22 de febrero de 1788 - Danzig Filósofo y profesor. |
El mundo es mi representación.
Todo lo que existe para el conocimiento, es decir el mundo
entero, es objeto en relación al sujeto, es percepción de quién percibe; es
decir: representación
El mundo como representación tiene dos mitades esenciales:
OBJETO: sus formas son el espacio y el tiempo.
SUJETO: no se encuentra colocado en el tiempo ni en el espacio,
pues existe indivisiblemente en todo ser que percibe. Como desaparezca este
ser, el mundo, como representación, deja de existir.
Aquello que lo conoce todo y que de nadie es conocido, es el
sujeto.
Todo cuanto existe sólo existe para el sujeto. Cada hombre
es sujeto en cuanto conoce y no en cuanto objeto de conocimiento.
Todos los objetos de la percepción están incluidos en las
formas de todo conocimiento, es decir, en el tiempo y el espacio, pero el
sujeto no está comprendido en tales formas. No le conocemos nunca, y es él
quien conoce donde quiera que hay conocimiento.
Ambas mitades son inseparables, existen y desaparecen
conjuntamente
La diferencia principal entre nuestras representaciones es
la de lo intuitivo y lo abstracto. Lo abstracto se constituye por conceptos
(propiedad exclusiva del hombre). La representación intuitiva incluye al
conjunto de la experiencia con las condiciones que la hacen posible.
El mundo como representación está sometido al principio de
razón, bajo la forma del tiempo.
El sujeto que conoce, conoce a su cuerpo de dos maneras
distintas: primero como representación intuitiva, como objeto sometido a leyes;
y luego, como algo conocido directamente de cada uno y designado con el nombre
de voluntad
Todo acto real de voluntad es un movimiento de su cuerpo.
Así, el acto de volición y la acción del cuerpo son la misma cosa.
La voluntad es el conocimiento a priori del cuerpo, y el
cuerpo el conocimiento a posteriori de la voluntad. Querer y obrar están
separados en la reflexión, en la realidad son lo mismo.
El arte es la contemplación de las cosas independientemente
del principio de razón, en oposición a aquella otra contemplación que se haya
sometida a este principio y que es la de la experiencia y las ciencias.
Esta contemplación es racional, única que tiene autoridad y
que es útil en la vida práctica y en las ciencias. La que hace abstracción de
la razón es la del genio, única que tiene autoridad y es útil en el arte.
El genio consiste en la facultad de mantenerse en la región
de la intuición pura y de separar el conocimiento de la voluntad.
Para que el genio se revele en el individuo debe poseer éste
una fuerza intelectual superior a la que exige el servicio de la voluntad
individual. Este excedente que permanece libre es lo que viene a constituir el
sujeto emancipado de la voluntad.
De: http://prezi.com
Para Schopenhauer nuestro mundo
está hecho del mismo material que el de los sueños, el "Velo de maya"
de los hindúes. Sólo existe una fuerza cósmica: la voluntad; que tanto hace
nacer estrellas como crecer las plantas o generar y liquidar nuevos seres
humanos sin cesar. Éstos se ven atrapados en una dolorosa paradoja: no pueden
resistirse al impulso de la voluntad ciega e irracional de su propia naturaleza
que muchas veces les acarrea el sufrimiento, y a la vez aspiran a estar libres
de él. Sólo hay dos formas al parecer de liberarnos o de al menos reducir este
sufrimiento. La primera es con la muerte, pero esto es algo de carácter
completamente ilusorio y engañoso. Un trance en el que la naturaleza, una vez
acabada su función en nosotros, pondrá otro nuevo individuo en nuestro lugar
para continuar su tarea sin fin, y el sufrimiento no terminará, haciendo que actos
como el del suicidio sean totalmente inútiles. La segunda es la tarea que
llevan a cabo místicos y ascetas, que mediante la aniquilación de su voluntad y
su victoria sobre la naturaleza consiguen rasgar el velo de maya, ver "más
allá". Ésta es la única salida y victoria posible.
A pesar de que muchos autores
afirman que la ética es la base del sistema de Schopenhauer, lo cierto es que
es su metafísica la piedra angular del mismo. Schopenhauer afirma descubrir la
cosa en sí, que no es otra que la voluntad. A partir de ahí toda su ética
impele al conocimiento y renunciación de la misma. Ni la época ni quizás la
personalidad del propio autor habrían hecho posible que Schopenhauer llevara él
mismo a la práctica lo que decía. Por eso se distancia diferenciando la labor
del filósofo de la del asceta o místico. Al primero sólo le es posible a lo
sumo aspirar a cierta tranquilidad ante el mundo gracias a su conocimiento,
pero sólo al asceta o al místico le está reservada la victoria sobre él, la
visión de la cosa en sí. Sólo ellos rasgan el Velo de Maya. Schopenhauer
encontró pues especial inpiración allí donde esta lucha contra el sueño de la
realidad aún pervive con plena vigencia; en Oriente, y concretamente en la
India. Pronto se convirtió en ávido lector de todo lo referente a la cultura de
esas latitudes.
La admiración de Schopenhauer por
todas las formas de ascetismo y misticismo es enormemente fuerte. En cierta
forma, su filosofía es la antesala de la mística, como él mismo a veces se da
cuenta. Sin embargo, con la misma fuerza con la que admira a místicos y ascetas
rechaza las religiones sistematizadas socialmente, a las que llama
"metafísica para el pueblo". Es esta misma consideración por las
religiones en estado puro la que le lleva a citar varias veces textos hindúes,
budistas y cristianos así como a rechazar al mismo tiempo catolicismo,
protestantismo, judaísmo, Islam, y cualquier otro tipo de religión
"social". Para Schopenhauer la conquista del mundo incluso nunca fue
el objetivo de la religión cristiana, sino que el cristianismo no acabó de
triunfar ante los antiguos dogmas judíos "este objetivo determinante no
es, ni tan siquiera una vez, el auténtico cristianismo del Nuevo Testamento, ni
tampoco su espíritu, puesto que es para ellos demasiado elevado, demasiado
etéreo, demasiado excéntrico, excesivamente no de este mundo y, por tanto,
demasiado pesimista, completamente inapropiado para la apoteosis del Estado,
sino que se trata simplemente del judaísmo, la doctrina de que el mundo ha
recibido su existencia de un ser personal y muy superior, algo que, por tanto,
es también el más encantador y en donde todas los cosas son hermosísimas."
Alrededor de Schopenhauer se
organizó en el mundo académico un complot de silencio contra el cual reaccionó
con furia, acusando al ambiente académico de estar bajo el control e influencia
del clero. Este silencio perdura en buena medida hasta nuestros días. En su
tiempo, las críticas mordaces con las que se empleó el autor en sus obras son
todo un estímulo para la lectura. Tremendamente individualista, fue muy difícil
para sus contemporáneos encasillarlo en escuela alguna. Con posterioridad los
ataques sobre él han ido centrados en sus diversos comentarios sobre los más
diversos colectivos. Pero esto en realidad es anecdótico cuando se profundiza
en la personalidad del autor. Tanto arranca encendidamente a favor de la
abolición de la esclavitud, como cuestiona la inteligencia de las mujeres.
Arrasa con todos los tópicos sobre las bondades de los pueblos europeos y afirma
que prefiere la compañía de su perro a la de los humanos, o también cita antes
de morir que le da vergüenza ser alemán. (...)
Su obra en la
posteridad
Pensador difícil de meter en cualquier corriente, se le ha
usado tanto para decir que inspiró a marxistas y a nacionalsocialistas, a ateos
y a espiritistas. En realidad muchos autores decisivos leyeron a Schopenhauer,
pero éste no puede ser acusado de ser germen de ninguna de estas cosas, y su
oposición al sometimiento del individuo al estado es bien patente en muchos
párrafos de su obra. Su frontal rechazo a las ideas de Hegel, que según él
estaban estropeando Alemania y que a la postre alimentarían tanto a nazismo
como a marxismo de manera fundamental, es la mejor demostración de ello.
"Con ello no sólo se convierte la filosofía académica en una escuela del
filisteísmo más vulgar, sino que al final se llega como Hegel, a la indignante
doctrina de que el destino del ser humano se agota en el Estado -algo así como
el de las abejas en la colmena-. Y así se desvía por completo la atención del
fin más sublime de nuestra existencia."
Su genialidad y brillantez, su sentido del humor, y el
desarrollo de la metafísica más potente que nunca se halla gestado en occidente
han proporcionado a Schopenhauer adhesiones de las mentes contemporáneas más
brillantes. Desde Freud, del que se ha demostrado se inspiró en sus ideas, a
Nietzsche, más sincero y quien le dedicó un libro entero ("Schopenhauer
educador") . También Einstein afirmó que después de haber leído a
Schopenhauer su concepción de la muerte había cambiado radicalmente, Wittgenstein,
Kierkeegard, y una larga lista de autores no escapan a la influencia de
"El mundo como voluntad y representación", la principal obra de
Schopenhauer y eje de todo su sistema.
Gran amante de todo lo hispano, utiliza nuestro refranero a
menudo, y era gran lector de Calderón y Baltasar Gracián, del cual se inspiró
en su "Oráculo" para realizar parte de sus "Parerga" y a
los que cita muy frecuentemente. La obra de Schopenhauer encuentra
correspondencia también en una de las generaciones literarias españolas más
brillantes de la historia, la de principios de siglo, y en especial en Baroja y
Unamuno. Actualmente, el impulso de su pensamiento se viene manifestando desde
hace décadas en todo tipo de manifestaciones artísticas y de pensamiento. Con
Schopenhauer encontramos tempranamente, todos los intereses especulativos que
habrán de ser luego generales en el siglo XX, desde el psicoanálisis hasta el
interés por lo esotérico y por las culturas orientales, la ciencia, la
sicología, e incluso la sensibilidad de la música más actual. Es por muchos
considerado el padre de este siglo, y sin embargo sigue pesando sobre él un
silencio cada vez más evidente.
De: Arthur
Schopenhauer WEB
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