4 de marzo de 1916- Bolonia, Italia |
Me preguntas por qué y cuándo
Me preguntas por qué y cuándo
te respondo que fue así
reparar simplemente en un atardecer cualquiera
pongamos por caso -ya que ni siquiera sabemos cuál- de
octubre
en cómo golpeaba la luz del sol el rosáceo
e inaccesible flanco sudeste del palacio
Sacchetti
-la luz golpeaba y al tiempo bañaba no sé si me
entiendes?-
reparar en las hojitas negras y agudas de la hiedra -hacía
viento
¿comprendes?- recorridas a trechos
hacia arriba en el sendero de obscuras ramificaciones por
una especie de
descarga eléctrica reiterada que simultáneamente
estuviese empapada sabe Dios cómo de auténtico y líquido
oro
y sentir deseos de pronto después de infinitos años
de reír reír y a la vez todo lo
contrario
Giorgio Bassani (Italia)
Del libro Epitafio (Editorial Visor).
Traducido por Carlos Manzano
Publicado en http://www.lanacion.com.ar
De: elescaramujo.blogspot.com
De: elescaramujo.blogspot.com
Epitafio
Paso veloz como el viento a lo largo
de la orilla izquierda del Magra
donde el viento enmaraña
la cabellera de los sauces.
De mí y de ti
¿qué quedará en los ojos
de quién nos haya visto?
Una imagen así,
un flash y basta,
en suma nada.
De: Portada20minutos.es
Tormentos de joven artista
Tenía necesidad, antes de que la
imagen se precisara y encontrase una expresión insustituible, tenía necesidad
de vivir larga y repetidamente, a una distancia de tiempo más bien
considerable, las mismas situaciones. Los objetos debían volvérseme familiares
al punto de odiarlos por su desoladora cotidianidad. Todo debía marchitarse
dentro de mí para nacer. De ese modo las cosas que me brotaban de la pena
tenían una pátina gastada y familiar y podían resultarme naturalmente tristes:
eran palabras tristes y no había una explicación evidente que diese cuenta de
su tristeza. Pero era un mal escritor. Siempre inexperto. Hubiera dado la mitad
de mi vida para encontrar un código, la facilidad para expresarme.
Envidiaba a los superficiales,
escribía poquísimo y cada vez me encontraba de nuevo, como en el comienzo, sin
ningún otro recurso sino la parte marchita que estaba dentro de mí. Ninguna
sintaxis, ningún vocabulario, ninguna "literatura" podían ayudarme.
Era aquél de las eternas recaídas sobre el mismo inútil esfuerzo. Entre una y
otra de mis páginas llenaba con encarnizamiento páginas y páginas sordas,
vacías, que querían ser "tristes" de divina melancolía, pero que, en
cambio, terminaban por sonar ridículamente alegres y solemnes de
"literatura" tozudamente convencional. Desconfiaba de mí y pasaba
días tremendos. Hasta que sin darme cuenta, casi por milagro, entraba en el
corazón de un tema y lo llevaba a buen término con una facilidad que frisaba la
indiferencia. Lo releía estupefacto, pero ya ansioso de descubrir la
"clave", el secreto, como Teseo llevado, por mágica virtud, a violar
el laberinto, reflexiona, perdida Ariadna, sobre esos pasos envueltos de
milagrosa facilidad y sin embargo irrepetibles en la memoria.
De nuevo me encarnizaba, me
desesperaba. Sufría todo esto como una injusticia. Las frentes de mis amigos,
escritores fecundos, me parecían bendecidas por un misterioso sello, y yo las
miraba con estupefacta reverencia. Pero quizá yo no era apto para la narración
distendida, ya que tenía siempre necesidad de sentirme en el centro de una
corriente, de un aura poética. Se trataba, sobre todo, de un defecto de
inteligencia.
(Gentileza de Paola y Enrico
Bassani)
Traducción de Hugo Beccacece .
De: en http://www.lanacion.com.ar
Giorgio Bassani: un poeta herido por la historia
De paso por Buenos Aires, la
historiadora del arte Paola Bassani, hija del autor de Historias de Ferrara y
El jardín de los Finzi-Contini , evoca en una entrevista la personalidad y la
obra del gran escritor italiano, la amistad con Pier Paolo Pasolini y el clima
intelectual de la posguerra. Además, se reproduce una página inédita, escrita
por el novelista ferrarés cuando tenía veinticinco años, en la que analiza sin
piedad su propio trabajo.
Los escritores han logrado
recrear y modelar una ciudad histórica en sus novelas con tal verosimilitud y
astucia de estilo que los lectores de esos libros, al pasear por las calles y
los parques reales mencionados en aquellas narraciones, lo hagan llevados por
el ansia de conocer las esquinas y los senderos donde los personajes de ficción
se encuentran eternamente en un página para revelar un secreto, declararse
enamorados o tejer una traición. Giorgio Bassani (1916-2000), el admirable
autor de Historias de Ferrara y de El jardín de los Finzi-Contini , es uno de
esos escasos y notables creadores que han teñido de irrealidad un espacio
urbano (Ferrara) o, tal vez, han sobreimpreso una realidad más esencial, más
profunda, a las descripciones de las guías de turismo y de los planos.
Bassani ha hecho lo mismo también
con algunas personas. Las ha des-realizado, o más bien las ha elevado a otro
nivel de realidad. Frente a mí, sentada a una mesa del café La Biela, está
Paola Bassani, la hija del novelista italiano. En el prólogo de El jardín...,
el narrador cuenta una excursión a unas tumbas etruscas realizada en compañía
de unos amigos, en abril de 1957. En la comitiva hay una niña de nueve años,
Giannina, "de carácter alegre y expansivo", cuyas preguntas llevan al
narrador a decidir que, finalmente, escribirá la historia del fin de un amor de
juventud y la tragedia de una gran familia judía bajo el fascismo. Aquella niña
de la ficción, inspirada en Paola, es hoy la mujer que tengo delante de mí,
llegada a Buenos Aires para hablar de su padre en una serie de conferencias.
Historiadora del arte, especialista en el manierismo, discípula del gran
estudioso Roberto Longhi y presidenta de la Fundación Giorgio Bassani, Paola es
una mujer que conserva el "carácter alegre y expansivo de la niñez" y
unos "ojos centelleantes" sobre los que, de tanto en tanto,
"pasa una sombra de evidente pena".
Giorgio Bassani fue uno de los
intelectuales italianos más activos de la segunda mitad del siglo XX. Además de
escribir libros de poesía ( Storie dei poveri amanti , Astrolabio , Un´ altra
libertà , Epitaffio , In gran segreto , Di là del cuore ) y de relatos (
Historias de Ferrara , Detrás de la puerta , La garza , El olor del heno ), fue
redactor de Botteghe Oscure , la gran revista literaria de la posguerra.
También se desempeñó como presidente de Italia Nostra (una asociación creada
para defender el paisaje y el patrimonio artístico de la península) y fue
vicepresidente de la RAI. Como responsable de las ediciones Feltrinelli,
descubrió y publicó El gatopardo , la célebre novela del príncipe Giuseppe
Tomasi di Lampedusa que había sido ignorada o rechazada por otras editoriales.
Las obras de Bassani recibieron numerosos premios, pero el nombre del autor
alcanzó repercusión internacional más allá del ámbito literario por las
versiones cinematográficas de La larga noche del 43 , Los anteojos de oro y,
sobre todo, El jardín de los Finzi-Contini , dirigida por Vittorio de Sica y
ganadora del Oscar de 1972 a la mejor película extranjera.
EL JOVEN CONSPIRADOR
El cine, precisamente, marcó la
obra de Bassani desde el comienzo de los años 50. Las narraciones del autor
italiano fueron escritas después de que empezó a trabajar como guionista
cinematográfico y estuvieron influidas por todo lo que aprendió en ese oficio.
"Michelangelo Antonioni introdujo a mi padre en el mundo del cine
-recuerda Paola Bassani-. Los dos eran oriundos de Ferrara. Jugaban juntos al
tenis en La Mafisa. Cuando las leyes raciales entraron en vigencia, papá, por
ser judío, tuvo vedado el ingreso en el club. Pero Antonioni y él siguieron en
contacto. Michelangelo se fue a Roma en 1943 y ayudó a mi padre a instalarse en
la capital en la clandestinidad. Papá conspiró contra el régimen desde 1936
hasta que Mussolini fue destituido por el rey. Me interesa destacar que no
esperó a que se promulgaran las leyes raciales para declararse antifascista.
Aunque parezca mentira, la mayoría de los judíos de Ferrara eran fascistas,
como lo era el resto de los ferrareses. En una ciudad rica y burguesa como
Ferrara, el Duce era considerado, sobre todo, como el creador del Imperio. Al
principio, ni siquiera las leyes raciales convencieron del todo a mi abuelo del
aspecto siniestro del fascismo. Mi padre podía estudiar en la universidad;
pero, ya graduado, no podía enseñar en ella. Podía hacerlo, en cambio, en los
colegios israelitas. En las clases que dictaba, formaba a los muchachos, poco
menores que él, en el antifascismo."
Las actividades conspirativas de
Bassani consistían en reuniones entre intelectuales en las que se debatía la
situación del momento y en la redacción y distribución de publicaciones
antifascistas. Esta última tarea obligaba al escritor a continuos
desplazamientos por la península. Los miembros del grupo al que pertenecía
Bassani, origen más tarde del Partito d´ Azione, estaban consagrados sobre todo
a una acción de propaganda destinada a denunciar las atrocidades nazi-fascistas
y a encarar el análisis de cómo debería reconstruirse la Italia
posmussoliniana. Bassani nunca participó en la lucha armada. Creía en lo que
entonces se llamaba, de acuerdo con el pensamiento de Croce, "la religión
de la libertad".
"En 1943, los espías
fascistas ya estaban informados de los movimientos de mi padre. En mayo lo
detuvieron. Con varias decenas de otros conspiradores fue encerrado en la
cárcel de via Piangipane en Ferrara -cuenta Paola Bassani-. El 25 de julio, el
rey destituyó a Mussolini y lo hizo arrestar. Al día siguiente, los
antifascistas presos, entre ellos mi padre, fueron liberados. Papá no se hacía
ilusiones, se imaginaba que las cosas iban a empeorar. Después de que Skorzeny
rescató a Mussolini de su prisión en el Gran Sasso y de que el Duce, de acuerdo
con Hitler, fundó la República de Salò, quedó bien claro que mi padre había
acertado en sus previsiones. Les dijo a todos sus amigos y a su familia que
debían abandonar Ferrara porque era una ciudad muy chica, donde todos se
conocían y se sabía quién era fascista y quién no lo era. Mis abuelos y el
resto de mi familia dejaron Ferrara y trataron con éxito de mimetizarse con los
habitantes de ciudades más importantes donde nadie los conocía. Papá ya estaba
enamorado de mi madre, Valeria Sinigallia, con la que había querido casarse
cuando él todavía se encontraba en la cárcel. Las autoridades no se lo
permitieron. Pero apenas quedó en libertad, los que serían mis padres
contrajeron matrimonio en Bolonia el 4 de agosto de 1943.
MASACRE EN FERRARA
"En noviembre de ese año,
fue asesinado uno de los jerarcas fascistas de Ferrara, Igino Ghisellini. El
asesinato de Ghisellini debía ser pagado con la muerte de diez enemigos del
fascismo. La madrugada del 15 de noviembre fueron a buscar a mi padre a su
casa. No lo encontraron, porque había escapado mucho antes. Los adversarios del
régimen fueron llevados delante del castillo estense, en pleno centro de la
ciudad. A sus espaldas estaba el foso de la fortaleza; enfrente, una farmacia y
el café Fis. Allí fueron eliminados con ráfagas de ametralladora. Ese episodio
inspiró a mi padre la nouvelle La larga noche del 43 , llevada al cine por
Florentano Vancini. Al principio, papá, escapado de Ferrara, se refugió en
Florencia y, por último, en Roma. Llegó a la capital el 6 de diciembre de 1943
con el último tren que entró en la estación. Después la ciudad quedó
incomunicada."
Desde 1944 hasta el final de la
guerra, Bassani participó en la edición de Italia libera , el periódico del
Partito d´Azione, del que había sido uno de los fundadores. El Partito era
laico, no marxista, antifascista y radical. Desde Roma, Bassani y su mujer
viajaban continuamente a Nápoles y a la Italia liberada, para buscar nuevos
adeptos y para reunirse con otros correligionarios que trabajaban en la
difusión de los ideales del grupo. En esos viajes, Bassani descubrió el Sur. En
Nápoles, frecuentaba la casa del gran filósofo italiano Benedetto Croce, cuyas
ideas inspiraban a los miembros del Partito d´Azione. En los viajes al sur,
Bassani se abrió a un mundo más sensual y primitivo. Más tarde continuó la
exploración de los paisajes y los antiguos monumentos de esas regiones y llegó
a Sicilia, guiado por su amistad con el escritor Carlo Levi, el autor de Cristo
se detuvo en Eboli .
"Ese período peligroso e
intenso que vivió entre el 36 y el 45 fue el material con el que construyó la
parte más importante de su obra -dice Paola Bassani-. Durante la guerra, en
1940, había publicado Città in pianura con un pseudónimo, Giacomo Marchi,
porque como judío no podía editarse ninguna obra suya. Marchi era el apellido
de mi abuela materna, que era católica. Città in pianura es el primer libro, en
él aparecen el profundo lirismo y la melancolía que bañan todas sus obras
posteriores. Más tarde, la guerra, la experiencia de la segregación y del
fascismo le proporcionaron los temas de su obra narrativa y lo convirtieron en
un autor cuya obra está marcada y alimentada por las circunstancias históricas.
A esos elementos se sumó un hecho fundamental. Mi padre aprendió a contar de un
modo distinto a partir de su trabajo como guionista en el cine. Debió aprender
a hacerse entender por un público amplio. La posguerra vio el nacimiento del
neorrealismo y mi padre estuvo directamente involucrado en ese movimiento. Se
hizo amigo de Mario Soldati, el autor y director piamontés. Para él, escribió
el guión de La provinciana , una película basada en un libro de Moravia, en la
que trabajaba Gina Lollobrigida. Conoció a Pasolini y, desde el primer momento,
comprendió que se encontraba frente a un gran escritor e intelectual.
Entablaron una amistad muy profunda. Lo hizo colaborar de inmediato en la
revista Botteghe Oscure y escribieron guiones juntos. Mi padre lo incorporó al
grupo que elaboraba el libreto de La donna del fiume , que se filmó en
Codigoro. La protagonista era Sophia Loren. Papá también colaboró con Visconti
en el guión de Senso ( Livia, la historia de un amor desesperado ), un film que
no tenía nada que ver con el neorrealismo, pero sí con los intereses históricos
de mi padre. Como curiosidad, puedo decir que una sola vez mi papá apareció en
la pantalla como actor. Se lo ve en una escena de Las muchachas de Piazza
Spagna . Es el profesor que sube las escaleras hacia Trinità dei Monti. Además,
dobló la voz de Orson Welles en La ricotta , de Pier Paolo Pasolini. La voz que
recita la poesía de Passolini es la de papá, no la de Welles."
La experiencia cinematográfica
arrancó de la literatura a Bassani, le hizo tomar contacto con la realidad y lo
volvió eficaz como narrador. Más tarde el cine, paradójicamente, lo devolvió a
la narración literaria mucho más maduro. Sacrificó entonces en su prosa parte
del aura poética que lo caracterizaba en aras del interés del relato.
LOS BESOS DE PASOLINI
Como ejemplo de la transformación
literaria que se operó en Giorgio Bassani, su hija revela que, entre los
inéditos del padre, encontró una adaptación popular, para la pantalla, de Los
novios , la célebre y clásica novela de Manzoni.
"Además, el cine cambió la
técnica de relato de mi padre" -dice Paola-. Eso se ve en Historias de
Ferrara . `El paseo antes de la cena´ se abre con la descripción, a la manera
de un travelling de lo que se ve en el corso Giovecca, la calle principal de
Ferrara. El narrador va contando lo que se presenta a su mirada a medida que
avanza por el corso hasta que llega a dos personajes que están al final de esa
perspectiva, visibles casi como dos manchas diminutas. Esas dos manchas son los
protagonistas de la nouvelle . En ese recurso técnico, el Bassani escritor
concilió dos tradiciones y dos técnicas: la cinematográfica y la pictórica.
Papá había estudiado arte con Roberto Longhi, el gran historiador y crítico del
arte. Con él, había analizado e investigado la perspectiva renacentista. El
comienzo de `Un paseo antes de la cena´ es el resultado de esa combinación de
conocimientos."
La amistad con Pasolini tuvo algo
que ver con la escritura de Los anteojos de oro , la nouvelle en que Bassani
narra la historia de un respetado y prestigioso médico ferrarés, el doctor
Fadigatti, condenado a la soledad y a la marginación en cuanto se descubre su
homosexualidad.
"Mi padre era un hombre más
bien mujeriego. Nunca supe si alguna vez tuvo una relación homosexual. No lo
creo, pero de algún modo vivió una experiencia homosexual vicaria a través de
la literatura y de su amistad con Pasolini. Para escribir Los anteojos de oro ,
se valió de la frecuentación de Pier Paolo y de Carlo Emilio Gadda, el autor de
El zafarrancho aquel de via Merulana . Papá los observaba y estudiaba para dar
vida al doctor Fadigatti. En 1957, les propuso que pasaran sus vacaciones con
nosotros en Antigniano, cerca de Livorno. Mis padres alquilaron unas
habitaciones en una pequeña pensión e invitaron a Pier Paolo y a Carlo Emilio.
De las charlas que mantuvo con ellos, de los retratos que hizo de ellos en sus
cuadernos, surgieron muchas páginas de Los anteojos... De todos modos, papá
decía siempre que la homosexualidad era una de las pocas cosas que le producían
cierta incomodidad en el trato con Pier Paolo. Se refería sobre todo a ciertas
actitudes de Pasolini. Por ejemplo, una vez, papá, que era muy tímido, había
salido a caminar con Pier Paolo por las colinas de Florencia. En una vuelta del
camino, vieron pasar a un obrero muy buen mozo subido a una bicicleta. Pier
Paolo, arrebatado por la apostura del muchacho, le echó varios besos con la
mano. El muchacho no hizo caso, pero mi padre nos contó después que, de la
vergüenza, hubiera querido evaporarse. Sin embargo, había entre Pasolini y papá
una gran complicidad. Papá fue la primera persona a la que Pier Paolo le leyó
Las cenizas de Gramsci . Y Pasolini fue escucha atento de las Historias de
Ferrara ."
EL RITMO DE LA NOSTALGIA
El jardín de los Finzi-Contini
(1962) fue, en parte, una trasposición del amor de Bassani por su esposa,
Valeria Sinigallia, y de las experiencias que vivió durante el fascismo. Dice
Paola Bassani: "En Ferrara, una rama de mi familia materna, también judía,
tenía una casa grande, con una cancha de tenis, a la que invitaban a jugar a
los amigos. Allí papá conoció a mamá en 1941. Ella era una mujer muy hermosa.
Su padre había heredado una gran fortuna, que terminó por perder. Mamá vivía
con los suyos en Pola, cerca de Trieste, donde mis abuelos tenían una villa
imponente, que había pertenecido al emperador Francisco José. Mi madre quedó
huérfana de padre a los diecisiete años y entonces la familia también perdió aquella
villa . Mamá se fue entonces a vivir a Venecia, al palazzo de una abuela. Entre
Venecia y Ferrara, media un corto viaje de tren. Un día, mamá resolvió visitar
a sus primos de Ferrara y pasar una temporada con ellos y allí, una tarde, cayó
Giorgio, el joven escritor, que había ido a jugar al tenis. Se enamoraron
perdidamente. Pronto papá viajó a Venecia para declarársele."
Las Historias de Ferrara y El
jardín... fueron una especie de respuesta de Bassani al neorrealismo que tanto
había influido en la literatura de posguerra. El hecho de que el escritor
hubiera sido uno de los guionistas de ese movimiento cinematográfico hacía aún
más notable el nuevo rumbo que tomaban no sólo él, sino también el pensamiento
y la estética de la época.
Giorgio Bassani vino por única
vez a la Argentina en 1983, en ocasión de la Feria del Libro de ese año. Daba
la impresión de un hombre rígido, serio, no demasiado expresivo. En realidad,
ya hacía cinco años que habían empezado a manifestarse en él los primeros
síntomas del mal de Parkinson. Más tarde, también sufrió de mal de Alzheimer.
"A pesar de todo, papá supo
arreglárselas en sus últimos años de producción para seguir escribiendo. Volvió
a la poesía y escribió en poemas los motivos que ya no tenía tiempo ni fuerzas
para desarrollar en novelas. Esos poemas son epitafios. En ellos cuenta sueños,
instantes cruciales de una existencia, pero sobre todo, detalles mínimos y
reveladores de la vida diaria. Ya no tenía fuerzas para recrear una ciudad,
como había recreado Ferrara. Durante un tiempo, papá se refugió en Lucania, en
el sur de Italia, donde tenía una casa con un panorama maravilloso. Se hizo
amigo de los vecinos con los que comentaba pequeños hechos cotidianos. Le
pareció encontrar allí algo del clima de la Ferrara preindustrial de su
infancia. Ese fue otro lazo que compartió con Pasolini: la nostalgia de ese
mundo antiguo, regido por otro tiempo, por otro ritmo. Cuando sus fuerzas y su
conciencia ya no le permitieron seguir labrando con letra diminuta sus
poemas-epitafios en cuadernos cuadriculados, sobrevino el silencio."
Por Hugo Beccacece
de la Redacción de LA NACION
De: Suplemento Cultural de La
Nación.com.ar
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