Stéphane Mallarmé 18 de marzo de 1842 -Francia |
«El
Simbolismo en Mallarmé»
Mallarmé
piensa que la poesía es la insinuación de imágenes que se ciernen y se evaporan
siempre; asegura que nombra un objeto es destruir tres cuartas partes del
placer que consiste en la adivinación gradual de su verdadera naturaleza. El
símbolo implica, sin embargo. No simplemente evitar la nominación directa, sino
también la expresión indirecta de su significado, que es imposible describir
simplemente, que es esencialmente indefinible e indescifrable. El simbolismo se
basa en la suposición de que el contenido de la poesía es expresar algo que no
puede ser encajonado en una forma definida y que no puede ser alcanzado por un
camino directo. Desde que es imposible expresar nada válido sobre las cosas a
través de los medios claros de la conciencia, mientras el lenguaje descubre
como automáticamente las relaciones entre ellas, el poeta debe, como insinúa
Mallarmé, “dar la iniciativa a las
palabras”, debe permitirse a sí mismo ser llevado por la corriente del lenguaje,
por la sucesión espontánea de imágenes y visiones, lo cual implica que el
lenguaje es no sólo más poético, sino también más filosófico que la razón… Tal
vez Mallarmé no hubiera hecho propia literalmente la frase de que “una bella
línea sin significado es más valiosa que una menos bella con significado”; el
no creía en la renuncia a todo contenido intelectual de la poesía, pero pedía
que el poeta renunciara a la excitación de las pasiones y emociones y al uso de
motivos extraestéticos, prácticos y racionales. El concepto de “Poesía Pura”,
puede ser considerado al menos, como el mejor compendio de su visión del arte y
de la naturaleza y la encarnación del ideal que como poeta tuviera en mente.
Mallarmé comenzaba a escribir un poema sin saber exactamente a dónde la primera
palabra, el primer verso; el poema surgía como la cristalización de palabras y
líneas que se combinan casi según su propio acorde”. La doctrina de la “poesía
pura” transpone lo principal de su método creador en la teoría del acto receptivo;
estableciendo que para que se realice una experiencia poética no es
absolutamente necesario conocer todo el poema; aunque sea breve; con frecuencia
uno o dos versos son suficientes para producir en nosotros el estado de ánimo
que corresponde al poema. En otras palabras; para disfrutar de un poema no es
necesario, o en cualquier caso, no es suficiente, comprender su significado
racional, y verdaderamente y como lo muestra la poesía popular, no es necesario
que el poema tenga un exacto “significado”. El concepto de “Poesía Pura”
representa la forma de esteticismo más pura y más intransigente, y expresa la
idea básica de un mundo poético completamente independiente de la realidad
ordinaria, práctica y racional, un microcosmos autónomo, estéticamente completo
en sí mismo. La generación de Mallarmé no inventó ni mucho menos el símbolo
como medio de expresión; arte simbólico ya había existido en épocas anteriores.
Descubrió, simplemente, la diferencia entre el símbolo y la alegoría, e hizo
del simbolismo, como estilo poético. La meta consciente de sus esfuerzos.
Reconoció, incluso, aunque no siempre fue capaz de dar expresión a sus
conocimientos, que la alegoría no es otra cosa que la traducción de una idea
abstracta en forma de imagen concreta, por lo que la idea continúa en cierto
modo siendo independiente de su expresión metafórica y podría incluso ser
expresada de otra forma, mientras que el símbolo reduce la idea y la imagen a
una unidad indisoluble, de manera que la transformación de la imagen implica
también la metamorfosis de la idea. En suma, el contenido de un símbolo no
puede ser traducido a ninguna otra forma, pero, por el contrario, un símbolo
puede ser interpretado de varias maneras, y esta variabilidad de la
interpretación, esa aparente inagotabilidad del significado de un símbolo, es
su característica más esencial. Comparada con el símbolo, la alegoría parece
siempre la transcripción lisa, llana y simple, en cierto modo “superflua” de
una idea que no gana nada con ser trasladad de una esfera a la otra. La
alegoría es una especie d enigma cuya solución es obvia, mientras que el
símbolo sólo puede ser interpretado, pero no resuelto. La alegoría es la
expresión de un proceso mental estático; el símbolo de uno dinámico; aquélla
pone un límite y una frontera a la asociación de ideas; éste pone las ideas en
movimiento y las mantiene en él.-
Hauser,
Arnold. “Historia Social de la Literatura y el Arte”. Tomo II: “Desde el Rococó
hasta la Época del Cine”. Madrid. Debate. 1998. (Cap IX: Naturalismo e
Impresionismo. Pags 451/453).-
De:
aquileana.wordpress.com
Una tirada de dados jamás abolirá el azar |
Mera ilusión la transparencia del lenguaje. Por eso se escribe pero nunca se alcanza la capa más profunda, la menos opaca. |
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