron hacia 1909 en torno a una nueva revista, Apolo, crearon la editorial Acmé (palabra tomada del griego que significa la "cima", la "perfección", el "momento de mayor intensidad") y, a instancias de Gumiliov, fundaron en 1911 el Taller de los Poetas. El nuevo movimiento poético parecía en sus comienzos una renovación del simbolismo ruso, del que tomaron prestado su gusto por la cultura europea y la mitología occidental; una conciencia histórica; la dimensión ética y epistemológica de la sensibilidad poética; y una estética organicista, fundada en la forma interna del verso. Sin embargo, los acmeístas se alejaban del simbolismo en su rechazo de la metafísica, del misticismo, de la vaguedad, de lo ambiguo, como evidenciaba su primer grito de guerra: "¡Al diablo el simbolismo!

      ¡Viva la rosa viva!". Al creer en las propiedades "orgánicas" de la lengua, propugnaban un regreso a los orígenes de la lengua, a la noche etimológica de la palabra. En su principal manifiesto poético, La mañana del acmeísmo, escrito por Osip Mandelstam en 1913 (aunque sólo se publicaría en 1919),(1) el poeta reivindica frente a los futuristas el Logos como sentido consciente de la palabra poética; considera la creación poética como construcción verbal, como arquitectura sonora; declara su amor por la infinita complejidad de nuestro oscuro organismo, por la soberanía de la ley de identidad "A=A : ¡Qué maravilloso poema!"), por la aspiración de los acmeístas a la noble mezcla de razón y música, así como por la concepción del mundo como equilibrio vivo, que se resume en el primer mandamiento de los acmeístas: "Amad más la existencia de una cosa que a la cosa misma y vuestra vida más que a vosotros mismos".
   
      El Taller de los Poetas, fundado por Nikolai Gumiliov y Serguei Gorodetski en 1911, sirvió hasta 1915 como lugar de reunión, de germinación y de publicación de las poéticas y de los poetas acmeístas. De allí surgió Hiperborrea, la revista del movimiento, así como varios volúmenes colectivos de poesía y los primeros poemarios individuales de Ajmátova y de Mandelstam, quienes llevarían la poética acmeísta hasta las creaciones verbales próximas al cubo-futurismo de Jlébnikov y de Maiakovski, así como a su experiencia vital después de la revolución rusa, lo que convirtió al acmeísmo, paradójicamente, en el movimiento poético más innovador y más comprometido de las vanguardias rusas. Su compromiso era la creación poética y la capacidad de dar cuenta mediante la palabra poética de la realidad social e ideológica de la época soviética. De este modo, el acmeísmo condujo, en las obras mayores de Ajmátova (Réquiem Poema sin héroe)(2) y de Mandelstam (Cuadernos de Voronezh)(3), a una inversión estética del realismo socialista, aun nuevo realismo.

Jesús García Gabaldón

De: http://www.poeticas.com.ar


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